Camino cauteloso hacia las escaleras. La he perdido de
vista. Quizá era verdad que iba al baño. Al fondo del pasillo, veo su figura
entrar, efectivamente, al baño. Resoplo. No sé exactamente qué hacer. Pero me
decido a cruzar ese pasillo y esperar en la puerta. No puedo evitar recordar la
última vez que esperé a que saliera de un baño. Sacudo mi cabeza intentando
borrar esa imagen de mi mente y espero paciente, apoyado en la pared. Cuando la
puerta se abre, me tenso como si acabase de ver un fantasma. Me mira algo
sorprendida y abre de nuevo la puerta.
-Vas a entrar? – pregunta colocándose el pelo –
-No… - digo sin moverme – te estaba esperando…
Su mirada sorprendida y hasta diría que algo asustada, me traspasa.
No sé para qué he venido hasta aquí si ahora no sé qué decirle. La observo
durante unos segundos, mirando al suelo, me ha parecido ver que tenía los ojos
algo rojos. Suspiro y me dispongo a hablar.
-Estás bien? – pregunto algo temeroso –
-Si, claro… - me mira un instante, fingiendo una sonrisa – y
tú?
-Si… - digo sin sonar nada convincente –
-Bueno… - dice apartando la mirada – voy a… - se dispone a
caminar por el pasillo pero, por instinto, la agarro del brazo, soltándola al
instante, como si me hubiera dado un calambre –
-Espera… - digo frenándola –
Su mirada, primero hacia su brazo y después hacia mí, me
hace paralizarme y no saber qué decir. Suspiro mirando al suelo, o hablo ahora
y ya no hablo más en toda la tarde.
-Has aceptado lo de la voz? – digo dejándola descuadrada –
-Eh… - me mira frunciendo el ceño – no lo sé… - sigue
mirándome – y tú?
-No lo sé… - me mira sorprendida –
-A mí me habían dicho que habías confirmado que sí… - dice
mirándome de manera extraña –
-No quiero que rechaces hacer algo que te gusta solo porque
esté yo… - digo sin pensar –
Hay un silencio y Malú me mira con gesto cansado. Niega con
la cabeza.
-Álex… - resopla – lo que yo decida es cosa mía… - dice
intentando irse –
-Espera… - vuelvo a agarrarla del brazo – sólo… - me mira
con gesto algo enfadado – sólo quería decirte que no tienes que decir que no… -
sonríe irónica – sé lo que te gusta ese programa y… - trago saliva – si no
somos capaces de tener una relación cordial… - pone los ojos en blanco – diré que
no… no quiero que lo rechaces por mi culpa…
-Puedes parar de hacerme sentir mal? – dice con tono
cabreado, sorprendiéndome – crees que me lo estoy planteando por ti? – dice irónica
– tengo mil cosas, cuadrar agendas… - resopla con gesto irónico – deja de hacer
esto quieres? – la miro interrogante – no te queda bien ser tan ridículo… - se
da media vuelta e intenta irse, pero la detengo poniéndome frente a ella –
-A esto me refiero… - digo mirándola – a que no podemos
cruzar dos palabras ni siquiera… - suspiro frustrado – lo he dicho en serio… te
aseguro que lo último que me apetece son este tipo de situaciones… - va a
hablar pero la corto – si aceptas ir, yo me quitaré de en medio… - la miro con
gesto duro – piénsalo…
Ahora soy yo el que se da media vuelta y camina firme por el
pasillo. No me detiene, no esperaba que lo hiciera, pero no voy a girarme para
mirarla. Acaba de humillarme, me ha llamado ridículo. Ridículo por pensar en
ella. Es genial… es genial sentir que una persona a la que has querido tanto,
te desprecia de esa manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario