Subimos al coche, despidiéndonos de Marcos y Tomás, y
ponemos rumbo no sé muy bien dónde. Desde el avión he visto que la playa está
relativamente cerca. Relativamente, porque desde ahí arriba se veía todo tan
pequeño que, probablemente, estemos a muchos kilómetros del mar. Al salir de
esa especie de base aérea, decido que no voy a esperar más. Esas ganas que
tenía de besarle no han desaparecido. Antes de que vuelva a coger la carretera,
le ordeno que pare.
-Para el coche… - digo convencida –
-Qué pasa? – me mira extrañado –
-Para el coche Álex! – le ordeno enfática –
Me hace caso, mirándome algo sorprendido. Me quito el
cinturón y me lanzo a besarle. Es un beso apasionado al principio y tierno
después. Un beso que dura bastantes segundos, los suficientes para que mi
corazón vuelva a instaurarse en un ritmo taquicárdico. Al separarme de él
lentamente, le veo con los ojos cerrados, me hace sonreír esa imagen.
-Y esto? – pregunta con una leve sonrisa –
-Tenía que agradecértelo de alguna manera… - digo sentándome
de nuevo en mi asiento – además, me apetecía… - digo sin más –
Le miro al ver que no dice nada ni vuelve a poner en marcha
el coche. Me está mirando con una mirada que pocas veces le he visto. No sé ni
siquiera si está emocionado o qué es lo que le pasa. Se activa rápidamente y
vuelve a arrancar el coche. Sonrío avergonzada al pensar de nuevo en esa mirada
que acaba de traspasarme.
Tras unos minutos en coche, parece que hemos llegado a
nuestro próximo destino. Le miro extrañada, parece que estamos en medio de la
nada. Hace unos minutos había visto el mar, pero ahora ya no lo veo. Ha
aparcado el coche a las faldas de un remonte y, alrededor, todo campo y
árboles.
-Esto que es, vamos a hacer un picnic? – pregunto mirándole irónica
–
-Tienes hambre? – dice riéndose – anda ven…
Agarra mi mano y me obliga a subir el remonte. Al subirlo,
mi cara de asombro se fusiona con un grito de sorpresa. El mar, imponente, se
abre paso hasta una pequeña playa, diría que tendrá como unos 20 metros de
largo, casi sin arena, pero la suficiente para que me den ganas de tumbarme al
sol.
-Te presento mi otro sitio… - dice mirando al horizonte
sonriente –
-Pero… - le miro sorprendida – no me lo esperaba! – exclamo –
-Vamos… - coge mi mano y comienza a bajar por el otro lado
del remonte – tu no querías ir a la playa?
Río abiertamente. Cómo he podido pensar que me iba a llevar
a un sitio concurrido? Si aquí parece que no hay nada ni nadie alrededor. Diría
que este sitio no lo puede conocer nadie salvo él y ahora yo.
Al llegar a la arena, me quito los zapatos y me acerco al
agua. Me encanta la sensación del agua mojándome los pies.
-Espérame aquí… - dice Álex a mi espalda –
Me giro y le veo subir de nuevo por el remonte. Sonrío algo
emocionada al verle. Por qué hace esto? Por qué es como si quisiera que hiciera
cosas que me hacen feliz. Miro de nuevo al horizonte desde esa pequeña playa,
rodeada de piedras y acantilados, y sonrío convencida que no habría otro sitio
en el mundo donde ahora mismo me sintiera mejor.
Le veo aparecer minutos después con una nevera, una mochila
y una sombrilla a cuestas. Esto no me lo esperaba. Me recuerda a cuando íbamos
con mis padres a la playa y mi padre parecía un perchero, con millones de cosas
en las manos.
-Álex, pero qué estás haciendo? – digo riéndome –
-El picnic también lo he pensado… - dice clavando la
sombrilla – oye, ponte el bikini mientras monto todo esto…
-Y donde me lo pongo? – digo algo avergonzada –
-Toma – me da las llaves del coche – no te vayas que andando
no llego a ninguna parte…
-Jajajaja! – río mientras subo de nuevo ese remonte –
Con mi bikini ya puesto, cierro el coche y mantengo las
llaves en la mano. Me da un poco de vergüenza de repente aparecer así, bajando
hasta la playa, pero me dejo la vergüenza en el coche para otro momento. Le
observo mirarme mientras bajo, me parece intuir que en su mirada hay algo más
que deseo, pero procuro no pensar mucho en eso.
-Ahora si que eres una bañista totalmente… - dice quitándose
la camiseta – y yo también…
-Cuando te has puesto el bañador? – digo extrañada –
-Soy rápido quitándome la ropa… - dice alzando las cejas
varias veces –
-Qué imbécil eres… - digo riéndome –
-Toma… - me ofrece una cerveza – sé que no te gusta
demasiado, pero no me digas que no pega ahora una cervecita, aquí sentados en
la sombra…
-Buah… - exclamo sentándome a su lado en la arena – creo que
nunca he hecho esto… - digo dándole un trago a la cerveza –
-Bueno qué? Te gusta el sitio? – dice ilusionado –
-Que si me gusta? – digo contenta – es genial…
-Ves como tenías que fiarte de mí… - dice con chulería – en el
mismo día has volado y has ido a la playa…
-Por qué haces esto? – digo mirándole y me devuelve la
mirada extrañado – nadie había hecho esto conmigo… - digo avergonzada –
-Sabes lo que contesto siempre que me preguntan por ti? – le
miro interesada – mi concepto de la amistad está bastante hecho, por la
experiencia supongo… - dice mirando al frente – es difícil que yo use la
palabra amistad para referirme a alguien… - me mira – pero siempre que me
preguntan por ti, contesto que eres mi amiga… - sonrío enternecida – y por los
amigos se hace lo que sea, no crees?
Me deja sin palabras, aunque siento por un instante un
esbozo de decepción. No entiendo por qué siento eso, y solo dura un instante.
Al momento, siento felicidad por haber encontrado alguien así en un mundo como
el nuestro. En el mundo de la música, es difícil hacer amigos. Yo tengo la
suerte de tener muchos, pero nunca me había encontrado con alguien con tanto
feeling conmigo como él. Me gustaría que esto siguiera así para siempre, pero
soy consciente que esto va a acabarse en algún momento. Que este buen rollo que
tenemos, en algún momento explotará, en algún momento habrá que tomar
decisiones. No quiero pensar en eso ahora. Necesito despejarme un poco, me
levanto y voy hacia el agua. Noto como me observa y viene detrás de mí. Siempre
que me he metido en el agua, lo he hecho despacio. Me da mucha impresión sentir
el agua fría en mi cuerpo. Pero parece que a Álex le hace gracia que pruebe
cosas nuevas. Noto como me agarra por la cintura por detrás y me levanta en el
aire. Suelto un gritito de esos que suelto yo y de los que me avergüenzo cuando
los escucho. Tras unos segundos en los que camina hacia dentro, se deja caer
conmigo en brazos. Mi cuerpo se tensa al notar el agua fría y me levanto
corriendo, grito de frío, pegándole manotazos mientras él los recibe riéndose.
Me encanta estar así. Me encanta no pensar en lo que va a pasar.
Tras bañarnos en el agua, evitando mirarle a los ojos porque
sé que sería la guinda del pastel para acabar lanzándome de nuevo a sus labios,
salgo del agua seguida por él y me tumbo en la toalla. Sin decir nada, noto
como se sienta a mi lado y comienza a echarme crema en la espalda. Me giro y le
miro extrañada pero me hace un gesto para que me tumbe de nuevo. Noto sus manos
recorrer mi espalda, con sus dedos haciendo un suave masajeo que me resulta
placentero. Sin avisar, se sienta a horcajadas sobre mis caderas y comienza a
hacer el mismo masaje pero esta vez en mis hombros. Se me escapa un gemido de
placer y le escucho reírse. Tras un par de minutos repitiendo los mismos
movimientos, siento que se desliza hacia mis piernas y comienza a tocarlas, a
masajearlas, con las manos llenas de crema. Estoy empezando a tener mucho
calor, sobre todo cuando sus manos se pasean por mis muslos.
-Date la vuelta – me ordena –
No pienso rechistar. Hago lo que me dice y vuelvo a
tumbarme. Giro un poco mi cabeza hacia abajo y veo como se explaya echándome
crema por la parte de delante de mis piernas. Se me escapa un resoplido cuando
sus manos suben por mis muslos. Después, se sienta a mi lado y echa algo de
crema en mi abdomen, masajeándolo de nuevo. Le miro con una ceja levantada y no
puedo evitar morderme el labio. Ante mi gesto, solo sonríe, pero no dice nada.
-Bueno… - cierra el bote de crema – ya estás protegida… -
dice frotando uno de mis brazos por última vez –
Sonrío y me incorporo un poco hasta quedarme a su altura.
Sonrío mirándole y susurro un gracias mientras dirijo mi mirada a su boca.
Decido no besarle, me apetece desesperarle un poco. He visto el deseo en sus
ojos, igual que él en los míos supongo. Me levanto dejándole allí y me dirijo
de nuevo al agua, girando mi cabeza sensualmente hacia él mientras me sumerjo
de nuevo en el mar. Tarda muy poco en seguirme. Me deslizo un poco a una zona
algo más profunda, donde todavía hago pie, pero el agua me cubre hasta casi el
cuello. Me sigue hasta notar como sus manos rodean mi cintura. Me parece una
situación romántica más que excitante, pero me encanta sentirme así, no pienso
sentirme culpable. Me abraza y me pega contra él, haciendo que pase mis manos
por su cuello. No tardamos ni un segundo más en comenzar a besarnos. El sabor a
sal mezclado con el suyo me encantan. Le rodeo la cintura con mis piernas y no
tardo en notar que aquello le está gustando. Dirige sus manos a mis caderas
hasta meterlas por debajo de mi braguita. Mi piel se eriza al notar su tacto.
-Sabes una cosa que siempre he querido hacer en la playa y
nunca he hecho? – digo sonriendo separándome un poco de él –
-El amor? – pregunta acercándose a mí con cara de deseo –
-Topless… - digo desabrochando mi parte de arriba del bikini
sin ningún pudor – wowwww – grito agitando mi sujetador por encima de mi cabeza
viéndole reir –
-Estás loca… - dice volviendo a pegarse a mí –
-Solo loca? – pregunto a escasos centímetros de su boca –
-No… - dice mirando hacia mis labios – estás muy buena
también…
-Jajajajaja! – exclamo sin soltar de mi mano la parte de
arriba del bikini – qué romántico… - digo irónica manteniendo la distancia con
él –
-Quieres que me ponga romántico? – dice en tono amenazante –
Trago saliva y decido cortar la conversación ahí. Estoy
demasiado excitada como para pensar en otra cosa. Vuelvo a besarle, esta vez
con más rabia. Me agarra de las caderas con firmeza y vuelvo a cruzar mis
piernas por las suyas. Los movimientos de nuestras caderas casi fusionadas me
están volviendo loca. Respiro acelerada y deshago los besos para abrazarme a
él, como si fuera un salvavidas.
-No podemos hacerlo aquí… - digo con una respiración agitada
– pero me muero por hacerlo… - confieso –
-Pff… - resopla acariciándome la espalda – quieres ir a otro
sitio?
-Si… - digo pensando absurdamente en que alguien nos pueda
ver –
-Ven… - agarra mi mano y camina por el agua –
-Espera… - digo poniéndome de nuevo la parte de arriba del
bikini –
-No sé para qué te la pones si te la voy a quitar enseguida…
- dice con voz ronca, dándome un beso en el cuello –
Me tiemblan las piernas al oírle hablar así. Salimos del
agua y me dirige hacia el acantilado de la izquierda de la playa. No había
visto que tenía una pequeña entrada que se asemeja a una cueva. Me hace pasar
agachándome y, cuando entro, mi exclamación de sorpresa se traslada por todo el
lugar. Es como si fuera una cueva, donde discurre el agua, pero por dentro del
acantilado. Jamás he estado en un sitio así. Me abraza desde atrás, poniendo
sus manos en mi abdomen, colando una de sus manos parcialmente por mi braguita.
Resoplo pensando en el deseo que siento ahora mismo y me giro. Al mirarle, veo
de nuevo el deseo furioso en sus ojos. Me besa apasionadamente, obligándome a
dar varios pasos hacia atrás. Me pega a las rocas, frías como el hielo. Pero
nada es suficiente para apaciguar este calor. El lugar es pequeño, pero lo
suficiente como para que me arrodille primero en el suelo, sin dejar de
besarle, y luego me tumbe, tumbándose él encima.
No tarda mucho en quitarme la parte de arriba y dirigir sus
labios a mis pechos. Se pasea por ellos como si los conociera de hace mucho
tiempo. Escucho mis gemidos mezclados con el romper de las olas y todavía me
excito más. Esto es una locura, pero me encanta. Me encanta sentirme normal,
sentir que puedo hacer lo que quiera cuando quiera, y eso solo me ha pasado con
él. En mis anteriores relaciones, nadie se había preocupado de hacerme sentir
libre. Espera, esto es una relación? Esto no es una relación. Esto es una
locura maravillosa, sin más.
Completamente desnudos, hacemos el amor de manera salvaje
pero con un punto que creo que nunca habíamos tenido. No sabría explicar cuál
es ese punto que lo hace diferente, pero lo es. Siento cosas diferentes cada
vez que le miro, cada vez que siento sus caricias. Mira que creía que no podía
disfrutar más del sexo, pero era mentira. Estoy disfrutando más que las
anteriores veces. Más que nunca.
Tras varios minutos respirando acompasadamente con su cuerpo
sobre el mío, se incorpora un poco para mirarme. Su mirada ya no tiene deseo,
tiene algo que me inspira ternura. Su pelo mojado por la humedad me parece
suave al tacto, no puedo parar de tocarlo. Sonríe con mi gesto y hace lo propio
con varios mechones de pelo que me caen sobre mis pechos. Los acaricia, hace
tirabuzones con ellos, hasta que vuelve a tumbarse sobre mi pecho. Cierro los
ojos al notar una punzada justo por debajo de donde Álex reposa su cabeza.
Diría que ha sido donde, como diría Ale, nacen las ansias, la infinita esencia.
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