Tras salir del aeropuerto, nos dirigimos a la zona de alquiler
de coches. Cogidos de la mano, sin que nadie a nuestro alrededor repare en
nuestra presencia. Me siento hasta raro.
Tras alquilar el coche, pongo el gps para que me dirija
hacia el hotel. Un hotel 5 estrellas, con piscina, y con unas vistas geniales.
Ideal para hacer el check-in y no salir más de allí.
Su gesto de sorpresa al ver cómo aparcaba el coche, me hace
sonreír.
-Álex… - exclama – es genial! – exclama con más fuerza –
-Sabía que te gustaría… - sonrío –
El hotel, rodeado de naturaleza, un poco alejado de los
lugares concurridos, pero no demasiado lejos. Justo como había visto en las
fotos. Aparcamos en el parking y saco los papeles de la reserva. Entramos al
hotel y, en recepción, comienzo a hablar con mi italiano de andar por casa. Me
defiendo, la chica sonríe, me entiende. Por su chaqueta sé que habla español,
italiano e inglés, pero decido seguir hablando en italiano. Soy consciente que
Malú me está mirando ojiplática. Esto no se lo esperaba. Nos da la tarjeta que
da acceso a una de las suites y entramos al ascensor.
-Desde cuando hablas italiano? – pregunta indignada –
-He estado aprendiendo para… - me acerco, la agarro de la
cintura y la pego a mí – decirte cosas bonitas en italiano…
Me mira, primero sorprendida y, después, algo avergonzada.
Su mirada se torna en algo de deseo conforme vamos llegando a la última planta.
Salimos del ascensor agarrados de la mano, con sendas maletas. Yo, en cambio,
aparte de la maleta, llevo una bolsa de deporte y otra bolsa llena de cosas,
según ella, imprescindibles. Al abrir la puerta con la tarjeta, dejo caer todo
y no me da mucho tiempo a más. Cierra la puerta con fiereza, echa el pestillo y
me empuja hacia la pared. Alzo una ceja mientras me mira con lujuria.
-Qué me ibas a decir en italiano? – dice con voz sexy
acercándose a mi boca –
No hace falta decir mucho más. Caemos en la cama y damos
rienda suelta a toda la pasión que íbamos acumulando durante todo el día.
-No te oigo decirme cosas en italiano… - dice gimiendo
mientras dejo besos en su cuello –
-Ti amo… - digo espontáneamente pegado a su oído –
-Offf… - gime con aprobación y se incorpora, agarrándose a
mi cuello y haciendo que me siente – vamos a estrenar Italia… - dice con voz
extremadamente sensual –
Me levanta la camiseta, hago lo mismo con su ropa y
terminamos de desnudarnos rápidamente. Volvemos a la misma posición, sentado en
la cama con ella sobre mí. Nuestro calentón ha sido tan instantáneo que apenas ha
habido preámbulos. Noto como está excitada, igual que yo, así que no me deja
siquiera hacer nada. Comienza a mover su pelvis contra la mía y no puedo
soportarlo. La tumbo boca arriba y agarro sus piernas con fuerza, pegándola a
mí. Vuelvo a introducirme en ella de forma brusca y comienza a gemir de forma
ahogada, como si no pudiera respirar. La observo, con la cabeza casi colgando
por el lateral de la cama, con su boca entreabierta y agarrándose a la cama
para no caerse.
La agarro de nuevo por la cintura y la vuelvo a mover, esta
vez hacia la almohada. Estira sus manos para hacer fuerza contra la cabecera en
la pared. Me encanta como se mueve todo su cuerpo al son que le marco.
Nuestro arrebato de pasión, el primero en tierras Italianas,
termina con una serie de gemidos, sin pudor ninguno, por su parte.
-Joder Álex… - dice todavía gimiendo – me encanta…
-Y a mi… - digo todavía recuperándome, con tono sugerente –
Benvenuti in Italia… - digo en su oído –
-Offf… - vuelve a soltar un gemidito – apréndete más cosas,
que me pone muchísimo…
-En serio? – digo riendo – pero si me lo puedo estar
inventando…
-Me da igual… - dice moviendo su pelvis hacia mí –
-A mí sabes qué es lo que me pone muchísimo? – digo mimoso
escondiendo mi cabeza en su cuello –
-El qué? – pregunta en voz baja –
-Mirarte… - me incorporo para mirarla – mirar las caras que
pones…
-Ah si? – dice de forma sugerente – esas caras es por tu culpa…
-Por eso me pone… - digo mirando sus labios –
-Álex! – exclama mirándome hacia la entrepierna – ya? Otra
vez? – dice algo sorprendida –
-Di nuovo, bella… - digo pegado a su oído, con todo el tono
sugerente que puedo poner –
-Dios! – exclama agarrándome del cuello y haciendo que vuelva
a besarla –
De nuevo, como si no hubiéramos tenido bastante, damos riendo suelta a la pasión en esa cama que ya nos conoce y ya sabe lo que le espera.

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