Viene la publicidad y la busco con la mirada, ha salido la
primera del plató tras haber cantado los dos talents de Rosario. Ella se queda
en el plató, hablando con sus niños, pero yo salgo tras ella.
La veo dirigirse a uno de los pasillos menos concurridos y
no puedo evitar continuar siguiéndola. Cuando me ve, pone cara de sorpresa y
algo de ironía.
-Me persigues? – dice con cierto tono de broma –
-Si… - digo riéndome – todo bien?
-Si, por qué? – dice como si se extrañara por la pregunta –
-No… por nada… - digo algo contrariado –
-Has cantado muy bien… - dice sin mirarme – me has
emocionado y todo… - ríe como si nada –
-Ya te he visto… - digo sin entender muy bien si está
fingiendo o, en realidad, me lo he imaginado yo todo –
Hay un silencio incómodo. Se podría cortar la tensión con un
cuchillo que apenas tenga hoja. La miro furtivamente mientras ella observa su
móvil con gesto incluso distendido. No entiendo nada, no la entiendo. Pienso en
la posibilidad de sacar el tema del beso, pero me detengo, no voy a hacerlo. No
voy a sacar un tema que ni siquiera sé si existe.
-Chicos, 2 minutos… - aparece un técnico para avisarnos,
cortando el silencio entre los dos –
-Voy! – exclama divertida – vienes? – dice mirándome –
-Eh… - la observo sonreir y me quedo todavía más contrariado
– claro…
El programa continúa con el equipo de Malú, que canta con
ellos “te voy a olvidar”. A mi estas situaciones me ponen tenso. Que no me
digas lo que de verdad sientes y luego parezca que me estás cantando una
canción, me repatea. Espera, un segundo. Es lo que he hecho yo hace un rato.
Genial, somos igual de cobardes. O igual me estoy montando yo una película y lo
del beso fue porque me vio más sensible de lo normal y se confundió. Y no hay
nada, quizá no hay nada. Pero cuando la miro, al terminar la canción, no me
dice lo mismo. Aunque solo es un segundo, parece que me mira sincera, con pena,
con tristeza, pero, tras unos segundos, sonríe y abraza a sus talents. Resoplo
y me pongo de pie para aplaudir, con total desgana.
Ahora es mi turno, Carlos es el finalista del equipo de
Malú. Solo queda saber el mío. Será una decisión conjunta entre mi criterio y
el de la gente del plató. Jesús canta “Cuando me vaya” de la quinta estación.
La canción ha llegado en un momento en el que estoy muy bajo de moral. No estoy
disfrutando la gala apenas. Jesús me da paso para valorar al pequeño, pero le
hago un gesto para que espere. Por primera vez, siento que voy a echarme a
llorar cuando comience a hablar. El pequeño viene hacia mí de manera espontánea
y me da un abrazo. Un abrazo que, contra todo pronóstico, me reconforta. Sonrío
emocionado y río nervioso con los ojos llenos de lágrimas. Malú vuelve a
mirarme con ese gesto compasivo que hace que piense que es sincera.
-A ver… - intento hablar – Jesús tiene un poder… - digo
parando para tragar saliva – joder – digo frustrado – estoy llorando en este
programa más que en toda mi vida… - digo con fastidio, haciendo que la gente se
ría – decía que Jesús tiene un poder que es el de traspasarme cuando canta… -
digo sincero – tienes una sensibilidad al cantar que hace que me crea todo lo
que cantas, como si quieres cantar… yo que sé… - digo pensativo – el tractor
amarillo, me da igual… - vuelven a reírse, incluso oigo la risilla de Malú tan
característica – yo Jesús, lo único que puedo decirte es que más que enseñarte
yo a ti, me has enseñado mucho tú a mí – digo sincero, arrancando los aplausos
del público – eres especial, así que nunca dejes que nadie te diga lo contrario
– digo sabiendo por qué lo digo –
Jesús asiente como un campeón, aguantando la emoción, y se
marcha para dar paso a su compañero Andrés. Le valoro de la misma manera, con
mucho cariño, pero tengo claro que Jesús va a ser mi porcentaje más alto.
Me toca cantar de nuevo, esta vez con mis chicos. Me preparo
tras el plató, comenzarán ellos y yo apareceré cuando se abra la pantalla del
escenario. Espero nervioso hasta que comienzo a escuchar la canción.
-No debí saber quién eras – escucho la voz de Andrés – no debí
contar mis penas, noviembre es siempre triste y tú viniste proponiendo guerras –
sonrío al escuchar lo bien que ha entonado esa parte –
-Qué cosas se te ocurren, tú siempre tan concreta – escucho la
voz de Jesús y sonrío – Y si volvemos a empezar, qué tal? – bajo la cabeza
cogiendo aire – yo sin saber dónde mirar… y tú tan guapa – les escucho cantar
esa última frase a dúo –
-Ya verás cómo me olvidas – camino al abrirse las puertas –
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría – escucho los
aplausos y les guiño un ojo a los dos – y me dices que lo nuestro no era lo que
merecías… - cierro los ojos parándome al lado de los niños – seré cosas que se
cuentan… vueltas de la vida…
Sonrío a los dos y comienzo a cantar mi parte de la estrofa.
-Que yo te vi primero, sobraba lo demás – la miro fugazmente
– y cuando menos debo, te vuelves a cruzar – sonrío levemente – se cae el mundo
al suelo… que tengo lo que tengo, debo lo que debo y quiero lo que quiero… -
esa última frase la cantamos los 3 -
-Como si no hubiera pasado el tiempo y fuera ayer – canta Andrés
–
-Voy a acercarme lento esta vez – canto yo, cerrando los
ojos –
-Yo ya sabiendo que te irás – canta Jesús –
-Y tú tan guapa – cantamos los 3 a la vez –
-Ya verás como me olvidas – seguimos cantando a la vez – y te
encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría – me pongo la mano en el
pecho – y me dices que lo nuestro no era lo que merecías… - les miro a los dos –
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida… vueltas de la vida… - alargamos
la última nota y volvemos a cantar el mismo estribillo haciendo voces como lo
habíamos ensayado –
Tras el segundo estribillo viene la parte de la canción que
más me toca.
-Ya verás como después de amanecer se irán las ganas de
querer volver… - cantan ellos dos mientras caminamos hasta el final del
escenario –
-Verás como me olvidas – cantamos a la vez –
-Y me dejas tatuados en la piel – canto con potencia -
enigmas que hay que resolver… ya ves… - canto intentando no emocionarme
abriendo los brazos –
-Jugándome la vida… - cantamos los 3 a la vez –
Comenzamos de nuevo el estribillo a la vez, cantando
haciendo voces diferentes que creo que están quedando muy bien. Lo repetimos
una vez más hasta el final.
-Vueltas de la vida… - canto con ellos mirándoles sin poder
evitar sonreir – vueltas de la vida – miro a la cámara sin poder mirarla a ella
– vueltas de la vida…
Al terminar la canción, Rosario y Malú se ponen de pie para
aplaudir y puedo detectar que, de nuevo, Malú se ha emocionado. Abrazo a los
dos poniéndome a su altura y nos chocamos las manos con un saludo
característicos que hemos inventado, haciéndoles reir.
-Buenoooo!!! – grita Jesús – qué noche de emociones!!! – me pasa
la mano por el hombro – qué bien lo habéis hecho, además que esta canción a mi
me encanta – río levemente – vete a cambiarte el micro otra vez mientras yo me
quedo aquí hablando con Jesús y Andrés…
Le hago caso y voy hacia la zona de los micros para,
instantes después, sentarme en el sillón, dispuesto a descubrir cuál de los dos
se mete en la final.
-Antes de dar los porcentajes Jesús – digo dirigiéndome al
presentador – quería decir una cosa a ellos dos… - me da paso – pase lo que
pase ahora, que sepáis que todo sigue siendo igual, que esto es un juego, que
seguimos siendo colegas y que estaré aquí para lo que queráis… - asienten
aplaudiendo seguidos por el público -
Mi 60% va para Jesús, no puedo hacer otra cosa. Al votar, el
público me da la razón con un aplastante porcentaje, lo que me hace sentirme
mal por Andrés y, de nuevo, al escucharle hablar, emocionarme. Me siento en el
sillón un segundo y apoyo mis brazos en el pulsador, abatido. Qué cojones me
pasa hoy? Es como si tuviera la necesidad de estar llorando todo el tiempo.
Andrés, en un gesto que le honra, me da las gracias de una forma sincera, lo
que me termina de matar. Aprieto los labios notando como me tiembla la barbilla
y niego con la cabeza, intentando negarme que me esté pasando esto delante de
tanta gente. Se marcha dándome un abrazo y volviendo a darme las gracias.
Me siento de nuevo en el sillón y veo la mano de Malú
alargarse hacia mí. La miro algo extrañado pero la agarro y me la agarra con
fuerza, como dándome ánimos.
-Qué duro es esto eh? – dice Jesús mirándome –
-Sobre todo porque tanto tiempo juntos hace que les quieras,
que les conozcas y sabes las ilusiones que tienen y sientes que se las estás
rompiendo… - digo sincero – pero bueno, ellos saben que es un juego y que tiene
que ser así… - me alzo de hombros intentando serenarme – pero me jo... me fastidia... - rectifico cómicamente -
-Anda que… - Jesús me mira – tienes el instinto paternal que
se te ve desde aquí…
Lo que me faltaba. Sin intención ninguna, pero otra daga más
para mi pobre corazón. Suspiro y miro al suelo, sin poder mirarla a ella. El
programa termina y ahora soy yo el que se va el primero. No quiero ver a nadie,
ni pararme con nadie, solo quiero llegar al coche y largarme de allí.
-Álex! – exclama Malú corriendo tras de mí –
La miro sorprendido y apático a la vez. No me apetece para
nada tener ahora una conversación.
-Estás bien? – dice Malú mirándome –
-Si – finjo – por qué?
-No… - me mira algo apurada – no sé, como te has ido así…
-Ah… - digo – me he despedido de la gente… estoy cansado… -
miento –
-De mi no te habías despedido… - dice mirándome con cara
avergonzada –
Me acerco a ella sonriendo levemente, sintiéndome mal, y
agarro suavemente su cabeza para dejar un beso en su frente.
-Adiós Malú… - digo acariciándole levemente el rostro – nos
vemos vale? – asiente mirándome con gesto triste –
Camino por el pasillo sabiendo que me está mirando y, por un
momento, deseo que me llame de nuevo, que me pare, que me diga que ha estado
fingiendo que no le importaba nada de lo que había pasado entre nosotros, y que
me bese. Pero no pasa. Por más que alargo los pasos, no pasa. Llego al coche
abatido y, sin pensármelo mucho, enciendo el motor y pongo rumbo a casa.
Necesito una cura de sueño.
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