lunes, 21 de enero de 2019

CAPÍTULO 152: POR FIN SOLOS


-Qué pesados se han puesto eh? – dice colgando el abrigo en el perchero – y venga a insistir en que nos quedásemos… - niega con la cabeza – que lo estaba pillando hasta tu padre… - le observo plantada en el pasillo – si hasta tu madre ha dicho “dejarleh cohone, que se quieren ir” – dice imitando a mi madre y haciéndome reir levemente – qué pasa? – dice mirándome, dándose cuenta que le estoy observando – tengo algo en la cara? – me muerdo el labio inferior con toda la intención del mundo – uff… - resopla – vuelve a hacer eso… - repito el movimiento con algo de vergüenza –

Se acerca hasta mí despacio. Mientras se acerca, le miro provocándole, sonrío de lado, mientras él me pone caras de desesperación. Al llegar hasta mí, me pongo de puntillas. Agarra mi cara con las dos manos, suavemente, y comienza a besarme. Sus labios se abren, igual que los míos, y se van fundiendo mientras se mueven junto con nuestras lenguas. Resopla y suelta un pequeño gemido sin dejar de besarme. Sonrío sin querer. Le provoco, llevo toda la noche, desde que terminó el concierto, haciéndolo. Ahora estamos aquí, en casa, solos… y tengo tantas ganas de que comience a tocarme…

Como si me leyera el pensamiento, de un movimiento, me pega a la pared y comienza a besarme el cuello. Se me escapan varios gemidos y alguna risa cómplice. Me agarra del trasero y me eleva un poco, cruzo mis piernas por sus caderas y comienza a levantarme la camiseta para tocar mi piel. Me agarro a su pelo como si fuera a caerme de un momento a otro, aunque sé que no va a ser así. Nos miramos un segundo, fugazmente, y ya está todo dicho. Comienza a subir las escaleras conmigo en brazos. Tropieza un poco, consigue que no caiga con la espalda en las escaleras pero terminamos allí, en el suelo.

-No puede ser… - dice contagiándose de mi risa – estás bien? Te has hecho daño? – niego con la cabeza sin poder parar de reírme – Con lo bien que nos estaba quedando la escena… - dice levantándose conmigo en brazos mientras no puedo parar de reirme –

-Te has hecho daño tú? – pregunto todavía riéndome –

-No – niega entrando en la habitación y apoyándome contra el armario suavemente – Ah… - suelto un pequeño gemido -

No hablamos más. Me beso con extrema pasión mientras apoya mi espalda en el lateral del armario. Resoplo al notar de nuevo sus labios por mi cuello. Abro los ojos solo un segundo, veo su pelo, que tanto me gusta, y los vuelvo a cerrar, mordiéndome de nuevo el labio inferior a pesar de que ahora no me está viendo.

Mete sus manos por debajo de mi camiseta. El tacto de sus manos de nuevo me hace soltar un pequeño gemido. Aprieta mi piel contra él, como si quisiera que no me fuera de allí. Cómo voy a irme? Sin mirarnos, comienza a caminar hasta la cama, dejándome sobre ella de forma suave pero decidida. Se arrodilla encima de mí, con sus piernas a ambos lados de mis caderas, y comienza de nuevo a besarme el cuello, subiendo hasta mi oreja izquierda y haciéndome soltar un gemido esta vez un poco más intenso.

Sus manos se pasean por debajo de mi camiseta hasta que la van levantando. No opongo resistencia, tengo mucho calor ahora mismo. Se incorpora y se quita su camiseta en un segundo, dejándome ver fugazmente esos abdominales sutilmente marcados. Me encanta cómo se le marcan. Los toco sin poder mirarlos, porque ha vuelto a arquearse, esta vez, hacia mi boca. De nuevo su lengua se pasea con la mía, como si fueran de la mano. Acaricio su espalda y le araño un poco, suavemente, hasta que llego a su cuello y me aferro a él de nuevo.

Va bajando por mi cuello hasta llegar a mi escote. Mi sujetador cubre mis pechos, deseosos de salir y que Álex les cubra con su piel o con su boca. Como si lo hubiera dicho en voz alta, desabrocha el sujetador y me lo quita. Me río sin querer y me mira sonriente de forma fugaz. Automáticamente, su mirada se dirige a mis pechos. Veo como hace un gesto con la boca, como si resoplara, como si apretara los dientes… me encanta cuando hace eso, es cuando tiene tanto deseo que no sabe qué cara poner. Sin decir nada, dirige su boca a mis pechos, primero al derecho, paseando su lengua por toda mi piel hasta llegar al pezón. Lo lame con cuidado, lo besa… para entonces, ya he comenzado a gemir, ahora sí, de forma más sonora.

Repite la misma mecánica con el izquierdo, mientras me acaricia toda la piel que tengo descubierta hasta ahora. Sigue bajando hasta el borde de mis pantalones. Para entonces, yo ya he hecho parte del trabajo, he desabrochado el botón y he bajado la cremallera sin que se diera cuenta. Veo como se ríe tímidamente al verlo así, medio bajado. Me lo termina de quitar, bajándolo por mis piernas y lanzándolo al suelo de la habitación. No se detiene ahí, comienza a bajar mis braguitas, mirándome de reojo, supongo que ve mi cara de “hazlo ya”, porque sonríe levemente.

Sin decir nada, me agarra por la espalda y me gira poniendo mi cabeza en la almohada, supongo que para que esté más cómoda. Abre mis piernas sin decir nada, sigue arrodillado, se desliza hasta abajo y, sin darle más vueltas, su boca se dirige a mi pubis. Suelto un gemido bastante fuerte, tanto que me tapo la boca casi riéndome. Pero reir ahora mismo no es lo que más me apetece. Lo que más me apetece es soltar todo este deseo que llevaba acumulando durante todo el día. Sus manos se sitúan en mis muslos, sujetándolos para que no los cierre… como si fuera a hacerlo… Su boca y su lengua se pasean por mi pubis sin control hasta centrarse en un lugar en concreto. Ese lugar que me enloquece. Primero mueve su lengua despacio, y luego comienza a hacerlo al ritmo que sabe que me vuelve loca. Me agarro a la sábana, casi queriendo retorcerme. De mi boca salen gemidos… muchos gemidos…

Se emplea a fondo para hacerme llegar al clímax y lo está consiguiendo. Siento que estoy a punto de llegar, mi cuerpo se arquea un poco mientras mis manos se aferran a su pelo para que no se mueva y siga haciendo esos movimientos. Me vuelve loca que, sin yo decirle nada, haga esto. Creo que le encanta verme así. Pocos segundos después de agarrarle del pelo, la corriente del orgasmo me recorre entera, haciendo salir de mi boca gemidos muy intensos, muy profundos… y muy ruidosos.

Respiro acelerada con los ojos cerrados, mientras noto como Álex eleva su cabeza. Creo que me está mirando. Al abrir los ojos, lo confirmo. Me mira sonriendo satisfecho, pero no se mueve. Vuelve a sujetar mis muslos y vuelve a agacharse hacia mi pubis. Resoplo sin querer, no soy capaz de decirle que no. No le diría que no porque no quiera que vuelva a hacerlo, sino porque quiero tocarle, quiero besarle… pero vuelve a mover su lengua, de nuevo de forma lenta, esta vez durante unos segundos, y después de forma rápida. Vuelvo a gemir fuerte, me agarro de nuevo a su pelo y, solo unos segundos después, vuelvo a alcanzar el orgasmo.

Repito la escena. Respiro acelerada y, cuando abro los ojos, Álex me está mirando con cara de sorpresa. Me tapo la cara mientras resoplo. Qué poder tiene, sabe exactamente qué quiero y cómo lo quiero. Veo como se muerde el labio mirándome. Alargo mis brazos para hacerle que llegue hasta mi cara, quiero comérmelo a besos, pero agarra mis brazos y los deja sobre la cama.

-Álex… - digo sorprendida al notar como, de nuevo, su lengua vuelve a pasearse por la zona – joder… - suelto cuando noto que, poco después, voy a volver a llegar –

Me agarro a sus manos que, esta vez, ya no sujetan mis muslos. Me aprieta las manos mientras imprime un ritmo demencial a su lengua. De nuevo, pocos segundos después, mi espalda se arquea casi de forma automática, y vuelvo a alcanzar el orgasmo.

Esta vez no veo que me mire, solo noto como lleva sus manos a mi trasero y me desliza un poco más hacia abajo. Coge mis piernas y vuelve a acercarse a la zona. Hace que mis pies reposen en sus hombros y vuelve a sellar con su boca mi pubis.

-Álex… - exclamo sorprendida – Dios… - exclamo al notar de nuevo que, dentro de pocos segundos, volveré a llegar –

Me acaricia con sus manos el trasero, que está algo elevado del colchón. No puedo evitar mover las caderas al ritmo, como si necesitara que fuera más rápido, aunque la velocidad que lleva es perfecta. Éste cuesta un poco más… quizá unos segundos más… pero llega. Es más intenso si cabe. Me hace soltar un grito de placer. Paso ya de los gemidos, esto es para gritar.

-Álex… - digo respirando entrecortada – me vas a matar…

-Quieres más? – pregunta de manera lasciva mirándome –

-Quiero que vengas aquí… - digo señalando hacia mí para que suba –

-Puedo seguir todo lo que quieras eh? – dice acariciando mis caderas –

-Anda ven… - digo algo avergonzada –

Repta por mi cuerpo hasta llegar a mi boca. Nos besamos de manera dulce momentáneamente, para, poco después, intensificar la pasión de ese beso.

-Me encanta hacértelo… - dice mirándome cuando dejamos de besarnos – me encanta escucharte desde ahí…

-Ay por favor… - digo con vergüenza tapándome la cara – y tú qué haces todavía con los pantalones puestos? – digo indignada, dirigiendo mis manos al botón de su pantalón –

Sonríe arrodillándose en la cama y dejándome que se lo quite. No me detengo ahí, bajo sus calzoncillos como con prisa y me agacho sin decir nada. Cuando mi boca entra en contacto con él, suelta un gemido que me suena a gloria. Ahora me toca a mí. Muevo mi boca y mi cabeza con mucho ritmo. Le escucho gemir, todavía arrodillado en la cama, mientras acaricia mi pelo. Me ayudo con mi mano derecha para hacerlo mejor todavía. Estoy convencida que, si siguiera o lo hiciera algo más rápido, no haría falta nada más. De hecho, me hace parar poco tiempo después.

-Para para… - dice con la respiración acelerada – que no aguanto mucho más…

-De eso se trata… - digo con voz sensual, volviendo a agacharme, pero vuelve a detenerme –

-Ven aquí… - dice con voz ronca –

Me agarra de la cintura y me tumba boca arriba, tumbándose él encima. Sin decir nada, se introduce en mi cuerpo lentamente, haciéndome soltar un gemido largo… muy largo. Resopla cerrando los ojos mientras me mira. Le miro provocándole y vuelvo a morderme el labio inferior, sabiendo que eso le vuelve toco.

-Joder – exclama –

Me agarra de las caderas y eleva mis piernas, agarrándose a ellas y comenzando a imprimir un ritmo mucho más rápido. Me encanta cuando se pone así, cuando le hago perder el control. Pero lo que más me gusta es que, aunque esté así, sé que si le pidiera que parase, lo haría. Tuve esa sensación la primera vez que nos acostamos, aquel día en la buhardilla. Y la sigo teniendo ahora. Una confianza tan completa que es imposible no dejarme llevar de esta manera cada vez que nos acostamos. Hoy es algo diferente, es como que tenemos muchas más ganas que otros días. Le miro casi con los ojos cerrados, agarrado a mis piernas, y no puedo evitarlo.

-Espera… - digo, haciéndole parar de golpe – déjame encima… - le digo con voz rota –

-Dios… - exclama mirándome con total deseo y apartándose –

Se pone boca arriba y me siento a horcajadas sobre él. Me encanta así. Me encanta de todas las maneras, pero así me gusta especialmente. Me encanta apoyar las manos en su pecho y ver cómo me mira. Muevo mis caderas despacio, haciendo que resople sonriente. Le encanta, lo sé. Agarra mis pechos con las manos y me hace gemir de nuevo. Me encanta que haga eso. Los toca y los aprieta levemente. Se incorpora un poco y comienza a besarlos. Arqueo mi espalda hacia atrás, sin dejar de moverme encima de él, sintiendo su boca pasearse por mis pechos.

-Me vuelves tan loco… - dice mirándome –

-Mmm… - gimo abrazándome a él – tú si que me vuelves loca… - digo totalmente entregada –

Nos miramos unos segundos mientras sigo moviéndome sobre él. Le beso en los labios, agarrando su cara con las dos manos. Sin decirnos nada, vuelve a girarme, vuelve a ponerme boca arriba con mis piernas entrelazadas en su espalda. Me agarra de las caderas y comienza a imprimir un ritmo cada vez más rápido. Mis manos se dirigen a sus muslos, los aprieto, como diciéndole que vaya más rápido, y me entiende. El ritmo es tan insostenible que no puedo parar de gritar. Le oigo gemir, no suele gemir tan fuerte nunca. La excitación es tan grande, que no puedo evitar llegar otra vez. Arqueo mi espalda y grito mientras noto como el ritmo es más rápido durante un momento. No puedo más, pero entonces veo como cierra los ojos y suelta un gemido imponente, como de alivio, y deja de mover las caderas poco a poco. Se deja caer sobre mí y le recibo abrazándole, empapados en sudor. Le escucho respirar de forma casi agónica, notando sus latidos rápidos contra mi pecho. Acaricio su pelo lentamente, intentando yo también sosegarme.

-Joder Malú… - dice todavía con la respiración entrecortada – no vas a dejar de ponerme así en la vida…

-Jajajaja – me río sin querer – ya me lo dirás cuando tenga 80 años…

-Te aseguro que con 80 años esto ya no funciona – señala hacia abajo –

-Jajajajaja – estallo en una carcajada, notando como él se contagia –

Todavía riéndose, se incorpora y coloca sus manos a ambos lados de mi cabeza. Su mirada ahora mismo no es de deseo… es de ternura.

-Sabes cuánto te quiero? – dice sin dejar de mirarme. Asiento de forma tímida – no lo sé ni yo… - me acaricia la mejilla izquierda con su mano derecha –

-Yo también te quiero tanto… - dirijo mis dos manos a su pelo, acariciándolo – estarás agotado… - digo con ternura –

-Del concierto o de esto? – pregunta de forma graciosa, haciéndome reir – pfff… - resopla dejándose caer sobre mí – tengo la sensación que voy a dormir 24 horas seguidas…

-Anda, ven…

Nos acomodamos un poco mejor, con su cabeza sobre mi pecho, abrazado a mí, como a él le gusta y a mi me encanta. En pocos minutos, noto como respira hondo. Se ha quedado dormido y yo estoy a punto de hacerlo. Comienzo a acariciar despacio su pelo y es lo único que me falta para relajarme del todo y caer en un sueño profundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario