miércoles, 28 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 104: SE ME HABÍA OLVIDADO

Al entrar a su casa, lo primero que escucho es la voz de su madre, desesperada, repitiendo su nombre varias veces hasta que aparece por el pasillo. Llorando amargamente, se abrazan, haciéndome echar de menos en este momento un abrazo de mi madre. Miro al fondo del pasillo, al salón, y reconozco a todas las personas que hay allí. Vero, con su hija Carla, a la que solo había visto en foto. Alejandro con su hija Manuela, que tampoco conocía, pero reconozco su cara. Me sorprende verle aquí. También está Manu. Y Rosa, su mánager. Todos tienen los ojos empapados en lágrimas, pero intentan disimularlo.

El abrazo de su madre dura lo que debe durar un abrazo así. Tiene que parecer eterno. El miedo que ha tenido que pasar debe haber sido tremendo. Vero espera paciente tras Pepi, dispuesta a abrazar a su amiga, a su hermana, como si no pudiera volver a hacerlo más, como si fuera el último o el primer abrazo que se dan. Dejo a Dandy en el suelo, está inquieto, pero se queda a mi lado, mirándome. No sé exactamente qué hacer hasta que Alejandro se acerca a mí lentamente, con esa mirada comprensiva que le caracteriza, y, sin decir nada, me abraza con fuerza. Las pocas fuerzas que mantenía para contener el llanto, se desvanecen. Es como abrazar a un hermano realmente. Como abrazar a alguien de tu familia. A mi compadre, como él me llama. Sé que todos observan la escena compungidos, emocionados, pero mi emoción es superior a mi vergüenza… al deshacer el abrazo, me encuentro a Vero frente a mí, mirándome con lágrimas en los ojos y, sin decir nada, nadie parece poder hablar en este momento, me abraza de manera cariñosa. Suelto un resoplido intenso al abrazarla, estoy lleno de emociones en este momento y no sé cómo sacarlas.

Tras abrazarlos a todos, observo como Carla, temerosa, se acerca a Malú y un nudo en la garganta me impide incluso tragar saliva. Sé lo importante que es su ahijada para ella. La agarra en brazos y el llanto ténue pero profundo de Malú me hace volver a ponerme a llorar. Alejandro me mira, agarrando de los hombros a su hija, que me mira con gesto triste y avergonzado. Recuerdo que Alejandro me dijo en alguna ocasión que no paraba de escucharme. Sonrío intentando destensar la situación y me acerco a ella, pero antes de que pueda decir nada, me abraza como si me conociera. Me enternece tanto que no puedo evitar volver a llorar. Una niña a la que no conozco se alegra de verme. Alejandro nos observa, llorando ya sin reservas, igual que todos. Tras abrazar a Manu, veo como Manuela abraza a Malú y rompen a llorar de nuevo. Igual que Rosa, que ha estado esperando pacientemente, dejando patente ese carácter tranquilo que en muchas ocasiones Malú me ha remarcado. La mirada de Pepi se cruza con la mía. La última vez que la vi fue en aquel hospital, con su hija en una habitación. Acababa de perder al bebé y me acababa de echar de su vida. Por un momento, siento vergüenza al mirarla, pero desaparece al verla acercarse a mí y abrazarme de manera sincera. Incluso puedo sentir que ese abrazo es el más parecido al que me podría dar mi madre en este momento. Rompo a llorar de nuevo, no puedo evitarlo, no podría parar de llorar aunque quisiera.

-Estáis bien? – acierta a preguntar Alejandro, secándose las lágrimas –

Asiento y miro a Malú, que tiene agarrada de los hombros a Manuela, que continúa llorando emocionada.

-Venga… - dice Pepi agitando la cabeza, como recomponiéndose –

-Vais vestidos de hospital… - dice Vero mirándonos extrañada –

-Mejor así que con la ropa que llevábamos, créeme… - dice Malú con cierto tono de ironía – hola Danka, mi vida… - se agacha a saludarla en condiciones, algo emocionada –

Me quedo parado hasta que noto la mano de Vero agarrarme y arrastrarme al salón con ellos. Estoy algo sobrepasado por la situación, saturado por este día y por las emociones que me fluyen sin parar. Creo que tardaré bastante en asimilarlo todo. Es más, durante unos segundos siento temor de no poder asimilar este día en mi vida. Veo el sofá y tengo unas ganas locas de sentarme, pero creo que tengo más ganas de una ducha.

El sonido de la televisión me hace mirarla, con tan mala suerte que están hablando de los fallecidos ya identificados. Ni siquiera sé cuánta gente ha sido, solo sé que mucha. De repente, la foto de Adrián, aparece en pantalla.

“Adrián Martínez, enfermero de profesión, viajaba en el tren para dirigirse a ver a su familia. La muerte le sorprendió en ese vagón…”

No puedo escuchar nada más. Me quedo paralizado mirándole y no puedo evitar que a mi mente vengan las noches trabajando con él. No es que fuera uno de mis mejores amigos, pero sí era un buen compañero. Un tío siempre con una sonrisa por delante. Como en la fotografía. Agacho la cabeza abatido y apoyo mis manos en el sofá.

-Esto no puede estar pasando… - susurro con rabia -

-Mamá, apagad la tele por favor… - escucho decir a Malú – es él? – pregunta poniendo una mano en mi espalda –

Asiento sin poder contestar. Resoplo intentando espantar las ganas inmensas de llorar que tengo ahora mismo, pero me es imposible. Comienzo a llorar, intentando que sea en silencio, me da una vergüenza tremenda hacerlo delante de ellos, pero no lo puedo evitar. No puedo evitar sentirme incluso culpable por estar aquí.

-Manuela, llévate a Carla arriba vale? – escucho decir a Alejandro –

-Pero papá… - escucho que rechista en voz baja –

-Manuela… - vuelvo a escuchar el tono de súplica de Alejandro –

Escucho como se lleva a la niña, quizá para que no haga preguntas sobre lo que ha pasado. Malú continúa con su mano en mi espalda, intentando que no me venga abajo, pero es imposible, es imposible si recuerdo todo lo que he visto. Es imposible si pienso en que yo podría ser uno de los que ahora salen en fotografía. Es imposible si pienso que ella podría ser uno de ellos.

-Vamos Álex… - escucho a Vero – siéntate… - la miro con los ojos empañados en lágrimas – tú también Malú…

Nos sentamos en el sofá y restriego mis ojos con fuerza, intentando eliminar todo atisbo de llanto en ellos. Apoyo mis codos en mis rodillas y escondo mi cara entre mis manos. Veo la taza humeante que me ofrece Vero. No sé si tengo sed, si tengo hambre, o si tengo ganas de vomitar. No sé qué siento pero sé que no va a sentarme mal tomar algo así. No sé cuantas horas llevo sin beber nada. De repente, mi cuerpo, como si supiera que todo ha terminado, se destensa, y comienza a dolerme de arriba abajo. Noto un dolor de cabeza intenso, que sube desde las cervicales y, de allí se extiende por mi columna, hacia mis brazos, cansados de cargar camillas, y mis piernas, cansadas de correr. A mi lado, Malú se recuesta al lado de su madre, sin decir una palabra, solo oigo a Pepi decir de vez en cuando palabras cariñosas hacia ella mientras acaricia su pelo. A mi derecha, se sienta Alejandro que pone una mano en mi rodilla y me hace mirarle.

-Conocías a ese chico? – pregunta Alejandro refiriéndose a Adrián –

-Era compañero del hospital… - respondo con un hilo de voz –

-Lo siento… - dice pasando su brazo izquierdo por mis hombros – esto es un desastre… - dice sincero –

-Es la frase que más he escuchado hoy… - digo con una sonrisa irónica –

-Qué hacéis todos aquí? – pregunta Malú todavía emocionada, con la cabeza apoyada en el hombro de su madre –

-Y dónde quieres que estemos cariño? – pregunta Rosa de manera dulce -  

-Raquel se ha quedado con Dylan… - dice ofreciéndome un vaso de agua, que recibo con mucha sed de repente – Manuela se ha empeñado en venir… - su voz suena como justificándose – estaba muy nerviosa…

-He tenido que recoger a Carla del colegio… - dice Vero como reflexionando – han suspendido las clases… - asiento casi sin escucharla – me ha llevado Manu… no podía conducir conforme me estaba temblando el cuerpo…

-Tu hermano no ha podido venir desde Algeciras con tu padre… - escucho a Pepi emocionada – ni trenes, ni aviones… y, por supuesto, les he prohibido coger el coche… - dice convencida – con lo nerviosos que estaban, nada más nos faltaba… - sonrío tiernamente al mirar cómo abraza a su hija, como si fuera una niña pequeña –

-Su hermana y sus padres tampoco han podido coger un avión… - dice Malú, haciendo que la mire – están fuera…

Hay un silencio sepulcral tras sus palabras. Pienso en ellos y, de nuevo, siento un nudo en la garganta que me gustaría poder quitarme en algún momento este día, pero dudo mucho que pueda hacerlo.

-He leído lo que ha escrito tu hermana… - dice Vero sacando el móvil –

-Donde? – pregunto interrogante –

Me presta su móvil y puedo leer el mensaje en cierta red social.

“La mejor noticia que podían darme hoy, dentro de todo este horror, es que mi hermano está sano y salvo. Te quiero Álex. Me muero por darte un abrazo”

Sonrío al leerlo. Sonrío emocionado y vuelvo de nuevo a tener ganas de llorar, no puedo frenarlas. Vero coge su móvil un segundo y me muestra otro mensaje, haciendo que Malú lo lea también.

“Y nunca podré olvidar que quien me ha dado esa noticia has sido tú, Malú. No sabes cuánto me alegro que tú también estés a salvo. Eres muy grande”

-Joder… - susurra Malú justo antes de echarse a llorar –

-Hermanita… - susurro sonriendo emocionado, negando con la cabeza –

-Ella solita se ha encargado… - dice Vero cogiendo su móvil – no sabes cuánta gente me ha llamado… - dice mirando a Malú –

-No quiero mirar mi móvil… - dice sacándolo de su bolsillo y dejándolo sobre la mesa –

-No lo mires cielo… - dice Pepi – ya nos encargamos nosotros… - suspira – sabes que las noticias van como la pólvora… - asiento sin mirarla –

-Estabas allí desde el principio? – pregunta Alejandro mirándome –

-Estaba dentro… - asiento serio, sin decir nada más –

-Ha tenido que ser horrible… - dice Vero compungida –

-Horrible es poco… - digo sincero – voy a llamar a la familia de Tere… - digo mirando a Malú mientras me levanto del sofá, viendo como asiente –

Salgo del salón hacia el pasillo y marco el número de su hija. Suspiro un par de veces antes de comenzar a escuchar los tonos. La voz de su hija, algo emocionada, me devuelve ese nudo en la garganta que estoy empezando a aborrecer.

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

-No me puedo creer que hayas ido allí… - escucho a Vero mientras se sienta a mi lado –

-No hablemos de eso ahora Vero… - digo mirándola a ella y a Manu, que me mira con gesto triste – necesito una ducha… - digo recostándome en el sofá, con la taza todavía en las manos -

-Os han mirado en el hospital? – pregunta Rosa mirando mi brazo –

-Álex me ha cosido esto… - digo señalándome la herida, escuchando un suspiro de mi madre al verlo – pero estamos bien… no tenemos nada más…

-Eras tú la que llevaba una niña en brazos cuando ha explotado la última bomba verdad? – pregunta Manu de repente –

Le miro y, sin poder siquiera asentir, agacho la cabeza. Me da pavor que mi madre haya visto eso. Habrá pensado cualquier cosa. La miro y está llorando, no ha dejado de hacerlo desde que me ha visto.

-Y Álex el que ha ido corriendo hacia ti… - completa Alejandro, haciéndome romper a llorar al recordarlo –

-Vale nena… - dice Vero cogiéndome el brazo con cariño – todo esto ha sido muy fuerte para todos… pero para vosotros todavía más… - dice compadeciéndose – lo importante es que estáis bien…

-Lo ha visto todo el mundo… - digo con cierta sensación de agobio –

-No se habrá dado cuenta todo el mundo… - dice Manu – nosotros, que sabíamos que estabas allí… - dice intentando restarle importancia – lo hemos visto en directo y nos has parecido tú, pero no se distinguía mucho…

-Ay por dios, dejad de recordarme eso… - dice mi madre levantándose del sofá – me tiembla todo el cuerpo si lo pienso…

La miro compadeciéndome de su dolor. Lo habrán pasado tan mal estando aquí… más todavía si me han reconocido. Resoplo y miro hacia el pasillo. Veo a Álex apoyado en la pared y puedo hasta escucharle sollozar. Alejandro me mira y decido contar por encima lo que ha pasado.

-Dos de sus mejores amigos están en la UCI – digo mirando mi taza – Tere y Fran… - suspiro – por eso vamos de verde… - digo mirándome la ropa – hemos entrado a verles antes de irnos del hospital… - me miran sorprendidos – A Fran lo ha sacado él mismo antes de que se derrumbara la estación… - digo mirando hacia el pasillo con cierta admiración – A Tere le ha salvado la vida después de la última explosión… - resoplo – le había afectado a los pulmones… - digo sin entrar en más detalles –

-Joder… - exclama Manu impresionado –

-Está saturado… - digo compungida – y luego lo de Adrián, su compañero… - niego con la cabeza intentando no emocionarme – no sabéis lo que era ese hospital… - resoplo – era un caos absoluto…

-Dónde está su familia? – pregunta Rosa cogiéndome la mano –

-Su hermana en Francia y sus padres en Canarias… - niego con la cabeza de nuevo – no iba a dejar que pasara la noche solo, va a quedarse aquí… - digo convencida y mi madre asiente – no pueden volver en avión, no hay vuelos…

-Han cerrado el espacio aéreo... – dice Alejandro – tu avión es de los últimos que ha podido aterrizar… - le miro sorprendida – supongo que mañana volverán a abrirlo, ha sido por precaución… - dice intentando tranquilizarme – se han extendido muchos bulos de más amenazas de bomba y… - no continúa hablando -

-Qué desastre… - digo reflexiva pensando en todas las imágenes de aquella estación que se agolpan en mi cabeza y que parecen ahora tan lejanas –

-Bueno… - escucho su voz a mi espalda y me doy la vuelta, viendo como sus ojos están rojos – parece que Tere se ha espabilado un poco más y está mejor… - dice guardando su móvil en el bolsillo de la camiseta verde –

Asiento obligándome a poner una sonrisa que le reconforte y le agarro la mano con fuerza. Me sonríe de medio lado y le oigo suspirar. Está agotado. Y necesitará una ducha tanto como yo.

-Necesitas una ducha… - digo levantándome del sofá – vente arriba… - digo convencida, sabiendo que los allí presentes me están mirando –

-No te preocupes – dice frenándome – tú lo que necesitas es descansar… - dice mirándome intensamente –

-Bueno – dice Vero levantándose del sofá – como creo que esta conversación no tendría fin, tenemos que tomar las riendas nosotros… - dice con tono decidido – así que tú y tú – nos señala – a la ducha y a descansar…

Nos miramos sorprendidos y los dos esbozamos una sonrisa agradecida.

-Eso, voy a prepararla… - dice mi madre levantándose del sofá –

-Tú te quedas aquí hoy… - dice Vero señalando a Álex – ni de coña te vas a ninguna parte… - Álex baja la cabeza sonriendo levemente – así que venga, arriba… - señala las escaleras, acompañándonos – nosotros nos encargamos de todo lo demás…

Sonrío sin poder evitarlo al ver como Vero, pese a todo lo que ha pasado, siempre consigue hacerme sentir bien. Digamos que es esa persona que siempre da el do de pecho cuando cuando se le necesita. Algo así como Tere para Álex. Pobre Tere, me pongo triste si pienso en ella. Y me siento orgullosa de Álex si pienso en cómo le ha salvado la vida. Al subir a mi habitación, le indico a Álex que va a ducharse en mi baño. Al principio se niega, pero consigo convencerle.

-Tenía que haber cogido algo de ropa de casa… - dice algo contrariado en la puerta del baño –

-Espera… - digo cayendo en la cuenta y dirigiéndome a mi armario –

Le veo esperar mirándome extrañado y, tras rebuscar en uno de los cajones, encuentro lo que buscaba. Me mira entre sorprendido e incrédulo, mirando la ropa y a mí alternativamente.

-Lo tenía guardado… debiste dejártelo algún día hace tiempo - digo entregándole su pijama, intentando no dejarme embargar por la emoción – no te lo devolví…

-Joder Malú… - acierta a decir mirando su pijama, viendo como sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo –

Sin decir nada, agarra su pijama. Recuerdo cuando lo guardé en el cajón, días después de acabar toda relación con él hace más de un año. No sé por qué lo guardé, no sé por qué no se lo devolví o, directamente, lo tiré. Simplemente lo guardé ahí, quizá manteniendo la esperanza de, en algún momento, poder volver a usarlo como lo usaba cuando se quedaba a dormir en casa. No puedo evitar recordar aquellos momentos y como todo se estropeó por mi enorme estupidez. Me siento estúpida. Cómo pude arriesgarme a perderle de esa manera en aquella ocasión? Cómo pude ser capaz de echar de mi vida a una persona como él? Me siento tan mal que ni siquiera puedo mirarle a la cara. Ni siquiera soy consciente de que va a abrazarme hasta que lo hace. Lo hace y se echa a llorar de nuevo. No ha dejado de hacerlo desde que ha entrado por la puerta. Me parte el alma verle así. Es como ver que se resquebraja a cada segundo, no puedo soportarlo. Le abrazo con fuerza, con toda la fuerza que puedo.

-Si hasta tengo calzoncillos… - dice separándose e intentando quitarle hierro al asunto secándose las lágrimas, haciéndome reir levemente –

-Lo guardé conforme estaba… - digo – pero lo lavé eh? – digo sorprendiéndome por mi tono distendido, no pensaba que hoy pudiera ponerlo –

-Eres… - dice sin acabar la frase –

Como si no pudiera encontrar las palabras y lo mejor que pudiera hacer para completarla fuera besarme, se acerca a mí y me besa en la frente, como tantas otras veces, dejándome una sensación de amor intensísima.

-Me ducharé abajo, si necesitas algo dímelo vale? – digo intentando que se sienta cómodo –

-Lo que necesito es dormir contigo… - dice con voz tímida pero segura – es lo único que puede reconfortarme hoy… - me acaricia la cara con una mano – voy a ducharme o volveré a ponerme a llorar como un gilipollas… - dice agitando su cabeza y abriendo la puerta del baño –

Sonrío emocionada sin poder evitarlo y, tras ver como cierra la puerta, suspiro y vuelvo a mi armario, cogiendo un pijama y una toalla y bajando las escaleras. Abajo, en el salón, continúan ellos. Sé que no van a irse de aquí hasta que vean como me meto en la cama. De hecho, dudo que mi madre se vaya, pero no me importa, voy a dormir con él, eso lo tengo claro. También es lo único que puede reconfortarme hoy. Les veo observarme cuando entro al baño. Me desvisto, dejando sobre el bidé ese pijama verde del hospital y abriendo el grifo. Me meto bajo la ducha como si fuera lo último que hago, necesito sentir el agua. Es como si necesitara sentir que mis heridas se limpian. Y no las superficiales, sino las profundas, las que van por dentro. Esas que me han dejado este día. Esas que me han dejado la sensación de no saber si Álex estaba vivo o no. Esas que me han dejado las imágenes de esa estación, repleta de heridos. Esas que me han dejado los sentimientos que se han ido transformando a lo largo del día.

Bajo el agua, reflexiono sobre cómo ha empezado el día y cómo está acabando. En el avión, estaba deseando poner un pie en tierra y que llegase la hora de comer para comérmelo a besos cuando llegar a casa. Y, conforme han ido pasando las horas, he llegado a pensar que eso no iba a volver a pasar, que ni siquiera íbamos a tener la oportunidad de volver a empezar algo que nunca debió terminar. Las lágrimas que brotan de mis ojos se entremezclan con el agua caliente de la ducha. Hoy he pasado tanto miedo que dudo mucho que, en algún momento de mi vida, vuelva a sentirlo.

Salgo de la ducha y, sin pasar por el salón, subo a la habitación, secándome el pelo con la toalla, absorta en mis pensamientos. Repaso uno a uno todos los momentos de hoy, como si no pudiera dejar de hacerlo. Al entrar a la habitación, lo encuentro sentado en la cama, con los codos apoyados en las rodillas y tapándose la cara con las manos, el pelo mojado y el pijama puesto. Al oírme, alza la mirada y la aparta rápidamente. No quiere que le vea llorar, pero ha vuelto a hacerlo. Supongo que en el ducha. Me acerco a él y me siento a su lado, haciendo que me mire. Su mirada es de profunda tristeza. Me parte el alma una vez más. Acaricio su espalda y pega un pequeño respingo. Le miro extrañada y, sin decir nada, levanto su camiseta.

-Son arañazos… - dice restándole importancia – podrías echarme un poco de agua oxigenada o algo así? – dice con voz tímida – no quiero que se infecten…

Observo su espalda, repleta de arañazos y golpes, como si hubiera estado fustigándose durante horas. Siento unas ganas de llorar terribles al ver esa imagen. Escucho unos pasos y, en la puerta, veo a mi madre observarnos, con gesto expectante. Me levanto del sofá hacia el baño, sin decir nada. Al volver, veo como mi madre observa la espalda de Álex, algo escandalizada, pero disimulando supongo que para no hacerle sentir mal. Álex me mira con gesto avergonzado. Echo un poco de agua oxigenada en un trozo de gasa y voy impregnando su espalda despacio, escuchando como se queja en silencio.

-Quieres que volvamos al hospital? – pregunto de forma comedida –

-No… - responde convencido –

-Seguro? – pregunta mi madre – te acercamos en un momento…

-No Pepi… - niega con la cabeza – de verdad… - suspira – lo que quiero es que este puto día se acabe…

Su voz amarga y sincera me hace notar un nudo en mi garganta. Físicamente está agotado, pero psicológicamente está peor. Y me doy cuenta que yo también. Dejo el agua oxigenada sobre la mesita de noche, bajo la atenta mirada de mi madre, que me mira con ternura y me hace sentir algo de vergüenza. Soy consciente que está notando la manera en la que me preocupo por él. Y sé que nunca me había visto así con nadie. No hace falta que le diga nada, ya sabe lo que siento, es mi madre y ella, con una mirada, lo adivina todo sobre mí.

-Venga, os he preparado un caldo calentito… - dice mi madre poniendo una mano sobre el hombro de Álex – os vendrá bien…

-Gracias Pepi… - responde Álex sonriendo levemente mientras se levanta de la cama –

Les sigo por las escaleras y veo que todavía todos siguen allí. Incluso Manuela y Carla están abajo. No puedo evitar mirar a Carla y sentir una emoción enorme. Siento debilidad por esa niña, es tan inocente, tan pura, la quiero tanto… casi como si fuera mi hija. Nos sentamos de nuevo en el sofá, bajo la atenta mirada de todos, que apenas dicen una palabra. Huelo el aroma de la sopa de mi madre y me transporta a aquellos días cuando era pequeña y me ponía enferma y aquella sopa era como milagrosa. Es la misma. Sonrío sin poder evitarlo.

-Mejor? – dice Alejandro poniendo una mano sobre la pierna de Álex –

Álex asiente agradecido mientras sopla tímidamente la taza y toma un sorbo. Veo como esboza una pequeña sonrisa al probarla y no puedo evitar imitarle.

-Creo que es mejor que os dejemos descansar… - dice Vero levantándose del sofá – mañana será otro día… - dice con evidente pesar –

Álex la mira y asiente. Hago lo mismo, de manera agradecida, no me apetece seguir hablando. Observo a mi madre, sentada en la silla, creo que sin saber exactamente qué hacer. Sé que sabe lo que pienso.

-Hija, no me pidas que me vaya… - dice en voz baja mirándome –

-Mamá… - digo sonriendo algo enternecida – no voy a pedirte eso… - sonrío –

Veo como Álex deja la taza vacía sobre la mesa y nos mira. Creo que no ha escuchado lo que acabamos de decir, pero observa a mi madre y sonríe. Supongo que se lo imagina al ver como todos se ponen las chaquetas menos ella.

-Os llevo a casa Vero… - dice Manu – mañana recogerás tu coche… - Vero asiente poniéndole la chaqueta a Carla, que tiene una cara de sueño evidente –

Me levanto del sofá y, al primero que abrazo, es a Alejandro. Me pega a él como si fuera la última vez que me ve. Las lágrimas vuelven a brotar por mis ojos, cuando pensaba que no podrían volver a hacerlo. Vuelve a pasarme lo mismo con Vero, con Rosa y con Manu. Álex se seca las lágrimas, ya menos intensas, al abrazarse a todos ellos. Creo que no hace falta decir nada. Manuela me mira con una cara propia de una niña de 15 años que comienza a entender la mierda de mundo en el que vivimos. Me jode tanto eso. Me jode tanto saber que ha sido plenamente consciente de lo que ha ocurrido hoy. Es como haberse dado de bruces con la realidad. Es una niña tan especial para mí... si Alejandro es cómo mi hermano, mi relación con ella es como la de una sobrina. A veces me recuerda a mí cuando tenía su edad. Carla, por su parte, se abraza a mí de una manera tan cariñosa que me rompe en mil pedazos. Apoya su cabecita en mi hombro y me viene a la cabeza esa niña a la que he recogido justo antes de explotar la última bomba. Tan frágil, tan llena de vida, tan inocente… tan injusto todo. Les veo salir por la puerta y, al cerrarse, suspiro profundamente. Álex pasa su brazo sobre mis hombros y me hace abrazarle. Hay gente que sabe abrazar, no todo el mundo sabe hacerlo. Hay gente que sabe en qué momento exacto y de qué manera necesitas un abrazo. Y él es una de esas personas. Escucho a mi madre suspirar mientras recoge las tazas de la mesa.

-Sabes que quiere quedarse verdad? – digo intentando excusarme –

-Claro que lo sé… - responde sin deshacer el abrazo – y lo entiendo… - dice con voz dulce – y si quiere dormir contigo, también lo entenderé…

-No Álex… - me apresuro en contestar – necesito terminar este día como lo hubiéramos terminado si nada de esto hubiera pasado… - digo mirándole –

-Me hubieras dejado quedarme a dormir? – dice sonriendo tiernamente, quitándome un mechón de pelo de la cara –

-Te hubiera obligado a que te quedaras a dormir… - respondo mirándole –

Le veo de nuevo sonreír, de una manera sincera, y deja un beso en mis labios, todavía con sus manos en mi cintura. Escucho a mi madre caminar por el salón, sé que nos ha visto, y no puedo evitar sentirme un tanto avergonzada. Agarro su mano y entro de nuevo al salón, donde está mi madre, limpiando la mesa.

-Mamá… - digo acercándome a ella – ya recogeremos esto mañana… tú también tienes que descansar… - digo con voz dulce –

-Ay Malú… - suspira y noto como se emociona de nuevo – no me puedo creer que esto haya pasado…

-Mamá… - digo compungida –

-Voy… - escucho la voz de Álex con timidez – voy a llamar a mi madre para decirle que ya estoy en casa… - carraspea – bueno, en tu casa… - dice algo apurado –

Sonrío sin poder evitarlo al verle algo apurado por la frase. Le veo dirigirse al pasillo y observo como mi madre me mira. Sé que espera que le diga algo, o quizá no.

-Dormiré en la habitación de invitados… - dice mi madre de repente –

-Joder… - susurro sorprendida – no me hagas explicártelo ahora mamá… - le ruego totalmente avergonzada –

-Crees que después de contarme Vero que has ido a buscarle, necesito que me expliques algo? – dice mi madre con una calma impropia en ella, haciendo que me avergüence todavía más - si te llega a pasar algo... - dice amargamente - 

-Es largo de explicar mamá… - digo avergonzada – pero esto no es de hoy… - digo mirando a Álex mientras habla por teléfono en el pasillo –

-Lo sé… - dice mirándome cariñosa – no es el momento de hablar… - dice mi madre intentando recomponerse – no le importa que me quede verdad? – dice mirándole –

-Claro que no… - respondo mirándole tiernamente como sigue hablando en el pasillo – solo queremos… - me freno sintiendo una vergüenza terrible –

-Dormir juntos… - completa mi madre la frase – ay mi vida… - dice emocionada acariciándome de nuevo el pelo – qué hubiera hecho yo si te pasa algo… - niega con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas –

-Mamá… - niego – no pienses en eso… - digo intentando serenarme – entiendes que se quede verdad?

-Cómo no voy a entenderlo? – dice mi madre algo sorprendida – con su familia fuera y después de todo lo que habrá pasado hoy el pobre… - dice con tono compasivo – no es una noche para que la pase solo… yo también querría que si no estuviera, alguien se quedara contigo… - dice mi madre convencida – estaré en la habitación si necesitáis algo cariño…

Me sorprende tanto la comprensión de mi madre. Mi madre a veces peca mucho de hacer demasiadas preguntas en momentos en los que no necesito eso, sino una mirada comprensiva. Justo lo que está haciendo ahora. Tengo tanta suerte de tenerla a mi lado. Veo como mi madre se dirige hacia el pasillo y la sigo. Pone una mano sobre el hombro de Álex, que intenta disimular que está llorando.

-Descansa hijo… - dice en voz baja, dándole un beso en la mejilla mientras sigue con el teléfono pegado al auricular –

Veo como Álex me mira y esboza una sonrisa emocionada y agradecida hacia mi madre, que le hace una caricia en la mejilla de manera cariñosa. Me quedo a su lado, escuchando sin querer cómo sigue hablando con su madre.

-Sí mamá… - dice respirando hondo, intentando serenarse – la madre de Malú se queda con nosotros… - suspira – no te preocupes… - me mira apretando la mandíbula – lo sé, pero mañana podréis volver… - asiente – yo también te quiero mamá… - sonrío enternecida – dale un beso a papá de mi parte… - asiento – vale… - suspira de nuevo – te llamaré mañana… - carraspea – pero tranquila vale? Descansa, no pienses en nada malo… - se apresura en pedirle – estoy bien y eso es lo importante… - asiente – y yo… - sonríe levemente – se lo daré de tu parte… - dice mirándome – un beso mamá…

Le observo colgar el teléfono y cómo se queda mirando a la pantalla, como si necesitara unos segundos para recomponerse. Me mira y, sin decir nada, de nuevo vuelve a abrazarme. Esta vez, necesita que le abrace yo, necesita que le sostenga. Sé lo que he sentido cuando me he abrazado con mi madre y sé lo que él ha echado de menos eso hoy. Sin decir nada más, le agarro de la mano y subimos las escaleras. Al entrar a la habitación, como si recordásemos en que lado dormíamos cada uno, se dirige a la otra parte de la cama.

-Mi madre dice que gracias y que le des las gracias a tu madre… - dice con tono cansado – creo que se ha quedado más tranquila…

-Pobre… - digo apartando las sábanas – tiene que haber pasado mucho miedo…

Le veo asentir mientras se mete en la cama. Al taparnos, nos miramos un segundo y, sin decir nada, se gira hacia mí y se abraza a mi cuerpo, haciéndome abrir los brazos para recibirle. Apoya su rostro sobre mi pecho y no puedo evitar pensar que esa posición era en la que solíamos dormir hace tanto tiempo.

-Dios… - dice acurrucándose – se me había olvidado lo mucho que me gustaba hacer esto… - dice con voz sincera –

Mis ojos se empañan de nuevo y no puedo evitar volver a romper a llorar. Rompo a llorar al pensar en todo lo que me he perdido hasta ahora. Y no puedo evitar maldecir el día en el que decidí que lo mejor era separarme de él. Lo mejor hubiera sido aceptar que lo que nos pasó le puede pasar a cualquiera. Pero no, elegí sufrir y elegí que sufriera él. He sido tan estúpida. Le perdí una vez y he estado a punto de perderle del todo. Una presión en el pecho se instaura en mi cuerpo al pensar en esa idea.

-Malú… - se incorpora al sentir como estoy llorando de nuevo – no pienses en nada vale? – dice como si pudiera leerme la mente –

-Álex… yo… - digo con voz entrecortada, quiero decirle tantas cosas y no sé ni siquiera por donde empezar –

-No… - pone un dedo sobre mis labios – no lo hagamos hoy… - dice a modo de súplica – no quiero que este día de mierda me recuerde que fue el día que tuvimos esa conversación… - su voz suena con tono de rabia –


Asiento entendiendo que exactamente es eso lo que yo tampoco quiero. He esperado tanto tiempo a hablar de esto que no sería justo que lo hiciéramos hoy, en un día tan triste. Aunque, realmente, pienso que no hace falta que digamos una palabra. Me mira emocionado y se incorpora un poco más para besarme en los labios. Y nada más. No dice nada más. Ni yo tampoco. Vuelve a acurrucarse a mi lado, posando su rostro sobre mi pecho y acariciándome el abdomen levemente. Acaricio su pelo, todavía reprimiendo las lágrimas. No sé qué hubiera hecho si el día de hoy no hubiera acabado así. No sé qué hubiera hecho si no hubiera vuelto a verle. Mientras pienso en todo eso, y pensando que no voy a poder conciliar el sueño, el cansancio, el agotamiento físico y mental, me hacen caer en un profundo sueño, aferrada a él y él aferrado a mí, como si fuera el único lugar en el mundo donde poder sentirme segura. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario