viernes, 30 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 107: POR FIN PUEDO DECÍRTELO

Tras varios minutos de carantoñas sin ninguna otra pretensión que hacer del momento algo más especial, decido comenzar a hablar, aunque no sé muy bien por dónde empezar.

-No podías haber elegido un sitio mejor… - dice recostándose un poco más, todavía sentada – qué tranquilidad…

-Aquí nadie nos va a molestar… - digo en voz baja – no sabes las ganas que tenía de estar así contigo… - digo cariñoso, comenzando a dejar besos cautos en su cuello –

-De verdad crees que hace falta que tengamos esa conversación? – dice con voz ténue –

-Nos lo debemos… - se gira para mirarme – no te parece? – baja la cabeza sonriente y vuelve a su anterior posición – Me vas a dejar decírtelo todo? – digo de manera cariñosa – sin pedirme que pare mientras te pones roja como un tomate? – sonrío –

-Lo voy a intentar… - dice riendo levemente –

-Tú no sabes lo pesado que puedo llegar a ser… - digo volviendo a besar su cuello y su mejilla, notando como recuesta su cabeza hacia atrás, con total comodidad – sabes lo que creo que pasó el día que nos conocimos?

-Dime… - responde sin dejar de mirar el fuego –

-Que encontré la persona que llevaba buscando mucho tiempo… - digo notando algo de emoción en mis palabras – desde ese día no has salido de mi cabeza… - noto como ríe tímida – ni siquiera cuando estuvimos tanto tiempo sin vernos… - se revuelve un poco incómoda –

-Te hice mucho daño verdad? – pregunta con tono culpable –

-Si… - contesto sincero – me hizo daño no poder llorar contigo… - digo notando ya la emoción latente en mis palabras – por eso no quería que pasara lo mismo con esto… - acaricio sus manos –

-No me voy a perdonar eso nunca… - dice con algo de rabia – sé que también tuviste que pasarlo mal…

-Y ya no quiero seguir haciéndolo… - digo decidido – quiero estar contigo Malú… - noto como gira su cabeza para mirarme – quiero que estemos juntos… - digo con algo de vergüenza – que si tenemos que llorar por algo lo hagamos juntos… - me mira fijamente – que si tenemos que sufrir por algo, lo hagamos juntos… - suspiro – nunca he tenido tanto miedo como hace una semana… - aparta la mirada – cuando te vi ahí, con esa niña en brazos… mientras todo el mundo corría en la otra dirección… pensé que te iba a perder… - niego con la cabeza – me dio igual lo que me pasara… - veo como comienza a emocionarse – me dio igual que aquella bomba me levantara del suelo por intentar llegar hasta donde estabas… - acaricio su rostro – cuando salía corriendo con Fran, antes de que se derrumbara la estación… - me mira atenta – pensé en ti… - sonrío – en lo que se piensa cuando uno tiene miedo es en el sitio donde le gustaría estar… - aparto un mechón de su pelo mientras baja la mirada – y el día que tuve el accidente, cuando esperaba a que me sacaran del coche – asiente levemente – también pensé en ti… - me mira emocionada – en aquella playa, los dos solos… te acuerdas? – sonrío y veo como sonríe levemente – el sitio donde quiero estar eres tú… - digo notando un nudo en mi garganta – es el único sitio donde estoy a salvo…

Nos miramos unos segundos. Sus ojos y los míos comienzan a llenarse de lágrimas tímidas que no saben si salir de nuestros ojos o quedarse allí, observándonos. Se incorpora un poco y se da la vuelta para mirarme de frente. Acerca su rostro a mí para besarme, pero la detengo dulcemente. Me mira con tal intensidad que tengo que cerrar los ojos un segundo para mantener la compostura. Cojo aire y me dispongo a decir esas palabras, tan solo dos, pero esas palabras que tanto me ha costado decir y que tan seguro estoy ahora de poder pronunciarlas.

-Te quiero… - susurro débilmente, mirándola a los ojos –

Como si me acabase de quitar una mochila de 20 kilos de la espalda, habiéndola llevado durante años, mi cuerpo se destensa al decir esas palabras. Me mira unos segundos, los suficientes para saber que, tras esa mirada, hay un torrente de emociones que va a explotar de un momento a otro. Y explota, de manera lenta, de manera pausada. Acercamos nuestros rostros y unimos nuestros labios de manera suave, lenta, escuchando el sonido de la leña arder, escuchando como no solo hay fuego en la chimenea, sino que, entre nosotros, se acaba de encender de golpe ese fuego que esperaba paciente a recibir un soplo de oxígeno que hiciera que volviera a arder con la misma fuerza que aquella vez que estuvimos a punto de apagarlo para siempre.

Sus besos me hacen recostarme sobre la alfombra, notando las caricias que su pelo hace en mi rostro y en mi cuello al caer sobre él.

-No he terminado… - digo entre besos sin poder evitar sonreir, todavía me quedan muchas cosas por decirle –

-Yo tampoco… - dice sin dejar de besarme –

-Pero si no has dicho nada… - digo riendo levemente –

-Ah no? – dice mirándome a escasos centímetros de mis labios – no he dicho nada? – dice con voz dulce volviendo a besarme – no estoy diciendo nada ahora? – dice besándome –

-Jajaja – río haciendo que deje de besarme – me encantas… - digo mirándola –

La observo mirarme, con su pelo colgando de nuevo y con una sonrisa emocionada. Acaricia mi cara, apoyando su codo sobre mi pecho, mirándome fijamente durante unos segundos.

-Te quiero… - dice con un hilo de voz –

Alzo mis cejas un segundo, sorprendido al sentir que esas palabras se introducen por mis oídos y llegan a mi cerebro. Tantas veces me he imaginado escucharlas que ahora no sé qué cara poner ni cómo sentirme. Sonríe avergonzada al ver que me he quedado sin palabras y esconde su cara en mi cuello, pero hago que vuelva a mirarme. No me hace falta que diga ni una palabra más. Voy a comérmela a besos ahora mismo, hasta que me falte el aire, hasta que no pueda hacer otra cosa que concentrarme en respirar. Respirar profundo, sabiendo que, por primera vez en mi vida, siento que podría llegar a sentir felicidad aunque estuviera a punto de morir ahora mismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario