-Hace tiempo, antes de conocerle, yo estaba ahí… - señalo
hacia el público – donde estáis vosotros. Iba a sus conciertos, a los que
podía, pero, sobre todo, crecí con su música…. – se escucha un murmullo y
algunos grititos de gente que, probablemente, ya saben de quien hablo – hoy
canto con él, con el maestro… - la gente ya sabe quien es y entra en éxtasis –
con ese amigo que me cambió la vida… - le veo reírse en un lateral del
escenario – con mi compadre… - intento no emocionarme demasiado – no podía
cantar otra canción contigo que no fuera esta… - digo haciéndole una seña para
que venga hacia mí – Alejandro Sanz – digo pegado el micrófono y parece que el
palacio se va a venir abajo –
No se si la gente esperaba que viniese, no se si les ha
pillado de sorpresa, pero no paro de escuchar gritos mientras le abrazo.
-Qué bonita la vida! – exclamo mientras la gente jalea desde
la pista y las gradas –
La melodía de la canción comienza a sonar y a mí, sin
avisar, se me pone el vello de punta al ser consciente del momento tan emotivo
que está a punto de ocurrir.
-Qué bonita la vida, que da todo de golpe y luego te lo
quita – miro hacia Alejandro que me mira sonriente – Te hace sentir culpable… a
veces cuenta contigo… a veces ni te mira… qué bonita la vida… - agacho la
cabeza y trago saliva, me acabo de emocionar sin querer al escuchar a todo el
palacio cantar la canción al unísono –
-Qué bonita la vida – sigue Alejandro – cuando baila su
baile… - sonrío agachando la cabeza de nuevo al escuchar a toda la gente gritar
- que se vuelve maldito cuando cambia de planes, ahora juega contigo, otras
tantas comparte… qué bonita la vida…
No puedo cantar el estribillo ahora mismo. Me ha emocionado
mucho escuchar a Alejandro cantar esta canción delante de tanta gente. Con
disimulo, dirijo el micrófono al público para que canten. Les oigo gritar “y
tan bonita es que a veces, se despista”… estoy a punto de echarme a llorar.
Alejandro, consciente de lo que me está pasando, pone una mano en mi hombro y
decide continuar solo la parte que hacíamos los dos.
-Y yo me dejo ser… y tan bonita es… - canta mientras aprieta
su mano en mi espalda y es como si me diera algo de fuerza. Trago saliva y
continúo cantando –
-Es vida lo que me das, vida tu caminar… - cantamos juntos
al unísono – vida que arranca cobarde, que lucha que sueña y que perderás… -
nos miramos y sonrío levemente, todavía con un nudo en la garganta – vida que
vuelve a dar… vida qué sola estás… vida repleta de gente que nace que vive, que
viene y va… - me hace un gesto para que cante yo solo y sonríe –
-Qué bonita la vida… - me sereno un poco cerrando los ojos y
abstrayéndome de todo – tantas veces enorme, te acaricia y te mima, te hace
sentir tan grande… a veces eres su niño, a veces enemiga… - giro el micrófono
hacia el público de nuevo, que me responde con un “qué bonita la vida” que me
hace tener de nuevo el vello de punta –
-Qué bonita la vida… - continúa Alejandro – que regalo tan
grande, que luego te lo quita, te hace no ser de nadie… - le acompaño – a veces
un sin sentido, otras tantas gigante… qué bonita la vida… - cantamos los dos a
la vez – y tan bonita es que a veces se despista… y yo me dejo ser… - nos
miramos los dos y vuelvo a sentir esa emoción en la garganta – y tan bonita es…
- comienza de nuevo el estribillo, con 15000 gargantas acompañándonos, además
de las luces de los móviles – es vida lo que me das, vida tu caminar… vida que
arranca cobarde, que lucha que sueña y que perderás… - vuelvo a estar a punto
de echarme a llorar – vida que vuelve a dar… vida qué sola estás… vida repleta
de gente que nace, que vive, que viene y va…
Me puede un poquito la emoción y, sin terminar la estrofa
anterior, grito pegado al micro un “Alejandro Sanz” exaltado, emocionado. Con
el instrumental de las guitarras y los violines, nos fundimos en un abrazo y no
puedo evitarlo. Me echo a llorar mientras Alejandro me abraza y me pide que me
calme. Asiento y deshago el abrazo. No puedo cantar ahora mismo y le hago un
gesto a Alejandro para que me deja hacer una cosa. Asiente sonriendo
tiernamente.
-Qué? – digo casi con un hilo de voz cuando acaba el
instrumental y pongo el micrófono hacia el público –
No puedo evitar sonreir emocionado e intentando reprimir mis
lágrimas al escuchar a todo el palacio cantar esos versos. Alejandro me mira
emocionado y ríe. Me coge del hombro y canta junto con el público, mirándome.
Me aprieta la mano en el hombro de nuevo para que cante con él. Río. Es de
estas veces que tienes tantas ganas de reir que lloras y al contrario.
-Es vida lo que me das – cantamos al unísono – vida tu
caminar, vida que arranca cobarde, que lucha, que sueña y que perderás… - miro
hacia la pista y está todo el mundo ladeando los brazos a la vez mientras
canta. La estampa es preciosa a la vez que emocionante. De nuevo emocionado –
vida que vuelve a dar… vida qué sola estás… vida repleta de gente – paro de
cantar pero me repongo en seguida – que nace que vive, que viene y va…
-Vida… - canto con toda la voz que me sale en ese momento,
con Alejandro haciendo otra voz – vida…
La música termina. Nos quedamos en silencio los dos. La
gente grita, jalea, supongo que todo el torrente de emociones que he vivido no
ha sido único, sino que hay más gente que, a su manera, lo ha sentido. Río, no
puedo evitar hacerlo. Alejandro me acaricia el pelo. Un foco nos ilumina a los
dos y siento la necesidad de caminar hacia la pasarela central con él. Le hago
un gesto que entiende en seguida.
-Y tan bonita es que a veces… - dejo de cantar mientras
camino y dirijo el micrófono al público –
La gente canta. Con el sonido del piano y el violín de
fondo. Cierro los ojos, escuchando esas voces de fondo hasta llegar al final de
la pasarela. Alejandro me agarra de los hombros de nuevo, sabiendo que he
vuelto a emocionarme sintiendo como toda esa gente canta una canción.
-Es vida lo que me das… - Alejandro se une a mi – vida tu
caminar… vida que arranca cobarde, que lucha que sueña y que perderás… - sonrío
al notar como Alejandro se emociona – vida que vuelve a dar… vida qué sola
estás… vida repleta de gente, que nace que vive, que viene y va… - Alejandro se
queda en silencio y termino yo la canción – qué bonita la vida, que te mece con
arte, que te trata de usted – escucho como la gente me sigue, pero con voz más
bien ténue, como para escucharme – para luego arroparte, te hace sentir
valiente… otras tantas don nadie… - me callo y escucho como Alejandro y esas
15000 personas terminan la canción con un “qué bonita la vida “ –
-Qué bonita la vida – exclama Alejandro – Arriba Madrid! –
exclama emocionado haciéndome entender que, para él, también esta canción tiene
mucha carga emocional –
Nos fundimos en un abrazo. Un abrazo que encierra muchas
cosas. Recuerdo, justo en ese momento, cuando escuchaba sus discos de
adolescente. Cuando fui la primera vez a un concierto suyo. Es tan increíble
estar hoy aquí, en este momento, con alguien como él, que vuelvo a emocionarme.
Río mientras lucho por aguantar las lágrimas, quiero despedirle como se merece.
Tras un largo aplauso en el que los dos nos hemos quedado en la pasarela
central, consigo tomar aire y hablar.
-Alejandro… maestro… - ríe – amigo… - sonríe algo emocionado
– gracias…
-Gracias a ti compadre… - responde – buenas noches Madrid! –
exclama levantando el brazo como despidiéndose – disfruten y cuiden de mi
hermano… - dice pasando un brazo por mis hombros haciendo que me emocione de
nuevo – gracias…
No puedo decir nada, solo aplaudir mientras se va. De
repente, saco el hooligan que llevo dentro y me da por empezar un cántico…
“Alejandro, Alejandro” mientras hago alabanzas y le veo en el escenario, a
punto de irse, descojonado de la risa. Todo el palacio me sigue y no puedo
hacer otra cosa que sonreir. Vuelvo al escenario mientras veo como Alejandro lo
abandona levantándome el pulgar en señal de aprobación y agradecimiento.
Tomo aire mientras bebo agua. La siguiente canción va a hacer que me recupere emocionalmente porque es más movida y no tengo que poner tantos sentimientos encima de la mesa. “Se me olvidó” suena.
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