Me ha sorprendido su reacción sinceramente. No me esperaba
que fuese tan “normal”. Tampoco sé muy bien qué reacción esperaba, pero ha sido
de lo más elegante… y me ha dejado muy tranquila. La verdad es que esta mañana,
al despertarme, pensé que la había cagado pero bien. Un tío al que acabo de
conocer, que está empezando en esto, meterlo en mi casa, acostarme con él… no
es propio de mí, pero no sé, ayer sentí una conexión especial y no pude
evitarlo.
Me visto despacio, hoy voy como a cámara lenta. Quiero ir a
ver a Yaiza… y he decidido no avisar a Álex, aunque se lo dije ayer. Miro mi
móvil un tanto dudosa. Sé que no debería hacer esto, pero necesito contárselo a
alguien.
-Dime! – exclama mi interlocutora –
-Vero… la he liado… - suelto sin pensar –
-Cómo? – contesta sorprendida –
-Cómo tienes lo de quedar esta tarde?
La conversación con Vero no ha ido más allá de “pero a quién
te has tirado?”. No voy a contárselo por teléfono, lo tengo claro, pero sé que
esta tarde me esperan miles de preguntas que, seguramente, no sabré responder.
Vero es mi mejor amiga, esas personas de confianza, que sabes que puedes
contarle hasta que has matado a alguien, que no abrirá la boca. Espero no
contarle nunca algo así.
Llego al hospital casi a mediodía. Al entrar, observo que
algunas personas me miran, pero creo que sin maquillar y con la ropa que llevo,
nadie se espera que sea yo, porque nadie me para. Subo a la planta que me ha
dicho mi hermano y encuentro la habitación de Yaiza. Entro llamando antes.
Dentro están Yaiza y su marido, con el niño en brazos y Yago y mi hermano. Al
verme, Yaiza se pone a llorar emocionada.
-No no no… - suplico - Me vas a hacer llorar a mí!! – digo
riendo – cómo estás? – la abrazo suavemente –
-Bien… - respira hondo – un poco dolorida pero bien…
-Mira Alejandro, esa de ahí es tu matrona… - dice mi hermano
señalándome –
-Qué gilipollas eres… - digo riendo – a ver, a ver… - me
acerco al niño – madre mía, pero si está precioso!!!
-Es muy guapo… - dice triunfante su padre – ayer no tuve
ocasión de darte las gracias…
-Pero si yo no hice nada… - digo restándole importancia –
-Es verdad, todo lo hicieron Álex y Yaiza… tú solo pusiste
las manos… - dice Yago picándome –
-Te parecerá poco… - digo haciéndome la ofendida – a que tú
no las pusiste?
-Yo estaba concentrado en no desmayarme… - dice sincero –
-Se puede?
Escucho a alguien en la puerta y, cuando me doy la vuelta,
veo como Álex asoma la cabeza en la habitación. El corazón me da un vuelco y,
de repente, me siento pequeña, muy pequeña. Me siento avergonzada al pensar que
me ha visto en pelotas y que, hasta hace unas horas, estaba durmiendo en su
pecho. Él también pone gesto sorprendido cuando me ve, supongo que no se lo
esperaba.
-Ahora si que estamos todos! – exclama mi hermano – tu
ginecólogo acaba de llegar Yaiza…
-Jajajaja! – ríen todos –
-Qué tal? – dice quedándose casi en la puerta –
-Pero pasa! – exclama Yaiza – si ya me has visto en pelotas
y espatarrada…
-Jajajaja! – ríe un tanto avergonzado –
Trago saliva. A mí también me ha visto así. Solo que no ha
sido pariendo precisamente.
-Cómo estás? – dice dándole dos besos – Oh… - exclama
enternecido al ver al pequeño –
-Lo quieres coger? – pregunta el marido de Yaiza –
-Pues claro… - contesta sonriente – qué pasa tocayo? – dice
acercándose – no habéis cambiado de opinión no?
-Ni de coña… - contesta Yaiza riendo –
Álex pasa por mi lado y noto como me sonríe. Me siento tonta
por no comportarme de manera normal, él parece que lo está haciendo. Agarra al
niño con suavidad y, al verle así, me parece un hombre muy sensible.
-Qué pasa campeón? Tenías prisa eh? – dice hablándole al
niño –
-Te queda bien – dice Yago –
-Si verdad? – contesta riendo – el miedo que me hiciste
pasar ayer… - dice volviendo a hablar al niño –
-Pasaste miedo? – pregunta Yaiza sorprendida – no se notó
-Pasé miedo, y mucho… - digo sincero –
-Lógico, tenías a mi hermana al lado y podía pegarte una
hostia como no saliera bien… - dice Jose haciéndome darle un manotazo
avergonzada –
-Jajajaja! – exclama riéndose – tuve una buena ayudante… -
dice mirándome y guiñándome un ojo –
Qué hace guiñándome un ojo? Que quiere? Que echemos otro
polvo? A ver Malú, respira. Te ha guiñado un ojo amistosamente, no te enfades,
no lo ha hecho para que te enfades. Suspiro y miro al suelo, soy muy malpensada.
Es un momento muy bonito, y muy tierno, reconozco que me enternece ver como le
habla al bebé. Parece buen tío, de hecho, aunque no lo conozco, parece que lo
es. Por lo menos me he acostado con alguien que parece normal, es toda una
lotería eso.
-De verdad que no sé como voy a agradecerte esto… - dice
Yaiza sacándome de mis pensamientos – a todos, pero a vosotros dos en especial…
- nos señala –
-De algo me tenía que servir ser médico… - contesta como si
nada –
-Me ayudaste mucho, de verdad… - dice sincera –
-Estamos para eso… - contesta tiernamente – además, creo que
es el niño más bonito de todos los partos que he atendido… - dice con cierta
gracia –
-Eso se lo dirás a todas… - dice mi hermano, haciéndome reir
–
-Cariño, tienes que darle el pecho – dice su marido mirando
el reloj – es un tragón de cuidao…
-Entonces nos vamos – contesta Jose – demasiada confianza no
es buena…
-No me importa que os quedéis eh? – contesta Yaiza – me lo
das? – dice riendo mirando a Álex –
Dirijo mi mirada hacia él y está haciéndole carantoñas al
niño. El pequeño alarga su manitas como intentando tocarle y bosteza. Me río
sin querer.
-Eh? – nos mira sorprendido – ah! Claro…
-Si quieres puedes darle el pecho tú… - dice Yaiza de manera
graciosa –
-No creo que sacara nada de ahí… - me río ante el comentario
–
-Te lo devuelvo en cuanto coma… - dice cogiendo a su hijo –
-No, no te preocupes, si me he pasado así, rápidamente,
porque quería veros… - mete las manos en sus bolsillos – pero he quedado a
comer con mis padres, quieren verme después de lo de ayer…
-Lógico, eres el premiado de la noche – dice Yago –
-Los del mejor premio son ellos – señala a Yaiza y su marido
– bueno…
-Nosotros también nos vamos… - dice Jose – tú te vienes o te
quedas hermanita?
Me doy cuenta que llevo desde que ha llegado, sin hablar.
Parece como si la vergüenza me hubiera dejado muda.
-Me voy con vosotros… - contesto fingiendo una sonrisa –
Repartimos besos a los padres y al bebé, que comienza a
llorar, parece que tiene hambre. Álex se da un efusivo abrazo con el marido de
Yaiza, parecido al de ayer cuando se iban al hospital. Parece que Álex vuelve a
emocionarse pero consigue contenerse. Se intercambian teléfonos, Yaiza dice que
quiere pasarle fotos del niño. Se nota que está muy agradecida. No es para
menos. Mientras se despiden, salgo con mi hermano y con Yago al pasillo.
-Te pasa algo? – me pregunta mi hermano –
-A mí? – pregunto haciéndome la extrañada – no, por qué?
-Estás muy callada… - contesta mirándome –
-Bueno… - Álex sale de la habitación – que guapo el crío… -
dice riendo –
-Oye Álex, nos tomamos algo? – dice Yago –
Quiero matarle. Ni de coña, entonces si que no voy a hablar
ni de coña. Que diga que no, por favor.
-No, gracias… - contesta riendo – tengo que ir a comer a
casa de mis padres y son casi las 2…
-Otro día… - le señala con el dedo –
-Otro día, claro… - dice mirándome fugazmente – bajáis?
-Si – contesto echando a andar hacia el ascensor –
Intento respirar hondo. No sé si estoy siendo borde, o es
una reacción normal la que estoy teniendo. Por dios, que me he acostado con él
hace unas horas, no puedo actuar normal. No es que me moleste su presencia,
pero me incomoda. A pesar de que hayamos hablado del tema antes de que se
fuera. Mi hermano, Yago y él se ponen a hablar amigablemente en el ascensor y
yo hago lo típico que se suele hacer cuando estas en un ascensor. Mirar al
suelo y al techo alternativamente, esperando a que se abran las puertas de esta
cárcel. Al abrirse, salgo la primera, sin esperarles, y saco mi móvil. 10
whatsapps de Vero. Todos con la misma frase. “Cuéntame algo”. Así 10 veces, con
millones de emoticonos que, incluso no tienen nada que ver… por qué me manda 7
castañas seguidas? Que emoticono es ese? No lo he usado en mi vida.
-Estás empanada eh? – dice Jose parándome a la salida del
hospital – que Álex se va a por su coche –
-Ah – contesto mirándole – bueno…
-Nos vemos… - se acerca a mí y me da dos besos, sin yo
esperármelo –
Me quedo paralizada mirando como se despide amistosamente de
Yago y de mi hermano. Por qué se comporta tan normal y yo no puedo hacerlo? Me
da rabia, parece un buen chico. Le veo alejarse con las manos en los bolsillos
y un sentimiento de culpabilidad me recorre el cuerpo.
-Se puede saber qué te pasa? – vuelve a preguntarme mi
hermano –
-Que no me pasa nada coño! – exclamo algo molesta –
No hay comentarios:
Publicar un comentario