miércoles, 9 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 3: MIEDO

Mi madre siempre ha sido la persona a la que he recurrido para pedir consejo. Mi madre y una de las médicos que me ayudó a formarme durante la residencia, una mujer más joven que mi madre, en una edad intermedia, pero con la suficiente experiencia como para aconsejarme durante mi aprendizaje, no solo sobre medicina, sino sobre la vida. Hace tiempo que no la veo, pero tras la conversación con mi madre, necesito que otra persona me diga su opinión sobre todo esto.

Mi madre es una mujer impulsiva pero, a la vez, reflexiva. Creo que he sacado algo de eso de ella. Tras conseguir que dejara de gritar y de santiguarse, me ha dado su opinión. Ella tiene la teoría que yo siempre he querido que la gente me escuchase, pero nunca he tenido el valor hasta ahora. Hasta ahora, que es cuando ella dice que he madurado y soy adulto. Vamos, que su opinión es que estoy deseando meterme en este berenjenal. Quizá no se equivoca.

Después de mi madre, la persona en la que más confío es en Tere. Tere me ha enseñado tantas cosas de la vida que creo que es una pieza fundamental en mi madurez como persona. Viví momentos con ella muy intensos, como la muerte trágica de sus padres y su marido en un accidente de tráfico. Ella iba en el coche y salió ilesa físicamente, pero psicológicamente eso toca a cualquiera. Un golpe que hubiera sido definitivo para cualquiera, menos para ella. A cualquiera se le habría agriado el carácter, habría mandado a la mierda el trabajo. Se quedó sola con 3 hijos adolescentes a los que criar. Y, aún así, ella siempre se ha mostrado fuerte, entera, con ese carácter tan dócil, tan amable y, a la vez, tan seguro. La admiro, sin ninguna duda. Y sé que si tengo que tomar una decisión sobre esto, es la persona adecuada para aconsejarme.

-Mi niño! – exclama al verme – pero qué guapo estás!

-Hola Tere… - sonrío algo avergonzado –

-Me he alegrado tanto de que me llamases… - me da un sonoro beso en la mejilla – cuánto tiempo hace que no nos vemos?

-Mucho… - digo con cierto sentimiento de culpa –

-Qué tal el trabajo? – pregunta mientras se sienta –

He decidido quedar con ella en el bar de enfrente de mi antiguo hospital. Un lugar donde he hablado con ella de tantas cosas, que me parecía hasta poético pedirle consejo aquí.

-Bien… muy bien la verdad… - contesto –

-Me han contado algo sobre tu arte oculto… - dice riéndose –

-No me jodas… - digo avergonzado de nuevo –

-Lo sabe todo el hospital… con el cariño que te tienen todos… - dice de manera dulce – si es que eres un tesoro! – exclama removiéndome el pelo – tendrás novia digo yo!

-Sabes que te lo habría contado… - digo algo tímido –

-Pues ya sabes lo que tienes que hacer – me dice segura – búscate una novia, pero primero le tengo que dar yo el visto bueno eh?

-Eso mismo dice mi madre… - digo riendo –

-Es que es como si fueras mi hijo… - noto que sus ojos se emocionan un poco – bueno, y a qué viene esto? Yo estoy encantada de quedar contigo eh? – dice riendo – pero tu voz por teléfono sonaba a que te ha pasado algo fuerte…

-Si… - digo sin saber muy bien como seguir –

-Pues si tu familia está bien, el trabajo está bien… y no tienes novia a la vista… qué es lo que pasa?

Suspiro y me afano en explicarle lo que ha pasado. Veo sus gestos de sorpresa, pero siempre comedidos, como analizando todo lo que le estoy contando antes de poner una expresión fija en la cara.

-Guau… - exclama en voz baja – y… quieres que yo te diga lo que tienes que hacer? – dice de manera dulce –

-No, claro que no… - niego con premura – quiero saber qué opinas…

-Hombre… - suspira – mi experiencia en la música no es muy amplia… - pone un gesto gracioso – en la ducha y poco más…

-Jajajaja – me río – he hablado con mi madre… - me mira atenta – pero ella es que tiene la idea de que yo en el fondo quiero hacerlo… pero es que no sé lo que quiero…

-Si lo sabes… - dice segura – cuando uno duda sobre dar un paso o no darlo… es que quiere darlo. Pero le da miedo.

-Ya… - digo asintiendo –

-Tú eres feliz dedicándote a la medicina? – me pregunta –

-Claro… - contesto apresuradamente –

-Pero… - dice intentando que siga hablando –

-Pero… - suspiro frustrado – últimamente estoy un poco raro… - me mira atentamente – llevo tiempo pensando que necesito un cambio de aires, al menos momentáneo… - carraspeo – antes de que empezara todo esto, estuve informándome sobre ong’s y me planteé irme un tiempo otra vez sabes?

-Vaya… eso no me lo habías contado… - sonrío – recuerdo cuando te fuiste unos meses en la residencia… - se queda pensativa - y por qué necesitas un cambio?

-Pues… - sonrío – estoy bien eh? Bueno, hace poco pasé una ruptura pero… no me siento mal por eso. Me encanta mi trabajo, ya lo sabes… es que no es el trabajo… es… sabes ese momento en el que llegas a casa, te sientas en el sofá… y dices… me gustaría estar en cualquier parte menos aquí?

-Oh cielo… - sonríe de medio lado – ese sentimiento lo he tenido varias veces…

-Y qué has hecho? – ríe – me agobia… a veces me agobio sin motivo y salgo a correr… y últimamente necesito cambiar el recorrido, necesito irme a sitios que no he visto nunca… no sé si me explico… - niego con la cabeza –

-Estás atrapado… - frunzo el ceño – o al menos te sientes así… - asiento tímidamente –

-Estarás pensando que soy un gilipollas por sentirme así con 30 años… - digo algo avergonzado –

-Para nada… - sonríe – uno puede sentirse atrapado en cualquier momento y sin ninguna razón exacta…

-Es que siento que… - trago saliva – que todo lo que he conseguido… la carrera, el trabajo… ha sido con muchísimo esfuerzo y… ser médico es mi vocación sabes? – asiente – pero es que mi vida se reduce a eso… al trabajo… no… no encuentro la manera de hacer otras cosas… y así es día tras día desde hace tiempo… y estoy trabajando y se me olvida porque me encanta pero… cuando vuelvo a casa…

-Se te cae encima… - completa la frase justo como la iba a completar yo – sabes lo que hice cuando Manuel y mis padres murieron? – le miro de manera compasiva – me vine abajo, está claro. Pero llegó un momento en el que ya no me podía refugiar en el trabajo. Llegó un momento que llegaba a casa y hacía todos los días las mismas cosas… y me sentía… vacía… necesitaba hacer algo distinto, por pequeño que fuera… y me puse a escribir.

-A escribir? – le pregunto extrañado – tú escribes?

-No se lo he contado nunca a nadie… - dice con tono avergonzado – pero sí… era mi vía de escape y yo ni siquiera lo sabía… - sonríe – a veces llegaba de trabajar y mis hijos entraban y salían… y yo me quedaba ahí, sola… y escribía… lo que se me ocurría… - sonríe emocionada – y era el momento del día en el que me sentía bien.

-Joder… - digo algo sorprendido – yo hago eso… pero… tocando… componiendo…

-Tú tienes una vocación que es la misma que la mía… y te sientes bien con ella… pero todos necesitamos una pasión… - le miro atento – una pasión que nos haga evadirnos de todo esto… hay gente que no la necesita… - tuerce la cabeza mirándome – tú sabes por qué te cogí tanto cariño de repente? – niego con la cabeza – eres como yo… inconformista – sonrío tímido – pero con muchos miedos… miedo a que los demás sepan cómo realmente te sientes… miedo a sentirte desnudo… lo escondemos todo con una sonrisa… pero en realidad tienes una coraza, muy fina, pero la tienes. Todos la tenemos. – no abro la boca, quiero que siga hablando – y todos la necesitamos… pero… - hace una pausa – hay un momento en el que no nos podemos ocultar que ansiamos otras cosas… que necesitamos un momento para nosotros… que nuestra sonrisa perenne se vuelve marchita cuando nadie nos ve… - sonrío – mira que intensa me pongo de tanto escribir… - río – tú tienes una pasión?

-Pfff… - resoplo – sí…

-Y qué mejor que escapar de la espiral donde estás atrapado que escapar con tu pasión? – me mira fijamente – puedes tomar la decisión que quieras… pero creo que ahí dentro – se incorpora y toca con su índice mi pecho – hay muchas cosas que no has sacado nunca por miedo a sentirte desnudo… - resoplo y miro al suelo – pero te recuerdo que nacemos desnudos… y morimos igual… la ropa, la coraza que te quieras poner por encima te va a servir un tiempo… pero va a llegar un momento en el que te va a pesar…

-Pero yo creo que no tengo coraza… - pienso en voz alta – no sé, no finjo, no me escondo…

-No hablo de eso. Eres la persona más transparente que yo he conocido en mi vida – dice con tono sincero – pero hablo de ser transparente con uno mismo. Cuánta confianza tienes conmigo? – la miro sorprendido –

-Sabes que mucha

-Pero nunca has tocado delante de mí… me has dejado ver lo bien que lo haces con tu vocación pero nunca me has dejado ver lo bien que lo haces con tu pasión…

Me deja mudo. No sé qué decir. Quizá así es cómo se sienten los pacientes que se sientan en el diván cuando van al psicólogo. Me siento desnudo, como si hubiera sido capaz de psicoanalizarme en apenas unos minutos y ya no pudiera mentirle nunca más.

-Cariño… - me dice con tono maternal – en esta vida lo más importante es dejar que brote la pasión. No esconderla. Es la única manera de no quedarte atrapado. – sonríe – aparte de escribir, siempre me ha gustado el mar, tú lo sabes, soy de la costa, aquí me ahogo a veces – sonrío – siempre le decía a Manuel que me encantaría tener un barquito y salir a navegar… y nunca lo hacía porque me daba miedo… hasta este verano… - abro los ojos sorprendido – este verano me fui y me alquilé un barco unos días… mis hijos vinieron conmigo, había recibido clases anteriormente de navegación… y me los llevé pero un día los dejé en tierra y me fui yo sola. Y no sabes cómo me sentí. Saber que yo podía estar en el mar, sola, sin ayuda de nadie, disfrutando de mi pasión… - sonríe ampliamente – te sonará muy místico pero fue como cumplir un sueño que ni siquiera sabía que tenía.

-Qué bonito… - digo sincero –

-Y con esto qué te quiero decir? – pregunta retóricamente – que si tienes miedo a dejar que brote tu pasión… si tienes miedo a que los demás vean como disfrutas de ella… siempre te vas a sentir atrapado. Te lo digo por propia experiencia. Y ya no es que los demás te vean… no me refiero a que te escuchen o a que sepan de ti… me refiero a que la pasión forma gran parte del carácter de una persona… y estoy segura que tú no has disfrutado todavía de la sensación que yo tuve en ese barco. La sensación de decir… esta soy yo… con mi trabajo, con mis hijos, con mi drama, con mi vida… y con mi pasión. – sentencia –

Se hace un silencio solo interrumpido por el camarero recogiendo unos vasos en la mesa de al lado.

-Vamos, que le diga que si al productor… - digo con cierta ironía –

-No… - niega – que dejes de pensar que la pasión que sientes por la guitarra o por el piano es algo que no tienes que mostrar. Porque precisamente mostrarlo es lo que más feliz te va a hacer.

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