miércoles, 21 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 99: HE VISTO AL INFIERNO REZAR

Observo mi móvil y la televisión alternativamente. La sensación de no poder respirar es incesante. Vero se afana en intentar calmarme, pero es imposible. Manu espera en silencio, sentado con las manos sobre la barbilla, mirando la televisión y tapándose la cara con horror de vez en cuando, mientras llama a los hospitales preguntando por si ha ingresado algún herido con su nombre. Mis manos, temblorosas, vuelven a marcar su móvil, pero sigue sin cobertura, ni siquiera da tono. Tere tampoco lo coge.

“Acaba de derrumbarse el interior de la estación” escucho decir en la televisión al reportero que cubre la noticia. “Dios mio, pero como que se ha derrumbado?” le pregunta el presentador del informativo. “Se ha venido abajo, con mucha gente todavía dentro… - es reportero no puede seguir hablando – Pedro, están saliendo efectivos del 112, los bomberos y policía a toda prisa, con heridos a cuestas… - carraspea algo emocionado – no te puedo explicar con palabras lo que estamos viviendo aquí”

Observo las imágenes, arrodillada frente al televisor. La idea de que Álex estuviera herido y se haya venido abajo el techo sobre él, me hace casi desmayarme. Vero se arrodilla a mi lado, abrazándome, y comienzo a llorar desconsolada.

-Malú, cálmate… - acierta a decir –

-Vero… - digo llorando – dónde está? – pregunto amargamente – dónde está? – digo echándome a llorar en su hombro –

La idea de que no haya podido salir de ahí me aterra. Me aterra no volver a verle. Jamás nada me ha dado tanto miedo como eso. Vero está en la cocina, haciéndome la enésima tila, que no va a hacerme efecto, igual que las anteriores. Manu, plantado en el borde del jardín, en la parte cubierta por el agua que está cayendo, está hablando por teléfono. Miro hacia la mesa y veo las llaves de mi coche. Me seco las lágrimas sin dejar de mirarlas, hasta que miro hacia la tele. Las imágenes de lo que está ocurriendo, una y otra vez, incesantes. No puedo seguir aquí. No puedo quedarme quieta esperando a que alguien me llame. Me levanto mirando hacia la cocina, viendo como Vero se apoya en la encimera esperando a que el agua se caliente. Sé que va a enfadarse conmigo, pero terminará entendiéndolo. No pienso pasar ni un segundo más mirando la televisión y esperando una llamada. Me levanto de manera sigilosa, cojo las llaves del coche, y salgo a toda prisa de la casa. Al montarme en mi coche, aparcado en la puerta, veo a Vero salir corriendo, pero arranco sin detenerme calle abajo. La veo por el retrovisor, junto a Manu, hacer aspavientos con las manos. El llanto vuelve a aparecer pero, esta vez, estoy sola y nadie va a consolarme.

Aparco el coche un poco lejos. El dispositivo policial que hay montado no creo que me deje pasar más allá. Camino deprisa, no llevo paraguas, así que uso la capucha de mi sudadera. Cojo mi móvil y, de nuevo, le llamo, teniendo la esperanza de que me lo coja, pero no es así. Vuelvo a comenzar a correr calle abajo hasta llegar a la avenida. A la izquierda está la estación, a lo lejos. Me atrevería a decir que está iluminada por sirenas, el día es gris, oscuro, apenas es la hora de comer y hay muy poca luz. Muchos efectivos de policía impiden el paso al llegar al final de la avenida. Intento ver, intento sin sentido mirar a todos lados por si le veo. Empiezo a pensar que no ha sido buena idea venir aquí. Veo las cámaras de televisión, informando sobre la situación y paso por detrás de ellas, recorriendo el cordón policial, intentando encontrarle, hasta llegar a una zona donde apenas hay gente. Dos agentes de policía custodian el cordón.

-Por favor – digo acercándome a ellos – pueden decirme si hay una lista de heridos que sigan aquí? – pregunto con voz temerosa –

-No señorita… - responde uno de los policías – esas listas están en los hospitales… - dice mirándome compadeciéndose, me sorprende que no parezca que me reconoce –

-Ya he llamado a todos y no está… - digo aguantando las lágrimas - No puedo pasar al hospital de campaña verdad? – pregunto a punto de echarme a llorar y el policía me mira compungido – tengo que encontrarle… - digo rompiendo a llorar –

-Lo siento… pero no puede pasar… - dice mirándome de nuevo con sentimiento –

Ni siquiera me atrevo a preguntar por la lista de fallecidos. No tendré fuerzas suficientes para ver su nombre en ella. Saco el móvil entre lágrimas y, esta vez, llamo a Tere. No me ha llamado, me aterra llamarla porque si no me ha llamado pueden ocurrir dos cosas. Que no lo haya encontrado, o que le haya encontrado y no se atreva a llamarme porque… Suspiro con intentando soportar el temor atroz que tengo y marco su número. Cuando estoy a punto de colgar, escucho su voz.

-Malú – responde automáticamente, algo acelerada – dios mío, no he podido llamarte hasta ahora…

-Tere… - susurro temerosa –

-Le he encontrado… - dice haciendo que el corazón me dé un vuelco y no pueda articular palabra – Álex! – escucho cómo le llama y mi corazón provoca latidos rápidos, cada vez más, no puedo mirar a ninguna parte, mis ojos no pueden fijarse en nada – está bien, me oyes Malú? – no puedo responder -

-Malú? – escucho su voz y rompo a llorar tapándome la boca –

-Álex! – exclamo llorando amargamente, apartándome de la gente – Álex estás bien? Dime que estás bien – suplico sin dejar de llorar –

-Estoy bien Malú… - escucho como su voz suena emocionada –

-Te he llamado tantas veces… - digo con mi cuerpo temblando – pensaba que…

-Lo siento cariño… - responde sincero – no… no he podido cogerlo… - suspiro – ni siquiera me he enterado que sonaba…

-Dónde estás? – me apresuro a preguntar – voy a buscarte…

-No! – exclama serio – no se te ocurra venir aquí, me oyes? – se apresura en ordenarme –

-Estoy aquí… - digo llorando – la policía no me deja avanzar más, pero estoy aquí… - sigo llorando –

-Qué? – exclama – qué estás diciendo Malú? – dice con tono agobiado –

-No podía esperar en casa… - digo llorando –

-Dónde estás? – pregunta mientras escucho como comienza a correr –

-Eh… - miro alrededor intentando aguantar las lágrimas para poder describirlo – en un lateral… - veo una parada de autobús cerca – no hay casi gente, hay una parada de autobús… - digo temblorosa –

-En qué dirección? – dice con tono desesperado –

-A… - miro la estación – a la izquierda de la estación si sales de frente…

-Maldita sea Malú… - dice mientras le escucho correr – no tienes que estar aquí joder! – exclama –

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Corro a toda velocidad, esquivando policías y bomberos, mirando hacia el cordón policial, intentando divisar la parada de autobús que me ha descrito. En un lateral donde apenas hay gente, me repito. La lluvia cae sobre mí desde hace mucho, pero apenas la noto en este momento. Ha venido a buscarme. Está loca. Ha venido aquí, a buscarme al mismísimo infierno. No puedo quedarme quieto sabiendo que está aquí y que no va a irse. Me tiemblan las piernas al pensar que la voy a encontrar. A lo lejos, veo una figura con una sudadera negra, cubriendo su cabeza con una capucha. Corro a punto de llorar pensando que es ella, rezando para que sea ella. De pronto noto que lo único que necesito en este momento es que me abrace, y abrazarla como si no hubiera un mañana.

-Álex! – la escucho exclamar – déjame pasar! – grita a un policía que la agarra intentando que no cruce el cordón policial – es él, déjame pasar! – el policía me mira llegar corriendo y, como si entendiera lo que ocurre, se hace a un lado –

Malú viene hacia mí corriendo mientras llora. Da igual que lleve la capucha y apenas vea su cara, sé que está llorando. Al llegar hasta ella, freno mi carrera y abro los brazos para agarrarla. No pienso soltarla. Paso mis manos por su cuerpo, respirando hondo, sintiendo su ropa mojada, empapada. Me abraza llorando, agarrándose fuerte a mi espalda.

-Dios! – exclama llorando – Álex! – repite una y otra vez sin dejar de abrazarme –

-Qué haces aquí? – digo sin poder evitar romper a llorar – qué haces aquí cariño? – digo llorando –

Me separo de ella y agarro con mis manos su cara. Ella hace lo mismo. La miro mientras su llanto es incesante y no puedo evitar besarla. Besar sus labios varias veces parece darme aire, ese aire que no notaba que estuviera en todas estas horas.

-Estás bien? – mira mi cara y rozar mi brecha – no me cogías el teléfono, estaba muerta de miedo… - dice sin dejar de llorar, hablando de manera acelerada –

-No puedes estar aquí Malú, es peligroso… - digo intentando calmarla e intentando calmarme yo –

-Vámonos a casa… - me suplica – vámonos a casa mi vida… - dice agarrando mi cara de nuevo con las dos manos y poniéndose de puntillas para besarme –

Es lo único que haría sin pensar ahora mismo. Irme a casa con ella y huir de esta pesadilla. Pero pienso en Tere, en el resto del equipo, en todos esos heridos. No puedo irme, y no puedo dejarla aquí. Qué cojones voy a hacer ahora? No pienso dejarla sola, no pienso dejar que se quede aquí, no va a irse sin mí, lo sé.

-Tienes que irte a casa Malú… - digo agarrándola de la cintura –

-No me voy a ir sin ti… - dice segura llorando – no pienso irme sin ti…

-Malú… - resoplo frustrado mirándola – estás loca… - digo intentando no echarme a llorar – cómo has podido venir a buscarme?

-Teníamos una cita no? – dice llorando, haciendo que sonría emocionado sin querer, en un día como hoy, en el que no creía que podría siquiera esbozar una pequeña sonrisa – no pienso irme Álex…

La miro conmovido. No sé lo que voy a hacer, pero, por ahora, voy a seguir abrazándola. No tengo otro plan. Tras unos segundos, observo como la policía, que nos observaba disimuladamente, comienzan a hablar entre ellos nerviosos y a hacerse gestos con los demás. Deshago el abrazo sin dejar de agarrar a Malú por la cintura, observándoles algo inquieto. Algo está pasando, pero qué más puede pasar? Malú repite mis movimientos, como intentando averiguar también qué es lo que pasa.

-Qué pasa? – le pregunto a uno de ellos frenándole –

-Parece que hay otra bomba… - nos mira agobiado – una mochila en la puerta, están intentando confirmarlo …

-Qué? – exclamo completamente asustado, girándome hacia allí –

-Hay que desalojar todo el hospital de campaña… - habla por el walky –

-No podemos desalojar todo el hospital – le vuelvo a agarrar del brazo – no da tiempo! – exclamo –

-Lo sé… - me mira y mira a Malú cariacontecido antes de salir corriendo – necesitamos ayuda! – grita hacia los demás – necesitamos gente que mueva a los heridos!

Le observo y miro hacia el hospital de campaña. Tere está allí, mis compañeros están allí. Malú me mira completamente asustada.

-Escúchame – la agarro de los brazos – vete de aquí, me oyes?

-No irás a volver ahí verdad? – dice asustada –

-Malú, no sabes los heridos que hay… - digo agobiado – no sabes la gente que necesita ayuda…

-Iré contigo… - dice decidida – yo también puedo ayudar…

-No! – exclamo – ni de broma vas a ir ahí… - digo haciendo que pase por debajo del cordón policial –

-Ni de broma voy a volver a separarme de ti Álex… - dice alzando el tono de voz –

-Puede que haya una bomba vale? – le grito – y no voy a dejar que estés ahí cuando explote, me estás oyendo? – digo agarrándola de nuevo por los brazos –

-Crees que voy a dejar que estés tú? – grita agarrándome de la chaqueta – si no puedo hacer que vengas conmigo, yo iré contigo… - dice segura –

-No – niega – vas a irte ahora mismo… - me empuja lejos del cordón –

Decenas de policías aparecen colocándose para formar una barrera alrededor del cordón policial. Cientos de personas intentan pasar para rescatar a sus seres queridos, saben que están en ese improvisado hospital y saben que corren peligro. Corro hacia Álex pero un policía me agarra, dejándome al otro lado del cordón. Veo a Álex mirándome al otro lado, detrás de los policías, y, tras unos segundos, sale corriendo en dirección al infierno.


-No! – grito – Álex! – grito desesperada intentando que me dejen pasar – Álex vuelve!! – exclamo echándome a llorar – 

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