Malú me indica cómo llegar al restaurante. Parece un sitio
pequeño y parece que la conocen a juzgar por cómo la saludan. Nos dirigen a una
de las mesas que están vacías. El restaurante tiene una decoración moderna
aunque, por el menú que he visto, parece de comida tradicional. Nada de grandes
degustaciones de platos de deconstrucciones de algo… comida auténtica, genuina,
la que a mí me gusta. El dueño del restaurante la saluda con un afectuoso
abrazo, estrecha mi mano de manera agradable y nos invita a sentarnos. Debe ser
de Cádiz por lo menos, habla tan deprisa que algunas cosas ni siquiera las he
entendido.
-Hace tiempo que no venía… - dice al sentarse – es muy
acogedor y el dueño conoce de toda la vida a mi padre – sonríe – es gaditano,
no te has dado cuenta?
-El acento me lo ha dicho todo… - digo riendo – tiene pinta
de ser un sitio de esos que se come muy bien…
-Lo es… - sonríe mirando al dueño que se dirige de nuevo a
nuestra mesa –
-Tenemos de to chiquilla, especialmente reservado para mi
cliente favorita… - dice mirándola cariñosamente – qué vais a beber?
-Cerveza – contesto rápidamente –
-Yo agua… - dice ella sonriente –
-Conduces tú a la vuelta entonces… - río – lo siento pero
una me tengo que beber…
-Pediría vino pero entonces si que no vamos a poder conducir
ninguno de los dos… - sonríe – siento haber aparecido así… - vuelve al tema del
estudio – pero con todo lo que me habías contado, quería ayudarte…
-Lo has hecho… - digo sonriendo – no me notas más ligero? –
me río – me he quitado 10 kilos yo creo…
Sonríe mirándome fijamente hasta que aparta la mirada con
algo de vergüenza. Me encanta ese gesto, maldigo por un momento estar en un
sitio público, sino ya no estaríamos en esta mesa. Me sorprendo a mí mismo por
el deseo que siento hacia ella tan fuerte, pero no es el lugar ni el momento. Alguna
vez ha comentado que procura no frecuentar sitios como éste por mantener la
privacidad, así que imagino que estar aquí ha supuesto un esfuerzo para ella.
Debo comportarme.
-Habéis decidido ya lo que queréis? – pregunta Paco, el
dueño del local –
-Sácanos unas gambitas de esas que tu sabes… - dice Malú
convencida – tú quieres algo en especial? – pregunta sonriendo –
-Lo que pidas está bien… - digo convencido –
-Así me gusta… - responde Paco – la ternera esa en salsa que
tanto te gusta? – Malú afirma sonriente – dos platos no? – afirmo – de acuerdo…
-Podías elegir tú también eh? – me dice riendo –
-Me fío de ti – respondo convencido –
-Te gusta el sitio? – dice mirando alrededor como una niña
pequeña –
-Sí... - sonrío - No sé cómo he podido estar tantos días sin hablar contigo…
- digo casi sin pensar –
Me mira, alza una ceja, pero vuelve a avergonzarse. Ríe
levemente y bebe un poco de agua. Observo cada movimiento que hace, como si
necesitara grabarlos en mi mente, como si fuera la primera vez que la veo así.
-Eso ha sido culpa mía… - responde tras unos segundos – soy
un poco orgullosa a veces…
-Tenías razones para enfadarte – me apresuro a contestar –
no te hablé nada bien ese día…
-La verdad es que no… - dice sincera –
Su sinceridad, a veces aplastante, es una de las cosas que
más me gustan de ella. No es capaz de mentir, en seguida se le nota.
-El primer zasca de la tarde… - digo de broma –
-No… - alarga su mano y coge la mía – no quería que fuera un
zasca… de verdad… - dice con tono culpable –
-Estaba de broma Malú… - digo sonriendo tiernamente al verla
apurada – además, he descubierto que no puedo estar enfadado contigo… - bebo un
trago de cerveza – puedes tirarme todos los zascas que quieras…
-Madre mía… - dice poniendo los ojos en blanco – estás hoy
muy… - pone una cara extraña –
-Muy? – pregunto para que siga hablando –
-Amable… - dice riéndose – no, esa no es la palabra…
-Estoy contento… - digo apoyándome en el respaldo de la
silla – he hecho lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo…
-Te ha gustado mi aparición estelar? – dice con aire de
chulería bebiendo un poco de agua –
-Mucho… - afirmo viendo como pone cara de satisfacción - Me
has puesto hasta cachondo… - digo a propósito – jajajaja! – estallo en una
carcajada al ver como se atraganta y tose – esa no te la esperabas…
-Serás gilipollas… - dice algo colorada limpiándose con la
servilleta –
-Las gambitas por aquí… - dice Paco dejando el plato en la
mesa –
-Mira, del color de tu cara… - digo refiriéndome al color de
las gambas –
-Puedes parar? – dice incorporándose para darme un manotazo
– por dios… - niega con la cabeza – come y calla…
La comida resulta ser perfecta. Casi se me ha olvidado lo
que acaba de pasar con Jaime. Todavía sigo preguntándome cómo no he tenido los
cojones de cortar con esto antes. Me he tirado tantas noches sin dormir, tantas
noches pensando qué hacer, cuando, lo más fácil, era mandarlo a la mierda.
Malú me ha demostrado ser una amiga de las de verdad. De
esas con las que puedes contar para los momentos más difíciles. De esas que te
ayudan sin que tú se lo pidas. De esas que, en mi caso, solo he conocido con
Tere. He tenido muchos amigos, muy buenos amigos, y los tengo, pero el nivel de
confianza y complicidad que tengo con Malú no lo he tenido con nadie. Ni qué
decir tiene que nunca he tenido una amiga con la que me he acostado de vez en
cuando y ha seguido siendo mi amiga. Nunca pensé que podría tener eso. Y
tampoco sé cuánto podrá durar, pero tengo la sensación que, en algún momento,
tendrá que acabarse, y eso me asusta. Me asusta no poder volver a hablar con
ella como ahora. Me asusta que se aleje de mí. Pero, por qué me asusta tanto?
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