viernes, 9 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 60: DE NUEVO TU VOZ

Me quedo paralizado escuchando a mi mánager por teléfono. Se afana en contarme los detalles de la propuesta, pero ya no necesito escuchar nada más. Yo coach de la voz kids? Donde tengo que firmar? Y por qué me pasa a mí esto? Tan bien lo estoy haciendo para que se fijen así en mí? Al parecer, quedaron muy contentos con mi participación como asesor. Como cococha, como diría Malú. Un aire de melancolía me inunda al pensar en esos momentos en los que nos llevábamos tan bien, pero lo suplo con la ilusión que me hace el proyecto. Le digo a mi mánager que responda que sí, que no tengo que pensar nada, que cuadraré las fechas como sea, pero quiero estar en ese programa.

Unos días después, me comunican que los otros dos coaches van a ser personas que conozco bien. Rosario Flores, a la que adoro. Y Malú. Sí, Malú, aunque me dicen que no está del todo confirmada su participación. Por un momento, pienso en echar esto para atrás. No creo que pueda hacer algo así con ella y que no se note que no nos hablamos. Incluso pienso que ella se lo está pensando tanto que va a decir que no, y no me gustaría que dejara de participar porque yo esté presente.

Aquel día que coincidimos en el aniversario de esa cadena de radio, noté que me esquivaba todo lo que podía. Decidí divertirme, realmente lo estaba haciendo, y, en cierto modo, estar cantando al lado de ella me provocaba sensaciones buenas, por mucho que haya pasado. No puedo evitar seguir sintiendo algo especial por ella. Por eso no creo que sea buena idea participar en el programa.
Todavía estando en el aire lo que va a pasar, Alejandro decide organizar una reunión, previo a su marcha a Latinoamérica para promocionar su nuevo disco. Estoy demasiado rayado para acudir a la reunión que ha organizado Alejandro. De vez en cuando, organiza cosas así. Según él, es la única manera de reunirse de vez en cuando con tantos amigos desperdigamos por ahí. Pero tengo demasiado compromiso con él que no puedo decir que no, así que decido acudir, a regañadientes.

Al llegar, un sonriente Alejandro me recibe. Tiene una casa enorme, con un jardín inmenso. Veo que ya ha llegado bastante gente. En cierto modo, estamos los de siempre, los que ya conozco. Manuel, Antonio, Pablo, Melen, Vanesa, Rosario… Precisamente Rosario me recibe con un afectuoso abrazo, llamándome compañero. Sonrío sin poder dejar de pensar en que quizá decida no participar, pero no pienso dar explicaciones hoy. Hay gente que no conozco. Alejandro me cuenta que son productores, gente de la música en general con la que tiene muy buena relación, presentándome a varios de ellos.

Me gusta la relación que tengo con Alejandro. Siempre le he admirado y, ahora que le conozco, todavía más. Sobre todo porque es un tipo de lo más normal, tiene conversaciones de todo tipo, digamos que sabe mucho de la vida como para no escucharle cuando habla. Opinamos muy parecido en muchos temas así que, cada vez que nos reunimos, la química y la confianza entre los dos aumenta. Hoy me ha recibido con un caluroso abrazo, le he notado más cariñoso de lo normal, pero no sabría decir por qué.

Ni siquiera había caído en la cuenta que ella podía venir. Mi cara de sorpresa, o de susto más bien, cuando la veo, es evidente para todo el mundo. Bueno, es evidente para mí, porque los demás apenas se fijan en mi reacción. Mi primer impulso es coger una copa de Martini y salir al jardín, pero me arrepiento. No soy así, prefiero que me hagan un desprecio a hacerlo yo, así que vuelvo sobre mis pasos, y la saludo con la mano. Me devuelve el saludo con una breve sonrisa, pero poco después, agarra a Alejandro por el brazo y comienzan a charlar animadamente. Me mantengo cerca del jardín, por si tengo que salir a tomar el aire. Mis ganas de fumar aumentan por segundos, así que decido salir disimuladamente. Me enciendo un cigarro plantado al lado de la piscina, mirando a la nada. Esto va a seguir pasando y la tensión que hay entre los dos puede hacer que muchas cosas se estropeen. Lo nuestro ya se ha estropeado, pero la relación con el resto de personas que compartimos no. Debería alejarme. Soy yo el que ha llegado el último. Ella los conoce de casi toda la vida, yo apenas acabo de aterrizar en esto. Tere siempre me dice que, en ocasiones, me infravaloro demasiado, y quizá tiene razón. Tengo ese defecto.

Estoy tan ensimismado en mis pensamientos que no escucho que salen al jardín. Al escuchar mi nombre, veo a Melen acercarse a mí. Disimulo todo lo que puedo, sonriendo.

-Qué pasa tío? Estás como ausente – dice dándome una palmada en el hombro –

-No, que va… - respondo distendido – estaba fumando…

-Sabes que fumar es malo no? – me dice riendo – te lo dice un experto… - estalla en una carcajada que me contagia – te asusta tanta gente todavía o qué? – dice todavía riendo –

-Para nada… - digo fingiendo seguridad –

-Pues entonces vente pa ca coño! – exclama agarrándome del brazo – traigo al alma de la fiesta, que está un poco desubicado… - dice empujándome hacia el grupo donde está Malú –

-Estaría pensando como coño hacer un disco mejor que el que ha hecho – dice Vanesa con evidente cariño en sus palabras – menudo discazo colega…

-Si eh? – dice Melen – tío, es de esos discos que, escuches la canción que escuches, te gustan todas… - le miro un tanto avergonzado –

-Y lo bonito que va a ser estar los 3 de coaches que? – dice Rosario cogiéndome del brazo y con el otro, cogiendo a Malú, que sonríe por compromiso –

-Y a ti te tienen que gustar los niños seguro – dice Pastora – el otro día lo de la niña mira… - se señala el brazo como diciéndome que se le pusieron los pelos de punta –

-Tú vas a ser un padrazo, ahora solo te falta encontrar con quién eh? – dice Antonio riéndose, dándome una palmada en la espalda –

El comentario me hace mirar instintivamente a Malú que aparta la mirada algo incómoda. No sé qué cara poner, pero ese comentario, sin ninguna maldad, me ha removido por completo por dentro. Y no puedo evitar pensar que yo ya encontré en su momento con quién ser padre. Con la persona que ahora apenas me mira a la cara.

-Tenme esto – escucho como le dice a Vanesa entregándole un vaso – voy al baño, ahora vengo…


La veo desaparecer, abriéndose paso entre la gente a toda prisa. Reprimo todo lo que puedo las ganas que tengo de ir tras ella. Sé que se ha ido porque no ha soportado ese comentario. Pero no puedo reprimirlo mucho tiempo. Cuando quiero darme cuenta, estoy caminando hacia dentro de la casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario