jueves, 1 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 38: CÓMO ME HAS PUESTO

Malú me indica cómo llegar al restaurante. Parece un sitio pequeño y parece que la conocen a juzgar por cómo la saludan. Nos dirigen a una de las mesas que están vacías. El restaurante tiene una decoración moderna aunque, por el menú que he visto, parece de comida tradicional. Nada de grandes degustaciones de platos de deconstrucciones de algo… comida auténtica, genuina, la que a mí me gusta. El dueño del restaurante la saluda con un afectuoso abrazo, estrecha mi mano de manera agradable y nos invita a sentarnos. Debe ser de Cádiz por lo menos, habla tan deprisa que algunas cosas ni siquiera las he entendido.

-Hace tiempo que no venía… - dice al sentarse – es muy acogedor y el dueño conoce de toda la vida a mi padre – sonríe – es gaditano, no te has dado cuenta?

-El acento me lo ha dicho todo… - digo riendo – tiene pinta de ser un sitio de esos que se come muy bien…

-Lo es… - sonríe mirando al dueño que se dirige de nuevo a nuestra mesa –

-Tenemos de to chiquilla, especialmente reservado para mi cliente favorita… - dice mirándola cariñosamente – qué vais a beber?

-Cerveza – contesto rápidamente –

-Yo agua… - dice ella sonriente –

-Conduces tú a la vuelta entonces… - río – lo siento pero una me tengo que beber…

-Pediría vino pero entonces si que no vamos a poder conducir ninguno de los dos… - sonríe – siento haber aparecido así… - vuelve al tema del estudio – pero con todo lo que me habías contado, quería ayudarte…

-Lo has hecho… - digo sonriendo – no me notas más ligero? – me río – me he quitado 10 kilos yo creo…

Sonríe mirándome fijamente hasta que aparta la mirada con algo de vergüenza. Me encanta ese gesto, maldigo por un momento estar en un sitio público, sino ya no estaríamos en esta mesa. Me sorprendo a mí mismo por el deseo que siento hacia ella tan fuerte, pero no es el lugar ni el momento. Alguna vez ha comentado que procura no frecuentar sitios como éste por mantener la privacidad, así que imagino que estar aquí ha supuesto un esfuerzo para ella. Debo comportarme.

-Habéis decidido ya lo que queréis? – pregunta Paco, el dueño del local –

-Sácanos unas gambitas de esas que tu sabes… - dice Malú convencida – tú quieres algo en especial? – pregunta sonriendo –

-Lo que pidas está bien… - digo convencido –

-Así me gusta… - responde Paco – la ternera esa en salsa que tanto te gusta? – Malú afirma sonriente – dos platos no? – afirmo – de acuerdo…

-Podías elegir tú también eh? – me dice riendo –

-Me fío de ti – respondo convencido –

-Te gusta el sitio? – dice mirando alrededor como una niña pequeña –

-Sí... - sonrío - No sé cómo he podido estar tantos días sin hablar contigo… - digo casi sin pensar –

Me mira, alza una ceja, pero vuelve a avergonzarse. Ríe levemente y bebe un poco de agua. Observo cada movimiento que hace, como si necesitara grabarlos en mi mente, como si fuera la primera vez que la veo así.

-Eso ha sido culpa mía… - responde tras unos segundos – soy un poco orgullosa a veces…

-Tenías razones para enfadarte – me apresuro a contestar – no te hablé nada bien ese día…

-La verdad es que no… - dice sincera –

Su sinceridad, a veces aplastante, es una de las cosas que más me gustan de ella. No es capaz de mentir, en seguida se le nota.

-El primer zasca de la tarde… - digo de broma –

-No… - alarga su mano y coge la mía – no quería que fuera un zasca… de verdad… - dice con tono culpable –

-Estaba de broma Malú… - digo sonriendo tiernamente al verla apurada – además, he descubierto que no puedo estar enfadado contigo… - bebo un trago de cerveza – puedes tirarme todos los zascas que quieras…

-Madre mía… - dice poniendo los ojos en blanco – estás hoy muy… - pone una cara extraña –

-Muy? – pregunto para que siga hablando –

-Amable… - dice riéndose – no, esa no es la palabra…

-Estoy contento… - digo apoyándome en el respaldo de la silla – he hecho lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo…

-Te ha gustado mi aparición estelar? – dice con aire de chulería bebiendo un poco de agua –

-Mucho… - afirmo viendo como pone cara de satisfacción - Me has puesto hasta cachondo… - digo a propósito – jajajaja! – estallo en una carcajada al ver como se atraganta y tose – esa no te la esperabas…

-Serás gilipollas… - dice algo colorada limpiándose con la servilleta –

-Las gambitas por aquí… - dice Paco dejando el plato en la mesa –

-Mira, del color de tu cara… - digo refiriéndome al color de las gambas –

-Puedes parar? – dice incorporándose para darme un manotazo – por dios… - niega con la cabeza – come y calla…

La comida resulta ser perfecta. Casi se me ha olvidado lo que acaba de pasar con Jaime. Todavía sigo preguntándome cómo no he tenido los cojones de cortar con esto antes. Me he tirado tantas noches sin dormir, tantas noches pensando qué hacer, cuando, lo más fácil, era mandarlo a la mierda.


Malú me ha demostrado ser una amiga de las de verdad. De esas con las que puedes contar para los momentos más difíciles. De esas que te ayudan sin que tú se lo pidas. De esas que, en mi caso, solo he conocido con Tere. He tenido muchos amigos, muy buenos amigos, y los tengo, pero el nivel de confianza y complicidad que tengo con Malú no lo he tenido con nadie. Ni qué decir tiene que nunca he tenido una amiga con la que me he acostado de vez en cuando y ha seguido siendo mi amiga. Nunca pensé que podría tener eso. Y tampoco sé cuánto podrá durar, pero tengo la sensación que, en algún momento, tendrá que acabarse, y eso me asusta. Me asusta no poder volver a hablar con ella como ahora. Me asusta que se aleje de mí. Pero, por qué me asusta tanto?

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