lunes, 12 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 80: VUELTA A LA NORMALIDAD

Llevo una semana en casa, con mi madre pululando por aquí, comprándome verdura y cocinándome guisos que quitarían el sentido a cualquiera. En realidad la echo de menos hoy que se ha ido. He conseguido convencerla que ya estoy preparado para estar solo, aunque ha prometido volver esta tarde. Vamos que se ha ido porque no está aquí ahora mismo, pero lo ha dejado todo preparado, como si estuviera.

Se ha programado para mañana la rueda de prensa del programa que tuvo que posponerse por mi accidente. La verdad es que estoy nervioso, primero porque sé que las preguntas van a ir hacia mí, y, segundo, porque no sé si, físicamente, voy a estar en condiciones, aunque haya perjurado que sí.
Me preparo un bocadillo de jamón, así, con su tomatito. Por fin puedo comer lo que me plazca, aunque bien me comería unas lentejas de esas que hizo mi madre ayer. Soy consciente de que no estoy recuperado cuando intento coger un plato con el brazo derecho y, al elevarlo, una punzada en las costillas me hace encorvarme. Voy a tener que hacerme zurdo por un tiempo. Me siento en la mesa y, justo cuando voy a dar el primer bocado, suena el timbre. No me puedo creer que mi madre haya vuelto, es lo que creo. Habrá llegado a casa y la conciencia de dejar a su hijo desvalido solo, la habrá hecho volver. Es muy exagerada.

Abro la puerta sin tan siquiera preguntar quién es y cuál es mi sorpresa cuando la veo plantada delante de mi, con una bolsa en la mano, sonriendo.

-Qué haces aquí? – digo sorprendido –

-No me has dicho que tu madre se había ido y comías solo? – dice pasando al salón – te he traído comida – eleva la bolsa –

Malú y yo no hemos dejado de hablar por whatsapp ni un solo día. Hace dos días, pasó la tarde conmigo y así, mi madre, pudo ir a comprar varias cosas que, según ella, eran imprescindibles, como paños de cocina nuevos, pienso irónico. Desde el accidente, nuestra relación me atrevería a decir que se parece mucho a cómo fue al comienzo. Con esa confianza que tanto me gustaba. Veo a Malú mirar el plato con el bocadillo de jamón y me mira alzando las cejas. Sonrío alzándome de hombros.

-Dime que esa no es tu comida… - dice seria –

-Malú – resoplo riéndome – me apetecía vale? – digo excusándome – mira que jamón… - abro el bocata –

-De eso nada… - dice cogiendo el plato – no me he tirado yo horas en la cocina para que tú te comas un bocata de jamón… - dice dirigiéndose a la cocina –

-Horas? – pregunto incrédulo –

-Bueno… - se da la vuelta mirándome riendo – en realidad no han sido horas… - saca un tuper de la bolsa –

-Una ensalada? – miro el tuper sorprendido – me cambias un bocata de jamón por una ensalada? – digo escandalizado –

-Una ensalada Malula… - dice con tono chulesco – esta no la has probado tú… - niega con la cabeza – lleva una salsa especial… que preparo yo – se señala a ella misma triunfante – además, a ti no te gustaba la ensalada? – me mira extrañada -  

-Comer al mediodía una ensalada no es mi sueño sabes?... – sonríe dándose la vuelta - Este tuper es mi única esperanza… - digo poniendo los ojos en blanco y sacando el otro de la bolsa –

-Son unas pechuguitas a la plancha… - dice cogiendo un par de platos –

-Me lo estás diciendo en serio? – digo mirándola sin podérmelo creer – dame mi bocata de jamón… - voy hacia la encimera –

-Suelta eso! – agarra mi brazo – Álex… - dice con tono amenazante – que no te estás moviendo nada estos días y tu madre te estará cebando seguro…

-Me estás llamando gordo? – digo indignado –

-Te estás poniendo un poco fofo… - dice mirándome burlona – jajajajaja – estalla en una carcajada –

-Fofo? – la miro indignado – quieres que me quite la camiseta y me dices si estoy fofo?

Nos miramos un momento y aparta la mirada avergonzada, negando con la cabeza.  

-Vale, hacemos una cosa… - dice resoplando – tú prueba la ensalada… - me mira – si no te gusta, te dejo que te comas el bocata de jamón…

-Ah, ahora me tienes que dar permiso para comer? – digo con gesto irónico – muy bonito… así te compadeces tú de alguien convaleciente… - digo en tono de broma –

-Anda, deja de refunfuñar… - cojo un par de vasos – y déjame poner a mí la mesa, tú siéntate…

-Pero… - intento replicar –

-Que te sientes ya, pesado!! – exclama seria y, automáticamente, pone una amplia sonrisa –

-Alguna vez te han dicho que tienes rasgos esquizofrénicos? – digo de broma, caminando hacia el salón mirando como lleva todo en las manos –

-Uh, muchas veces… - dice como si nada – pero yo soy tan feliz así, siendo una puta loca… - dice irónica –

Me río mientras me siento en la mesa. La veo como reparte la ensalada en los dos platos y me echa más cantidad a mí. Voy a replicar pero me apunta con el tenedor, así que opto por callarme. Me observa y me hace un gesto para que la pruebe. Resoplo y cojo un trozo de lechuga con tomate, embadurnados en salsa, y lo meto en mi boca. No sé qué cojones lleva la salsa esta pero está de muerte. No puedo evitar emitir un breve gemido de aprobación, haciendo que se ría ampliamente.

-Qué lleva? – digo comiendo más lechuga –

-Si te lo digo no podrás parar de hacerla y ya no me necesitarás… - dice triunfante –

-Eso de que no te necesitaré lo pongo en duda… - digo sin pensar –

La veo sonreir tímida, mirando al plato, y la imito. No lo decía con ninguna intención, me ha salido así. Comemos en silencio durante unos segundos hasta que decido sacar el tema de la rueda de prensa de mañana.

-A qué hora te vas a ir a la rueda de prensa? – digo mirándola –

-Pronto, ya sabes que no me gusta llegar tarde a los sitios… - bebe agua –

-Me podría ir contigo? – digo comedido. Me mira sorprendida – he elegido coche ya, pero no me lo traen hasta la semana que viene… - digo explicándome –

-Te has comprado otro coche? – pregunta algo sorprendida –

-Claro Malú, el mío quedó siniestro total… - baja la cabeza un tanto seria – no, no me va a dar miedo conducir… - digo convencido – no voy a dejar de hacer cosas que me gustan por miedo…

-Vale vale… - alza sus manos – quieres venirte conmigo entonces? – dice con cierto tono de ilusión –

-Si tu quieres… - digo con mesura –


-Claro que quiero… - me mira durante unos instantes, sonriente, hasta que aparta la mirada – anda, cómete eso… - señala la ensalada – 

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