viernes, 2 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 45: LA PLAYA

Subimos al coche, despidiéndonos de Marcos y Tomás, y ponemos rumbo no sé muy bien dónde. Desde el avión he visto que la playa está relativamente cerca. Relativamente, porque desde ahí arriba se veía todo tan pequeño que, probablemente, estemos a muchos kilómetros del mar. Al salir de esa especie de base aérea, decido que no voy a esperar más. Esas ganas que tenía de besarle no han desaparecido. Antes de que vuelva a coger la carretera, le ordeno que pare.

-Para el coche… - digo convencida –

-Qué pasa? – me mira extrañado –

-Para el coche Álex! – le ordeno enfática –

Me hace caso, mirándome algo sorprendido. Me quito el cinturón y me lanzo a besarle. Es un beso apasionado al principio y tierno después. Un beso que dura bastantes segundos, los suficientes para que mi corazón vuelva a instaurarse en un ritmo taquicárdico. Al separarme de él lentamente, le veo con los ojos cerrados, me hace sonreír esa imagen.

-Y esto? – pregunta con una leve sonrisa –

-Tenía que agradecértelo de alguna manera… - digo sentándome de nuevo en mi asiento – además, me apetecía… - digo sin más –

Le miro al ver que no dice nada ni vuelve a poner en marcha el coche. Me está mirando con una mirada que pocas veces le he visto. No sé ni siquiera si está emocionado o qué es lo que le pasa. Se activa rápidamente y vuelve a arrancar el coche. Sonrío avergonzada al pensar de nuevo en esa mirada que acaba de traspasarme.

Tras unos minutos en coche, parece que hemos llegado a nuestro próximo destino. Le miro extrañada, parece que estamos en medio de la nada. Hace unos minutos había visto el mar, pero ahora ya no lo veo. Ha aparcado el coche a las faldas de un remonte y, alrededor, todo campo y árboles.

-Esto que es, vamos a hacer un picnic? – pregunto mirándole irónica –

-Tienes hambre? – dice riéndose – anda ven…

Agarra mi mano y me obliga a subir el remonte. Al subirlo, mi cara de asombro se fusiona con un grito de sorpresa. El mar, imponente, se abre paso hasta una pequeña playa, diría que tendrá como unos 20 metros de largo, casi sin arena, pero la suficiente para que me den ganas de tumbarme al sol.

-Te presento mi otro sitio… - dice mirando al horizonte sonriente –

-Pero… - le miro sorprendida – no me lo esperaba! – exclamo –

-Vamos… - coge mi mano y comienza a bajar por el otro lado del remonte – tu no querías ir a la playa?

Río abiertamente. Cómo he podido pensar que me iba a llevar a un sitio concurrido? Si aquí parece que no hay nada ni nadie alrededor. Diría que este sitio no lo puede conocer nadie salvo él y ahora yo.
Al llegar a la arena, me quito los zapatos y me acerco al agua. Me encanta la sensación del agua mojándome los pies.

-Espérame aquí… - dice Álex a mi espalda –

Me giro y le veo subir de nuevo por el remonte. Sonrío algo emocionada al verle. Por qué hace esto? Por qué es como si quisiera que hiciera cosas que me hacen feliz. Miro de nuevo al horizonte desde esa pequeña playa, rodeada de piedras y acantilados, y sonrío convencida que no habría otro sitio en el mundo donde ahora mismo me sintiera mejor.

Le veo aparecer minutos después con una nevera, una mochila y una sombrilla a cuestas. Esto no me lo esperaba. Me recuerda a cuando íbamos con mis padres a la playa y mi padre parecía un perchero, con millones de cosas en las manos.

-Álex, pero qué estás haciendo? – digo riéndome –

-El picnic también lo he pensado… - dice clavando la sombrilla – oye, ponte el bikini mientras monto todo esto…

-Y donde me lo pongo? – digo algo avergonzada –

-Toma – me da las llaves del coche – no te vayas que andando no llego a ninguna parte…

-Jajajaja! – río mientras subo de nuevo ese remonte –

Con mi bikini ya puesto, cierro el coche y mantengo las llaves en la mano. Me da un poco de vergüenza de repente aparecer así, bajando hasta la playa, pero me dejo la vergüenza en el coche para otro momento. Le observo mirarme mientras bajo, me parece intuir que en su mirada hay algo más que deseo, pero procuro no pensar mucho en eso.

-Ahora si que eres una bañista totalmente… - dice quitándose la camiseta – y yo también…

-Cuando te has puesto el bañador? – digo extrañada –

-Soy rápido quitándome la ropa… - dice alzando las cejas varias veces –

-Qué imbécil eres… - digo riéndome –

-Toma… - me ofrece una cerveza – sé que no te gusta demasiado, pero no me digas que no pega ahora una cervecita, aquí sentados en la sombra…

-Buah… - exclamo sentándome a su lado en la arena – creo que nunca he hecho esto… - digo dándole un trago a la cerveza –

-Bueno qué? Te gusta el sitio? – dice ilusionado –

-Que si me gusta? – digo contenta – es genial…

-Ves como tenías que fiarte de mí… - dice con chulería – en el mismo día has volado y has ido a la playa…

-Por qué haces esto? – digo mirándole y me devuelve la mirada extrañado – nadie había hecho esto conmigo… - digo avergonzada –

-Sabes lo que contesto siempre que me preguntan por ti? – le miro interesada – mi concepto de la amistad está bastante hecho, por la experiencia supongo… - dice mirando al frente – es difícil que yo use la palabra amistad para referirme a alguien… - me mira – pero siempre que me preguntan por ti, contesto que eres mi amiga… - sonrío enternecida – y por los amigos se hace lo que sea, no crees?

Me deja sin palabras, aunque siento por un instante un esbozo de decepción. No entiendo por qué siento eso, y solo dura un instante. Al momento, siento felicidad por haber encontrado alguien así en un mundo como el nuestro. En el mundo de la música, es difícil hacer amigos. Yo tengo la suerte de tener muchos, pero nunca me había encontrado con alguien con tanto feeling conmigo como él. Me gustaría que esto siguiera así para siempre, pero soy consciente que esto va a acabarse en algún momento. Que este buen rollo que tenemos, en algún momento explotará, en algún momento habrá que tomar decisiones. No quiero pensar en eso ahora. Necesito despejarme un poco, me levanto y voy hacia el agua. Noto como me observa y viene detrás de mí. Siempre que me he metido en el agua, lo he hecho despacio. Me da mucha impresión sentir el agua fría en mi cuerpo. Pero parece que a Álex le hace gracia que pruebe cosas nuevas. Noto como me agarra por la cintura por detrás y me levanta en el aire. Suelto un gritito de esos que suelto yo y de los que me avergüenzo cuando los escucho. Tras unos segundos en los que camina hacia dentro, se deja caer conmigo en brazos. Mi cuerpo se tensa al notar el agua fría y me levanto corriendo, grito de frío, pegándole manotazos mientras él los recibe riéndose. Me encanta estar así. Me encanta no pensar en lo que va a pasar.

Tras bañarnos en el agua, evitando mirarle a los ojos porque sé que sería la guinda del pastel para acabar lanzándome de nuevo a sus labios, salgo del agua seguida por él y me tumbo en la toalla. Sin decir nada, noto como se sienta a mi lado y comienza a echarme crema en la espalda. Me giro y le miro extrañada pero me hace un gesto para que me tumbe de nuevo. Noto sus manos recorrer mi espalda, con sus dedos haciendo un suave masajeo que me resulta placentero. Sin avisar, se sienta a horcajadas sobre mis caderas y comienza a hacer el mismo masaje pero esta vez en mis hombros. Se me escapa un gemido de placer y le escucho reírse. Tras un par de minutos repitiendo los mismos movimientos, siento que se desliza hacia mis piernas y comienza a tocarlas, a masajearlas, con las manos llenas de crema. Estoy empezando a tener mucho calor, sobre todo cuando sus manos se pasean por mis muslos.

-Date la vuelta – me ordena –

No pienso rechistar. Hago lo que me dice y vuelvo a tumbarme. Giro un poco mi cabeza hacia abajo y veo como se explaya echándome crema por la parte de delante de mis piernas. Se me escapa un resoplido cuando sus manos suben por mis muslos. Después, se sienta a mi lado y echa algo de crema en mi abdomen, masajeándolo de nuevo. Le miro con una ceja levantada y no puedo evitar morderme el labio. Ante mi gesto, solo sonríe, pero no dice nada.

-Bueno… - cierra el bote de crema – ya estás protegida… - dice frotando uno de mis brazos por última vez –

Sonrío y me incorporo un poco hasta quedarme a su altura. Sonrío mirándole y susurro un gracias mientras dirijo mi mirada a su boca. Decido no besarle, me apetece desesperarle un poco. He visto el deseo en sus ojos, igual que él en los míos supongo. Me levanto dejándole allí y me dirijo de nuevo al agua, girando mi cabeza sensualmente hacia él mientras me sumerjo de nuevo en el mar. Tarda muy poco en seguirme. Me deslizo un poco a una zona algo más profunda, donde todavía hago pie, pero el agua me cubre hasta casi el cuello. Me sigue hasta notar como sus manos rodean mi cintura. Me parece una situación romántica más que excitante, pero me encanta sentirme así, no pienso sentirme culpable. Me abraza y me pega contra él, haciendo que pase mis manos por su cuello. No tardamos ni un segundo más en comenzar a besarnos. El sabor a sal mezclado con el suyo me encantan. Le rodeo la cintura con mis piernas y no tardo en notar que aquello le está gustando. Dirige sus manos a mis caderas hasta meterlas por debajo de mi braguita. Mi piel se eriza al notar su tacto.

-Sabes una cosa que siempre he querido hacer en la playa y nunca he hecho? – digo sonriendo separándome un poco de él –

-El amor? – pregunta acercándose a mí con cara de deseo –

-Topless… - digo desabrochando mi parte de arriba del bikini sin ningún pudor – wowwww – grito agitando mi sujetador por encima de mi cabeza viéndole reir –

-Estás loca… - dice volviendo a pegarse a mí –

-Solo loca? – pregunto a escasos centímetros de su boca –

-No… - dice mirando hacia mis labios – estás muy buena también…

-Jajajajaja! – exclamo sin soltar de mi mano la parte de arriba del bikini – qué romántico… - digo irónica manteniendo la distancia con él –

-Quieres que me ponga romántico? – dice en tono amenazante –

Trago saliva y decido cortar la conversación ahí. Estoy demasiado excitada como para pensar en otra cosa. Vuelvo a besarle, esta vez con más rabia. Me agarra de las caderas con firmeza y vuelvo a cruzar mis piernas por las suyas. Los movimientos de nuestras caderas casi fusionadas me están volviendo loca. Respiro acelerada y deshago los besos para abrazarme a él, como si fuera un salvavidas.

-No podemos hacerlo aquí… - digo con una respiración agitada – pero me muero por hacerlo… - confieso –

-Pff… - resopla acariciándome la espalda – quieres ir a otro sitio?

-Si… - digo pensando absurdamente en que alguien nos pueda ver –

-Ven… - agarra mi mano y camina por el agua –

-Espera… - digo poniéndome de nuevo la parte de arriba del bikini –

-No sé para qué te la pones si te la voy a quitar enseguida… - dice con voz ronca, dándome un beso en el cuello –

Me tiemblan las piernas al oírle hablar así. Salimos del agua y me dirige hacia el acantilado de la izquierda de la playa. No había visto que tenía una pequeña entrada que se asemeja a una cueva. Me hace pasar agachándome y, cuando entro, mi exclamación de sorpresa se traslada por todo el lugar. Es como si fuera una cueva, donde discurre el agua, pero por dentro del acantilado. Jamás he estado en un sitio así. Me abraza desde atrás, poniendo sus manos en mi abdomen, colando una de sus manos parcialmente por mi braguita. Resoplo pensando en el deseo que siento ahora mismo y me giro. Al mirarle, veo de nuevo el deseo furioso en sus ojos. Me besa apasionadamente, obligándome a dar varios pasos hacia atrás. Me pega a las rocas, frías como el hielo. Pero nada es suficiente para apaciguar este calor. El lugar es pequeño, pero lo suficiente como para que me arrodille primero en el suelo, sin dejar de besarle, y luego me tumbe, tumbándose él encima.

No tarda mucho en quitarme la parte de arriba y dirigir sus labios a mis pechos. Se pasea por ellos como si los conociera de hace mucho tiempo. Escucho mis gemidos mezclados con el romper de las olas y todavía me excito más. Esto es una locura, pero me encanta. Me encanta sentirme normal, sentir que puedo hacer lo que quiera cuando quiera, y eso solo me ha pasado con él. En mis anteriores relaciones, nadie se había preocupado de hacerme sentir libre. Espera, esto es una relación? Esto no es una relación. Esto es una locura maravillosa, sin más.

Completamente desnudos, hacemos el amor de manera salvaje pero con un punto que creo que nunca habíamos tenido. No sabría explicar cuál es ese punto que lo hace diferente, pero lo es. Siento cosas diferentes cada vez que le miro, cada vez que siento sus caricias. Mira que creía que no podía disfrutar más del sexo, pero era mentira. Estoy disfrutando más que las anteriores veces. Más que nunca.


Tras varios minutos respirando acompasadamente con su cuerpo sobre el mío, se incorpora un poco para mirarme. Su mirada ya no tiene deseo, tiene algo que me inspira ternura. Su pelo mojado por la humedad me parece suave al tacto, no puedo parar de tocarlo. Sonríe con mi gesto y hace lo propio con varios mechones de pelo que me caen sobre mis pechos. Los acaricia, hace tirabuzones con ellos, hasta que vuelve a tumbarse sobre mi pecho. Cierro los ojos al notar una punzada justo por debajo de donde Álex reposa su cabeza. Diría que ha sido donde, como diría Ale, nacen las ansias, la infinita esencia.

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