Me alejo de todo el mundo. Definitivamente no estoy cómoda.
Ni con la situación, ni con estos zapatos de mierda que he decidido ponerme.
Necesito sentarme y calmarme un rato. Me pone nerviosa que Alejandro me mire de
vez en cuando con ese gesto tan serio. Seguro que piensa que debería hablar con
Álex, pero no puedo. Hoy no. No estoy preparada. Daría lo que fuera por salir
corriendo si supiera que Alejandro no se va a enfadar más. Me dirijo a la
cocina, vacía, no hay nadie allí. Perfecto, así puedo beber un poco de agua y tranquilizarme.
Y pensar. Pensar si debo hacer un esfuerzo o esperar a otro día. Dejo el vaso
de agua en la encimera y miro hacia la ventana. Se ve el jardín. Y veo a Álex
hablar con Pablo, riendo. Una profunda pena me inunda. Me gustaría poder
comportarme así también.
-Hola Malú
Una voz seca a mi espalda me hace asustarme. Cuando me giro,
veo a alguien que conozco. No le había visto durante la fiesta y no sé qué hace
aquí. Ni siquiera sé si alguien sabe que está aquí.
-Jaime, qué haces aquí? – pregunto incómoda –
-No soy bien recibido verdad? – dice con gesto irónico – es fácil
colarse en la casa de Alejandro con tanta gente… tendrás que avisarle…
-Deberías marcharte… - digo caminando hacia la puerta de la
cocina –
-No no, tú no te vas… - me agarra del brazo e intento
soltarme – sabes que, de no ser por ti, yo estaría también invitado a esta
fiesta? – me mira con gesto enfadado – ahí fuera está la gente con la que yo he
trabajado… - sigo intentando soltarme – pero me habéis jodido la vida… - su
aliento con olor a alcohol me da náuseas – así que ahora tú y yo vamos a
cobrarnos cuentas pendientes…
-Suéltame! – grito – me estás haciendo daño! – exclamo dándole
una patada en la tibia –
Al golpearle, me suelta y salgo corriendo hacia la puerta,
pero me detiene de nuevo, agarrándome de la cintura y pegándome a la pared. Veo
en sus ojos la furia propia de alguien que no está en sus cabales y empieza a
asustarme mucho la situación. Sonríe irónico y acerca su boca a la mía, pero le
escupo. Como le escupió Rose al gilipollas ese que no recuerdo como se llama en
Titanic. Pero no me sale tan bien como a ella, porque no me suelta, sino que me
apoya en la pared más fuerte, agarrándome de los brazos y pegándolos a la
pared.
-Soco… mmmm – intento gritar pero me tapa la boca con la una
mano –
-Me he quedado sin un duro mientras vosotros montáis estas
fiestas… - dice con rabia – esto no le va a gustar a Álex… - dice sonriendo
irónicamente –
Me agarra de un brazo y me lanza al suelo, haciéndome caer
de rodillas. Apenas me da tiempo a nada, lo tengo encima, agarrándome los
brazos por encima de la cara. Hago fuerza para intentar que me suelte, pero no
lo hace, no va a hacerlo, está desquiciado. Intento gritar de nuevo pero me lo
impide nuevamente, poniéndome la mano en la boca. Consigo morderle con todas
mis fuerzas.
-Ahhh! – exclama apartando la mano – hija de puta… - vuelve
a cogerme de las manos y a llevarlas por encima de mi cabeza –
-Suéltame joder! – exclamo intentando hacer fuerza con las
piernas –
Con una mano, sujeta mis manos por encima de la cabeza,
haciéndome daño en las muñecas. Y, con la otra, noto horrorizada como empieza a
subir por debajo de mi falda.
-Socorro!! – grito desesperada –
-Están muy animados en la fiesta… hay mucha música… - habla
pegado a mi boca – no te van a oir… puedes gritar lo que quieras… - dice
volviendo a meter su mano por debajo de mi falda –
-Suéltame hijo de puta! – grito –
Consigo doblar lo suficiente mi pierna derecha para propinarle
una patada en la entrepierna. Se arquea quejándose de dolor y consigo salir de
debajo de él. Intento ponerme de pie, mirando hacia la puerta, donde,
horrorizada, veo a Dylan observar la escena y salir corriendo. Sus manos
vuelven a agarrarme y a tirarme al suelo para, esta vez sí, emplear toda su
fuerza.
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