martes, 22 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 20: OTRA VEZ

-Te va a dar algo… - digo mirándole sorprendida –

-Tenía hambre, ya te lo he dicho… - dice repelando los tallarines – bueno… creo que estoy lleno… aunque me comería algo dulce ahora…

-La madre que te parió… - me río – es más barato comprarte un traje que invitarte a comer…  

-Te he invitado yo, te lo recuerdo… - dice con tono chulesco –

-Estás en mi casa, te lo recuerdo… - le contesto en el mismo tono –

-Touché… - dice sonriendo – la siesta que me echaba ahora… - se levanta, cogiendo un par de platos –

-Para para… - le hago un gesto con la mano – estás en mi casa…

-Y es tu cumpleaños – me contesta yéndose a la cocina con los platos en la mano

-Touché… - contesto sonriendo –

Recogemos la mesa y le convenzo para que se siente un rato en el sofá mientras hablamos. La conversación ha quedado zanjada en el coche. Vamos, que lo que he sacado en claro es que, si surge algo otra vez, va a pasar. Dios, es que le estoy mirando y me están entrando unas ganas de que pase… Y ahora qué hago? Esto no lo hemos hablado. Se lo digo? Cállate Malú, no digas nada.

-Me estás escuchando? – pregunta extrañado –

-Perdona… - digo avergonzada apartando la mirada – me he quedado ennortada…

-Quieres descansar un rato? – dice haciendo un gesto para levantarse del sofá –

-No – contesto rápidamente, paralizándolo – quiero decir, que si te quieres ir… pero que por mí no lo hagas… estoy bien… - sonrío amablemente –

-Vale… - sonríe recostándose de nuevo – oye… te lo creas o no, me ha gustado la conversación del coche…

-Eh… - oh dios, el tema otra vez – y eso?

-No te parece genial que lo hayamos aclarado todo así, tan normales? – dice sonriendo – no te creas que eso pasa mucho…

-Ya… - contesto pensativa –

-Te da vergüenza que saque el tema otra vez… - dice dando por hecho que no se equivoca –

-Si lo he soportado en el coche, que no tenía escapatoria… aquí más, que te puedo echar cuando quiera… - digo borde pero en tono de broma –

-Jajajaja! – estalla en una carcajada – empieza a hacerme gracia ese toque borde que tienes…

Nos miramos riendo y vuelve a pasar. Otra vez. Tengo que apartar la mirada. Cuando alguien me gusta, aparto la mirada. Me atrae, muchísimo. Y estoy falta de cariño… muchísimo también. Sin apenas darme cuenta, estamos a escasos centímetros, como aquella noche en la que acabamos acostándonos. Un escalofrío me recorre el cuerpo al pensar que ahora pueda pasar lo mismo. Me encantó aquella noche, más de lo que nunca reconoceré. Me atrevería a decir que nunca me había dejado llevar de esa manera, y me gustó la sensación. La sensación de sentirme libre de hacer lo que quiera cuando quiera. Esa sensación tengo ahora mismo.

No puedo más, no puedo mirarle otra vez sin besarle. Muevo mi cuerpo hacia él y nuestros labios vuelven a coincidir, como ayer y como aquella noche. Vuelvo a sentir esa rabia pasional inundarme. Me encanta como besa, y como me toca, y todo lo que está pasando ahora mismo. Me encanta, me hace sentirme libre. Me recuesta en el sofá y se tumba encima de mí, pegando sus caderas a las mías. Noto como su nivel de excitación va en aumento. Y el mío también, mucho. Sudo deseo ahora mismo.

No quiero hacerlo en el sofá, quiero ir a la cama, a la cama de dos por dos que tengo y que solo uso para mí. Le empujo para que se levante, sin dejar de besarle, y le agarro de la camisa para que me siga. En seguida entiende lo que quiero y me agarra de las caderas mientras camino y nos besamos. Al llegar a las escaleras, me pega a la pared, justo al lado, y me eleva, haciendo que pase mis piernas por su espalda. En brazos, me sube por las escaleras, sin dejar de besarme ni un momento. Me agarro a su pelo, sin tirar, pero firmemente. Él tiene sus manos en mis nalgas. Al subir, duda un momento y para los besos, para que le indique donde tiene que llevarme. Señalo a la puerta correcta y sonrío justo antes de que vuelva a besarme con fiereza. Abre la puerta y me pega al armario, haciéndome soltar un tímido gemido. Me encanta el sexo así. Gira sobre sí mismo y caemos en la cama, con él encima de mí. Comienza a subirme la camiseta, sin decir nada, y alzo los brazos dándole permiso para que me la quite.

Al quitármela, se dirige a mi cuello, besándolo con muchas ganas. Tantas, que me hace gemir. Al escucharme, resopla, alza la mirada y vuelve a besarme en los labios. Coge mis manos con las suyas y las coloca por encima de mi cabeza, impidiéndome que le toque. Su mueve encima de mi sutilmente, haciendo aumentar mi deseo por que me quita toda la ropa y me devore allí mismo. Suelta mis manos y vuelve a besarme el cuello, bajando por mi escote hacia mis pechos, que ya tienen ganas de que reparta besos también por allí. Parece que me lee la mente, porque pasa una mano por mi espalda, que está pegada a la cama, y desabrocha el enganche del sujetador de un solo movimiento. Libera mis pechos casi arrancándome el sujetador y, sin mediar palabra, dirige su boca hacia ellos. Suelto otro gemido de placer cuando noto su lengua pasearse por ellos. Ya no puedo parar de gemir, me vuelve loca la manera que tiene de hacerlo.

Tras explayarse en mis pechos, baja por mi abdomen, repartiendo besos y lametones. No se detiene tanto como la última vez, va directo a mis pantalones y me mira un instante. Su mirada de deseo me excita todavía más. Levanto mis caderas y le ayudo a bajarlos. Justo después, tira de mi ropa interior y la arrastra hacia abajo también. Tengo mucho calor y una taquicardia incesante en mi pecho. Qué salvaje todo. Me encanta. De nuevo sin mediar palabra, dirige su boca a mi pubis, haciéndome exclamar un gemido intenso cuando noto su lengua recorriendo cada centímetro. Me agarra de las caderas y me acomoda en la cama, pone una mano en mi rodilla derecha, haciendo que abra todavía más las piernas, y comienza a imprimir un ritmo a su lengua que hace que suelte gemidos muy agudos.

Me está matando de placer a una velocidad vertiginosa. Me agarro a las sábanas, a su pelo, pero está impasible, continua con ese ritmo frenético que está llevándome al orgasmo sin remedio. Comienzo a sentirlo y, con mis manos en su pelo, le pego más a mí, haciéndole saber que, si para, me muero. Y no para, no va a parar hasta que llegue. Cierro los ojos, gimo más fuerte, noto el escalofrío intenso nacer de mis caderas y repartirse por todo mi cuerpo, haciéndome arquearme. El último gemido que suelto no es agudo, es grave, es intenso, sale desde lo más hondo de mi cuerpo. Instantes después, mi cuerpo comienza a relajarse y se separa de mí. Abro los ojos y me mira un instante, justo antes de volver a mis pechos. Gimo de placer y de sorpresa, no me esperaba que lo hiciera.

Tiene demasiada ropa. Me afano es desabrochar los botones de su camisa, sentada en la cama con él arrodillado ante mí. Dejo su torso al descubierto y resoplo de placer. Todos los músculos se le marcan, sin exagerar demasiado. Su tono de piel es más moreno que el mío, lo que hace que su torso sea todavía más atractivo. Le quito la camisa y la lanzo fuera de la cama. Vuelve a besarme y a tumbarme, con él encima, todavía con los vaqueros puestos. Me niego a que siga llevándolos, así que mis manos se dirigen a su botón del pantalón y lo desabrochan con desesperación. Me ayuda a quitarle los pantalones y vuelve a tumbarse encima de mí, pero le aparto y bajo sus boxers negros, que tan bien le sientan pero que tan poco le sirven ahora mismo.

Al bajarlos, vuelvo a resoplar. Le beso de nuevo con pasión, con desesperación intensa, y consigo que se tumbe en la cama. Me siento encima de él, a horcajadas, y me apresuro a colocarme para que se introduzca en mí. Me deja caer suavemente y suelta un gemido de placer, cerrando los ojos y estirando su cuello. Gimo al notarlo y comienzo a moverme suavemente de arriba abajo. Me agarra firmemente de las caderas para luego dirigir sus manos a mis pechos. Los aprieta suavemente y se incorpora, conmigo encima, para comenzar a besarlos de nuevo. Qué fijación ha cogido. Me encanta. Me agarro a su cabeza, tirando de su pelo suavemente, sin dejar de moverme sobre él. Le empujo para tumbarle de nuevo y poder moverme más rápido. Vuelve a gemir al notar como imprimo más ritmo. Pongo mis manos en su pecho, apoyándome, y comienzo a mover las caderas, cada vez más deprisa. Tras unos segundos, decelero el ritmo, y me mira sorprendido, riéndose tímidamente. Curvo mi espalda hacia delante para poder besarle, sin dejar de moverme. Me agarra la cara con las dos manos y me aparta un poco el pelo. Sonríe ampliamente y vuelve a besarme. Me acaba de matar ese gesto.

Me incorporo de nuevo y vuelvo a poner mis manos sobre su pecho. Me muevo de nuevo rápido, cada vez más rápido. Creo que está a punto de pasar otra vez. No puedo parar ahora mismo, aunque me lo pidiera. Me mira con rabia, sacando los dientes, sudoroso, gimiendo también él aunque mucho más discreto que yo, que estoy casi gritando ahora mismo. De nuevo, una corriente de sensaciones nace en mis caderas y se reparte por todo mi cuerpo. Caigo sobre su cuerpo, agotada completamente, con mi cuerpo sin fuerza. Respiro aceleradamente sobre tu cuerpo y escucho el sonido de sus latidos, acelerados, como los míos. Durante unos segundos, siento una paz que suele ser la que precede a la tormenta. Sus caricias en mi espalda desaparecen y me agarra de las caderas, poniéndome boca arriba, con él encima de mí. Vuelve a mirarme con esa mirada pasional, de deseo, y, sin decir nada, vuelve a introducirse dentro de mí. Gimo al notarle de nuevo. Agarra mis manos y vuelve a ponerlas a la altura de mi cabeza, agarrándolas sobre la cama, mientras comienza firmes movimientos con sus caderas. Echo la cabeza hacia atrás, gimiendo. Me está matando de placer, me encanta la forma que tiene de hacerlo. Cuando imprime un poco más de ritmo, pongo mis manos en el cabecero, intentando agarrarme a algo. Me incorporo un poco y me agarro a su cuello, quedando nuestras caras a escasos centímetros, que Álex deshace besándome con pasión y levantándome en peso, en brazos, con él arrodillado en la cama. Me deja caer de nuevo en la cama y me agarra de las caderas, abriendo mis piernas, moviendo sus caderas a un ritmo cada vez más rápido.

Vuelvo a notar esa sensación otra vez. Voy a tener otro orgasmo como siga con ese ritmo, y no tiene pinta de que se vaya a frenar. Nos miramos de nuevo con esa cara de deseo, de rabia, apretando los dientes, hasta que tengo que entreabrir la boca para no ahogarme al notar que de nuevo esas corrientes me recorren. Segundos después, le noto tensarse, y cae sobre mí, exhausto.
Me agarro a su espalda, con la sensación de que si no abro la boca para respirar, voy a ahogarme.

-Joder… - susurra pegado a mi cuello –

-Pfff – resoplo – qué polvazo… - digo sin pensar –

-Jajajaja – estalla en una carcajada, con su respiración todavía agitada – totalmente…

-En serio… - digo sincera – necesitaba esto…

Levanta su cabeza y me mira sonriente. Deja un beso en mi frente y se levanta de la cama, completamente desnudo, haciéndome resoplar de nuevo. Se dirige al baño riéndose. Me mira la entrepierna y me doy cuenta que la hemos liado. Ni protección ni nada, así, como si fuéramos animales. Lejos de preocuparme, tengo de nuevo esa sensación de libertad extrema que tanto me gusta. No estoy en días fértiles por mis cálculos rápidos. Me río al pensar que pudiera pasar. Lo que me faltaba ya.

Le veo llegar del baño, todavía desnudo y sonrío un poco avergonzada. Me levanto para ir yo, me hace falta creo. Al llegar, me acerco a la cama y me tumbo a su lado, sonriente. Vuelvo a apartar la mirada, no puedo sostenerla ahora mismo.

-Ves por qué me inspiras ternura a veces? – dice sonriendo apartándome un mechón de pelo de la cara – madre mía… tengo agujetas ya hasta en el cielo de la boca.

-Jajajajajaja! – estallo en una carcajada – exagerado…

-Estás bien? – pregunta mirándome –

-Si – sonrío sincera – y tu?

-Si… - sonríe acariciándome la cara – quieres que me vaya y te deje descansar?

-Te puedes quedar conmigo también eh? – digo sonriendo – ven… - abro los brazos –

Me mira sorprendido pero sonríe y acepta la proposición. Acabo de descubrir que él también me inspira ternura. Se abraza a mi cuerpo como si mi cuerpo pudiera protegerle y posa su cabeza un poco por encima de mi pecho.

-Todo está bien verdad Malú? – pregunta sin moverse de esa posición –


-Si – sonrío – todo está bien Álex… - contesto sincera – 

No hay comentarios:

Publicar un comentario