viernes, 9 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 64: ENAJENADO

He conseguido destensarme gracias al pequeño Dylan. Es un niño muy listo para tener apenas 4 añitos. Me ha hecho olvidarme de la conversación con Malú durante unos minutos y eso me ha ayudado a reducir mi cabreo. Alejandro parece que sabe que la relación con Malú hace mucho tiempo que es inexistente y ha intentado convencerme para que no me fuera de la fiesta, pero quién realmente lo ha conseguido es Dylan. No puedo negarme a jugar con un crío que me mira ilusionado.

-Oye, habéis visto a Malú? – pregunta Melen – hace rato que no la veo…

-No… - dice Alejandro mirando hacia todos lados – la verdad que yo tampoco la he visto hace rato… - pone cara pensativa –

-Papá…

Miro hacia abajo y veo al pequeño Dylan tirar del pantalón de su padre. Me resulta tierna la escena.

-Campeón, no crees que ya has jugado lo suficiente? – dice agachándose – papá está hablando con sus amigos…

-Es que la tita Lula se está peleando con un hombre…

Escucho la frase y miro a Alejandro extrañado, que alza su mirada hacia mí. Por un momento, pienso que nos ha visto discutir en el pasillo, pero de eso ya hace tiempo.

-Cómo que se está peleando cariño? – dice Alejandro mirando alrededor –

-Si, en la cocina… - señala hacia la casa – le está haciendo daño... – miro a Alejandro de nuevo, extrañado –

-Dylan, no estarás mintiendo verdad? – dice Alejandro poniéndose de pie –

-No papá… - dice con vocecita temerosa – lo he visto…

Alejandro me mira y creo que los dos tenemos el mismo gesto serio. Salimos apurados hacia dentro de la casa.

-Qué pasa? – escucho a Melen preguntar a mi espalda –

No me freno para contestarle, solo camino apresuradamente detrás de Alejandro. No sé dónde está la cocina, así que le sigo sin decir nada. Al acercarnos al pasillo, nos quedamos paralizados al escuchar la voz reconocible de Malú, gritar.

-Vete con mamá… - escucho que le dice Alejandro a Dylan, poniéndolo en el suelo –

Ya no me hace falta saber dónde está la cocina, solo tengo que seguir los gritos. Salgo corriendo, escuchándolos cada vez más cerca, escuchando los pasos de Alejandro, corriendo también, detrás de mi. Al llegar a la puerta, veo a Malú tirada en el suelo, con alguien sobre ella, forcejeando de manera evidente. Apenas tardo décimas de segundo en notar como la rabia más intensa que he sentido en mi vida, me inunda de arriba abajo. Con apenas dos zancadas llego a su altura y agarro a ese hijo de puta de la chaqueta, levantándolo y empujándole hacia la otra parte de la cocina. Cuando le veo la cara, mis ojos se abren de par en par, la rabia se transforma en odio, un odio irracional que me hace abalanzarme sobre él, agarrarle de la nuca y poner su cabeza sobre la encimera.

-Álex! – grita Jaime intentando que le suelte – Álex tío, espera… - dice con tono suplicante –

Miro fugazmente hacia Malú, que está sentada en el suelo con Alejandro, llorando.

-Qué cojones estabas haciendo? – grito pegando su cabeza todavía más en la encimera –

-Álex tio, tranquilo, que me haces daño… - dice con miedo –

-Que te hago daño? – grito agarrándole de nuevo de la chaqueta y estampándole contra el armario, volviendo a cogerle del cuello –



-Tío eh… - dice asustado -  lo siento vale? – dice mirándome con cara de miedo y alzando los brazos – lo siento, me he enajenado, no quería hacerlo…

Le miro con rabia, suelto su cuello y, en décimas de segundo, armo mi puño derecho, golpeándole con toda la fuerza que puedo en la cara. Cae apoyándose con las manos en la encimera, tirando varios platos al suelo. Me abalanzo de nuevo sobre él y le tiro al suelo para sentarme encima, agarrándole de nuevo del cuello.

-Yo también me he enajenado… - digo con un tono de voz que jamás había escuchado en mí –

-Álex tío… suéltame… - dice con claros gestos de no poder respirar –

-Álex suéltale! – grita Alejandro a mi izquierda, pero no le hago caso –

-Qué ibas a hacerle eh? – digo gritando con el mismo tono de voz oscuro, apretando más su cuello – te voy a matar, me oyes? – grito acercando mi cara a su rostro, que empieza a ponerse rojo por la falta de oxígeno –

-Álex! – escucho a Melen detrás de mí – tío suéltale… - me agarra de los hombros pero, de un movimiento, vuelvo a mi posición – Avisad a la policía! – grita a mi espalda - Álex! – grita agarrándome con más fuerza, pero vuelvo a soltarme –

Miro a Jaime, debajo de mí, con signos de no poder respirar y, como si no me hubiera dado cuenta antes, me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Jamás en mi vida me he puesto así. Nunca. Le suelto poco a poco, como si me costara decidir que no voy a matarle, pero vuelvo a agarrarle, esta vez de la pechera, elevando su cabeza del suelo.

-Escúchame porque solo te lo voy a decir una vez… - digo de nuevo con ese tono de voz tan agresivo –

-Álex… - escucho a Alejandro a mi izquierda de nuevo, intentando que me calme –

-Si te vuelvo a ver acercarte a ella – digo mirándole con odio – o a mí… - respiro aceleradamente – o a alguien, a quien sea… - digo remarcando las palabras – te juro que te mato… me oyes? – no me responde, solo me mira horrorizado – que si me oyes! – alzo el tono de voz con bastante virulencia –

Jaime asiente totalmente acojonado, supongo que no esperaba verme así, incluso creo que ha pensado que de verdad iba a matarle. Ni siquiera yo hubiera esperado verme así nunca. Suelto su chaqueta y le dejo caer al suelo con una sensación de asco evidente. La mano de Melen vuelve a mi hombro, intentando que me levante de encima de Jaime.

-Álex, levántate… - dice en tono pausado – nos encargamos nosotros eh? – dice seguro – no se va a ir, va a venir la policía…

-La policía no joder… - susurra Jaime asustado –

-Cállate! – le grito agarrándole de nuevo por la chaqueta durante un instante, soltándole después – eres un mierda… - digo con absoluto desprecio -

-Álex… - dice Alejandro, haciendo que le mire – déjale… - me mira con gesto suplicante –

A su lado, Malú me mira espantada, todavía asustada por lo que acaba de pasarle supongo. Resoplo como si me acabara de dar cuenta que he perdido la cabeza. La he perdido por completo, eso no hace falta que nadie me lo diga. Me levanto del suelo, agarrando mi mano derecha, que me duele mucho de repente. Al girarme, absolutamente todos los integrantes de la fiesta me están mirando. Melen, a mi lado, me hace un gesto y, junto con Pablo, levantan a Jaime del suelo y lo llevan a un rincón.

Todos me miran hasta que parece que se activan y se dirigen hacia Malú, ayudándola a levantarse del suelo. Pongo mi mano en la frente, intentando calmarme, pero cada vez que miro a Malú, sollozando, me dan ganas de volver a agarrar a Jaime y reventarle. Antonio se acerca a mí, pasando una mano por mi hombro, intentando que me tranquilice.

-Tranquilo tío… ya está… - dice mirándome – cálmate…


Miro de nuevo hacia Malú, que cruza una mirada fugaz conmigo, la aparta muy rápido. Veo como sale caminando por la puerta, acompañada de Alejandro, Vanesa, Rosario y el resto de la gente. Ni siquiera he sido capaz de acercarme a ella. Solo pensar que en lo que Jaime le podía haber hecho, hace que el calor de nuevo vuelva a subirme por el cuello. Lo hubiera matado. Lo hubiera matado a golpes.

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