viernes, 11 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 7: RELACIONES

Es raro estar en casa de Malú con tanta gente famosa. Con algunos ya tengo confianza suficiente como para atreverme a gastar alguna broma, con otros tengo que pensármelo todavía un poco, no sé cómo son. La verdad es que lo que ha pasado con Yaiza en cierto modo me ha abierto “puertas” por así decirlo. Digamos que soy el foco de todos los flashes, me preguntan cosas, de repente sacan de nuevo la conversación, y yo lo recibo con serenidad, nada de molestarme.

-De verdad que ha sido flipante eh? – dice Melendi –

-A mi lo que más me ha impresionado es cómo la animabas – dice Rosario – te aseguro que cuando estás pariendo todas esas palabras se agradecen, te da la sensación de que te dan fuerzas... – sonrío agradecido –

-Pero tú no eres ginecólogo, como es que sabías hacerlo? – pregunta Jose, el hermano de Malú –

Me ha presentado a toda su banda, y todos me han abrazado como si me conocieran de toda la vida. Malú me ha explicado varias veces que son como una familia y que ese niño es como si fuese de todos porque han vivido el embarazo muy de cerca. Siento gran alivio de que todo haya salido bien, sino me hubiera buscado muchas enemistades.

-Tenía que aprender aunque no sea ginecólogo… - digo bebiendo de mi vaso – y menos mal porque con este ya son 3 los partos que me he encontrado yo solo…

-3? – pregunta impresionada Malú –

-Si… - contesto alzando los hombros – trabajé unos meses en una ambulancia… empezaba a ser ya una coña entre nosotros, me decían que se ponían de parto al verme…

-Jajajajaja! – ríen todos –

-Yo llegaba al domicilio y es que llegaba y estaba casi el niño fuera… como le ha pasado a Yaiza… - niego con la cabeza – son casualidades… la mayoría de mis compañeros nunca han atendido ninguno…

-Entonces cuando mi mujer se ponga de parto, te llamo no? – dice Melendi –

-No – exclamo – no me llames…

-Jajajaja! – ríe dándome una palmada en el hombro –

Procuro no beber demasiado, no quiero liarla ni hablar más de la cuenta. Teniendo en cuenta que hoy ha sido mi estreno, como mi puesta de largo, no está nada mal haber acabado en casa de Malú con toda esta gente. Quizá consiga integrarme en este mundillo y hacer amigos, como Pablo por ejemplo, con el que llevo toda la noche gastando bromas. Somos parecidos en cuanto al humor se refiere, aunque yo estoy bastante más cortado que él.

-A mi lo que me sorprende es cómo empezaste todo esto – dice Pablo Alborán – me recuerda un poco a lo mío…

-Creo que hay una cosa que no sabes del todo… - dice Malú – yo te escuché antes de que saliera tu disco… por culpa de éste – señala a Alejandro – me dijo, mira qué bien canta este chaval…

-Es verdad… canta bien o no? – dice Alejandro – si yo tengo mucho ojo…

-Sabía que  me habías escuchado porque colgaste un vídeo mío en twitter que me dejaste flipando… - digo con total naturalidad –

-Pues habló con gente para que te buscaran… - dice Malú de manera traviesa – que estaba yo delante vamos…

-Bueno… algo así fue… - dice Alejandro restándole importancia – no había tenido oportunidad de conocerte, y mira que tenía ganas…

-Se ha quedado mudo… - dice Pablo riéndose –

-Yo nunca me quedo mudo… - digo aparentando chulería – necesito sentarme para asimilar todo esto… - pongo cara de estar mareado –

-Jajajajaja! – se ríen todos –

-Ya hablaremos más despacio de todo eso… - dice Alejandro – tengo ideas que me gustaría comentarte

-A mí? – me señalo extrañado –

-Mira que cara de susto pone – me señala Melendi –

-Le estáis asustando eh? – dice Malú poniendo una mano sobre mi hombro – y en mi casa solo asusto yo.

-Uhhhhh!! – gritan todos con sorna – ha aparecido la jefa, despejen la sala, hay que evacuar – exclama Melendi –

-Eres muy imbécil… - contesta sonriente – oye tendremos que hacernos una foto o algo no?

-Yo me voy a hacer un selfie con la matrona – digo levantándome de la silla – ven ven – digo agarrando a Malú por los hombros

-La matrona jajajaja! – estalla en una carcajada – pero si no he hecho nada!!

Estiro mi brazo y saco una foto. Cuando la veo me resulta imposible haber salido tan bien en un selfie.

-Pásamela – dice cogiendo su móvil – me va a venir bien tener el teléfono de un médico a mano…

Escucho una risilla proveniente del grupo que está al otro lado del salón pero no alcanzo a ver quién se ha reído así. Me cae bien, muy bien. Es bastante más espontánea de lo que yo pensaba en un principio. En un primer momento me había parecido hasta seria, pero la verdad es que no es así. Y lo mismo podría decir de los demás, la verdad es que todavía estoy sorprendido por lo que ha pasado hoy. Más todavía cuando vuelvo a recordar que hace un año ni siquiera me planteaba que pasara algo parecido a lo que ha pasado hoy.

A las 4 de la mañana pasadas, empiezan las primeras bajas. La verdad es que ansío tanto una ducha que me apetece irme a casa ya a descansar y digerir todo esto.

-Te vas tú también? – dice Malú con cara de pena – y si se pone de parto alguien qué vamos a hacer?

-Jajajaja! – río – no tienes a ninguna embarazada en tu casa… - sonrío –

-Te llevo Álex? – pregunta Pablo despidiéndose de Malú –

-Vivo aquí al lado… - digo riendo –

-Como aquí al lado? – pregunta Malú sorprendida –

-Como a dos calles de aquí… - sigo riendo – me he quedado de piedra cuando me has dicho que vivías aquí…

-Buenooooo – escucho la voz de Melendi a mi espalda – a dos calles nada menos…

Me ha resultado raro el tono que ha empleado pero decido obviarlo. Me despido de Malú con dos besos y un cariñoso abrazo y me asegura que va a llamarme para ir a ver a Yaiza. No se me hace extraño, estamos a dos calles de distancia, podríamos ir juntos.

Al salir a la calle, me despido de Pablo, que se monta en su coche a toda prisa. Hace bastante frío, está cayendo esa especia de aguanieve que no consigue llenar las calles de color blanco pero sí helar los huesos. Pero mis huesos están helados por otra razón, y es que me he dejado la chaqueta en casa de Malú. Farfullando, doy media vuelta y deshago los pocos pasos que he dado. Toco al timbre un tanto cortado, va a pensar que soy gilipollas.

-Si? – responde un tanto temerosa –

-Malú, soy Álex, me he dejado la chaqueta y voy a tener que amputarme los dedos en breve… - digo avergonzado –

-Jajajaja – escucho cómo se ríe –

Se abre la puerta y vuelvo a entrar al jardín. Subo los peldaños que abren paso a la puerta y entro de nuevo a la casa.

-Dios, qué calentito se está aquí… - digo temblando sin querer –

-Es ésta? – pregunta Malú desde el marco de la puerta del salón, con una chaqueta en la mano –

-Si – contesto riendo – un día perderé la cabeza… - digo acercándome a ella –

-Estás helado… - dice tocando mi brazo – tanto frío hace en la calle?

-Pues igual 30 grados menos que aquí… - digo riendo – esto parece el caribe…

-Vivo en un bunker… - dice sonriendo – pufff… no tengo nada de sueño… creo que voy a recoger todo esto antes de acostarme…

-Te ayudo… - digo dejando la chaqueta sobre una silla –

-Qué dices? – exclama indignada – ni hablar…

-Que si, que así entro en calor antes de salir de nuevo al polo norte… - contesto como si nada –

Tras varias negativas por su parte, se rinde al verme con varios vasos en las manos. No sé por qué me he quedado, pero no me quería ir. He entrado solo a por la chaqueta y, de repente, me apetecía quedarme más tiempo. Con lo cansado que estaba.

-Ya que te has quedado, quieres algo? – me ofrece mientras mete vasos en el lavavajillas –

-No, tranquila… - contesto –

-Yo me voy a hacer un vaso de leche… - dice convencida –

-Ahora? – me río – son las 4 de mañana…

-Una hora perfecta… - contesta sin darle importancia – seguro que no quieres? – dice metiendo una taza en el microondas –

-Venga va… - digo sin pensar – me has convencido…

-Ves? – sonríe triunfante – oye gracias por ayudarme a recoger…

-Pero si era un momento… - digo restándole importancia – me gusta tu cocina… - digo reflexionando en voz alta – bueno, me gusta tu casa en general…

-Jajajaja – se ríe –

-No, en serio… es grande pero acogedora… - digo mirando alrededor –

-No has visto la parte de arriba… - dice dándome una taza con leche bien caliente – tengo una buhardilla que es… - hace un gesto de amor – Ven que te la enseño…

La sigo saliendo de la cocina, veo como sus perritas están acostadas en sus camas, sin decir ni mú. Normal, son las 4 de la madrugada, tienen sueño. Subo las escaleras tras ella, con la taza en mis manos que me da el calor que necesitaba.

-Ese es mi cuarto… - señala a una puerta – este el cuarto de invitados… - señala otra puerta – un baño… otro cuarto… - sonrío un tanto enternecido, parece una niña pequeña – pero ahí arriba es donde está lo mejor de la casa… - subo tras ella – mira que chula…

-Joder…

Entro en la buhardilla y veo un sofá que parece muy cómodo, un teclado al fondo, junto con un par de guitarras, con una decoración bastante sencilla pero bien cuidada. Algunos cuadros de paisajes, distingo uno que me llama la atención. Una playa con un islote al fondo.

-Ese es de la playa del rinconcillo… - sonríe mirando el cuadro – veraneaba de pequeña allí…

-Sabes tocar el piano? – digo sin poder evitar acercarme a él –

-Qué va… - se ríe – es un regalo, lo tengo para cuando viene mi hermano o Rubén... – se agacha – espera, lo enciendo…

-Es muy tarde… - digo mirándola –

-Tengo insonorizada la casa… - sonríe ampliamente – nunca sabes cuando te va a venir la inspiración… - ríe – en mi caso en vez de tocar, pego berridos… tenía que insonorizarla…

-Berridos… claro… - digo irónico – puedo? – señalo el asiento frente al piano –

-Claro… - sonríe sentándose en el reposabrazos de un sillón, justo al lado – cómo aprendiste?

-Autodidacta… - contesto – mi padre me regaló una guitarra cuando tenía 7 años… él sabía tocar un poco y me enseñó… - toco algunas teclas – el piano fue cosa mía, siempre me había gustado…

-Y compones? – pregunta interesada –

-Si… desde hace mucho tiempo… pero componía para mí… - comienzo a tocar una melodía improvisada – siempre lo he usado para desahogarme…

-Me encantaría saber componer… pero sin ayuda soy un desastre… - sonríe avergonzada –

-Di una palabra… - digo espontáneamente – venga… - la incito mientras me mira sorprendida –

-Una palabra? – asiento sin dejar de tocar esa melodía – mmmm – se queda pensativa – leche?

-Jajajaja – estallo en una carcajada – es difícil hacer una canción con leche y que no suene soez…

-Jajajaja – ríe avergonzada – ves? No valgo para componer…

-Eso es una tontería… - niego con la cabeza – ven - digo haciéndole sitio a mi lado en el asiento - piensa otra palabra…

-Verás tú… - contesta dejando la taza en el suelo y sentándose a mi lado – cenizas…

-Cenizas? – digo extrañado – y por qué se te ha ocurrido esa palabra?

-Porque tengo unas ganas de fumar en este momento que ni me las creo… - dice riendo -

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada – cierto…

Mientras ella sigue riendo, comienzo a tocar una melodía que se me acaba de ocurrir en ese momento. Muy armoniosa, pero sencilla. Su risa se disipa y noto como me está mirando. Tarareo la melodía tímidamente y una letra se me ocurre de repente.

-Tengo el corazón hecho cenizas…. – canto tímidamente – creímos que la llama era infinita… - sigo tocando – quiero que te vaya bien la vida… yo sigo mi camino y si algún día…

-Para para… - se levanta del asiento – cómo has hecho eso? – dice sorprendida – te sale así?

-Joder qué susto me has dado… - digo dejando de tocar – no te gusta? – digo algo avergonzado –

-Te la has inventado ahora? – dice todavía sorprendida –

-Si… - contesto descuadrado –

-Y por qué no puedo hacer yo eso? – refunfuña – espera – se sienta de nuevo a mi lado – puedes seguir?

-Hombre, me has cortado toda la inspiración… - me mira sorprendida y culpable a la vez – que es broma! – digo tocando su pierna –

-Perdona… - dice avergonzada – a veces soy un poco impulsiva… - sonrío un tanto enternecido – es que me has dejado flipada…

Me río con ganas por su espontaneidad. Nuestras miradas se cruzan un segundo y, por un momento, siento una sensación extraña. Como cuando te da un pinchazo en la boca del estómago y no te puedes mover. Aparta la mirada rápidamente y sonrío levemente. No sé qué acaba de pasar, pero creo que es suficiente por hoy.

-Bueno… - me levanto del asiento – creo que es suficiente por hoy…

-Si, es tarde… - dice levantándose –

Se levanta tan rápido que supongo que no recuerda que ha dejado la taza en el suelo, dándole una patada y derramando la poca leche que quedaba en ella y rompiendo la taza en dos.

-Joder! – exclama – mierda…

-Espera, no te vayas a cortar…


Me agacho al mismo tiempo que ella y, de nuevo, nos quedamos demasiado cerca. Nos volvemos a mirar unos segundos, los suficientes para saber que tengo que salir de allí si no quiero liarla parda. Acabo de darme cuenta que me atrae. Y mucho. Me siento torpe al levantarme, como si mis músculos fueran más despacio que las órdenes que les manda mi cerebro. Tanto es así, que no recuerdo que tengo los trozos de la taza rotos en mi mano derecha y, sin querer, aprieto más de la cuenta.

-Ah! – exclamo dejando caer los trozos de nuevo al suelo – mierda… - digo mirando el pequeño corte que me acabo de hacer en el pulgar –

-Te has cortado? – dice asustada – ven, tengo un botiquín en el baño.

Resoplo sin que se de cuenta. Me estoy agobiando un poco, como cuando necesito salir a correr para que todo vuelva a su sitio. Ahora mismo me iría a hacer la maratón si hiciera falta. Porque cada vez que la miro me dan ganas de besarla y no sé qué cojones es lo que ha pasado.

-Espera, con esto será suficiente… - dice sacando una caja de tiritas –

-Si no es nada… - digo restándole importancia mientras le hecho agua –

-Es un corte… - dice secando la herida – así mejor… - me coloca la tirita –

Al alzar su mirada, ya no disimulo. No puedo dejar de mirarla en este momento. Me aparta la mirada de nuevo y creo intuir una pequeña sonrisa en su boca.

-Voy a… - noto su voz un poco nerviosa – voy a recoger lo de arriba vale?

Asiento no muy convencido. Nunca me he visto en una situación así, tan rápida. Otras veces, si me ha gustado una chica, tampoco he hecho nada especial por ligar, es más, diría que no se me da del todo bien. O sí. El caso es que yo siempre me he sentido como un gilipollas al intentar hacerlo. Pero esto es distinto, no he hecho nada, no sé qué ha pasado, pero siento de repente una atracción hacia ella que no sé si debo dejar pasar. Subo a la buhardilla, dispuesto a despedirme, creo que es la mejor opción. Al entrar a la buhardilla, la veo agachada, echando los trozos de taza en un cuenco.

-No te vayas a cortar tú ahora – digo tras ella –

-Ay! – exclama – qué susto! – se pone la mano en el pecho –

-Lo siento… - sonrío casi sin querer – bueno… - me mira un segundo y agacha la cabeza de nuevo – me voy a casa vale?

-Si… - dice levantándose – siento que se haya hecho tan tarde…

-Me lo he pasado genial… - digo señalando el piano – si quieres quedamos otro día…

-Claro… - dice acercándose a mí –

-Bueno…


Joder, le doy dos besos o no? Si le doy dos besos, va a volver a pasar. Lo mejor es darme la vuelta y marcharme ya de aquí. Pero Malú es más rápida y se acerca para darme dos besos, ya no hay vuelta atrás. Tras los dos besos, volvemos a quedarnos muy cerca durante unas décimas de segundo. Sin poder, y creo que sin querer evitarlo, dirijo mi mano a su mejilla izquierda. Me quedo mirando sus ojos y su boca alternativamente, con la respiración un tanto acelerada. No se aparta, sino que me imita y noto su piel rozando mi mejilla. No sé si hay vuelta atrás.

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