Acabo de regresar de Las Vegas, de la ceremonia de los
Grammy Latinos, dónde he estado nominado, pero no he recibido el premio. Aún
así, ha sido una experiencia enorme. Estar allí, rodeado de los más grandes
artistas internacionales, me ha hecho descubrir un poco más la dimensión que
está tomando mi nombre como artista. La gente me reconocía, incluso podían
tararear alguna de mis canciones, todo eso al otro lado del charco. No puedo
evitar sentir vértigo al darme cuenta de esto, pero no me da miedo. Creo que
estoy llevando mi carrera de una forma muy natural, sin forzar las cosas, sin
darle más importancia de la que tienen.
Una de las cosas que todavía tengo pendientes es la final de
La Voz Kids, que vamos a grabar en unos días. Jesús, ese niño de 9 años que me
maravilló en aquella primera audición, suena como el favorito para alzarse con
el premio. Faltan 4 semanas para Navidad, pero en las calles ya se respira ese
ambiente navideño que, aunque me da algo de pereza, no puedo evitar que me
ilusione.
En cuanto a ella… la verdad es que no sé si estamos jugando
al gato y al ratón o, simplemente, yo me habré imaginado que detrás de ese beso
había algo más que un simple arranque de ternura. Pero la guinda para el pastel
es que nos han propuesto participar en un anuncio navideño, a los dos juntos,
con varios participantes de otras ediciones de La Voz. En un primer momento,
hablando con mi mánager, dije que no. Mi instinto me decía que no debía de
hacer nada más que me vinculase a ella. Con La Voz Kids ya no había marcha
atrás, pero con esto si. Pero luego pensé en todas las veces que me molestó que
me esquivase, en todas las veces que nos habíamos alejado todavía más por miedo
a coincidir… Ni siquiera he hablado con ella de esto, pero he dicho que si, y
parece que ella también. Puede ser una bonita forma de sellar la paz definitiva
entre nosotros, aunque no haya nada más.
En cuanto a La Voz, se me ocurrió en el avión el otro día
una idea que planteé al programa y les pareció bien. Me pareció bonito
llevarnos a los niños a la sierra a modo de convivencia, para que no haya
competencia entre ellos sino para que vean que esto no es más que un juego
entre compañeros. Además, propuse que acudieran todos los niños que han
participado en la edición desde las audiciones a ciegas. 45 niños nada más y
nada menos. Rosario aceptó encantada, de Malú no sé su opinión, no la he visto
desde entonces ni he hablado con ella. Pero hoy ha llegado el día, saldremos en
autobús con los 3 finalistas y, al llegar a la sierra, se reencontrarán con el
resto de compañeros. Intuyo que va a ser un día de emociones.
Al llegar al autobús, me encuentro a Rosario la primera,
ataviada con un abrigo largo y parece que calentísimo, con una bufanda de lana
que ya me gustaría tener a mí. Me abraza emocionada y me confiesa que hace
mucho que no ve la nieve y que a ella también le hace ilusión. Malú llega unos
minutos más tarde que yo. No puedo evitar sonreir al verla y, al abrazarnos,
noto sinceridad por su parte.
-Qué tal en Las Vegas? – me pregunta distendida –
-Bien, muy chulo… - confieso algo tímido – estuvo muy bien…
-Te lo tenían que haber dado a ti – dice sincera – me dio
mucha rabia…
-Bueno… eso es secundario… - digo restándole importancia –
Extrañado por el buen rollo, subo al autobús y me siento
detrás de ellas, que se han cogido del brazo como dos auténticas colegialas.
Los niños se distribuyen por el autobús junto con los responsables de la
organización. No saben dónde vamos. Y no paran de preguntarlo.
-Oye qué buena idea, de verdad… - dice Rosario girándose en
su asiento hacia mí – les va a gustar mucho verles…
-Se me ocurrió el otro día… - digo algo avergonzado – al
principio pensé que era una locura, pero les ha parecido bien…
-Que no lo sepan es lo mejor… - dice Malú girándose hacia mí
– volver a ver a gente que quieres siempre es emocionante…
Su tono de voz y esa frase me resultan extraños. Me acomodo
en el asiento, escuchando a los niños hablar a mi espalda emocionados.
-Álex, dinos dónde vamos porfi… - escucho decir a Jesús
detrás de mi –
-Siéntate en tu sitio Jesús… - digo volviéndome hacia él,
que está plantado al lado de mi asiento – no puedes estar de pie… - digo con
voz dulce –
-Pareces mi padre… - dice riéndose –
-No soy tu padre, soy tu colega… - digo apuntándole con el
dedo – llevas la insulina verdad?
-Si… - dice sentándose a mi lado algo avergonzado – es que
vamos lejos? – pregunta mirándome –
-No, no vamos lejos… - digo sonriendo –
-Estoy nervioso… - dice con sus piernas colgando en el
asiento – no nos pueden decir dónde vamos?
-Jesús… - digo riendo – en la vida hay que saber esperar… -
pongo tono de estar diciendo algo importante –
-Ese es un buen consejo… - dice Rosario volviéndose hacia
nosotros –
-Marina también está nerviosa… - dice refiriéndose a la
finalista de Rosario – y Carlos, claro… - el finalista de Malú –
-Estoy nerviosa hasta yo… - dice Malú volviéndose hacia
nosotros – pero vais a tener que esperar cariño…
-Jo… - dice con cara apesadumbrada – si no me vais a decir
nada me vuelvo a mi asiento…
-Jajajaja – río – eres un chatajista… - digo riéndome –
-Tú eres mi coach, deberías evitar que estuviese nervioso… -
dice irónico –
-Oye! – exclamo y lo agarro en brazos – a mi chantajes no
eh? – comienzo a hacerle cosquillas bajo la atenta mirada de Rosario y Malú que
están arrodilladas en su asiento hacia nosotros –
-Para! – grita Jesús sin parar de reir –
-Repite conmigo… - carraspeo – Álex, eres el mejor coach del
mundo…
-Jajajajaja! – le oigo reírse – Álex, eres el mejor coach
del mundo… - dice riéndose –
-Buen chico… - digo soltándole – ala, corre a tu asiento que
no me vas a sacar información…
Jesús se va corriendo hacia su asiento y le veo hablar
animadamente con Carlos y Marina, que le escuchan atentos. Sonrío enternecido y
me siento de nuevo en buena posición, hasta que veo a Rosario y Malú mirarme
con gesto tierno.
-Me encanta la relación que tienes con los niños… - dice
Rosario – te quieren mucho…
-Y yo a ellos… - digo algo avergonzado –
-Si es que serías un padrazo eh? – dice Rosario dándose la
vuelta –
Miro hacia Malú pero no veo en ello un gesto serio tras la
frase de Rosario, sino una sonrisa, quizá algo melancólica. La escucho suspirar
mientras se da la vuelta. Me deja algo contrariado esa reacción. No consigo
saber qué piensa exactamente Malú últimamente. Unas veces creo que se enfada
conmigo, otras que no, otras que le importo y otras que le doy igual. Es un
misterio que no se si voy a llegar a resolver algún día.
Al llegar a la sierra, los niños alucinan mirando la nieve y
se ponen a gritar. A pesar de ser solo 3, los gritos inundan el autobús
haciéndonos reir a los adultos que estamos allí. Contagian ilusión y alegría,
eso es algo muy bonito. El autobús se detiene y los compañeros de producción
tienen que frenar a los niños para que no bajen todavía. Han visto a algunos de
sus compañeros y no pueden evitarlo. Al abrirse las puertas, veo a Jesús bajar
corriendo acompañado de Marina y Carlos, y siendo engullidos por la masa que
provocan 42 niños niños juntos. Les observo desde el autobús todavía, algo
emocionado. Están llorando de alegría. Miro a Malú y a Rosario que contienen
las lágrimas igual que yo. Bajamos del autobús y los encontramos gritando y
saltando, como celebrando un título. Nos aclaman al bajar y decido sacar mi
punto de jefe que todo el mundo dice que siempre he tenido.
-Silencio… - grito infructuosamente mientras me río – Ehhh! –
grito pero solo unos cuantos niños me hacen caso –
Miro a Malú y a Rosario que están riendo mirando a los
niños, así que decido silbar con los dedos en mi boca. Me sale un silbido muy
agudo que les paraliza y les hace callarse.
-Silencio… - entono mi canción –
Me contestan siguiendo la letra de la canción, lo que me
hace reirme a carcajadas, con los pies ya clavados en la nieve.
-A ver… - alzo los brazos para que se callen – os ha gustado
la sorpresa eh? – digo mirando a los 3 – ves como era mejor esperar? – digo mirando
a Jesús que está exultante – bien, os hemos traído aquí para que estéis todos
juntos antes de la final… - digo hablando en voz alta, como si fuera un profesor
que va con toda su clase – pero hay unas normas, evidentemente – escucho un “oh”
generalizado de decepción – en la vida todo cuesta algo…
-Estás tú hoy muy místico… - escucho a Rosario por detrás –
-Un huevo… - digo irónico – veamos… - alzo un dedo al aire –
la nieve no se come! – exclamo de manera divertida y escucho las risas de los
niños – os parecerá una tontería, pero os lo aviso por si acaso… - alzo otro
dedo al aire – segundo, no nos tiramos por los barrancos aunque tengan nieve –
escucho a Malú reírse por detrás – tercero, no es necesario que nos rompamos
ningún hueso – los niños se ríen – cuarto, no nos quitamos las chaquetas, ni
los guantes, ni las bufandas, no queremos estar enfermos y hay que cantar, eso
va sobre todo para Jesús, Carlos y Marina… - les miro de manera graciosa y se
echan a reir – y quinto, como alguien de vosotros no nos haga caso a alguno de
nosotros… - señalo a Rosario y Malú – o a alguno de los mayores… - les señalo
con el dedo en señal amenazante – vamos a pasárnoslo bien y a disfrutar con los
compañeros, de acuerdo? – todos asienten mirando hacia la gran explanada llena
de nieve que hay a unos metros – nadie sale de ahí ni se aleja del grupo vale? –
asienten de nuevo – venga, a jugar! – exclamo –
Los niños salen disparados hacia la nieve, seguidos de los
responsables de producción del programa, que les miran sonrientes.
-Tú eras médico o profesor? – dice Malú riéndose a mi
derecha –
-No nos han dejao ni hablar… - dice Rosario riendo –
-Perdón… - digo sonriente – siempre he querido dar órdenes…
-Se te da bien… - dice Malú posando una mano en mi espalda
durante un instante y caminando con Rosario delante de mí después –
Me quedo mirándolas a las dos y de nuevo estoy contrariado.
Hace varios días que no hemos hablado, pero todo parece estar normal, incluso
diría que mejor que donde lo dejamos. No lo entiendo, sinceramente.
Les veo jugar desde un segundo plano, fumándome un
cigarrillo para intentar entrar en calor, hasta que algo impacta en mi brazo
derecho. Me giro pensando que ha sido un niño, pero veo a Malú disimulando
mientras se ríe.
-Me acabas de tirar una bola de nieve? – digo tirando el
cigarrillo –
-Yo? – pregunta de manera exagerada – habrá sido alguno de
ellos… - dice señalando a los niños que juegan entre ellos –
-Ahora verás… - me agacho cogiendo un buen puñado de nieve y
la veo salir corriendo – no huyas! – corro tras ella lanzándole la bola que
impacta en su espalda – vamos!! – exclamo con los brazos en alto –
-Te vas a cagar… - me mira con una sonrisa irónica
agachándose hacia la nieve –
-Mira como tiemblo… - agito mis manos con sorna –
Me lanza una bola pero logro esquivarla, haciendo que ponga
esa cara de frustración de niña pequeña que tanto me ha gustado siempre.
-Uhhhh!! – hago un gesto de derrota – fuera!!
-Me cago en la hostia… - escucho como farfulla cabreada
cogiendo otra bola – esquiva esta!
Me lanza otra que impacta directamente en mi entrepierna.
-Ahh! – exclamo llevando mis manos a la zona y cayendo de
rodillas de manera dramática, no me ha hecho daño, pero quiero fingir que si
para ver qué hace – joder! – exclamo de manera exagerada –
-Hostia… - la escucho acercarse riéndose – lo siento, no
quería darte ahí…
-Te estás riendo cabrona… - digo encogido intentando no
reirme – me has dado en las bolingas…
-En las bolingas?? – exclama estallando en una carcajada –
perdóname, en serio…
-Duele… - digo todavía encogido intentando que se acerque –
-Tan fuerte te he dado? – su tono suena algo más asustado
mientras se acerca a mi –
-Ahora verás… - digo levantándome y agarrándola por la
cintura haciéndole caer a la nieve –
-Álex!! – exclama riéndose – no! – grita – que está muy
fría!!
-Me lo vas a decir a mí que me has dado ahí? – digo indignado
– como me hayas dejado estéril… - digo de broma intentando tumbarla en la
nieve, sin éxito – se nota el gimnasio eh? Tienes fuerza…
-Suelta!! – grita riéndose – si no te he hecho daño! – dice intentando
soltarse –
Consigo hacerla caer conmigo en la nieve de lado y cojo un
poco de nieve dejándola caer en su cara mientras grita. Triunfante, me levanto
del suelo mientras grita escandalizada. Al mirarla, no puedo evitar reirme con
ganas.
-No sabes lo que has hecho… - dice mirándome mientras limpia
su ropa de nieve – chicos!!! Guerra de bolas contra Álex!!
-Qué?? – abro los ojos de par en par al ver venir a los
niños hacia mí – No no! – grito corriendo, pero los brazos de Malú me paran –
-Pero no me deis a mi! – exclama Malú soltándome muerta de
risa –
Una lluvia de bolas de nieve me cae encima, impidiendo que
pueda levantarme. Levanto mis brazos intentando que paren, pero no lo hacen,
están instigados por Malú, que es malvada. Una malvada que me encanta, para qué
lo vamos a negar.
-Vale vale! – alzo mis brazos levantándome – una tregua!!
Pido una tregua!! – digo exagerando el tono de súplica –
-Venga chicos, parad, creo que ya ha aprendido la lección… -
escucho a Malú hablar como si fuera una matona – a la próxima te lo vas a
pensar a que si?
-Pero si has empezado tú! – exclamo alzando mis brazos – Muy
mal haciéndole caso a la mala de blancanieves… - señalo a Malú que abre la boca
indignada –
-La mala de blancanieves? – exclama indignada – a por él! –
exclama cogiendo un poco de nieve y lanzándomela, haciendo que los niños
vuelvan a repetir el mismo modus operandi –
Logro escabullirme y hacerles entrar en razón a todos menos
a Malú, que no para de lanzarme nieve, incluso cuando los niños ya han dejado
de centrarse en mí y han pasado a jugar juntos de nuevo.
-Pero para coño! – exclamo – tanto me odias? – digo irónico
-
-Jajajaja – se ríe y resopla lanzándome el último bolazo en
mi pierna derecha – me encanta jugar con la nieve… - dice acercándose a mí –
hacía mucho tiempo que no la veía…
-Y eso te da derecho a empaparme… - digo espolsando la nieve
de mi abrigo –
-Me has llamado la mala de blancanieves… - me apunta con el
dedo – me ves cara de bruja?
-Un poco… - digo riéndome – que no que no! – alzo los brazos
– que es broma…
-Tienes nieve en el pelo… - dice riéndose y acercándose a mi
para quitármela –
Se pone de puntillas y me sacude el pelo de manera cariñosa.
Nos miramos un segundo y, sin decir nada, mete su mano en mi bolsillo y saca el
paquete de tabaco, cogiendo un cigarro prestado. La miro con una ceja levantada
mientras se enciende el cigarro sonriendo.
-Me invitas no? – dice con tono chulesco – mañana grabamos
el anuncio… - dice de repente mirando hacia los niños –
-Si… - me enciendo uno yo – te apetece? – pregunto comedido –
-Pues claro… - me mira ilusionada – salir en un anuncio de
la cadena contigo es genial… - dice con tono ilusionado –
-No me esperaba que dijeras que si… - digo sincero haciendo
que me mire fugazmente –
-Por qué? – pregunta haciéndose la loca –
-Porque creía que estabas volviendo a alejarte de mi… - digo
sin más –
-Álex… - suspira desganada – por qué crees eso?
-No hemos hablado de… - dudo en si sacar el tema o no – de lo
del otro día… - me mira esperando a que le aclare la frase – lo del beso…
Me mira durante unos segundos y aparta la mirada
avergonzada. Niega con la cabeza sin mirarme, pero sonriendo.
-No es el momento de hablar de eso… - dice mirándome por fin
– pero lo encontraremos…
Su mirada no es tensa, es diferente. No sabría decir que
significa, pero consigue tranquilizarme de una manera que pocas veces he
sentido. Se acerca a mi y, poniéndose de puntillas, deja un beso en mi mejilla
y camina hacia los niños, dejándome allí plantado, estupefacto, hasta
tembloroso, pero lleno de una paz que no pensaba que podría sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario