miércoles, 30 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 37: SORPRESA

Me he recuperado a la velocidad de la luz. Sólo he necesitado un día de descanso para estar como siempre. Quizá ha ayudado el haber dormido con Malú la otra noche. A la mañana siguiente, al despertar, me hizo el desayuno, como una madre, o como una amiga, nada más. No nos acostamos, no hubo nada, pero lo hubo todo a la vez. Me encantó la forma que tuvo de preocuparse por mí. Hoy, de nuevo en el estudio, he vuelto a sentir ese bajón que parecía haber desaparecido. Cada vez que escucho las canciones que quieren endosarme para el nuevo disco, me dan arcadas. Tengo que parar esto, pero no sé muy bien cómo.

Para colmo, parece que Miriam se ha instalado aquí. Su relación con Jaime es todo lo fluida que no es conmigo. Ni siquiera ha vuelto a pedirme una foto, aunque me hubiera dado una pereza tremenda si lo hubiera hecho. En cambio, con Jaime parece que conecta. Al final, los que son iguales terminan juntándose. Es igual de exagerada para todo, igual de superficial e igual de… tonta, por decirlo suave. Sentado en el sillón, aguanto el aluvión de críticas que me cae por parte de Jaime y por parte de Miriam. Ni siquiera sé qué hago aguantando que una niñata que no tiene ni puta idea me esté diciendo que mi estilo es aburrido. No era fan mía? Qué cojones está diciendo ahora?

-Mírale, si es que tendrías que estar contento de que Jaime te ayude – dice Miriam haciéndome poner los ojos en blanco –

-Miriam, te juro que no sé qué estás haciendo aquí… - digo cansado – no pintas nada, así que no me des consejitos, guárdatelos.

-Miriam sabe bastante más de música que tú – dice Jaime, dejándome ojiplático –

-Hola

La voz que acabo de escuchar me resulta tan familiar que mi cabeza da con la persona que ha hablado antes de que pueda darme la vuelta en el sillón. No salgo de mi asombro al verla. Qué hace aquí?

-Malú? – digo extrañado saliendo a recibirla – qué haces aquí?

-Sorpresa! – exclama divertida – he venido a invitarte a comer… - dice mirando hacia donde he dejado a Jaime y Miriam, que seguro que nos están mirando – qué hace tu fan favorita aquí?

-No preguntes… - digo invitándola a pasar –

-Hola, yo soy Jaime – dice apareciendo a mi lado – su productor… - me hace poner cara de cansancio – y ella es Miriam, mi asistente…

-Tu qué? – pregunto sorprendido –

-Su asistente… - dice apareciendo a mi lado –

-Encantada… - dice Malú disimulando muy bien el rechazo que le produce – he venido a escuchar lo que estabas haciendo… - dice sonriente – el primer disco fue tan genial que quería ver cómo ibas…

Me quedo ojiplático. Sabe que no me está gustando lo que estoy grabando y, de repente, siento vergüenza solo porque pueda escuchar algún trozo de alguna canción. No entiendo bien qué pretende. No entiendo cómo no me ha avisado de que venía. No entiendo nada.

-Lo siento pero no se puede escuchar antes de que salga… - dice Miriam ni corta ni perezosa – corremos el riesgo de que se filtren algunas canciones…

-Seguro que Jaime está encantado de que yo las escuche, verdad? – dice pasando olímpicamente de lo que acaba de decir Miriam – me puedo sentar? – dice sentándose en el sillón donde antes estaba Miriam –

Su tono irónico me hace entender menos todavía lo que está pasando. La chulería con la que ha entrado y con la que ahora mismo se ha sentado y nos mira, me sorprende, pero no puedo evitar que me haga sonreir. Creo que, realmente, ha venido a rescatarme. Jaime y Miriam se miran estupefactos al ver la reacción de Malú y no tardan en mirarme a mí. Si creen que voy a decirle que se vaya, van listos.

-Te agradezco que hayas venido – dice Jaime algo nervioso – pero tú mejor que nadie sabrás que no podemos enseñarte nada.

-Seguro que puedes hacer una excepción… - dice Malú con tono perverso – supongo que sabes que conozco a mucha gente – sonríe ampliamente –

Jaime resopla y le hace un gesto a Miriam. Miriam parece decirle algo por lo bajini cuando se dirige a la mesa de mezclas. Miro a Malú, que me mira con una sonrisa amplia.

-Qué estás haciendo? – digo sentándome a su lado hablando bajito –

-Evitar que te destroces la carrera… - contesta como si nada – conozco a este tipo de gente…

Una canción comienza a sonar. No podría haber elegido mejor, la odio a muerte. Solo con escuchar el principio, me sale un resoplido de frustración propio de alguien que está a punto de tirarse por la ventana. La cara de Malú es un poema, con una ceja levantada, mirando fijamente a Jaime, que parece hacerse cada vez más pequeño. Nunca le he visto con ese semblante. Por su parte, Miriam mira a Malú creo que con ganas de querer matarla.

-Para para… - dice Malú levantando una mano y poniéndose la otra en la frente – pero esto es genial!! – exclama, provocándome sorpresa – le pega mogollón a Álex…

-Verdad? – dice Jaime frotándose las manos nervioso – eso porque no has escuchado ésta…

-Es una puta mierda… - sentencia Malú con voz seria – jamás he escuchado una mierda tan grande como la que me acabas de poner…

-De qué vas? – exclama Miriam, mientras que con una mano, Jaime le obliga a callarse –

-Tú de verdad eres productor? – le pregunta levantándose del sofá – mira que conozco gente, pero nadie te conoce a ti… - se queda pensativa – bueno si, Armando me ha comentado que ya intentaste hacer esto con otro cantante en Sudamérica…

A Jaime se le cambia la cara por completo. Mira a todas partes, sin poder mantener la mirada a Malú.

-Te contaré lo que es ser buen productor… - dice Malú comenzando a pasearse por el estudio – ser buen productor es saber elegir las canciones… - dice cogiendo unos papeles, con suma chulería – escuchar al artista… - dice dejando los papeles sobre la mesa – y mirar siempre por el éxito grupal, no por el nombre que uno pueda hacerse… - se queda frente a él, mirándole – me puedes decir cual de esos requisitos cumples tú?

Hay un silencio tenso. Automáticamente dirijo mi mirada hacia Jaime, que parece apretar la mandíbula.

-No voy a consentir que nadie venga a cuestionar mi trabajo – dice serio – qué eres? Su madre? – dice con desdén –

-Y ella? – señala a Miriam – ella que es? Por qué está aquí? – dice mirándola –

-A mi no me señales – dice Miriam con beligerancia –

-Perdona cariño… - dice irónica – pero me encantaría saber por qué me has puesto pegas para que yo escuche esta mierda y esta chica está aquí sin saber nada de música…

Me siento como en un partido de tenis, mirando a un lado y a otro. Malú le da al play de nuevo, y de nuevo vuelvo a escucharme como nunca pensé que me escucharía, cantando una canción discotequera, sin ningún sentido, ni siquiera analizando la letra logro encontrarle significado. Suspiro frustrado.

-Esto – señala Malú hacia arriba, como señalando la canción – se lo endosas a alguien que no tiene talento y quizá funciona unos días… - me mira – pero se lo endosas a alguien que tiene talento y le hundes… - dice volviendo la mirada hacia él – y eso no es ser buen productor… eso es ser un aprovechado…

-Y tú quién eres para venir aquí? – pregunta Jaime – ahora tú me vas a dar lecciones a mí? – pregunta enfadado – tú que tienes unas canciones que son para cortarse las venas…

-Jajajaja! – exclama Malú exageradamente – esto si que es para cortarse las venas… - se queda pensativa – Jaime te llamabas no?

-Pero quién te has creído para hablarle así? – dice Miriam acercándose a ella –

-Y tú quién te has creído para estar en este estudio? – dice Malú mirándola fijamente –

-Sal de aquí ahora mismo… - dice Jaime –

Toda la indignación que llevaba acumulada, está brotándome por los poros de mi piel. Cómo he podido estar tanto tiempo trabajando con este gilipollas? Nada me ha hecho reaccionar hasta ahora como esto. Veo que Jaime agarra a Malú del brazo e intenta empujarla hacia la puerta. No puedo evitarlo, agarro el brazo de Jaime fuerte y hago que suelte a Malú.

-Te aconsejo que no vuelvas a hacer eso… - digo mirándole –

-Suéltame – dice zafándose de mí – eres un niñato… - me dice mirándome a los ojos – crees que con esa mierda de canciones que compones vas a tener éxito?

-Esa mierda de canciones ya ha tenido éxito… - digo serio – y te lo dije una vez, el éxito lo estás buscando tú, yo solo estoy buscando que tenga sentido lo que hago…

-Qué bonito es eso… - dice Miriam con tono irónico – Jaime sabe mucho más que tú de todo esto, y no le estás haciendo caso en nada…

-Cállate de una vez! – exclamo con voz fuerte – qué cojones haces aquí? – miro a Jaime – te he dicho mil veces que no quiero que esté aquí, que no me apetece, que no me siento cómodo… y tú una y otra vez has pasado de lo que te he pedido… - le miro fijamente – estoy hasta los cojones de vosotros dos…

-Mide tus palabras Álex… - dice Jaime mirándome desafiante –

-Mídelas tú! – exclamo poniéndome a su altura – eres un inútil! – exclamo cabreado – un inútil que cree que esta mierda de música me queda bien y sabes lo que me quedaría bien? – digo mirándole – marcharme de una puta vez de aquí…

Cojo mi chaqueta y pongo mi mano en la espalda de Malú para que salga conmigo del estudio.

-Si sales por esa puerta, esto se ha terminado… - dice Jaime en tono de amenaza –

Me giro hacia él con una sonrisa irónica y me acerco caminando despacio. Le veo dar dos pasos para atrás. Cuando me cabreo, creo que impongo un poco.

-Esto se tenía que haber terminado hace mucho tiempo… - digo serio – cómo se dice eso? – me quedo pensativo irónicamente – ah si… - le miro con media sonrisa – estás despedido.

-Cómo? – pregunta sorprendido –

-Que no quiero trabajar contigo! – grito – que rompo el contrato, que te pago si hace falta para no volver a verte en mi vida, me oyes?

Todo lo que llevaba dentro de todas estas semanas, está aflorando en este momento. No sé qué cara estará poniendo Malú, pero me imagino que será de satisfacción. La misma que siento yo ahora mismo.

-Eres un imbécil… - dice Miriam mirándome –

-Pero tú por qué no paras de insultar de una vez? - pregunta Malú acercándose, pero consigo pararla con el brazo - 

-Vaya! – digo irónico – creo que no pensabas lo mismo cuando intentaste besarme esa noche en mi coche… - digo sonriendo irónicamente –

-Ah… - Interviene Malú poniendo una mano en mi espalda – te voy a recordar una cosa… - dice mirando a Jaime – si algún material del que hay aquí ve la luz… - sonríe – tendrás una bonita denuncia…

-No me amenaces… - dice serio –

-No! – alza sus manos – solo te informo… sé de qué pie cojea la gente como tú… - sonríe –

-No te molestes en avisar a la compañía, ya les aviso yo… - digo dándome la vuelta –

-Álex! – dice gritándome al verme salir por la puerta con Malú – no puedes dejarme tirado! – exclama – Álex!

Salgo del estudio con la mano de Malú en mi espalda, como sujetándome. Al entrar en el ascensor, la miro. Me mira sonriente. No puedo evitar abrazarla.

-Cómo cojones no he hecho esto antes? – exclamo abrazado a ella escuchándola reir –

Al separarme de ella, la miro y no lo puedo evitar. Tengo unas ganas de besarla como nunca las había tenido antes. La rapidez con la que me acerco a ella creo que le sorprende, pero sus manos se cruzan por mi cuello al instante. Pego su cuerpo al cristal del ascensor, besándola con fiereza, hasta que escuchamos el timbre señalando que hemos llegado a la planta baja. Me separo de su cuerpo, recomponiéndome un poco, pero sin poder evitar sonreir, aunque algo avergonzado por el arrebato que acabo de tener. La miro y tiene la misma expresión. Salimos del ascensor, cruzándonos con una persona que parece estar más ocupada mirando su móvil que a nosotros.

Sin hablar, salimos a la calle. Al salir, siento esa sensación de libertad que pocas veces he sentido pero que tanto me encanta. Me acabo de quitar un peso que llevaba a cuestas desde hace mucho. La miro y camina sonriente, sin hablar, parece hasta con gesto triunfante. Vuelvo a tener esas ganas de besarla de nuevo, no sé si de agradecimiento o de deseo, pero la calle no es el mejor lugar.

-Te sientes bien? – pregunta de repente –

-Me siento muy bien… - digo sincero mirándola – has venido a rescatarme? – digo riéndome –

-Algo así… - dice arqueando la cabeza – aunque es verdad que te quiero invitar a comer…

-A tu casa? – digo caminando a su lado –

-No… - dice mirándome – hace mucho que no como fuera de casa con nadie… - me mira – te apetece?

-Me encantaría… - digo sonriendo – llevas coche?

-Me ha traído Vero… - dice parándose en seco – y por qué voy caminando tan segura si el que tiene coche eres tú?

Estallamos en una carcajada y volvemos a abrazarnos fugazmente. Estoy pletórico, más que nunca diría yo. No sé qué consecuencias va a tener esto, pero me importa poco. Lo realmente importante es que eso para mí era una cárcel, y ella acaba de ayudarme a salir.

CAPÍTULO 36: DESCANSO

Tras el alta y despedirme de Tere, subo al coche de Malú, aparcado en la parte trasera del hospital. Son las 4 de la mañana, nada más y nada menos. Observo en su cara el cansancio y el sueño, sin poder evitar sentirme culpable por ello. Se ha portado tan bien conmigo que sobran las palabras. Sobran tanto que no nos la hemos dirigido desde que nos hemos montado en el coche. Los ojos se me cierran y apoyo mi brazo en la puerta para sujetar mi cabeza, que también quiere dejar vencer el peso de la gravedad.

Malú enciende la radio, imagino que por el sueño que tiene. Le diría que conduzco yo, pero creo que tengo más sueño que ella. Voy completamente drogado. Mis ojos, que estaban ya entrecerrados, se abren cuando escucho mi voz por los altavoces. Me da por reírme. Resulta que yo la escucho a ella en el coche pero ella también me escucha a mí. La observo avergonzada, quitándole algo de voz, como si así se dejara de notar que esa canción es mía. Sonrío y vuelvo a colocarme. Creo que me da tiempo a observar dos calles, a la tercera, ya estoy durmiendo.

-Álex… - escucho su voz como lejana – Álex…

-Mmmh… - digo abriendo los ojos parcialmente –

-Ya hemos llegado – dice mirándome –

Observo por la ventanilla. Es la casa de Malú. Se baja del coche decidida. Me quito el cinturón todavía contrariado y abro la puerta.

-Quieres que me quede en tu casa? – pregunto extrañado –

-No querrás dormir solo esta noche… - dice como si nada cerrando el coche – si te vuelve el dolor, con lo cabezón que eres, no vas a avisar a nadie…

Voy a replicar, pero no hay más que decir. La decisión parece estar tomada. No tengo cuerpo para dormir en su cama ni para un arranque, pero tengo la esperanza que ella pienso lo mismo. Al entrar, sube las escaleras y la sigo como hipnotizado. Entro en su habitación, quedándome en la puerta. Se gira extrañada mientras se quita la chaqueta, mirándome sin entender qué hago ahí.

-Prefieres dormir en la habitación de invitados? – pregunta mirándome –

-No… - sacudo la cabeza – o sí… - resoplo – no sé…

-Jajaja – ríe – no tengo sábanas puestas en la otra habitación… si quieres las pongo en un momento… - dice abriendo el armario –

-No sé Malú, estoy muy cansado… - digo sincero –

-Me lo imagino… - dice quitándose la camiseta, haciendo que aparte la vista para no verla en sujetador, aunque es demasiado tarde – seré buena… - dice riéndose –

-Ya lo veo… - digo cansado sentándome al borde de la cama – me han metido mórficos o algo… - digo sin mirarla – el sueño que tengo no es normal…

-Anda toma… - me lanza una camiseta ancha – ponte eso, no tengo pantalones de tu talla, lo siento… - dice apartando las sábanas –

Miro la camiseta, es de ella supongo. Suspiro, no tengo tiempo para pensar, sólo quiero dormir hasta que me sangre la espalda de no cambiar de posición. Me quito la camiseta y el pantalón y me pongo la prenda que me acaba de dar, sin girarme, sentado al lado contrario de donde está ella. Me meto en la cama sin permiso, como si fuera un maleducado, pero tengo mucho sueño. Escucho como ríe levemente al verme ya tumbado en la cama, tapado hasta el cuello.

-Malú, siento lo que pasó el otro día… - digo mirándola, con los ojos repletos de sueño –

-Vas a empezar con eso ahora? – pone cara de desagravio – no estabas cansado? – se tumba a mi lado, tapándose con la sábana –

-Ya pero…

-Ni pero ni nada… - dice cortándome – ven aquí… - abre sus brazos, dejándome contrariado – que voy a ser buena joder, solo quiero que durmamos como el otro día… - dice sonriendo –

Acepto, como podría aceptar dormir sobre una piedra ahora mismo, aunque esto es mucho más cómodo. Con su mano, comienza a acariciarme el pelo levemente, haciendo soltar un suspiro placentero. Sonríe, o eso creo, porque no tengo fuerzas para girar mi cabeza hacia ella.

-Descansa vale? – dice suavemente – si notas dolor, dímelo, aunque esté dormida…


Sonrío sin contestarle, ya no tengo fuerzas. La medicación, y el agotamiento mental y físico, me lo impiden. En un instinto, me abrazo a ella, pasando mi brazo derecho por encima de su cuerpo y colocándolo en su cintura. Por un momento, pienso que puede incomodarse, pero todo lo contrario, se abraza a mí todavía más. Sonrío de nuevo, apenas me da tiempo a otra cosa. Caigo en un profundo y placentero sueño del que no quiero que me despierte nadie. 

lunes, 28 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 35: TANTAS COSAS QUE CONTARTE

El sueño me ha vencido a ratos. Miro el reloj, ha pasado casi una hora desde la analítica, pero no ha venido Tere. Y si ha salido algo raro? Y si no es un cólico y tiene algo grave? Le observo dormir, totalmente relajado, con el gotero terminado. Me levanto y lo cierro. Sé hacerlo, Carlos en la clínica me ha enseñado muchas cosas y, aunque tratamos animales, algunas cosas se parecen mucho.
Tere aparece con unos papeles en la mano y me sonríe dulcemente. Apenas la conozco, y me cae genial.

-Qué tal? – susurra señalándole –

-Se ha quedado dormido al poco de ponerle eso… - señalo el gotero –

-Mmm… - lo observa – no se ha despertado? – la miro extrañada – está cerrado…

-Lo he cerrado yo… - digo algo avergonzada –

-Ah… - me sonríe – la mayoría de pacientes nos llaman horrorizados cuando se les acaba el gotero para que se lo cerremos… - ríe –

-A veces ayudo en una clínica veterinaria… - digo sintiendo algo de vergüenza – es lo mismo que con ellos…

-Vaya… - responde algo sorprendida – siempre he dicho que a quién le gustan los animales, es buena gente… - dice escribiendo algo en los papeles –

Me ruborizo un poco. Tere es una mujer que, con poco que diga, te provoca algún sentimiento.

-Efectivamente es un cólico… - dice mirándome – el resto de la analítica ha salido bien… - mira a Álex – buenos días doctor…

-Joder… - cierra los ojos – menudo viaje… - mira el gotero – qué me has metido ahí? – dice todavía con los ojos entrecerrados –

-Estaba informando al familiar, sigue durmiendo… - dice Tere mirándome y guiñándome un ojo –

-Ah, perdón… - cierra los ojos y finge estar roncando –

-Ah, que roncas encima? – pregunta Tere –

-No, no ronca… - respondo sin pensar –

El color de mis mejillas pasa de color carne a color rojo sangre en cuestión de segundos. Por qué cojones he contestado eso? Álex se ríe levemente y Tere nos mira con cara de comprender algunas cosas. Genial, acabo de dejar claro que hemos dormido juntos. Soy gilipollas.

-Bueno, Álex, un cólico hijo mío, voy a hacerte una ecografía yo misma para asegurarme que no tienes una piedra por ahí… - dice de corrido –

-La mejor ecografista del hospital, sin ser ecografista… - dice Álex sonriendo – será todo un honor que me hagas una ecografía…

-Qué payaso eres… - responde Tere riéndose – anda, levanta la camiseta… - dice trayendo el ecógrafo -

-Qué mal suena eso… - responde irónico –

-Ya no tienes dolor? – le pregunta sentándose en la camilla a su lado –

-La verdad es que no… - responde contrariado – qué malo me he puesto, en serio… - dice como excusándose – sabes que no vendría si…

-Calla, que tú eres capaz de morirte antes de venir al hospital… - Tere me mira – todos los médicos somos unos pacientes nefastos… - echa un poco de gel sobre su abdomen descubierto –

-Joder! Qué frío está! – exclama –

-Ves? – me mira riendo – a ver… relaja el abdomen anda…

Tere observa la pantalla moviendo el ecógrafo lentamente. Álex observa la pantalla como si entendiera lo que ve. Esto se escapa para mí, solo veo cosas negras y blancas, nada más.

-Si es niña, le llamaré piedra… - dice Álex de repente –

Estallo en una carcajada ante su ocurrencia, igual que Tere, que resopla apoyándose en la pantalla. Cuando se serena un poco, vuelve a iniciar la maniobra.

-Bueno, yo aquí veo un riñón perfecto… con su bazo normal…

-Tengo un bazo normal – dice mirándome – eso es bueno… - dice irónico, haciéndome sonreir –

-Y el otro riñón también está bien… con su hígado de tío joven que no bebe… - dice mirándole haciendo énfasis –

-Bueno… eso de que no bebo… - chasquea la lengua –

-Y aquí abajo… - dirige el ecógrafo al pubis – tampoco se ve ninguna piedra…

-Se ven otras cosas que no vienen a cuento… - dice riendo –

-Imposible hacerte una ecografía seria… - dice soltando el ecógrafo – pero creo que está todo bien…

-Gracias Tere… - dice quitando el tono irónico de su voz –

-Te voy a dar el alta si me prometes que te vas a tomar el tratamiento unos días… - le apunta con el dedo – no nos des otro susto…

-Lo prometo… - dice bajándose la camiseta –

-Malú – dice girándose hacia la puerta – ven conmigo… - se levanta rápidamente de la camilla –

-Qué pasa? – pregunto algo asustada –

-Vienen sus compañeros a verle, he intentado pararles pero no me hacen caso… - dice llevándome al mostrador de enfrente, donde hay un habitáculo lleno de goteros – no quiero que te avasallen… pueden ser muy pesados…

La miro agradecida cuando veo venir a varias personas vestidas de blanco y verde. La sonrisa de Álex se instaura en su cara cuando les ve, abrazando a todo el mundo, sin poner un mal gesto, sin hacer nada que no demuestre que está contento por verles. Después de tener ese dolor y con el sueño que tiene que tener, admiro esa capacidad que tiene para hacer que los demás se sientan a gusto con él. Esa es una de las cosas que más me gustan de él. Esa amabilidad tan pura que tiene. No finge, lo siente.

-La gente le quiere mucho… - dice Tere observando la escena a mi lado –

-Se nota… - contesto mirando hacia él –

-Es buena gente… - dice con tinte emocionado – para mí es como un hijo… - traga saliva – más que buena gente, diría que es la mejor persona que conozco…

La observo y, por primera vez, pierde ese halo de serenidad que parece que la envuelve y ahora parece emocionada. Emocionada de manera sincera. Se nota que le quiere mucho.

-Te contaría tantas cosas de él… pero estaríamos aquí hasta mañana… - sonríe – no sé cómo has conseguido traerle… - la miro – es muy cabezota… - sonrío – cuando le pasa algo a los demás, pierde el culo por ellos… pero cuando le pasa algo a él… intenta por todos los medios que no se le note…

-Me he dado cuenta… - digo recordando la escena en mi casa –

-Le conoces de hace mucho? – pregunta sin mirarme –

-Unos meses… - digo dándome cuenta del poco tiempo que hace que le conozco –

-Parece que os conocéis desde hace mucho… - dice todavía sin mirarme – Álex es una persona transparente… - me mira – lo que siente lo demuestra… no sabe fingir… - asiento mirándole – por eso creo que le está superando un poco el mundo en el que se ha metido… - la miro sorprendida – la semana pasada me llamó muy agobiado… está teniendo problemas con su productor…

-Lo sé… - respondo seria –

-Supongo que tú sabes de qué va esto… - la miro – ayúdale si puedes… - me pide – está bloqueado, le conozco…

-Tampoco le he ayudado mucho estos días… - me mira esperando a que siga hablando – discutimos el otro día, llevábamos días sin hablar…

-Es difícil discutir con él… - dice haciéndome sentir mal – por eso es tan fácil hacer las paces con él… - me mira – no tiene rencor…

-Lo sé… - respondo de nuevo –

-No te conozco para pedirte esto, pero parece que le tienes mucho cariño… - dice de repente mirándome – cuídamelo… - se me hace un nudo en la garganta - antes podía aconsejarle… pero hay cosas que se me escapan…

-Hablaré con él… - digo convencida, recibiendo una sonrisa tierna por su parte –

-Gracias… - dice haciéndome una carantoña en la mejilla - Mi hija se muere si le digo que he estado hablando aquí contigo… - dice riendo – te escucha a todas horas…

Sonrío conmovida. Es entonces cuando recuerdo la historia de Tere que Álex me contó. Con todo lo que ha tenido que sufrir, y no se le ve ni un ápice de maldad en sus actos. Ni una mala cara, ni un mal humor. Cojo la tablilla que llevaba en la mano y el boli que yace sobre ella. Veo un folio en blanco y lo saco, notando como me observa.

-Cómo se llama tu hija? – pregunto convencida –

-Alba… - responde sorprendida –

Escribo un “para Alba con cariño” y lo firmo. Me mira todavía sorprendida.

-Es lo menos que puedo hacer… - digo algo avergonzada – pero si quieres algo más no tienes más que pedírmelo…

Agarra el folio todavía impactada por ese arrebato que he tenido. Me siento un poco impotente por no poderla recompensar de otra manera después de lo bien que se ha portado, pero creo que le parece más que suficiente a juzgar por el fugaz abrazo que me da.

-Espera aquí, voy a disipar a las masas… - dice saliendo de la habitación –

La observo cruzar el mostrador hasta llegar a la camilla. Los compañeros de Álex obedecen las órdenes para que le dejen tranquilo. Veo a Tere con una sonrisa amable para todo el mundo, así que nadie se cabrea por tener que marcharse. Se despiden de él cariñosamente mientras lo observo todo desde el habitáculo. Me siento ridícula, pero es tarde para aparecer en escena, eso sí sería ridículo. Tras marcharse todo el mundo, intuyo que Álex le pregunta a Tere donde estoy y me señala sonriente haciéndole un gesto de silencio a Álex que le hace reir. Definitivamente, esta mujer me ha ganado por completo.

CAPÍTULO 34: A MÍ TAMBIÉN

-Tere? – pregunto con el teléfono en mi oreja –

-Álex? – pregunta extrañada al no reconocer su voz –

-Tere… soy… - dudo un segundo – soy Malú, la amiga de Álex – digo sintiéndome ridícula –

-Hola, dime… - pregunta contrariada – pasa algo?

-Álex está enfermo… - digo acelerada – creo que tiene un cólico, me ha dicho que ha tenido otros antes y se parece el dolor… y… no para de vomitar y…

-Tráemelo, estoy de guardia… - contesta al instante – ha tenido otros antes, lo sé

-De verdad? No quiere ir al hospital porque no quiere que le reconozcan… - digo apurada – pero está mal de verdad, lo tengo vomitando en el salón y no puede ni tumbarse…

-No te preocupes, lo haremos como cuando vinisteis la otra vez… - habla con voz pausada – aparca en la parte de atrás, estaré allí…

-Te lo agradezco, de verdad… - digo agradecida – es que no quería que llamase a nadie más…

-Es muy cabezón… - dice con voz amable – no te preocupes, tráemelo, no le des nada por boca…

-Vale… - contesto cogiendo la chaqueta – en seguida estamos allí…

Cuelgo el teléfono pensando qué amiga más maravillosa tiene Álex. En el coche, el pobre hasta parece que está llorando del dolor. Me está dando una impotencia no poder hacer nada… me siento fatal por haberle hablado así. Ha venido a disculparse de nuevo y he vuelto a tratarle fatal. A quién quiero engañar? Me importa. Me importa mucho. Sé que es muy buena gente, que, si en algún momento le habla mal a alguien, se arrepiente al instante. Nunca le he visto hacerlo, solo conmigo, la confianza supongo. Veo el hospital y suspiro nerviosa. Aparco en la parte trasera y distingo a Tere, vestida de blanco, esperando en la puerta.

Le veo salir del coche, tambaleándose, y me asusto todavía más. Ahora mismo le traería esta silla o las que hicieran falta con tal de que se sintiera mejor. Me importa poco que alguien pueda reconocerme, lo importante ahora mismo es que Álex esté bien. Nunca le he visto así, está pálido, quejándose amargamente cada dos por tres del dolor. Sigo a Tere mirándola de vez en cuando. Qué paz transmite esta mujer, es increíble, la miro y dejo de estar nerviosa. Si alguna vez me pongo enferma, espero que me atienda ella. Nada más con mirarme, me curaré.

Tras un par de minutos veo aparecer a una chica que parece ser la tal Laura. Una chica bajita, regordita, diría que de unos 40 años, morena con el pelo no demasiado largo. Me mira un instante y me sonríe amablemente, haciéndome sentirme cómoda con la situación. Sonrío al ver como bromean. Hasta con un dolor insoportable, Álex sigue dispuesto a gastar bromas. Tere le mira con tanta ternura… con la misma que le estoy mirando yo supongo. Ni de coña voy a marcharme, por mucho que me lo pida. Me lo llevaré a casa cuando esté mejor, aunque tenga que pasar aquí la noche. Se nota que ha dejado huella aquí. La forma que tiene Laura de hablarle, me lo deja entrever.

-Gracias por traerme… - dice pareciendo que se relaja –

-Y qué pensabas que iba a hacer? – digo restándole importancia –

-Has hablado con Tere por teléfono? – pregunta sin mirarme –

-Claro… - digo sentándome en una silla a su lado – mientras tú vomitabas…

-Joder… - se queja – qué cara de asco has tenido que poner…

-No tanto como cuando conocí a esa fan tuya… Miriam se llama? – digo irónica –

-Jajaja – se ríe – no me hagas reir que todavía me duele…

-Anda, descansa… - digo colocando mejor su almohada – que estás pálido…

-No tanto como cuando me dejaste en el parque con Dandy… - responde mirándome tras acabar la frase – perdona, no tenía que haber dicho eso…

Sonrío enternecida. Pobre, ha tenido que pasarlo mal estos días. A veces creo que soy un poco orgullosa, intento no serlo, de hecho, hace mucho tiempo que no me comportaba así. Me hizo daño, es cierto. Mucho. Su forma de hablarme me molestó tanto que era incapaz de hablarle. Pero algo dentro de mí esperaba que él diera el paso. Lo ansiaba. Y lo ha dado. Sin pensarlo, dejo un beso en su frente. Me mira y, al instante, sonríe.

-Eso es que me perdonas? – pregunta con voz de niño pequeño –

-Eso es que te calles y te relajes de una vez… - le ordeno –

-A sus órdenes jefa… - dice sin mirarme –


Sonrío con su contestación. Me hace gracia cuando me llama jefa. Sé que me llaman así, pero en su voz me resulta gracioso. Me siento en la silla al lado de la cama, acariciándole la mano. Sin decir nada, cruza sus dedos por los míos, dejando su mano agarrada a la mía. Y así, sin decirnos nada, noto como su cuerpo se va relajando gracias a la medicación, y escucho su respiración cada vez más tranquila hasta hacerse totalmente relajada, como cuando se quedó durmiendo aquel día sobre mi pecho. Sonrío totalmente enternecida. No sé cómo he podido estar tanto tiempo enfadada con él. 

CAPÍTULO 33: ME DUELE

Hoy se cumplen dos semanas sin un whatsapp por su parte. Me pasé mucho esa tarde. Mucho. Hice que se sintiera mal. Normal que no quiera saber nada de mí. Me da la sensación que en cuestión de dos semanas se me ha desmoronado todo. El disco está siendo una puta mierda, no me gusta lo que escucho, no me gusta escucharme así. Lo digo por activa y por pasiva, pero no parece surtir efecto. Mi mánager no quiere escuchar hablar del tema, dice que si le cuento algo, va a ir directamente a partirle la cara a Jaime. La última discusión fue gordísima, tanto que pensé que iban a llegar a las manos. Llevo días sin rozar ni siquiera el piano, mi inspiración se ha marchado casi a la misma velocidad que mi relación con Malú se ha enfriado. Es curioso que coincida en el espacio-tiempo los dos hechos. Me perturba tanto que decido no pensarlo más de la cuenta.

No sé cómo parar esto, de verdad que no sé. Echo de menos los consejos de Malú. Echo de menos los paseos con ella, tan gratificantes cuando nos ponemos a hablar de cualquier cosa de la vida. Nos parecemos en nuestra forma de pensar. Me da la sensación que he perdido su amistad por una tontería. Una tontería que se llama Miriam y que ya se ha cruzado dos veces más conmigo. Empieza a asustarme, hoy estaba en la puerta del estudio, y hablaba con Jaime de manera animada. Incluso se ha quedado a la grabación, con una reprobación por mi parte, pero Jaime dice que qué mejor que una fan para decir lo que le gusta. Evidentemente, ella ha dicho que le encanta mi nuevo estilo. No sé por qué, me lo esperaba.

No me encuentro nada bien hoy. Siento un malestar difícil de explicar, creo que estoy demasiado cansado. Me duele la espalda. Estoy deseando llegar a casa y acostarme pero, al pasar por su casa, la melancolía me invade por completo. La melancolía y el sentimiento de culpa. Paro el coche en un lado, bien aparcado y apago el motor. Está la luz del salón encendida, parece que está en casa. Quizá este malestar es porque necesito solucionar esto con ella. Llevo dos semanas perdido, sin saber qué hacer, y creo que este es un buen principio.

Al salir del coche, noto una punzada en la espalda muy intensa. Definitivamente, necesito descansar, pero tengo que hacer antes esto. Toco al timbre temeroso, quizá no me contesta, o quizá me contesta todavía enfadada y me dice que no quiere saber nada de mí.

-Si? – responde con voz algo temerosa –

-Malú, soy Álex… - hago un silencio breve – podemos hablar?

Tras unos segundos en los que no escucho nada, la puerta se abre y respiro aliviado. Paso al jardín y la primera en recibirme es Danka, que baja las escaleras y se me planta saludándome cariñosamente. No puedo evitar sonreir, parece que de tantos paseos, me relaciona con algo bueno. La ordeno que suba las escaleras y me hace caso. Malú espera en el resquicio de la puerta. No sé qué gesto tiene su cara, no sabría decir si enfado, si alegría por verme o si indiferencia total.

-Puedo pasar? – pregunto frente a ella –

-Claro… - responde con tono neutro – qué haces aquí? – pregunta al cerrar la puerta –

-Pues… - de repente, estoy nervioso – Malú, no podemos seguir así… - digo sincero –

-Así cómo? – dice sin mirarme caminando hacia el salón –

Resoplo. Sigue enfadada. Normal por otra parte. Le dije en su cara que estaba celosa. Insinué que está coladita por mí cuando los dos hemos dejado claro lo que tenemos. Y le dije que no tenía que meterse en mi vida. Casi nada.

-Me dijiste que no me metiera en tu vida, y es lo que estoy haciendo… - dice sentándose en el reposabrazos del sofá –

-Malú… - suspiro cansado – siento mucho lo que te dije el otro día… - digo algo nervioso – no lo siento así, de verdad…

-Álex, ya te dije que puedes hacer lo que quieras… - dice con indiferencia – has vuelto a llevar a alguna fan en coche? – pregunta irónica –

-Joder… - resoplo – ya lo he captado… - digo dándome la vuelta hacia la puerta – no ha sido buena idea venir…

Al dar un paso hacia el pasillo, una punzada en la espalda me hace agarrarme al resquicio de la puerta. El dolor aumenta cada vez más y no parece desaparecer como en el coche. Noto las manos de Malú sujetándome.

-Qué te pasa? – pregunta asustada –

-Nada… - digo intentando ponerme derecho – he dormido mal, eso es todo… - digo intentando andar de nuevo – joder! – exclamo al notar de nuevo el mismo dolor que antes, intenso, que me hace no poder moverme –

-Ven aquí – dice dirigiéndome al sofá –

-No… - digo intentando aparentar que el dolor ha desaparecido – me voy a casa, necesito descansar…

Al caminar de nuevo, vuelvo a notar el dolor. Entonces lo reconozco. El dolor se desplaza de mi espalda a mi ingle derecha. Mierda, ahora si que estoy jodido, ni siquiera sé si puedo llegar a casa.

-Álex, no estás para conducir ni para irte andando… - dice poniéndose frente a mí – no voy a dejar que te vayas así…

-Que estoy bien… - digo fingiendo – agg… - me quejo débilmente – qué mala suerte tengo joder… - farfullo –

-Álex, hazme caso por favor… - dice agarrándome del brazo – ven al sofá… te preparo algo… - dice nerviosa – tengo ibuprofeno… y… nolotil también… y…

-Malú… hace un momento me estabas hablando como si no te importara nada… - digo sonriendo irónico – y ahora te empeñas en que me quede?

Me mira con gesto culpable y agacha la cabeza. Ahora sí que he dicho algo que ha vuelto a hacerle daño. Suspiro frustrado justo antes de notar ese dolor insoportable de nuevo. Me retuerzo apoyado en el marco de la puerta, sin poder hablar, con Malú mirándome asustada.

-No me lo puedo creer… - digo cabreado –

-Es un cólico verdad? – dice dejándome sorprendido –

-Como cojones lo sabes? – pregunto apretando la mandíbula por el dolor –

-Porque tienes la misma cara que tuve yo – responde llevándome al sofá – voy a llevarte al hospital…

-Ni de coña… - digo negando con la cabeza – joder! – exclamo al notar de nuevo otro fogonazo justo antes de tumbarme – Dios… no puedo estar tumbado… - digo frustrado intentando levantarme –

-Álex, que sé lo que duele… - dice con voz acelerada –

-Que no voy a ir al hospital Malú… - digo convencido – que mañana lo sabe todo el mundo y no me da la gana… - de repente, me viene una arcada e intento levantarme – voy a vomitar… - digo intentando aguantarme –

-Joder… - dice saliendo hacia la cocina a toda prisa – toma… - aparece a mi lado con una bolsa –

Como si hubiera visto el cielo abierto, abro la bolsa y echo todo lo que tengo dentro. Malú no se despega de mi lado, cosa que me sorprende, esto para mí es lo más desagradable que existe. Vomito varias veces, no puedo parar de tener esa sensación de náuseas.

-Dame el teléfono de Tere – dice convencida cuando dejo de vomitar un segundo – voy a llevarte al hospital quieras o no.

El viaje se ha hecho eterno. He vuelto a vomitar en otra bolsa mientras Malú conducía. Sentía que estaba nerviosa, muy nerviosa diría yo. Normal, un tío de metro ochenta y cinco potando en tu coche y casi llorando de dolor no tiene que ser una situación agradable. Veo como aparca en la parte trasera. Ni siquiera me he enterado que haya hablado con Tere. Al aparcar el coche, la veo en la puerta, esperándome. Sonrío al mismo tiempo que siento unas ganas inmensas de llorar.

-Otra vez cariño? – escucho la voz de Tere – esto ya nos lo conocemos eh?

-No puedo más… - digo sincero intentando salir del coche –

-Traigo una silla? – escucho preguntar a Malú –

-Si, tiene que haber a la derecha, a veces las dejan ahí… - dice Tere intentando sujetarme – pero cómo te has puesto así?

-Llevo todo el día con una sensación muy rara… - digo sujetándome en el coche – no sé cómo no he pensado que era esto… - vuelve a venirme otra arcada – es igual que las otras veces…

Aparto a Tere con la mano, voy a vomitar de nuevo. De mi estómago sale poco contenido, apenas me queda nada en el estómago. Tras vomitar, veo a Malú venir portando una silla. Hasta estando así me hace sonreír.

-Voy a llevarte a la zona de corta estancia… - dice empujando la silla – no hay nadie esta noche, has tenido suerte…

-Por lo menos no he llegado en una guardia mala… - digo irónico –

-Estaba siendo muy buena hasta ahora cielo… - dice contestando a mi espalda –

A mi izquierda, veo a Malú caminar de manera acelerada, adelantándose para apretar el botón del ascensor. De nuevo me dan ganas de sonreír, al mismo tiempo que noto de nuevo otra punzada.
Conozco bien la zona donde me está llevando Tere. Una zona que tiene habitaciones individuales, apartado de urgencias. Aquí dejábamos a los pacientes que necesitaban estar más de 24 horas en observación. Espero que ese no sea mi caso.

-Voy a llamar a Laura – dice refiriéndose a una enfermera con la que me llevaba muy bien – le va a encantar verte…

-Seguro que se enamora de las pintas que llevo… - digo levantándome de la silla –

-Túmbate en la camilla, vuelvo enseguida…

Tere desaparece de mi vista. A mi derecha, plantada, con cara de susto, sigue Malú. Ha entrado aquí, arriesgándose a que alguien la vea, por acompañarme.

-Malú, ya está, vete a casa… - digo sin poder tumbarme del todo –

-Ni de coña… - contesta convencida – tengo que cuidar de mi cococha…

-Jaja… - río levemente –

Al segundo, aparece Laura con gesto asustado. Tan mala cara tengo que todos me miran así? Mira a Malú fugazmente y sonríe, sin hacer más comentarios. Tere aparece a su espalda, rellenando las peticiones de las analíticas.

-Lo haremos a mano, más discreto todo… - dice Tere convencida –

-Ahora me puedo vengar de esos tratamientos tan largos que me ponías… - dice Laura sentándose al lado de la cama, con el kit de extracción de sangre preparado –

-Jaja… - vuelvo a reir tímidamente – véngate como quieras, pero quítame el dolor este…

-Te acuerdas Tere cuando aquella noche hizo que subieran de farmacia aquel antibiótico que no usaba nadie? – dice mientras me prepara para sacarme sangre –

-Si me acuerdo si… - dice Tere mirándome tiernamente – y se peleó con el de farmacia a las 2 de la mañana…

-Si yo te digo que necesito ese antibiótico, lo necesito ahora! – dice Laura imitando mi voz – no lo he visto tan enfadado nunca…

-El de farmacia era gilipollas… - digo apretando los dientes – ese hombre era alérgico a todo… - digo recordando la escena -

-Qué bien enseñado lo tenía… - dice Tere mirándome –

-El mejor médico que hemos tenido – dice Laura sacándome sangre – después de Tere claro…

-Dejad de pelotearme y ponedme algo para el dolor joder! – exclamo esbozando una leve sonrisa –

-Ahora eres el paciente y aquí mandamos nosotras… - dice Laura apuntándome con un tubo lleno de mi sangre –

Pongo los ojos en blanco, todavía retorciéndome por el dolor, pero con una sensación de comodidad estando con ellas que hace que el dolor no sea tan intenso.

-Nos tienes que hacer un pipí… - dice Laura – Puedes hacerlo aquí… - me da la cuña –

-Te estás vengando pero bien eh? – digo frustrado –

-Vamos a ponerle antes algo para el dolor… - dice Tere con tono maternal –

-Si… no vamos a torturarle tanto… - Laura me sonríe – le damos caña no?

-Si por favor… - suplico –

-Álex Torres suplicándome! – dice Laura purgando un gotero – esto se lo cuento a mi cuñada y se desmaya…

Mientras me engancha el gotero, miro a Malú que me está mirando sonriendo tiernamente, con mi abrigo en la mano. Tere le hace una caricia en el brazo afectuosa. He debido perderme algo. 

CAPÍTULO 32: ESTÁ MAL

Llevo días sin apenas hablar con él. Está liado con el nuevo disco y no quiero molestarle. La verdad es que yo también estoy liada con el disco. Las tres canciones de Álex han sido todo un éxito entre mi equipo, ya están pensando en qué arreglos hacerle y a Armando le han entusiasmado. De la nada, han aparecido algunas canciones más que, sin saber por qué, han descrito a la perfección algunas de las situaciones que he vivido. En concreto, la que escuche el otro día se llamaba “nos sobró la ropa”. Me reí tanto al escuchar la letra. Describía a la perfección la primera noche que pasamos Álex y yo. He tenido que incluirla en el disco, me gusta que tengan parte de mí.

Tras varios minutos dudando en si hacerlo o no, decido mandarle un whatsapp. Me responde casi al momento. Mi proposición de pasear a los perros ha surtido efecto. De repente, estoy ilusionada, me gusta quedar con él, me gusta que esté cerca. Nuestro último encuentro fue raro, tan raro que ni siquiera hemos sido capaces de hablarlo. Noté cosas que no había notado hasta ahora. Le noté perdido, como si no supiera bien qué hacer, y me inspiró mucha ternura. Sobre todo el momento en el que se quedó durmiendo sobre mí, mientras le acariciaba el pelo. Parecía tan frágil, estaba tan guapo y tiene un pelo tan suave… Sacudo mi cabeza ante esos pensamientos. Somos amigos Malú, somos amigos.

Salgo de casa sujetando a Danka con la correa. Hoy las pequeñas no van a salir, ya han correteado bastante por el jardín y no parecen muy por la labor cuando les he enseñado la correa. A veces creo que son un calco de mí, con la pereza a veces por bandera.

-Hola… - dice recibiéndome sonriente –

-Hombre, el desaparecido! – exclamo dándole un cariñoso beso en la mejilla –

-Lo siento… - dice con tono culpable – estoy teniendo una semana horrible…

-Y eso? – digo mientras comenzamos a hablar –

-El disco… - dice desganado – mi nuevo productor está chalado…

-Y eso? – pregunto riéndome –

-Quiere que cante canciones movidas… - dice con cara de pocos amigos – me está enseñando unos temas que, de verdad, ni Pitbull…

-Y tus canciones? – pregunto sorprendida –

-Ha descartado casi todas… - dice sin mirarme – quería quitar la que te enseñé… la de mi abuela...

-Qué dices? – exclamo sorprendida –

-Le he convencido para que la incluya… - dice negando con la cabeza – esto no sé cómo va a terminar…

-Y por qué no te plantas? – digo algo indignada – compones demasiado bien como para ponerte a cantar otros estilos…

-Eso pienso yo, pero dice que no tengo ni idea de cómo funciona esto y que el segundo disco es crucial… y bla, bla, bla… - dice desganado – me agobia… - dice resoplando – mi mánager no lo traga y cada vez que se encuentran parece que vuelan los cuchillos…

-Vaya panorama… - digo algo apenada por él – y qué vas a hacer?

-No tengo ni idea… - dice alzándose de hombros – pero bueno, dejemos de hablar de eso, que me pongo de mala hostia… - me mira – qué tal tu disco?

Mientras llegamos al parque, le cuento ilusionada lo mucho que les han gustado los temas a todos. Sonríe conforme, aunque con un tinte melancólico. No me gusta verlo así. Parece que está de mal humor, o triste… y no lo he conocido de esa manera. Es un hombre divertido, alegre, con un sentido del humor parecido al mío, irónico, siempre preparado para bromear. Pero parece que el tema del disco le está ocasionando un cambio en su estado de ánimo que no me gusta. He pasado por eso, y no me gustaría que alguien a quien quiero lo pasara. Espera, alguien a quien quiero? Claro… lo quiero pero como amigo, es amigo mío, nada más.

Al llegar al parque, una chica se acerca a nosotros saludando. Pongo cara extrañada, no me suena, aunque creo que Álex si que la conoce. Al llegar a nuestra altura, se lanza a los brazos de Álex. Imagino que será alguna amiga suya, pero no entiendo tanta efusividad.

-Qué alegría me da verte!! – exclama – nos encontramos en todas partes!!

-Si… - contesta él con un gesto que no consigo descifrar qué significa – qué tal?

-Bien, ahora muy bien al verte… - me mira y aparta la mirada en seguida – es tu perrito? – dice agachándose hacia Dandy –

-Si… - responde mirándome fugazmente y alzándose de hombros – y eso que estás por aquí Miriam?

-Eh? – pregunta haciéndose la despistada – bueno… - dice avergonzada – te iba a mentir pero no puedo… - alzo una ceja en señal de incredulidad – me he enterado que vivías por aquí y quería buscarte… - mi cara bien podría parecerse a la mona lisa – quería pedirte perdón por lo de la otra noche…

Espera… la otra noche? Mi mente hace un clic que me resulta hasta doloroso en el pecho. Álex parece incómodo, ni siquiera me mira. En mi cabeza empiezo a imaginarme cosas que no me gustan. No me gustan nada. Y encima ésta tía de qué va? Estoy paseando tranquilamente con él, a qué viene? Quién es? Qué quiere?

-No te preocupes Miriam… - responde él – no tenías que venir aquí a disculparte…

-Vas a pensar que soy una fan loca… - dice avergonzada –

Una fan? Perdón? Una fan, la otra noche? Mi cabeza vuelve a hacer un clic. Esta vez más que doloroso, me cabrea. Qué cojones significa esto? Se ha acostado con una fan? Se ha acostado con otra? Y por qué cojones debería importarme? Si solo somos amigos! Me esfuerzo en poner buena cara, por si Álex o esta tía que no sé cómo se llama ni quiero saberlo, me miran. No quiero que noten que me estoy cabreando porque ni yo misma podría explicar por qué.

-Para compensarte, quieres que te invite a un café? – dice con tono ilusionado – el otro día en una entrevista dijiste que te tomarías un café con una fan sin ningún problema.

Creo que me está dando un ictus o algo así. He notado mi boca torcerse al escucharla. Tiene un tono de voz que hasta me irrita. No me gusta esta chica, no me gusta nada. Y Álex por qué no contesta? Me va a dejar aquí con Danka? Lo mato, es que lo mato.

-Otro día Miriam, estábamos dando un paseo con ellas… - nos señala y sonrío agradecida –

-Ah… - la chica me mira, diría que con desprecio – eres Malú verdad?

-Si… - contesto sonriendo –

-Encantada… - dice sin mirarme – de verdad que no puedes tomarte un café conmigo?

Abro los ojos de par en par. Qué se ha creído esta descarada? Mira, hasta agradezco que no quiera hacerse una foto conmigo, hubiera salido con cara de estar oliendo a mierda. Suspiro de pura desesperación, estoy por seguir caminando con Danka.

-De verdad Miriam, otro día… - dice Álex con tono amable – te agradezco que quisieras disculparte, pero no hacía falta, de verdad…

-Bueno… - responde apenada la gilipollas, pienso sin querer – entonces no te molesto más – eso es, pesada – me ha encantado volver a verte…

Y vuelve a abrazarle!! Pero esto qué es??? Me dan ganas de soltar a Danka y decirle “ataca”. Pero Danka me miraría con cara de desdén y se tumbaría en el césped boca arriba. La chica se aleja de nosotros, sin ni siquiera despedirse de mí. Ardo en deseos de preguntarle a Álex qué cojones acaba de pasar, pero no sé si hacerlo. No puedo evitarlo, tengo que hacerlo.

-Quién es esa chica? – pregunto sin mirarle –

-Una fan… - dice en tono neutro –

-Parecía que te conocía de hace mucho tiempo… - digo con cierto tono de reproche –

-Pues no… - responde tajante –

-Te has acostado con ella? – digo sin mirarle –

-Qué? – pregunta sorprendido, dejando de andar – qué pregunta es esa? – dice indignado –

-Como ha dicho no se qué de la otra noche… - digo como si no le diese importancia –

-No, no me he acostado con ella… - dice resoplando – la llevé en coche al centro… me la encontré el otro día al salir del estudio…

-Que la llevaste en coche? – pregunto sorprendida – hijo mío, de lo bueno que eres, eres tonto… - digo sin intención de molestarle –

-Mira Malú, no voy a tener una escenita contigo… - dice caminando más rápido –

-Escenita? – pregunto indignada – de qué escenita estás hablando?

-De esta escenita de celos que me estás montando… - dice sin parar de caminar – lo que yo haga o deje de hacer no es problema tuyo…

Me paro en seco al escuchar esa frase. Veo como se gira mirándome, sorprendido quizá por mi reacción. Sin más, me doy la vuelta con Danka y deshago el camino que hemos hecho juntos.

-No te preocupes, no volveré a meterme donde no me llaman… - digo comenzando a caminar en dirección contraria –

-Malú… - le escucho a mi espalda – Malú espera! – alza la voz – Vale… - le escucho acercarse – siento haberte contestado así… me ha dejado muy flipado… - sigo caminando sin hacerle caso – para por favor…

Me detengo a regañadientes, sin darme la vuelta, no pienso hacerlo. Estoy muy enfadada ahora mismo. Celos yo? Si yo no soy celosa! Es solo que no me ha gustado esa chica, ni esa reacción al verle, ni que lleve a gente que no conoce en el coche. Es eso, nada más.

-Malú, sigue paseando conmigo… - dice con cierto tono de súplica – llevo unos días que me están pasando cosas que… que no sé qué hacer… - dice con tono algo angustiado – perdona si te he hablado mal…

-Mira Álex… - digo dándome la vuelta, todavía enfadada – puedes hacer lo que quieras con tu vida… - digo agarrando bien la correa de Danka, pues sé que no se va a querer ir en dirección contraria – pero que sepas que todo lo estás haciendo mal… - sentencio, dándome la vuelta y comenzando a andar hacia casa –

Soy consciente que le acabo de dejar con una mala sensación, pero no consiento que nadie me hable de esa manera. Ni siquiera él. Y estoy demasiado enfadada como para hacer que no me pasa nada, no soy así, no sé fingir y, si alguna vez supe, me cansé hace mucho tiempo.

CAPÍTULO 31: ¿TE ACUERDAS DE MÍ?

Mi nuevo productor es un tío peculiar. Jaime ha invadido mi vida y mi música de una manera poco ortodoxa por así decirlo. Mi mánager no me dice nada, pero creo que no lo traga. A mí, en cierto modo, me hace gracia. Me hacen gracia esas excentricidades que hace cuando escucha algún tema mío. Ya ha rechazado más de uno porque dice que es demasiado sensible, que yo necesito algo más movido para lanzar del todo mi carrera de manera internacional. Y qué cojones me importa a mí mi carrera internacional? Si yo lo que quiero es cantar lo que me gusta, pero no, no lo entiende.

Procuro no discutir con él, aunque ya he visto a mi mánager hacerlo. La gota que ha colmado el vaso y que me ha hecho dejar de sentir gracia hacia él, es cuando ha escuchado el tema dedicado a mi abuela. Los comentarios que ha hecho no me han gustado y ha sido cuando, por fin, se ha armado el lío entre los dos.

-Álex, esto no va a tener éxito… - dice negando con la cabeza quitándose los cascos –

-No busco que tenga éxito – me alzo de brazos – busco que tenga sentido…

-Esta canción no la vamos a incluir – dice tachándola de la lista a mano –

-Cómo? – pregunto sorprendido – Jaime, esta canción va a estar en el disco – digo convencido –

-Ni hablar! – exclama – tenemos que hacer un disco fresco, movido, que la gente pueda bailarlo en las discotecas, no un disco lleno de canciones para cortarse las venas…

-Jaime… - resoplo un poco frustrado – esta canción tiene que estar en el disco, es muy importante para mí…

-He dicho que no, mira… - pone otra – este tema te va perfectamente, las quinceañeras van a flipar con…

-Me importa una mierda las quinceañeras! – exclamo levantándome de la silla – no vas a cambiar mi estilo, no vas a cambiar mi forma de escribir… - me mira sorprendido – quiero que el disco sea de canciones que he compuesto yo – sentencio –

-Te estoy diciendo lo que es mejor para ti – dice mirándome –

-Lo que es mejor para mí ya lo sé yo, no soy ningún niño… - digo cabreado –

-Vale, cálmate… - dice alzando las manos – de acuerdo, incluímos esta canción en tu disco si es tan importante para ti… - afirmo y vuelvo a sentarme en la silla – pero escucha esta, es muy movida y puede ser hasta tu primer single…

Salgo del estudio con cara de pocos amigos. No me gusta lo que está haciendo, no me gusta la forma que tiene de tratar mis canciones y no me gusta el estilo que quiere imponerme. Según él, aunque no sea un niño, no tengo ni puta idea de cómo funciona esto, y, el segundo disco, es crucial para saber si un artista se queda en el olvido o continúa en esto.

Voy tan ensimismado en mis pensamientos caminando hacia el coche, que, sin darme cuenta, choco mi hombro contra alguien. Qué manía he cogido de chocarme con la gente, eso me pasa por estar empanado. La chica con la que he chocado, se toca el hombro dolorida. No salgo de mi asombro cuando reconozco a la chica. Es la misma que se chocó conmigo tras terminar la grabación del último asalto.

-Joder, disculpa, de verdad… - digo mirándola –

-Te acuerdas de mí? – pregunta ilusionada –

-Claro – respondo enternecido – perdona, vas a pensar que te tengo manía o algo… - se ríe – estás bien?

-Si! – exclama – qué casualidad que nos volvamos a encontrar no?

-La verdad es que sí… - digo sintiéndome incómodo de repente – bueno…

-Oye, tú sabes cómo llegar al centro? – pregunta mirando a todas partes – es que me he perdido, no soy de Madrid y no tengo batería en el móvil…

-Eh… - digo pensativo – la verdad es que estás muy lejos… por qué no vas en metro? – pregunto –

-El metro me da miedo… - dice poniendo cara de niña – una vez me robaron y ya no he vuelto a subirme…

-Vaya… - digo – quieres que te deje mi móvil para que llames a alguien?

-No! – exclama levantando las manos – no quiero ser pesada… ya pregunto por ahí… - dice echando a andar –

-Espera! – digo sintiéndome culpable – ven, te llevo yo… - digo sin pensar –

-En serio? – pregunta ilusionada – me vas a llevar?

-No te voy a dejar aquí sola… - digo sin darle importancia – se está haciendo de noche…

-Pues no sabes cuánto te lo agradezco – dice caminando decidida hacia delante – cuál es tu coche?

-Em… - me deja un poco descuadrado esa decisión tan rápida – está ahí delante…

-Me llamo Miriam, por cierto… - dice sonriendo –

-Encantado Miriam…

Mientras vamos en el coche, me planteo qué cojones estoy haciendo. Esto es lo que haría si no fuera alguien conocido, pero no sé si es lo adecuado en este momento. Tampoco iba a dejarla vagando por las calles a varios kilómetros del centro. Pobrecilla, le da miedo el metro. Mala decisión para estar en Madrid.

-Dónde quieres que te deje? – pregunto –

-Me quedaría en tu coche toda la noche… - responde mirándome –

Me deja descuadrado. No sé si está tirándome los tejos o es simplemente que siente admiración por mí. Miro hacia ella y desvío la mirada rápidamente. El semáforo en rojo me hace tener la obligación de volver a mirarla. Al hacerlo, noto como su mano se dirige a mi brazo y lo acaricia. Desvío de nuevo la mirada hacia el frente.

-Miriam, dime dónde quieres que te deje anda… - digo algo incómodo –

-Oh… - dice algo avergonzada – claro… - contesta nerviosa – puedes dejarme ahí delante si quieres…

Asiento y arranco al ponerse el semáforo en verde. No sé qué acaba de pasar, pero no sé si me gusta. No estaría bien liarse con una fan verdad? O sí? O da igual? No tengo ni idea. Al parar el coche, Miriam se queda quieta en el coche, sin moverse. Me mira de reojo, como esperando a que haga algo. Qué quiere que haga?

-Qué bonito haberme vuelto a encontrar contigo – dice sin mirarme, con gesto avergonzado – me encantaría volver a verte… - dice de repente –

-Eh… - digo descuadrado –

-Pero no estaría bien, es cierto… - dice revolviéndose en el asiento – bueno, te veré en algún concierto, salúdame si me reconoces… - dice sonriendo –

-Claro… - digo sonriendo débilmente –

-Gracias por traerme… - se lanza a darme dos besos –

Tras los dos besos, se queda muy cerca de mí, tanto que pienso que va a besarme, pero me aparto rápidamente. Qué cojones está pasando aquí? Al separarme, miro al frente y parece entender que tiene que marcharse. Nada más bajarse del coche, arranco el coche y salgo de allí a toda prisa. Lo que acaba de pasar no está bien, no está bien para nada.

CAPÍTULO 30: EL ÚLTIMO ASALTO

Tras nuestro último encuentro, no hemos hablado del tema. Al despertarme, cenamos juntos y me fui a casa, como si nada. No hablamos, no volvió a surgir la pasión, ni la ternura… solo amistad. Realmente es lo que siento por ella. Una profunda amistad, cada vez más grande. Quizá eso es lo que me está haciendo plantearme qué hacemos acostándonos si sólo somos amigos. Quizá tenga que cortar esto de alguna manera, porque vamos a acabar haciéndonos daño, y lo último que quiero es hacerle daño a ella.

Hoy es la última vez que grabamos juntos. El último asalto lo llaman. Un título muy apropiado. Entre nosotros no hay tensión, no hay malas caras, no hay borderías, sino, más bien, todo lo contrario. Si alguien nos viera y no supiera nada de lo nuestro, diría que somos grandes amigos. Y es lo que somos, me repito. Hoy va extremadamente guapa, con un traje negro, corto, de tirantes, el pelo suelto, maquillada no excesivamente, y con su sonrisa de oreja a oreja. Sus taconazos le hacen hasta rebasar mis hombros en altura, cosa difícil midiendo ella 1,60 y yo 1,85. Al verla salir de maquillaje, no puedo evitar que se me escape un “guau”. Ella solo se ríe, mira al suelo avergonzada, y sigue caminando, haciéndome girarme casi automáticamente para verla alejarse. Cuando vuelvo mi mirada al frente, me encuentro con Alejandro, mirándome con una ceja levantada y con una sonrisa que le hace curvar la boca un poco. No dice nada y entra a maquillaje, dejándome con cara de pillada total.

Al comenzar el programa, Jesús no tarda en elogiar lo guapa que va hoy Malú, levantando la envidia de Laura y haciendo que entre ellas aparezca de nuevo un pique muy gracioso.

-Álex, tú quién crees que va más guapa? – pregunta Laura – ella? – señala al público haciendo un gesto de negación – y yo? – afirmando efusivamente –

-A mi no me metáis… - digo arrancando las risas de los demás coaches y del público –

-Responde, responde… - dice Malú cruzando las piernas sentada a mi lado – eres libre…

-Uhhh – exclama Alejandro – Malú se está enfadando… - Malú se ríe –

-Laura, lo siento, pero es que es mi jefa… - digo intentando salir del embrollo –

-Ah claro! – Malú se levanta – como soy tu jefa dices que estoy guapa por obligación no? – niega con la cabeza sentándose en el sillón – muy mal… - niega de nuevo con gesto de indignación –

-Pero si todo el mundo sabe que estás guapa siempre… - digo poniéndome serio – no lo digo por obligación eh? – alzo mis dedos – lo digo porque es lo que veo…

-Jajajajaja! – escucho a Antonio reírse a mi espalda – qué pelota!!

La risa es generalizada. Hasta Jesús se está riendo y yo no sé si me está dando vergüenza o me está haciendo gracia la situación. Alejandro se levanta y viene hacia mí, estrechándome la mano y señalándome.

-Así me gusta… - asiente – que me cuides a la niña… - me río abiertamente –

-Qué buena pareja hacéis! – exclama Laura de repente – me acabo de dar cuenta!! – se levanta del sillón – A ver, yo necesito que os pongáis de pie…

Miro a Laura suplicándole que me deje tranquilo, pero es imposible. Malú se levanta a regañadientes y baja del sillón, poniéndose a mi lado y cruzando sus manos sobre mi hombro, poniendo un gesto sexy. Cuando veo que le está haciendo gracia, hago lo mismo, aunque sigo sin saber si me siento incómodo o está siendo divertido. Malú, tras ese gesto, se parte de risa y pone su mano para chocármela, como si acabáramos de hacer una travesura. Choco su mano riéndome y la ayudo a subir de nuevo al sillón. Me siento en mi silla y le robo la libreta para hacerme aire de manera dramática, arrancando de nuevo las risas de Antonio, que no paro de escuchar a mi espalda.

Tras terminar la grabación, no sin haber soltado alguna lagrimilla disimulada despidiendo a algún talent, nos quedamos todos tras la grabación tomando algo en el backstage. En un momento dado, me separo un poco del grupo, intentando tener cobertura para poder contestar a un par de whatsapps de mi madre. Salgo de la sala y, sin querer, me choco con alguien que no alcanzo a ver quién es hasta que está en el suelo. Una chica, se levanta corriendo del suelo, un poco avergonzada. La ayudo a levantarse, disculpándome por haberme chocado con ella.

-Perdóname, que no te he visto, de verdad… - digo algo apurado –

-No… no te preocupes… - dice mirándome avergonzada – es que iba un poco deprisa… - me mira – madre mía, no pensaba que iba a conocerte... – sonrío tiernamente – me he colado solo para conocerte, te estaba buscando…

-Vaya… - digo algo impresionado – eso no está bien, lo sabes no? – digo con cierto tono paternalista – de verdad que no te has hecho daño?

-Hazte una foto conmigo, por favor… - dice mirándome con cara de niña –

Accedo sin poner ningún impedimento. La chica parece muy ilusionada, tanto que no para de abrazarme cada dos por tres. Quiero volver dentro, pero temo que quiera colarse e incomodar a los demás, estamos en un momento privado, no pegaría nada que una fan se colara con nosotros.

-Bueno, venga, vete antes de que te echen… - digo de forma suave – si te ven aquí te van a echar la bronca…

-Me encantas, de verdad… - dice mirándome – déjame quedarme contigo un rato…

No sé qué decir. Afortunadamente, alguien de seguridad aparece, indicándole que tiene que salir. La chica se agarra a mi mano. Estoy viendo esto excesivo, aunque no puedo evitar que me parezca tierno. La chica no parece ser una adolescente, diría que tiene unos 25 años. Tras varios intentos, consigo que le haga caso al de seguridad, no quiero que se la lleve haciéndole daño. Mientras veo como se la llevo y se despide de mí, la voz de Malú aparece a mi espalda.

-Te estaba buscando… - dice poniéndose a mi altura – y esa chica?

-Se ha colado para hacerse una foto conmigo, pero no se quería ir… - digo riendo –

-Eres demasiado bueno… - dice acariciándome la cara – anda entra, que te estaba echando de menos…

Sonrío mirándola y le hago caso, entrando detrás de ella, sin poder evitar mirarla de arriba abajo de nuevo. Qué bien le sienta este vestido.