viernes, 9 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 58: LA MÚSICA NO SE TOCA

Tras cantar “Quiero” y “A prueba de tí”, me bajo del escenario con una sensación extraña. Ver su nombre en algún cartel me ha revuelto el estómago. Qué barbaridad como ha crecido su horda de seguidores. He visto lo que ha pasado con esa niña desde el backstage, desde la televisión que tenemos todos los que estamos allí. He tenido que aguantar estoicamente para no echarme a llorar, me ha emocionado, no he podido evitarlo. Cuando escuché esa canción, me removió todo por dentro. Me atrevería a decir que la escribió después de pasar lo que pasó.

-Muy bien Malula… - dice Alejandro abrazándome – y ahora es cuando me cuentas lo que pasa con Álex verdad? – dice mirándome –

-Ale de verdad… - digo cansada – que no pasa nada…

-Que no pasa nada? – se pone a reírse irónicamente – permíteme que me ría… - me para en seco para que pare de caminar – vamos a salir todos ahí a cantar y quiero saber si vas a estar cómoda…

-No, no voy a estar cómoda… - confieso – llevo meses sin verle ni hablar con él… contento? – digo molesta –

-Eso ya lo sé… - vuelve a frenarme – te lo he preguntado muchas veces y siempre huyes del tema… - me acaricia la cara – me gustaría saber qué es lo que le ha pasado a mi niña chica para que estés así de triste… - aparto la mirada avergonzada – solo te veo feliz ahí arriba – señala el escenario – o cuando hay una cámara delante… - le miro fugazmente – pero conmigo no tienes que fingir…

-Ale… - le agarro una mano despacio – no es el momento de contarte nada… - suspiro frustrada – además, hice prometer a Vero que no lo contaría nunca a nadie…

-Ni siquiera a mí? – pregunta buscando mi mirada – mira que me estoy imaginando cosas por las que le partiría la cara a Álex…

-Qué dices? – exclamo sorprendida – no digas tonterías… - me apresuro a contestarle –

-Entonces qué es tan grave para que, de repente, dejéis de veros, os evitéis y no queráis ni cruzar una palabra? – pregunta serio –

-Te prometo que te lo voy a contar… - digo rindiéndome – pero no ahora, por favor… - le suplico –

-Está bien… - contesta sonriendo tiernamente –

Tras la conversación, nos avisan que tenemos que ir todos hacia el lateral del escenario. Álex va a tocar “La música no se toca” como fin de fiesta. Me parece un buen colofón, pero lo malo es que voy a tener que cruzarme irremediablemente con Álex. De hecho, me lo cruzo nada más subir las escaleras. Espera hablando animadamente con Vanesa, que me hace un gesto para que me acerque, pero le digo que no sutilmente. Me aferro a Antonio como si fuera mi tabla de salvación, no pienso separarme de él. Craso error, porque Antonio es muy efusivo y en seguida me deja sola mientras saluda a todo el mundo. Procuro poner mi mejor cara, pero vigilando sin ser vista donde está Álex para mantenerme lo más alejada posible de él.

Nos posicionan y, sin darme cuenta, estoy a su lado. Como dos extraños, nada más que eso. Noto que me mira furtivamente y yo hago lo mismo, pero no decimos una sola palabra. Estoy deseando salir solo por poder alejarme de él. Al ir subiendo las escaleras, pego un traspié por ir pensando en todo menos en lo que tengo que pensar, y noto unas manos que me agarran, impidiéndome caer.

-No te caigas anda… - noto la voz de Álex a mi espalda –

Me giro horrorizada y unos escalofríos intensos me hacen pensar que no voy a poder caminar hasta Alejandro sin caerme. Le miro y me sonríe durante un solo segundo, para apartar la mirada poco después y disimular hablando con Antonio, que está detrás de él.

-Estás bien nena? – pregunta Vanesa desde unos escalones más arriba –

-Si si… - me apresuro a subir – anda, dame la mano que me voy a caer al suelo…

-Por qué? – me mira asustada – te pasa algo?

-No, nada… - respiro hondo varias veces – tú no me sueltes hasta que lleguemos a Alejandro…

-Lo que faltaba… - dice riendo – me van a perforar los tímpanos toda esa gente como salgamos de la mano…

-Gilipollas… - digo sonriendo levemente –

-Oye… por qué no has querido acercarte cuando estaba hablando con Álex? – pregunta sin mala intención –

-No me saques ese tema ahora que entonces si que no salgo… - digo sincera –

-Vale vale… - se disculpa mirándome extrañada – venga, ya ha empezado… - me espera arriba del todo – respira amiga, que estás pálida… - pongo los ojos en blanco – vamos allá…

Salgo detrás de ella. Efectivamente, me están perforando los tímpanos. Menos mal que no hemos salido de la mano. Mi vida privada siempre ha sido un misterio para el gran público y así me gustaría que siguiera siendo. Pero hay veces que me gustaría decir un par de cosas a toda esa gente que se inventa historias sin saber la realidad. Cuando uno no airea sus amoríos, la gente empieza a fabular y no se puede tener amigos. Y, a este paso, ni amigas, por lo que se ve. Al llegar hasta Alejandro, me agarra cariñosamente y me dan ganas de quedarme ahí, pegada a él, sin moverme. Miro a mi derecha sin querer y le veo, Antonio es el único que se interpone entre nosotros. La canción comienza y Álex entona perfectamente algunos versos, arrancando una sonrisa de aprobación por parte de Alejandro. Parece que es el único que se sabe la canción, porque comienza a ser un caos en toda regla. No puedo evitar reirme al ver los esfuerzos que hacen algunos de mis compañeros por ver la letra en las pantallas, incluso les señalo efusivamente que lean, mientras Alejandro se ríe y canta cuando les ve extremadamente perdidos. Otro se hubiera enfadado, pero él no, él pocas veces se enfada.

Durante el estribillo, le veo saltar cantando la letra. No puedo evitar sonreir mirándole y un aire de nostalgia me inunda. Vane me pasa el micrófono, pero le digo que no, le suplico que no, no quiero cantar ahora mismo. Me mira de nuevo extrañada y comienza a cantar a dúo con él la parte final del estribillo. Le veo reírse abiertamente cuando David lee la letra desde su mano, a modo de chuleta. Tras esto, saluda a gente del foso y, ni corto ni perezoso, se dirige a ellos, alarga su mano y agarra un móvil y se hace un selfie. Así, sin más. Está como una cabra. Parece feliz. Sonrío de medio lado, no puedo decir que deseara que no lo estuviera, ni mucho menos, pero parece que ha olvidado por completo lo que nos pasó. O eso o finge mucho mejor que yo.

La canción continúa, con la pérdida absoluta del ritmo y la letra por parte de mis compañeros. Veo como Antonio le pasa el micro y se va. Mierda, mi pantalla de protección ha desaparecido. Veo a Antonio saltar agarrado a David y suspiro. Me ha dejado sola en el peor momento. Miro a mi izquierda y Vane canta con Rosana, al otro lado de Alejandro. Genial. Álex está a mi lado, con un micro en la mano. Canta perfectamente a dúo con Alejandro la parte previa al estribillo y, al empezar el estribillo salta y le choca la mano a Alejandro, pasando detrás de mí y volviendo a agarrarme de la cintura como en la escalera. Le agarro la mano a Alejandro, creo que me voy a caer al suelo, pero Ale está saltando y me obliga a hacerlo. Me van a flojear las piernas, lo estoy viendo. Pierdo de vista a Álex y le veo en la otra parte, saltando con Busta. Genial, se lo está pasando en grande y yo aquí, que no sé qué cara poner, pero me quiero ir urgentemente. Lo que no ha conseguido nadie, lo ha conseguido Alejandro. Juntarnos en un escenario, conseguir que nos miremos de nuevo, y hasta que vuelva a tocarme.

Tras el estribillo, llega la parte que se sabe todo el mundo. Normal, es solo un “uo” en bucle. Álex vuelve a mi lado con saltos, hasta unirse a Vanesa y Antonio de nuevo. Rosario le saluda efusivamente. Ni de coña me va a dejar aquí, apartada de mis amigos. Me uno a ellos, rozando a posta su espalda con mi mano, y poniéndome a saltar mientras grito esos “uo”. Me mira sonriente y le devuelvo la sonrisa. Fingida, por supuesto. O no. Al terminar la letra, el final se acerca y los músicos, detrás de nosotros, se afanan en mezclar todos los sonidos posibles de baterías, trompetas y guitarras. Álex les señala y comienza a aplaudirles y hacerles gestos de reverencia. Vanesa se contagia y le imita. Y Antonio. Y Alejandro. Y yo. La canción termina con Álex saltando al mismo tiempo que la batería termina de tocar. Creo que le encanta hacer eso.

Tras la canción, nos piden que nos pongamos juntos para una foto. De nuevo esa sensación de caerme redonda al suelo cuando noto su mano en mi cintura, acercándome a él mientras nos agachamos. Miro a Alejandro suplicando que me ayude, pero sonríe y se alza de hombros. Pongo mi mejor cara, sonrío para la foto y, tras ésta, agarro a Vane de la mano, a Ana, que me la encuentro por el camino, y me marcho de allí. Como si me hubiera encontrado a Bin Laden, lo hubiera agarrado igual. Cualquiera antes que estar cerca de Álex por más tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario