sábado, 19 de enero de 2019

CAPÍTULO 149: MI PIANO Y YO


Con todo a oscuras, por debajo de la pasarela central, me llevan a volver a subirme al escenario. En el centro del final de la pasarela, un piano de cola, preparado para que lo toque. Respiro hondo varias veces al sentarme. La gente de alrededor ya sabe que yo estoy allí y grita. Pero cuando el piano comienza a sonar al rozar mis dedos con las teclas, se escucha un grito unánime. Cierro los ojos, me concentro, y comienzo una de las canciones más especiales que he compuesto nunca.

-Siempre fue mucho más fácil esperar al sol que no andar buscándolo – cojo aire - Siempre fue mucho más fácil despertar contigo que no hacerlo solo – la gente está haciendo callar al público que quiere cantar conmigo - Siempre fue mucho más fácil – dejo en silencio el piano y me estremece el silencio absoluto que escucho en ese palacio con tantas almas dentro.

-Hoy quizás lo más difícil es saber que todo se fue marchitando – respiro hondo - Sabes que lo nuestro no era solo lo nuestro, era mucho más de lo que estoy contando – irremediablemente, me voy del palacio a un lugar donde hace tiempo que no voy - Hoy es mucho más difícil, hoy es mucho más difícil – toco el piano esta vez con algo más de fuerza - Que volar sin alas, que nadar sin agua, que caer sabiendo que ya estoy sentado…

Comienza a sonar un violín a mi lado. Mi violinista, una chica de apenas 20 años, toca ese instrumento como si fuera un ángel. Hija de un miembro del staff, cuando la escuché, no me lo pensé. Quería que estuviera allí por el talento que tenía y por la magia que hacía con esas cuerdas. Siento la melodía dentro de mí y ya no puedo evitar estar en aquel momento, solo en casa, en el que escribí esta canción, lleno de impotencia, de pena.

-¿Sabes? Somos dueños, somos vida y somos versos – noto como la gente no canta, solo escucha - Somos como el eco del que tuvo mucho más que besos – siento es frase tan dentro, que me da la sensación momentánea de no poder seguir - Somos los que saben, los que dicen lo que vale – digo con rabia - Los que inventan los paseos que hoy nos dejan ser honestos – cierro los ojos, tocando el piano con más suavidad - Siempre fue mucho más fácil decir te quiero… - suspiro levemente - Que tener que imaginárselo.

Sigo tocando el piano con suavidad, dispuesto a comenzar la segunda parte de la canción, la más intensa, la más heavy emocionalmente para mí.

-Hoy quizás lo que fue nuestro, necesite un tiempo para ser perfecto – cierro los ojos - Sabes que te espero, que es cuestión de esto – cojo aire - Somos mucho más de lo que está pasando – digo con rabia - Hoy es mucho más difícil, hoy es mucho más difícil – niego con la cabeza, sintiendo de nuevo la canción muy adentro - Que volar sin alas, que nadar sin agua, que caer sabiendo que ya estoy sentado.

Vuelve a sonar el violín, acompañándome de forma perfecta en la melodía, haciéndome sentir un nudo en la garganta que no me impide cantar todavía.

-¿Sabes? somos dueños, somos vida y somos versos – toco el piano con más fuerza - Somos como el eco del que tuvo mucho más que besos – doy pequeños saltos en el asiento, como cuando López se emociona tanto que no puede estarse quieto - Somos los que saben, los que dicen lo que vale – cojo aire profundamente - Los que inventan los paseos que hoy nos dejan ser honestos – canto con más fuerza y paro el piano - Siempre fue mucho más fácil decir te quiero – agacho la cabeza con mi frente contra el micro, cogiendo fuerzas para lo que queda - Que tener que imaginárselo – aguanto la última nota con toda la potencia que puedo - Somos parte de esta historia y para siempre – digo con fuerza - Somos los que un día lo soñaron, somos vida, somos uno y somos fuertes… - cojo aire de nuevo - mucho más que ayer…

Vuelve a quedarse todo en silencio, solo escucho los latidos de mi corazón, acelerados, pero enteros. Puedo hacerlo, puedo terminar esta canción como quería.

-¿Sabes? – canto sin tocar el piano y sin que el violín suene - Somos dueños, somos vida y somos versos – comienzo de nuevo a tocar el piano con fuerza - Somos como el eco del que tuvo mucho más que besos – aguanto las ganas de llorar que, de repente, afloran en mí - Somos los que saben, los que dicen lo que vale – cierro los ojos escuchando el violín a mi lado - Los que inventan los paseos que hoy nos dejan ser honestos – dejo de tocar el piano - Siempre fue mucho más fácil decir te quiero… - me encuentro cansado de repente, sin fuerzas para terminar, pero las saco no sé de donde - Que tener que imaginárselo… - susurro levemente y dejo que el piano termine por mí –
Tras unos segundos de silencio, un estruendo que jamás había escuchado, ni siquiera hoy. Un aplauso tan fuerte que me conmueve. Doy un golpe en el piano, satisfecho de haber podido hacer esto sin venirme abajo. Me levanto y voy hacia Marta, la chica que ha tocado el violín con una sensibilidad que creo que ha ayudado a que esta canción haya sido tan especial. La abrazo con fuerza y escucho como solloza. Supongo que, para ella, también ha sido especial.

-Marta García – grito en voz alta señalándola –

Alza sus manos con el violín todavía entre ellas. Me agradece con la mirada el momento que acaba de ocurrir y vuelve al escenario, dejándome con mi piano. Vuelvo a sentarme en la banqueta. La siguiente canción es, quizá, la más cruda que he escrito nunca. Soy consciente que la persona que la inspiró, me está mirando atentamente desde el control de luces y sonido.

Comienzo a tocar el piano, el inicio de la melodía, y se escuchan algunos “oh” y algunos “schh” como antes. Me hace gracia, es como que todo el mundo quiere escucharme solo a mí, pero no quiere que nadie más la cante.

-Como dice el tango: que son veinte años, para unas paredes? – comienzo a cantar - Unas cuantas fotos, unos cuadros rotos que no se sostienen – el piano suena más fuerte ahora - Para mi son más que eso, vieron cada beso que engordo mi alma – cojo aire - Vieron como a oscuras, esa madrugada, te escribí una nana… - vuelvo a hacer que el piano suene más suave - Si esta… no es mi casa – digo mirando hacia donde sé que está mi compañero - Dime cuando la he perdido – vuelvo a darle más fuerza a las teclas - Ven y sacame de aquí cuando tu quieras – canto con rabia - Te aseguro que se quedara mi huella – vuelvo a bajar la potencia - Porque si esta… no es mi casa – cojo aire - Donde respiran los míos – canto de nuevo con toda la potencia que puedo, tocando levemente el piano - Donde vi nacer la risa de su cara… - respiro hondo - Dime donde fue que el alma se hizo abrigo.

Unos aplausos me devuelven al palacio. Por un momento, sentía que estaba en mi casa. Sigo tocando el piano con suavidad para comenzar de nuevo la estrofa.

-Quédate las llaves… Por si no lo sabes, yo me quedo el llanto – vuelvo a pegar unos saltitos en el asiento, llega la parte que más me puede - A ver cómo puedes, con unos papeles, desahuciar mi canto… - le doy más potencia a mi voz y al piano - Que venga dios y lo vea, una vida entera pagaré mi culpa – doy un golpe a las teclas que le da más intensidad todavía a la parte de la estrofa - Quién está ganando esta guerra sucia, esta guerra absurda?

Cojo aire y toco el piano con suavidad en esta parte. Sé que esta canción es dura, sé que está siendo intenso, pero me estoy sintiendo como si el piano y yo fuéramos sólo uno.

-Si esta… no es mi casa – digo con rabia - dime cuando la he perdido – cojo aire para sacar toda la potencia de mi voz - Ven y sácame de aquí cuando tu quieras – vuelvo a mostrar rabia con mi voz - Te aseguro que se quedará mi huella – toco de nuevo con más fuerza - Porque si esta no es mi casa – canto casi al límite - Donde respiran los míos… - trago saliva - Donde vi nacer la risa de su cara – casi se me quiebra la voz con esa frase - Dime donde fue que el alma se hizo abrigo…

Deslizo las palabras al mismo tiempo que las manos por el piano. Termino a duras penas, pues siento la sensación de impotencia que demuestra la canción. Como si me hubiera pasado a mí. El aplauso es unánime, veo en las primeras filas a gente llorando. Me gritan de todo, y todo bueno. Sonrío sin decir nada, hago un gesto de agradecimiento y desaparezco del escenario. Quedan dos canciones, una de ellas, la más especial que he cantado en mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario