lunes, 12 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 78: VUELVO A SENTIR

Al llegar del TAC, me llevan a otro box, esta vez de los no críticos. Bien, he ascendido a herido leve-moderado. Al entrar, vuelvo a ver a Tere poniéndose en un ángulo en el que puedo verle la cara.

-Sabes la suerte que tienes cariño? – dice mirándome – la columna está bien – dice hablándole a alguien a mi derecha – vamos a quitarle las sujeciones y el collarín.

-Hola a todos – digo sin poder mirarles – tened cuidado con lo que decís que os estoy oyendo…

Escucho reir a varias personas, incluída a Tere, a la que sigo viendo desde aquí abajo. Cuando me retiran las sujeciones y el collarín, siento como si el cuello se me fuera a desprender del sitio. Un dolor intenso se instaura en la zona, haciéndome quejarme.

-Duele mucho? – dice Tere, viéndome asentir levemente – no tienes nada roto ni ninguna vértebra desplazada… - resopla – si te sigue doliendo, te volveremos a poner el collarín

-Ni de coña, me estoy quieto… - digo rápidamente –

-El TAC está bien Álex… - dice acercándose a mí –

-Me haces un resumen de los tuyos? – digo mirándola sonriendo levemente –

Me sonríe de forma cariñosa, haciéndome una caricia en el hombro.

-2 costillas rotas, una bonita brecha en la cabeza y en la pierna, esa no te la has visto, es de las que le gustaba coser a Pepe… - dice melancólica y suspira, haciéndome emocionarme un poco – un dedo luxado que hay que recolocarte y… una bonita marca en el pecho por el cinturón… - alzo una ceja – además de mucha suerte y algún que otro rasguño y contusión sin importancia…

-Un puto milagro vamos… - apunta Laura cambiándome un gotero –

-Habéis avisado a alguien? – pregunto temeroso –

-A quíen quieres que avisemos Álex? – dice Tere sentándose en mi camilla –

-A ella… - digo automáticamente, pero sacudo levemente mi cabeza recobrando la cordura – a mis padres… - rectifico -

-Toma, avísales tú – me da su móvil, sonriendo lentamente - porque como yo llame a tu madre, se va a asustar y la vamos a tener aquí con un bonito infarto… - sonrío de medio lado – por cierto… - me mira sonriendo tiernamente – voy a informar al otro familiar que tienes fuera…

-Qué familiar? – digo extrañado – mi mánager? – niega con la cabeza –

-Ella está aquí… - dice sin pronunciar su nombre – muy asustada por cierto, voy a decirle que está todo bien…

La miro sorprendido y una gran sonrisa se instaura en mis labios. Tere sonríe y hasta suelta una pequeña carcajada al ver mi reacción. No debería sonreir con lo que me duele el cuello, pero es lo que me sale hacer ahora mismo. Miro el móvil, debo llamar a mis padres antes de que se enteren por la prensa que, seguro, ya sabe lo que ha pasado.

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Me levanto como un resorte al verla entrar al despacho. Me hace un gesto de tranquilidad con las manos y se sienta frente a mí, mirando a Rosario amablemente. Vuelvo a sentarme en la silla, con el corazón a punto de salirse por mi boca.

-No sabría explicarte con palabras la suerte que ha tenido… - dice algo emocionada – tiene un par de costillas rotas y poco más…

-Joder… - me tapo la cara, soltando toda la ansiedad rompiendo a llorar de nuevo –

-Tranquila Malú… - dice acariciando mi cabeza – ha sido un susto muy grande… - dice sincera – conforme ha quedado el coche, es un milagro que no tenga nada grave…

-Puedo pasar a verle? – digo alzando mi mirada, con los ojos llenos de lágrimas –

Tere mira a Rosario un instante y sonríe con gesto enternecido. Suspira pensativa un segundo y se levanta de la silla dirigiéndose al fondo del despacho.

-Solo un segundo, hay que coserle algunas heridas que tiene… - me enseña una bata – ponte esto, así no darás tanto el cante…

La observo detrás de la mesa y Rosario esboza una sonrisa al verme ponerme la bata. Me siento ridícula, pero quiero pasar a verle sea como sea. Camino detrás de Tere, intentando no mirar a nadie para que no me reconozcan, no estoy para pararme a hacerme una foto o firmar nada. Pasa una mano por mi hombro, caminando a un ritmo rápido, como protegiéndome para que nadie me vea. Abre la puerta de un box y, al entrar, le veo. Le veo en la camilla, enganchado  con cables, con el torso descubierto, donde se ve un gran lesión en la piel que tiene forma del cinturón del coche, cruzándole desde el hombro izquierdo hasta el costado derecho. Mira hacia nosotros casi sin mover el cuello y, al verme, pone gesto de incredulidad, de sorpresa.

-Te traigo una visita… - dice Tere sonriendo – voy a preparar la sutura para coserte Álex… - le observo mirarme sorprendido – voy a necesitar mucho hilo… - Álex ni siquiera la mira, no deja de mirarme a mí –

Noto como Tere se marcha del box y nos quedamos solos, ni siquiera he podido mirarla, no puedo apartar la mirada de esa camilla. Cruzo mis manos nerviosa, acercándome lentamente.

-Hola jefa… - dice cambiando el gesto de sorpresa a una mirada más tierna – qué haces aquí? – no le respondo, solo le miro de arriba abajo, sin acercarme todavía del todo a la camilla – has visto? Soy una cococha con suerte… - río nerviosa ante su comentario, no lo puedo evitar – acércate, no puedo verte bien sin girar la cabeza…

Le obedezco y me pongo a su lado. Mis manos, temblorosas, se posan en su brazo derecho. Mi mano derecha agarra la suya, acariciándole sin querer.

-Eso es una bata? – dice mirándome y echándose a reir – joder… - se queja llevando su mano al costado y soltando la mía –

-Estás bien? – acierto a preguntar asustada –

-Si… - sonríe resoplando – acabo de descubrir que si me río me duelen las costillas… - dice sonriendo amargamente –

-Álex… - digo a punto de echarme a llorar –

-Eh, no no – dirige su mano derecha a mi cara –

Al rozarme, siento un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, como si acabara de coger un cable pelado y me hubiera dado un calambrazo. Cierro los ojos y suspiro nerviosa.

-No llores eh? – dice mirándome – estoy bien vale? – asiento notando como unas lágrimas se han escapado por mis ojos – te sienta muy bien esa bata… - dice mirándome tiernamente –

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La observo reir tímida ante mi comentario y todavía me enternece más. Es la verdad, le sienta demasiado bien esa bata. Ha debido asustarse mucho, no es para menos, la hostia que me he dado ha sido de campeonato. Me ha sorprendido tanto que haya venido hasta aquí para verme… Tengo tantas ganas de abrazarla en este momento que me levantaría de la camilla si no supiera que me van a crujir todos los huesos.

-Sabes qué es lo que necesito ahora mismo? – pregunto dulcemente mientras veo como hace serios esfuerzos por no llorar y me mira interrogante – que me des un abrazo… - me mira emocionada – me levantaría, pero Tere me reñiría seguro…

Sin decir nada, abre sus brazos emocionada y se encorva hacia mí. Reposa su rostro en mi hombro izquierdo, abrazándome, mientras yo dirijo mis manos a su espalda. Su pelo cae sobre mí, ahora si puedo olerlo de verdad, no en mi imaginación. Respiro profundamente, mientras la escucho llorar, y su olor me hace sonreir. Justo como lo recordaba, justo ese aroma que tanto me gustaba sentir.

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