Veo a Álex hablar con el que creo que es un compañero de
trabajo. Parece médico. Álex se toca la cabeza en señal de preocupación y lo
abraza. Se abrazan durante varios segundos. Observo la escena desde lejos,
vestida todavía de verde, como si fuera un médico más. Observo el control de
urgencias, desbordado, y pienso en que ese trabajo no está pagado. No está
pagado salvar tantas vidas con tus manos. No está pagado estar asustado y, aún
así, seguir trabajando por los demás. Creo que debe ser uno de los trabajos más
bonitos pero más duros del mundo.
Álex viene hacia mí con el rostro compungido y, sin decir
nada, me abraza. Escucho como se pone a llorar, casi en silencio, pero yo puedo
escucharle.
-Tranquilo Álex… - le susurro –
-Ha muerto un compañero… - dice sin soltarme – un enfermero
que estaba en el tren…
-Qué? – pregunto horrorizada –
-No han podido hacer nada… - se separa de mí y se limpia las
lágrimas – cuando lo han encontrado… - aprieta su mandíbula y se tapa la cara –
esto es un desastre…
-Álex… - le toco la cara – lo siento muchísimo… - digo con
pesar –
-Quería quedarme a echar una mano… pero no me dejan… -
señala al médico con el que estaba hablando antes – es el jefe de urgencias… -
niega con la cabeza – nos va a hacer un informe para que conste que hemos
estado aquí…
-No es necesario Álex… - digo algo sobrepasada – quieres que
nos vayamos a casa? – digo con voz dulce –
-Quiero quedarme a ayudar… - dice mirando alrededor – pero no
van a dejarme…
-Álex… - aparece el otro médico, con gesto serio, y pone una
mano sobre su hombro – toma – le da los informes – siento no haberos podido
atender mejor, estamos desbordados…
-No te preocupes Nacho… - responde Álex cogiendo los papeles
–
-Seguro que estáis bien? – dice mirándome – puedo echaros un
vistazo… - resopla – sabéis que si os encontráis mal no tenéis más que venir
no? – dice mirando a Álex –
-No me puedo creer que Adrián haya muerto… - dice Álex
mirando al suelo –
-Lo sé… - dice Nacho poniendo de nuevo una mano en su hombro
– es un día tan duro que ni siquiera Pepe nos podría sacar una sonrisa hoy
verdad?
Se miran algo emocionados. Sé que, para Álex, nombrarle a
Pepe ahora, su antiguo jefe, es como dejarle caer una bomba sobre los hombros.
Le observo aguantarse las ganas de llorar y siento que yo no puedo refrenarlas
al verle así.
-Sigues siendo uno de los nuestros… - dice dándole un par de
palmadas en la cara, de forma cariñosa, mientras Álex mira al suelo algo
avergonzado - Pepe tenía razón verdad? – dice Nacho – el médico es médico hasta
que se muere… - vuelven a mirarse, y, sin decir nada, se dan un sonoro abrazo –
Ese abrazo ha terminado por romperme del todo. Aguanto las
lágrimas como puedo. Me imagino lo duro que tiene que ser para todos todo esto.
Se conocen de trabajar 24 horas al día juntos, codo con codo. Es como si aquí
estuviera mi banda. Yo estaría igual que ellos. Trago saliva y pongo mi mano
sobre el hombro de Álex, que separa el abrazo con Nacho.
-Iros a descansar… - dice Nacho, poniendo una mano también
sobre mi hombro –
-Puedo quedarme Nacho, aunque sea suturando heridas… - dice
Álex apresuradamente, enjugándose las lágrimas –
-Álex… - Nacho sonríe fraternalmente – hoy has hecho más de
lo que nadie habría hecho… - vuelve a darle un par de palmadas en la cara –
marchaos a casa… - Nacho me mira tiernamente – si necesitáis algo, estaremos
aquí…
Álex y Nacho se miran y vuelven a abrazarse, volviéndome a
poner la piel de gallina. Tras el abrazo, Nacho me agarra fugazmente la mano en
señal de ánimo y se marcha por el pasillo. Álex agacha la cabeza y suspira con
tono frustrado. Me mira compungido y, agarrando mi mano, comenzamos a andar
hacia la salida. No decimos nada, solo nos agarramos la mano, sin soltarnos, no
pienso soltarle nunca más. Imagino como debe sentirse. Tere y Fran, dos de las
personas más importantes para él, han estado a punto de morir delante suya. Y
un compañero no ha tenido la suerte de sobrevivir. Sé que quiere quedarse, pero
también sé que debe estar agotado. Llevaba horas en esa estación, ayudando a la
gente. No puedo evitar pensar en que jamás he conocido a alguien como él. Es la
mejor persona que he conocido en mi vida, sin ninguna duda. Y tengo la suerte
de tenerle aquí. Pienso hacerle caso a su madre y su hermana, no pienso dejarle
solo hoy.
-Voy a ver cómo volvemos a casa… - dice parándose en la
salida –
-Es verdad… - digo dándome cuenta – mi coche está en la
estación… - digo apurada –
-Tranquila… - me acaricia la cara – vuelvo en seguida…
Desaparece durante unos minutos, los suficientes para que
pueda mirar mi móvil, rebosante de mensajes. Resoplo agotada, no tengo el ánimo
de contestar ahora mismo a nadie. Mi madre y Vero ya se habrán encargado de
decir que estoy bien. Veo como siguen entrando camillas y sillas de ruedas, y
me aparto hacia un lateral para no entorpecer el paso. Es de noche, no sé qué
hora debe ser. Apoyo mi espalda contra la pared y noto frío. El pijama verde es
de manga corta y en la puerta se nota el frío que hace en la calle. Al momento,
Álex aparece con un par de chaquetas, seguido del equipo que nos ha traído en
la ambulancia. Pongo cara de extrañeza, no pensaba que seguían aquí.
-Nos han esperado para llevarnos a casa… - dice Álex dándome
una de las chaquetas – querían saber también cómo estaban los compañeros… - los
tres me saludan con la cabeza, con una sonrisa amable pero fugaz. Hago lo mismo
– te dejarán primero a ti y luego a mí… - dice saliendo a la calle –
-Álex… - le agarro del brazo – no pienso dejar que pases la
noche solo… - se detiene en mitad de la calle, mirándome – vente a casa… - digo
a modo de súplica –
Me mira con una medio sonrisa tierna y, sin hablar, me
abraza. Me abraza pegando mi cuerpo al suyo, de manera suave pero firme. Me
aferro a su chaqueta como si fuera el último lugar en el mundo al que podría
agarrarme. Separa un poco el abrazo y acaricia mi pelo.
-Y Dandy? – pregunta mirándome –
-Lo recogeremos y lo llevaremos a casa… - digo convencida –
vivimos a dos calles, recuerdas? – sonríe levemente y asiente –
El viaje en ambulancia es extremadamente silencioso. Los
dos, sentados en la parte trasera de la ambulancia, sin soltarnos las manos,
nos miramos de vez en cuando. Álex está con la mirada perdida, seguramente
pensando en todo lo que ha ocurrido hoy. Cuando la ambulancia se detiene, Bea,
Marcos y Antonio bajan de la ambulancia para despedirse de Álex. Y de mí. Lo
hacen de forma cariñosa. Abrazándome, sin conocerme de nada. Nos quedamos
quietos, mirando la ambulancia alejarse. Álex, con sus llaves en la mano,
suspira al subir en el ascensor. Le abrazo de nuevo, como tantas veces hoy, no
puedo parar de hacerlo.
Al abrir la puerta, el sonido de las pequeñas patitas de
Dandy me hace sonreir. Álex se agacha y se arrodilla en el suelo para recibirle.
Al escucharle llorar mientras abraza al perro, no puedo evitar comenzar a
llorar yo también. Me agacho a su altura y Dandy, tras olerme fugazmente,
comienza a besarme las manos. Me reconoce y eso me da mucha ternura. Es igual
con los animales que yo, y eso me hace quererle todavía más. Agarra a Dandy en
brazos y su correa y, sin decir nada más, salimos de su casa. Caminamos por la
calle, de nuevo sin hablar. Solo le oigo suspirar varias veces en el pequeño
tramo que hay de mi casa a la suya. Al llegar a la puerta, saco las llaves que
he recordado coger de mi ropa. La ropa se ha quedado en el hospital, era
inservible, manchada y rota por todas partes. Entro al jardín y escucho
movimiento dentro de casa. Álex me mira y coge a Dandy en brazos, sonriéndome levemente.
Sabe que hay gente en casa esperándome.
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