Hemos quedado, como tantas otras veces, después de comer.
Tengo pensado llevarla de nuevo a mi sitio, en la montaña, hace un día
estupendo pero no un calor sofocante. El verano se está yendo a la velocidad de
la luz, y yo no quiero que se vaya. Quiero quedarme en este momento de manera
perenne, viéndola a diario, teniendo nuestras charlas que acaban en besos y
caricias. Teniendo nuestro besos y caricias que acaban en charlas. Así,
exactamente así.
-Pasa…
Me recibe seria, distante, con unas formas que no comprendo.
Me agarra del brazo y me lleva hasta el baño. Frunzo el ceño al ver cómo se
sienta en el váter, con una caja en las manos. Tuerzo mi cabeza cuando descubro
lo que es.
-Ya me he hecho dos… - dice mirándome – ahí los tienes… - me
señala el lavabo –
Me acerco sin entender nada, hasta que veo esas dos rayitas,
fuertes, visibles, en ambos predictor. Trago saliva varias veces, es como si el
polo norte se hubiera instaurado en mi garganta.
-Pero… - señalo hacia el lavabo mirándola –
-Pero qué? – alza su tono de voz – esto no puede estar
pasando Álex… - dice con tono desesperado – sal de aquí, voy a hacerme otro…
-Malú… - intento que se tranquilice –
-Sal de aquí joder! – me empuja hacia la salida y cierra la
puerta de forma agresiva –
Me quedo paralizado en la puerta, analizando la situación.
No puedo pensar, o eso creo. No consigo hacer las conexiones necesarias para
pensar porque, cuando voy a hacerlo, dos rayitas se meten por en medio y me
hacen sacudir la cabeza. Ni siquiera tengo el valor de llamar a la puerta, la
única decisión que puedo tomar ahora mismo es quedarme quieto aquí hasta que
ella diga. La puerta se abre de repente, y la encuentro sentada en el váter,
con las manos en la cara. Miro al lavabo y un nuevo predictor me hace tener un
cortocircuito mental. Positivo. Muy positivo. No deja lugar a dudas. No tiene
sentido hacerse ninguna prueba más. Está embarazada. Está embarazada y yo estoy
muerto a juzgar por la mirada que me está echando.
-Te das cuenta de lo que esto significa? – dice señalando el
lavabo – te das cuenta de lo que hemos hecho? – grita poniéndose de pie –
-Tranquilízate Malú… - digo intentando que me deje tocar su
brazo –
-Que me tranquilice? – pregunta con tono beligerante – esto
es un puto desastre! – exclama saliendo del baño – un puto desastre Álex!
La sigo caminando hacia el salón, intentando encontrar las
palabras adecuadas, pero no me salen, no sé qué decir, esto no lo tenía
planeado, ni siquiera sé cuando ha pasado. Ni siquiera sé por qué.
-Esto no puede ser… - murmura dando vueltas por el salón –
-Quieres que le diga a Tere que… te haga una prueba o… -
digo tartamudeando –
-Con tres positivos crees que necesito que me haga una
prueba?? – pregunta en voz baja, sabiendo que va a subir el tono de voz en
breve – lo que necesito es que esto no haya pasado! – exclama gritándome –
maldita sea… - se pone la mano en la cara –
-Malú yo… - no me deja seguir –
-Tú qué? – me empuja – tú qué eh? – vuelve a empujarme
levemente – sabes lo que va a pasar con esto? – se señala la barriga – tú
podrás seguir con todo como si nada pero yo… - se tapa la boca con la mano –
esto no puede ser… - se da la vuelta y se dirige hacia la cocina, haciendo que
vaya tras ella –
-Malú dime qué quieres que haga… - digo en tono de súplica –
-Que te largues! – exclama dándose la vuelta en la puerta de
la cocina – que te largues! Que no vuelvas por aquí! Que me dejes en paz joder!
– pega un golpe al resquicio de la puerta –
-Malú, estás nerviosa… - digo agarrando sus manos – y te vas
a hacer daño, respira… - me mira con una cara que nunca había visto –
-Que me voy a hacer daño? – pregunta sollozando – estoy
embarazada Álex… - comienza a llorar –
-Ven… - la obligo a que me abrace – tranquila… - acaricio su
pelo – tranquila, no pasa nada…
-Cómo puedes decir que no pasa nada? – se separa de mí –
claro que pasa… - respira agitadamente – cómo voy a explicar esto? – se tapa la
cara – qué voy a hacer eh? Dime! – exclama volviendo a empujarme –
-Qué vas a hacer no – digo seguro – qué vamos a hacer… -
remarco el “vamos” – estoy contigo Malú… primero tienes que calmarte…
-No me da la gana calmarme! – grita – vete de mi casa Álex…
- me empuja hacia la puerta –
-Malú… para! – digo frenándome en seco – para por favor…
-Quiero que me dejes sola – dice sollozando – quiero que me
dejes sola por favor… no quiero verte… - dice rompiendo a llorar de nuevo –
-Malú, no voy a irme – digo convencido – no voy a irme dejándote
así…
-Deja de hacer como que te preocupas por mí! – exclama con
tono frustrado –
-Es que me preocupo por ti! – alzo el tono de voz –
-Pues si te preocupas por mí… - dice volviendo a sollozar –
vete de mi casa por favor…
Su mirada se me clava en la retina. Resoplo frustrado, no quiero irme, quiero que se tranquilice y hablemos de esto, no que siga pegándome y empujándome. Pero en sus ojos veo súplica. Quizá es mejor que la deje sola. La estoy poniendo nerviosa, muy nerviosa. Danka suelta un ladrido duro, seco, mirándome, para poco después, darse la vuelta y sentarse con Malú en el sofá. Las observo un instante, observo a Malú acariciar a Danka, totalmente abatida, y decido irme. No voy a luchar con ella ahora. No voy a ponerla más nerviosa. Quizá es cierto que lo quiere es que me vaya. Cruzo la puerta con una sensación que jamás he sentido. Mi vida acaba de cambiar, y, esta vez, para siempre.
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