Tengo que reconocer que ese vestido le sienta demasiado
bien. Mi traje, elegante, se queda a la altura del betún. Radiante, saluda a
todos los invitados. La observo desde una esquina, algo apartado, solo,
pensativo. Comienzo a pensar que algo está cambiando. No puede ser que la mire
como la miro y me empeñe en decir que es solo una amiga. O si. O quizá me estoy
liando yo solo y necesito pensar, no precisamente en medio de un bautizo.
Jose alza la mano y me hace un gesto para que me acerque
donde está. Está con Rubén y el resto de la banda, acompañados de una mujer y
un hombre algo más mayores.
-Mira Álex, ellos son los padres de Yaiza – dice presentándomelos
–
-Hola, encantado… - digo de manera amable –
-Así que tu eres el que ha traído a este mundo a mi nieto… -
dice el hombre – schh – toca la espalda de un camarero – que no le falte de
nada a este hombre – me señala, haciéndome reir avergonzado –
-Ya tenía yo ganas de conocerte en persona – dice su madre
dándome un caluroso abrazo –
-Bueno… - digo avergonzado –
-Mira, si está aquí el padrino… - dice Yaiza acercándose con
el niño en brazos – qué te parece? No me ha dado tiempo ni a presentaros yo
misma…
-Me he adelantado – dice José riéndose –
-Menudos padrinos se ha buscado este pequeñín… - dice Rubén
acariciando la cabecita del bebé – por ahí viene la madrina, mírala…
Me giro y la veo venir hacia mí, sonriente, caminando firme
aún con esos tacones. No entiendo por qué, pero un escalofrío me recorre el cuerpo
al notar su mano en mi hombro. La observo hacerle carantoñas al bebé y tengo
que hacer serios esfuerzos por que no se escape la baba de la boca. Aparto la
mirada un segundo y veo como Jose me está mirando, pero desvía la mirada
rápidamente. Comienzo a sentirme un poco incómodo con esto. Llevo varios días
pensando en este tema y no he llegado a una conclusión clara. En algunos
momentos me da por pensar que sólo es amistad, pero una amistad muy fuerte, y
en otros momentos pienso que esto está pasando a ser algo más. Sonriente, se
agarra de mi brazo para subir las escaleras de la iglesia. No sabría explicar
por qué, pero pienso solo un instante que me encantaría que eso ocurriera de
nuevo, pero con ella vestida de blanco. Me viene una punzada en el estómago
cuando lo pienso, y aparto mi pensamiento fácilmente de mi mente. Estoy
rayándome de más.
La ceremonia transcurre con normalidad, es una ceremonia
rápida, sin florituras. Salimos de la iglesia acompañando a Yaiza con su marido
Héctor y el niño en brazos. Al llegar al lugar del convite, nos sentamos en la
mesa, yo al lado de Malú, por supuesto. En la misma mesa, los de la banda y más
gente del staff de Malú. Dejo de lado esa incomodidad que he sentido en cierto
momento, para disfrutar del día. La ilusión que me hizo cuando Yaiza me llamó
por teléfono y me pidió que fuera el padrino fue enorme. Pero cuando me enteré
que Malú iba a ser la madrina, en mi cara se instauró una sonrisa permanente.
La misma que tengo ahora. Hay algo que es indiscutible. Me encanta estar a su
lado. En cualquier situación, sea la que sea.
En un momento de la comida, Rubén tiene la genial idea de
iniciar un cántico que, que yo sepa, solo se usa en las bodas.
-Que se besen los padrinos! Que se besen los padrinos! –
canta Rubén –
Todo el salón les sigue. Malú y yo nos miramos algo
sorprendidos y miramos a Yaiza, buscando auxilio, pero también está cantando.
Nadie en esta sala sabe nada sobre la relación que tenemos Malú y yo, pero es
como si lo supieran. Empiezo a tener calor. La miro y, sonriente, se pone de
pie y hace un gesto con la mano para que griten más fuerte. Venga ya, en serio?
Me hace levantarme. Por qué cojones estoy tan nervioso? Decido cambiar de
actitud, al menos por un momento, para que no me note la vergüenza que me está
dando esto.
-En la boca? – le pregunto levantando una ceja –
-Quieres que salgamos en los periódicos mañana? – dice riéndose
– anda ven…
Agarra mi cara con las dos manos y deja un sonoro beso en mi
mejilla. Empiezo a escuchar abucheos y, de nuevo Rubén, comienza el cántico “En
la boca”. Malú niega con la mano y respiro aliviado. Nos sentamos en las
sillas, pero el cántico no cesa.
-Venga ya… - digo riendo –
-Qué os cuesta? – grita desde la otra mesa Yaiza – mira qué
carita… - nos enseña al niño con cara de pena –
-Qué fuerte… - la oído susurrar – anda, ponte de pie que no
se callan – me dice –
No digo nada, solo sonrío y, tras mirarnos, nos damos un
fugaz beso en la boca. Malú se pone a reírse desmesuradamente, imagino que para
liberar tensiones. Yo me siento en la silla con gesto de chulería, intentando
disimular los nervios que me acaba de provocar besarla delante de tanta gente.
La gente aplaude y, tras unos segundos, las masas se calman. Respiro aliviado y
sigo comiendo como si nada. Miro a Rubén que está muerto de risa, pero Jose no
parece reírse, parece mirarme con una cara que no consigo descifrar. Normal,
acaban de morrear a su hermana delante de su cara. No debe ser agradable.
-Menos mal que esta gente no sabe nada de esto… - dice Malú
hablándome al oído – te imaginas?
-Lo podríamos hacer oficial… - digo divertido – sí señores,
me la estoy pinchando – digo en voz baja –
-Jajajajajaja – estalla en una carcajada – me encantas… -
dice pasando un brazo por mis hombros y pegándome a ella – luego podrías venir
a casa… - dice hablándome al oído – estás muy guapo con ese traje…
Esa voz otra vez. Trago saliva mientras la escucho reírse. En cierto modo, sigue haciéndome gracia la situación. No tengo por qué rayarme, parece claro lo que tenemos, y, hasta ahora, no me he sentido incómodo. Por qué tendría que sentirme así ahora? No, no tiene sentido, ni tiene razón de ser. Malú es una amiga, mi mejor amiga me atrevería a decir. Es a la persona que le he contado cosas que no le he contado a nadie. Es la persona que me ha ayudado más desde que empecé en esto. Y nos parecemos, nos parecemos mucho. Ese feeling que tenemos desde el principio, sigue existiendo. Y no creo que desaparezca nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario