miércoles, 21 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 97: SIN ALIENTO

En cuanto salgo por el pasillo para salir del aeropuerto, enciendo el móvil. Vero y Manu me esperan justo al salir a la zona donde reciben a los viajeros. Mi hermano se ha quedado unos días más en Algeciras, diciéndome que por qué tenía que volverme tan pronto, pero he decidido no contárselo todavía. Veo mucho movimiento en el aeropuerto, mucha policía, pero no entiendo por qué.

Al verme, Vero y Manu se acercan a mí y Vero me abraza de una forma un poco extraña, como si hiciera años que no me ve.

-Nena, esta ciudad hoy es un caos… no sabes lo que ha pasado verdad? – dice comenzando a caminar para salir de allí, hay mucha gente y ya me han pedido un par de fotos –

Miro a Manu interrogante y niega con la cabeza con cara de circunstancias. No entiendo nada, pero cada vez veo más policías, sobre todo en la salida.

-Ha habido un atentado en la estación – dice Vero caminando rápido –

Me quedo quieta, sin poder seguir andando, se me ha helado la sangre. La miro y me mira extrañada, me agarra del brazo pero me suelto rápidamente. Miro a Manu que me mira interrogante.

-Tienes que estar de coña… - digo con un hilo de voz –

-Ojalá… - dice Vero mirándome extrañada – ha explotado una bomba y acabo de leer que ha explotado otra… - suspira mirando al suelo – es un desastre…

-No puede ser… - noto como mi cuerpo tiembla por completo – no, no puede ser… - miro mi móvil y marco su número –

-Nena, qué te pasa? – Vero me mira sin entender nada – hay mucha gente, vamos al coche, anda…

-No… - me suelto de nuevo de su brazo – vamos, cógelo por favor… - ruego escuchando los tonos sin respuesta – no… - siento una presión en el pecho –

-Qué pasa Malú? – pregunta Manu pasando una mano por mis hombros –

-Nena me estás asustando… - dice analizando mi gesto desesperado con el móvil pegado en la oreja –

-No puede ser… - repito al terminar de escuchar los tonos sin recibir respuesta – Álex…

-Álex qué? – dice Vero mirándome asustada – qué pasa Malú? – pregunta algo desesperada –

-Es… - mi voz temblorosa parece no querer salir de mi garganta – Estaba allí… - digo sintiendo unas ganas terribles de llorar –

-Qué? – escucho exclamar a Manu a mi lado –

-Cómo que estaba allí? – Vero me agarra de los hombros – qué estás diciendo Malú?

La miro con tal cara de pánico que, sin decir nada, le hace un gesto a Manu y casi me llevan en bolandas al coche. No podría dar un paso sin que ellos me ayudasen, y, mucho menos, caminar tan rápido como lo estamos haciendo. No puedo pensar, mi mente se ha quedado en blanco. No me coge el teléfono, no me lo coge y me ha dicho que lo haría. Hace apenas hora y media que he hablado con él. Comienzo a notar una presión en el pecho parecida al día del accidente, pero esta vez mucho más intensa. Tanto que siento que no puedo respirar. Manu me mete en el coche casi sin darme cuenta y Vero entra por la otra puerta, agarrándome la mano. La miro con gesto de pánico y vuelvo a coger el móvil, sin poder evitar comenzar a llorar.

-Manu, vamos a casa… - dice Vero –

-No, llévame a buscarle… - digo con el teléfono pegado a la oreja, escuchando de nuevo los tonos sin respuesta –

-Ni hablar… - dice Vero mirando a Manu por el retrovisor –

-He dicho que me lleves a la estación! – grito desesperada al ver que los tonos acaban de nuevo sin que Álex me coja el teléfono –

-Malú, no voy a llevarte allí – dice Manu con voz pausada –

-Pues conduzco yo… - digo decidida intentando salir del coche, detenida por las manos de Vero –

-Malú por favor, te estás oyendo? – Vero me grita haciendo que pare de moverme – nadie va a llevarte allí, no vamos a ir a un sitio donde han explotado unas bombas, lo entiendes? – la miro cabreada –

-La que no lo entiendes eres tú… - digo con rabia – Álex no me coge el teléfono y está allí y yo voy a ir a buscarle me oyes? – grito empujándola intentando salir del coche –

-Malú joder! – me agarra de la chaqueta – Manu ayúdame! – la escucho gritar –

Las manos de Manu, firmes, desde el asiento delantero, me impiden salir del coche. Rompo a llorar como nunca antes, apoyada en la puerta, sujetada por las manos de Manu y Vero.

-Malú… cariño… - escucho a Vero mientras Manu arranca el coche – cálmate… estará bien vale? – respiro aceleradamente mientras sigo llorando – vamos a ir a casa, vas a calmarte, y te cogerá el teléfono, de acuerdo?

La miro totalmente desbordada por la situación y me acurruco en sus brazos. Quiero ir a buscarle, sé que es una locura, pero tengo que ir. No sé cómo ni cuando, pero voy a ir. No puede ser que la vida cambie tanto de un momento a otro. No puede ser que vuelva a pasarle algo malo. No puede ser que pase esto de nuevo cuando vamos a tener esa conversación. Quizá ha cogido ese tren y todo ha pasado después, y está en la facultad y no puede cogerme el teléfono. Exacto, es eso, es justo eso, me repito sin parar.

Al llegar a casa, Manu aparca el coche y yo, temblando al ver que Álex sigue sin cogerme el teléfono, entro a casa a toda prisa y enciendo la televisión, seguida de Vero y Manu. Caigo sentada en el sofá al ver las primeras imágenes y me tapo la cara horrorizada. Todas las televisiones lo están retransmitiendo. Sin querer, le busco en las imágenes, rezando por no encontrarle, rezando por que haya cogido ese tren antes de que esto pase. Pero cuando nombran la hora a la que ha sido, se me cae el mundo encima. Las 8:37. 1 minuto después de colgarme. Vuelvo a notar que me falta el aire, agarro la mano de Vero que se ha sentado a mi lado y me mira preocupada. Respiro aceleradamente, hasta notar que no puedo seguir haciéndolo. Vero me tumba en el sofá, me hace aire, y me pide que respire hondo. Estoy teniendo un ataque de ansiedad, hacía años que no tenía uno y siempre había sido por trabajo. Nunca por nadie.

Tras unos minutos en los que siento un mareo con el que apenas puedo moverme, me incorporo obviando las peticiones de Vero y cojo mi móvil. Vuelvo a llamarle. Lo mismo. Ocurre lo mismo. Entonces pienso en la persona que, más probablemente, pueda saber algo, y, sin pensármelo más, marco su número.

-Si? – escucho su voz al otro lado de la línea –

-Tere – digo con voz desesperada – dime que sabes dónde está Álex, dime que le has visto, dime que está bien por favor…

-Qué? – pregunta extrañada – Malú, no te entiendo… - resoplo intentando serenarme – te escucho muy mal…

-Tere escúchame – digo alzando la voz – Álex estaba en la estación cuando ha pasado todo… - digo con voz temblorosa -

-Qué? – exclama horrorizada – qué estás diciendo Malú?

-He hablado con él, estaba allí… - hablo aceleradamente – iba a no sé qué despedida de un profesor, iba en cercanías… - noto de nuevo como mi forma de respirar no es la adecuada – la hora que dicen en la televisión es un minuto después de colgarme, está allí Tere, está allí… y no me coge el teléfono… - digo desesperada rompiendo a llorar –

-Dios… - dice con un hilo de voz – Malú, cálmate cielo… - dice hablándome pausadamente –

-Voy a ir a buscarle… - me levanto del sofá, ante los gestos negativos de Vero y Manu –

-No Malú, no vas a ir a ninguna parte me oyes? – dice Tere desde el otro lado de la línea – es peligroso…

-Tere, tengo que encontrarle… - digo desesperada, sin poder parar de llorar – no puede haberle pasado nada, si le ha pasado algo…

-No le ha pasado nada vale? – dice intentando autoconvencerse – escúchame, voy en una ambulancia, ni siquiera estaba de guardia, ni siquiera trabajo en el 112, pero es muy gordo lo que ha pasado, voy con un equipo allí… - voy a hablar pero me corta – le voy a encontrar, me oyes? No te muevas de casa, no se te ocurra ir allí – sigo llorando – te llamaré, espera mi llamada, no hagas ninguna tontería…


Habla con una voz tan pausada que me parece mentira que pueda estar así en una situación como esta. Es capaz hasta de calmar un tigre hambriento si quisiera. Durante unos segundos más, continúa intentando calmarme, haciendo que me siente de nuevo en el sofá, para tranquilidad de Vero y Manu, que me observan preocupados. Cuando me cuelga, vuelvo a llamarle automáticamente. Esta vez ya no da tono, simplemente no está disponible. Comienzo a llorar soltando el móvil sobre el sofá. Esto no puede estar pasando. No puedo estar aquí mientras Álex está allí, Dios sabe cómo. No quiero pensarlo, no le ha pasado nada… pero si le ha pasado algo, si no vuelve a cogerme el teléfono nunca más, si esa conversación se queda pendiente para siempre, no podré superarlo. Le quiero más de lo que he querido nunca a nadie. Y algo así no puede acabar de esta manera.    

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