viernes, 9 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 62: REMORDIMIENTOS

Lo he vuelto a hacer. Parece como si no hubiera pasado el tiempo desde aquel día que le dije todas esas cosas horribles. Me enerva tanto que, a pesar de haber pasado tanto tiempo, siga preocupándose por mí. Me enerva y me mata. Y no sé reaccionar. Sé que no ha querido hablar conmigo con mala intención. Sé que lo ha hecho quizá para intentar destensar la situación, pero yo no hago más que empeorarlo todo, no me reconozco, nunca he sido tan cruel con nadie. Pero es que por qué tiene que decirme que está dispuesto a renunciar a algo así para que yo diga que sí? Por qué tiene que hacer que me sienta tan mal?

Vuelvo con el grupo y Vane me hace un gesto extrañado, quizá mi cara es un poema. Niego con la cabeza, restándole importancia, y vuelvo a coger mi vaso. He intentado no llorar, no quiero que nadie lo note, pero el comentario de Antonio me ha rasgado el corazón. Ha sido solo un momento, necesitaba tomar aire, pero cuando le he visto en la puerta, de nuevo he sentido ganas de llorar. Intento aparentar normalidad, pero, sin querer, le estoy buscando con la mirada. No le encuentro, hasta que le diviso hablando con Alejandro, apartados de todos. Parece que Ale pone cara extraña e intenta convencerle de algo. Se va a ir? Se va a ir por mi culpa. Ahora sí que me siento mal. Tengo ganas de ir allí y disculparme, pero no puedo. No sabría qué decir.

Cuando parece que Álex, negando con la cabeza, se va a marchar, aparece Dylan a su espalda, con una pelota. Veo a Álex resoplar poniendo esa sonrisa tierna que tanto me gustaba ver hace tiempo y a Alejandro incitándole para que juegue con el niño. Parece que Álex accede a quedarse, porque se ha tirado en el césped. Ale le da un par de palmaditas en la espalda y le choca la mano.
La mirada de Alejandro al acercarse a mí me hace sentirme pequeña. Esa mirada de reprobación la conozco. Me agarra suavemente de la mano y me aparta del grupo.

-Qué cojones pasa Lula? – pregunta con gesto serio – no podéis estar en el mismo sitio los dos?

-Ale… - digo algo nerviosa – lo siento vale? Es que…

-Es que nada Malú… - dice algo cabreado – monto una fiesta para despedirme de mis amigos antes de irme de gira y no sois capaces de mantener la cordialidad? – dice mirándome – mira Malú, yo te quiero mucho, pero esto no está bien…

-Te ha contado lo que ha pasado? – digo nerviosa –

-Hasta para eso es un tio noble… - dice negando con la cabeza – no me ha contado nada, solo me ha dicho que no se sentía cómodo y que lo sentía, pero quería irse… - bajo la cabeza avergonzada – qué le has dicho?

-Nada… - suspiro – bueno… - ladeo la cabeza – joder, lo siento vale? – digo nerviosa – no… no quería que se sintiera mal pero no puedo evitarlo…

-Sabes qué es lo que te pasa Malú? – dice haciéndome temer por sus palabras – te jode que Álex sea capaz de comportarse bien contigo porque sabes que tú no lo has hecho con él… - dice partiéndome el alma – y parece ser que no tienes intención de hacerlo…

Le miro con unas ganas irrefrenables de llorar, pero me las aguanto. Ha dado en el clavo exacto. Me jode que sea así porque yo no soy capaz de serlo. O no quiero. No sé lo que me pasa, no puedo explicarlo bien. Por un lado, le veo y siento muchas cosas buenas, pero, por otro, no puedo tratarle como se merece. Al menos, sin molestarle.

-No soy tu padre ni pretendo serlo Malú… - dice Alejandro acercándose a mí – pero creo que, como amigo, tengo que aconsejarte… - suspira – si sigues haciendo esto, vas a hacer que Álex se sienta fuera de lugar en todo momento… y creo que no se lo merece, no crees? – le miro sintiéndome culpable –

Alejandro me deja ahí, cariacontecida, sin poder articular palabra. Respiro hondo un par de veces. Ahora la que siente ganas de irse soy yo. Pero sólo empeoraría las cosas. No me apetece unirme de nuevo al grupo, así que, disimuladamente, me escabullo del jardín, uniéndome a un grupo de productores y gente del mundillo. Mi posición hace que vea perfectamente el jardín a través de los ventanales y no puedo evitar ver como Álex juega con Dylan. Él solo, sin nadie más, no le hace falta. Parece que el niño se lo pasa bien. Sonrío enternecida al ver cómo le abraza. Me he pasado con él, una vez más.

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