miércoles, 13 de septiembre de 2017

CAPÍTULO 137: QUE TODO VUELVA A EMPEZAR

Mientras desayuno, miro desde el móvil los titulares de la prensa. Las noticas más desoladoras se mezclan tenuemente con noticias que dan un halo de esperanza para la raza humana. Historias de superación, de ayuda, de solidaridad, contrarrestan el impacto que provoca leer historias de robos a manos llenas, de asesinatos, de atentados… Resoplo tras beber un sorbo de mi café, y entonces veo que Álex y yo también somos noticia. Resulta que nos echaron unas fotos cuando fuimos a cenar el otro día a un restaurante. Sonrío de medio lado. En otro momento de mi vida, esto me hubiera molestado mucho. Ahora no, ahora hasta me río con los comentarios de las fotografías. Me da exactamente igual ser portada de una revista. No me reconozco. Quizá es porque no soy la misma persona que antes de que pasara todo esto, sino que soy mejor. Tengo una capa impermeable compuesta por un material que desconozco, pero que ha conseguido que no me afecte que hablen de mí, aunque a veces me gustaría ser invisible… muy invisible. Pero creo que después de haber cambiado eso de mí, resulto hasta más simpática, con la fama de borde que he tenido siempre… Me río por dentro y dejo la taza de café en la mesa.

Al sentarme en la mesa del salón, bolígrafo y papel en mano, me pongo música de fondo. He decidido abrir el show con “cenizas”. A parte de porque la compuso Álex y para mí es especial, es como una catarsis. Resurjo de mis cenizas y empiezo un concierto así. Me gusta la idea. Tengo que decidir cosas de la gira, hacer una especie de esquema de los temas que quiero cantar y el orden. Además, quiero implicarme con el escenario, con la forma, con el montaje. Noto que duermo mejor y eso es porque mantengo mi cabeza ocupada todo el día con cosas que me encantan, que me ilusionan, como esta gira. Álex tenía razón, como en el 99% de las ocasiones.

Se ha ido esta mañana a organizar cosas también de su gira con sus técnicos y músicos. Le han propuesto realizar varias entrevistas con motivo del inicio de su gira, igual que a mí, pero se lo está pensando. Igual que yo. El tema va a salir, y no sé si quiero hablar de ello. No por mí, sino por toda la gente que implica. No sé si es de mal gusto hablar de ello, o si es de mal gusto no hacerlo. Por ahora creo que lo estamos haciendo bien, no hemos tocado el tema ninguno de los dos, pero llegará un momento en el que salga. Noto como vuelvo a meterme en un bucle con esos pensamientos y comienzo a ponerme nerviosa. Me levanto de la mesa y me dirijo al jardín. Danka me mira fijamente y me sigue, cómo me conoce. Camino dando vueltas por el jardín, intentando sacar esos pensamientos de mi mente y respirando profundo.

Cuando creo que todos mis intentos por mantenerme serena, van a ser en vano, veo como Danka se acerca a mí y deja una pelota a mis pies. Se me hace un nudo en la garganta al pensar en la intuición que tiene. Acerca su cabeza a mi pierna y la roza. Me agacho sonriendo y cojo la pelota, lanzándola al otro lado del jardín. Danka sale corriendo y vuelve a toda prisa, volviendo a soltar la pelota a mis pies. Repetimos la misma acción 3 veces y, a la tercera, cuando veo que Danka se aleja para recoger de nuevo la pelota, me doy cuenta que esa opresión en el pecho se ha ido. Esa falta de aire ya no está. 
Siento tanta liberación al haber podido controlar la situación, que corro hasta Danka y le agarro tirándome al suelo. Danka comienza a ladrar y yo comienzo a reirme, a reirme a carcajadas, como si estuviera loca, como si fuera bipolar e hiciera apenas 5 minutos que quisiera desaparecer y ahora solo tenga ganas de reir.

-Ehhhhhhh!!!

Escucho un grito que viene hacia mí pero no me da tiempo a más, solo a ver a Álex soltar una carpeta en el suelo y tirarse en plancha al césped, a unos metros de mí. Danka, al verle, se le lanza encima y comienza a girar como una croqueta hasta llegar hasta mí.

-Croqueta power!!! – grita mientras gira -

-Jajajaja! – sigo riéndome – qué haces?

-No sé, y tú? – dice tumbándose boca arriba – te he visto reírte y yo también quiero…

Se incorpora apoyándose en un brazo y me mira sonriente. No puedo evitar incorporarme un poco para besarle. Durante unos segundos, nos besamos con Danka a nuestro lado intentando contactar con su lengua algún trozo de piel hasta que consigue hacerlo en mi mejilla y comienzo a reirme.

-Esto si que es llegar a casa… - me acaricia la cara – y eso que estás tan contenta?

-Pues… - me siento en el césped – Danka, que siempre consigue sacarme una sonrisa… - le hago una carantoña que corresponde con unos lametones –

-Ah, sólo Danka? – dice algo indignado – tendré que emplearme más a fondo… - se levanta y se pone de pie, pensativo – oye, como era la canción esa de King África?

-Qué? – pregunto contrariada sonriendo – Estás bien? – río -  

-Si, esa que gritaba una palabra… - sigue haciéndose el pensativo –

-Bomba? – pregunto incrédula –

-Mmmm… - sigue haciéndose el pensativo y mira hacia la piscina – exacto…

-No, Álex! – grito cuando le veo correr hacia el borde de la piscina –

-Booooooooomba!!! – grita al lanzarse al agua –

-Jajajajajajaja!!!! – estallo en una carcajada y caigo sentada en el césped mientras le veo salir –

-Está fría! – grita corriendo hacia el borde – está fría!! – grita de nuevo –

-Pues claro que está fría!! – digo riéndome –

-Dios, está fría! – sale encogido por completo – una toalla! – grita mirándome –

-Jajajajajaja! – vuelvo a tumbarme en el césped muerta de risa –

-Ayúdame! – le oigo gritar – croqueta power ven a mí!!! – alzo la mirada y le veo venir hacia mí girando por el suelo –

-No! – intento levantarme pero es tarde, me agarra de la cintura –

-Gira el mundo gira, en el espacio infinito! – canta mientras me hace girar, empapándome de agua fría –

-Jajajajajaja! Está helada! – grito riéndome –

-Quieres ver lo fría que está? – dice en tono de amenaza deteniéndose sobre mí –

-No, ni se te ocurra… - me agarra en brazos – no Álex!!! – le suplico mientras no puedo parar de reirme – Álex!!!

-Vale vale… - me deja en el suelo, al borde de la piscina y alza los brazos – mira mis pezones! – exclama señalándose por encima de la camiseta – puedo sacarte un ojo si quiero!

-Jajajajajaja! – vuelvo a tirarme al césped intentando no mearme encima – me meo…

-Te meas? – se agacha hasta mí – a ver?

Comienza a hacerme cosquillas en el abdomen y noto como mi esfínter está a punto de traicionarme, pero no puedo parar de reir, como hacía mucho tiempo que no me reía.

-Álex, que me voy a mear encima! – grito intentando que me suelte –

-Oh si nena, lluvia dorada! – grita haciéndome mirarle perpleja –

Durante un segundo le miro perpleja por la burrada que acaba de decir. Me mira como sintiéndose culpable, pero, al instante, noto como está a punto de reírse y yo no puedo soportarlo más. Comienzo a reirme otra vez, me duele la barriga de hacerlo.

-Estás loco… - digo levantándome del césped –

-Pero te hago reir… - sonríe de manera chulesca –

Niego con la cabeza y me dirijo al baño a toda prisa. Cuando me siento en el váter, le escucho en la puerta.

-Viva ese chorrete de lluvia dorada!! – grita desde la puerta –

-Jajajajajajajaja! – estallo en una carcajada de nuevo – puedes parar de decir eso?

Abre la puerta antes de que termine y resoplo con una leve sonrisa.

-Este soy yo, aún estás a tiempo de devolverme, estoy en garantía… - se apoya en el lavabo –

-En garantía dice… - sonrío – anda, sal de aquí

-Te da vergüenza mear delante de mí? – alza una ceja -

-Claro que no… - le desafío y tiro de la cadena – qué te pasa hoy?

-Que te veo reírte y me vengo arriba… - comienza a moverse de manera divertida por el baño – y que estoy muy contento…

-Y eso? – pregunto lavándome las manos –

-Está todo montado, solo queda ensayar… - dice ilusionado – y en 2 semanas, el palacio será mío… - dice con tono épico –

-El palacio es mío, disculpa… - digo en tono chulesco – te lo presto una noche y ya está…

-Esa es mi chica… - dice abrazándome por la espalda – con su bordería habitual que tanto me gusta…

-Y dale con que soy borde! – grito desesperada –

-Que no… - dice apretándome todavía más y caminando detrás de mí – si eres un dulce de persona, dios mío… - comienza a besarme el hombro derecho de manera cariñosa – más bonita y más preciosa que todas las cosas…

-Este peloteo es porque quieres que haga yo la comida no? – sonrío de medio lado –

-Es posible… - continúa besándome el cuello y el hombro –

-Jajajajajaja!!! – me suelto por fin de sus brazos – por dios, cámbiate, que estás empapado…

-Y tú también estás empapada… - dice de manera sugerente mientras me guiña un ojo de manera graciosa antes de subir las escaleras –


Niego con la cabeza mientras río levemente todavía. Entro a la cocina y Danka espera sentada al lado de su plato, igual que Lola, Rumba y Dandy. Sonrío de nuevo ampliamente. Qué es lo que acaba de pasar? Esta locura así de repente, con una tontería. Me duele la barriga de reirme, algo que no me pasaba desde hace mucho tiempo. Está como una cabra, y me encanta. Me encanta que sea tan espontáneo y que haya vuelto ese sentido del humor que tanto me gustaba de él. Y yo… yo me siento como cuando uno acaba de salir del hospital después de una operación. Sabe que está bien, sabe que se va a poner bien, y, de vez en cuando, se olvida de que todavía le falta algo de tiempo para estar como antes. Pero sé que voy por buen camino.  

martes, 12 de septiembre de 2017

CAPÍTULO 136: NO ES TAN DIFÍCIL

-Y entonces saldrán los cañones con fuego y yo pasaré por en medio…

-En serio? – me mira con ilusión – cuando has pensado en todo esto?

-Estos días… - digo bebiendo cerveza – hablé con los chicos y lo ven bien y viable…

-Tu primer palacio… - dice ilusionada – te va a encantar…

-Quiero que cantes conmigo… - digo de repente –

Me río al ver su cara, estupefacta. Abre sus ojos de par en par y va a decir algo pero no parece que le salgan las palabras. No habíamos hablado de esto hasta ahora.

-Quiero que estemos juntos encima de ese escenario… - me mira y gira la cabeza un poco –

-Y… - traga saliva – y qué canción sería?

-Ya lo he pensado… - sonrío y le enseño el título –

-En serio? – estalla en una carcajada – estás de broma…

-Claro que no… - digo sonriendo – será la penúltima del concierto… - contesto convencida –

-La penúltima? Por qué? – me mira extrañada –

-Porque una vez subas ahí, no quiero que te bajes hasta que no lo haga yo… - niega con la cabeza sonriendo – ya he vuelto a ponerme sentimental de más…

-No… - me agarra la mano – claro que no… - sonríe – es solo que… - ríe nerviosa – que me voy a poner muy nerviosa… - sonrío tiernamente – los dos ahí arriba… - resopla – me voy a poner como un tomate…

-Y lo guapa que te pones cuando te pones colorada? – chasquea su lengua en señal de fastidio – te parece bien?

-Claro… - contesta tímida – vas a invitar a alguien más?

Sonrío de forma traviesa mientras me mira atentamente. No voy a desvelarle mucho más, pero esa noche creo que promete ser la más especial que he vivido encima de un escenario y una de las más especiales de mi vida. Ella no podía faltar, aunque daba por sentado que iría a verme, pero cantará conmigo.

Con la cerveza en la mano, se gira para mirar hacia el mar. Alzo una de mis cejas, me levanto y me siento a su lado.

-Se está bien aquí eh? – digo mirando al frente –

-Si… - contesta algo dubitativa – Álex, lo que me has dicho antes…

-No le des vueltas… - digo sonriendo –

-No te da la sensación que en estos 4 meses no hemos estado… - hace una pausa – como las parejas normales, que empiezan una relación…

-No somos una pareja normal… - digo sonriendo cogiendo arena con la mano –

-Ah no? – pregunta mirándome y sonrío – no se te ha pasado por la cabeza dejarme?

-Qué? – la miro sorprendido – claro que no… - sonríe de lado y me aparta la mirada – a ti si?

-No exactamente – suspira – pero sí que he pensado que quizá todas las cosas que nos han pasado son una señal para no estar juntos… - la miro interrogante – cuando íbamos a tener una relación estable, cuando nos lo íbamos a decir todo… - chasquea su lengua y recuerdo el momento en que abortó – y te aparté de mí y luego nos volvemos a encontrar… - niega con la cabeza – y tres días después de decirnos todo lo que sentimos… - suspira – pasa lo que pasó…

-Si, y estamos aquí después de todo eso… - digo convencido – tienes dudas? – pregunto temeroso –

-Claro que no… - se apresura en contestar – pero creo que no te mereces estar con alguien como yo…

-Y como es alguien como tú? – me incorporo y me arrodillo frente a ella –

-No he dejado de hacerte daño… - me mira fugazmente – eso no me lo vas a poder negar…

-Basta Malú… - digo cansado – esto ya lo hemos hablado muchas veces…

-Solo te estoy diciendo lo que siento… - dice excusándose – eres la mejor persona que he conocido en mi vida… - resoplo cansado – y tendrías que estar con alguien que no te haga sufrir…

-No, ahí te equivocas… - me siento en la arena – tengo que estar con quien quiera estar conmigo… y con quien yo quiera estar… - alzo su barbilla – nada es suficiente para ti… eres inconformista y eso me encanta de ti… - sonríe mirando la arena – pero eres muy injusta contigo…

-Bueno, ya está… - dice intentando cortar la conversación – olvida lo que te he dicho…

-No – agarro su brazo y evito que se levante – ahora vas a escucharme… - me mira con gesto de culpabilidad – es cierto, no me merezco estar con alguien como tú… - su mirada se vuelve interrogante – no me merezco estar con alguien tan divertida y tan ocurrente… - sonríe avergonzada – ni con alguien tan honesta y tan sincera… - va a hablar pero la corto – no me merezco estar con una persona que se va a buscarme al sitio más peligroso del mundo solo porque me quiere… - noto como su barbilla comienza a temblar – no me merezco estar con alguien que ayuda a personas que no conoce de nada porque su conciencia le impide mirar para otro lado, aunque una bomba esté a punto de explotarle al lado… - escucho como comienza a sollozar – no me merezco estar con una persona que pasa en vela las noches en las que no puedo dormir… - hago que me mire – no me merezco estar con una persona que me demuestra que me quiere tanto como lo haces tú… - resopla intentando apartar la mirada – esa eres tú, por mucho que te empeñes en pensar que no eres lo suficientemente buena… - suspiro – la realidad es que eres demasiado buena…

El silencio se instala en esa pequeña playa, solo lo rompe el sonido de las olas. La observo pero no deja de mirar al suelo, como si estuviera enfadada. Acaricio su pelo y no se aparta. De repente, se aferra a mi espalda y me abraza con fuerza. Comienza a sollozar débilmente y sonrío tiernamente.

-Sigo teniendo pesadillas con ese día… - dice entre sollozos amargos – sueño que no te encuentro, o que estás muerto… o que me persigue gente gritándome que has muerto por mi culpa… o…

-Ya está… - la corto – eso no ha pasado…

-Y en esos ataques de pánico… - llora desconsolada – solo escucho gritos… y veo gente… y… - deja de hablar y se abraza más fuerte a mí –

-Malú, eso va a dejar de pasarte… - digo convencido – de hecho ya no te pasa verdad?

Me mira dubitativa y aparta la mirada. Frunzo el ceño, desde hace varios días no presencio algo así, no sé si le ha vuelto a pasar y no me lo ha contado.

-Me pasa por las noches… - resopla – últimamente menos… pero me sigue pasando…

-Ya lo sé… - digo sabiendo que no duerme bien – pero se está yendo…

-No se va a ir nunca y lo sabes Álex… - dice convencida –

-No se va a ir nunca… - repito negando con la cabeza – no se nos va a olvidar nunca… es algo muy diferente…

-Me da miedo estar en un concierto y bloquearme de repente

Baja la cabeza como avergonzada. Me da la sensación que acaba de confesarme su verdadero miedo. Que esto se enquiste tanto que le afecte hasta para hacer lo que más le gusta.

-No tienes ninguna gana de montar la gira verdad? – pregunto como si supiera la respuesta –

-Me da mucho miedo… - suspira – estoy como en otra parte… - niega con la cabeza –

-Bueno… - agarro su mano – no estás obligada a hacerlo sí o sí… puedes posponerlo y…

-Ni hablar… - suelta mi mano de repente y se levanta – no voy a posponer nada…

La miro desde la arena, con una ceja arqueada. Así que para ella es imposible posponer algo, por muy mal que se encuentre. Es un arma de doble filo, pero voy a usarla.

-Entonces si no quieres posponer nada… - me incorporo y me planto a su altura – lo que no vas a hacer es hacer una mierda… - me mira sorprendida – y ahora mismo, es lo que harías… - veo como su gesto se tuerce, su ceño se frunce, pero continúo – qué crees que harías así? – me alzo de hombros – un espectáculo melancólico, triste y sin fuerza…

-Te estás pasando Álex… - dice dirigiéndose hacia la orilla y dejándome con la palabra en la boca –

-Me estoy pasando… - la persigo – es posible, pero dime, qué es lo que te apetece hacer? – se gira para mirarme – el show de tu vida o algo sin sentido? – su mirada se clava en la mía – no quieres posponerlo? – la agarro de las manos – pues venga! – agito fuertemente sus manos – lo que no voy a permitir es que lo hagas con el ánimo por los suelos y sin ningún tipo de ilusión… - baja la cabeza – porque cuando pase el tiempo, te arrepentirás de haberlo hecho así… - suspiro – tómatelo como una terapia… algo con lo que ilusionarte…

-No sé si puedo… - dice con tono agobiado mirándome –

-Pues entonces deja que te ayuden a hacerlo… - vuelvo a agarrar sus manos – si no quieres posponerlo, entonces tiene que valer la pena…

-Ya lo sé… - dice agobiada – por eso me da tanto miedo… - suspira – y si no soy capaz?

-Claro que eres capaz… - me agacho y cojo una diminuta rama, finita, y se la doy – dibuja como quieres el escenario – le señalo a la arena y me mira incrédula – vamos! – me agacho y comienzo a dibujar el mío – el mío va a ser así… - le doy el palo – ahora tú… - sonríe de medio lado y agarra la rama – ves? No es tan difícil… 

Me mira y vuelve a sonreir, esta vez más ampliamente. Comienza a hacer trazos en la arena y a borrarlos cuando no le gustan. La observo, concentrada y sonriente, a la orilla del mar y tengo la sensación de que, por fin, ha vuelto. 

martes, 22 de agosto de 2017

CAPÍTULO 135: BIG BANG

Al final me ha convencido. No creo que la solución a todo sea huir siempre, pero si creo que puede ayudarme. Hace ya días desde que Álex me abrió los ojos y creo que he cambiado mi forma de actuar con él. No le aparto, respeta siempre el espacio que le pido, pero está ahí. Hemos hablado mucho estos días de lo que siento, mucho más que en los meses anteriores. Le observo conducir, con música de fondo, concentrado en la carretera. Apoyo mi codo en la puerta del copiloto y mi rosto en la mano, mirando por la ventana. Dentro de nada tendré que comenzar a participar en crear de nuevo otro espectáculo. La gira es algo que me ronda la mente, pero no consigo centrarme en ello. Se están encargando Rubén y los demás, saben que no estoy bien, sobre todo después de lo que pasó el otro día. Mi hermano ha intentado hablar conmigo, pero todavía no es el momento, no puedo expresar lo que siento sin llorar y no quiero que me vea así.

En cambio, he llorado mucho estos días con Álex. Solo con que esté cerca, me tranquiliza. Conforme voy mirando los carteles, voy entendiendo donde vamos. Donde empezó y terminó todo. Algo así como nuestro Big Bang. Detiene el coche frente a ese remonte que tanto recuerdo. Al subirlo, sé que veré el mar. Bajo del coche sin decir nada y, sin coger ni una sola de mis pertenencias, subo el remonte bajo la atenta mirada de Álex, que me observa plantado al lado del coche. Al subir y sentir la brisa del mar, y abrir mis ojos y ver la orilla, recibiendo las olas con gusto, sonrío. Hace buen tiempo, es un día despejado y caluroso de mitad de Abril. Cierro los ojos y respiro hondo, con una media sonrisa. Resulta que acabo de descubrir que la paz no está en un solo sitio. Aquí también existe. La pequeña playa sigue estando igual que aquella vez que estuvimos aquí, y eso me hace sentirme bien. Me doy la vuelta y Álex me mira desde el coche, sonríe y, sin decirme nada, abre el maletero y coge la mochila.

-Hace un día estupendo, verdad? – dice llegando a mi altura –

-Si… - respondo sonriendo mirando al horizonte –

-Anda vamos…

Me agarro a su mano y bajamos hasta la playa. Al llegar, me quito el calzado y los calcetines y me dirijo a la orilla. El agua está bastante fría, pero me hace sentirme tan bien notar el mar en mis pies… es una sensación que me costaría describir con palabras.

-Cuando tuve el accidente de coche… - escucho su voz a mi espalda pero no me giro – y estaba atrapado esperando a que me sacaran… - cierro los ojos recordando el pánico que sentí por si le pasaba algo – supe que tenía que pensar en algo que quisiera volver a hacer… algo que consiguiera calmarme y esperar a que me sacaran… - sonrío – y pensé en volver aquí contigo… te juro que hasta pude sentir la brisa… - me giro para mirarle – para mí significa mucho que estemos aquí…

-Para mí también Álex… - bajo la cabeza un poco avergonzada –

-Ven… - me invita a sentarme entre sus piernas –

Apoyo la cabeza en su pecho. Sus pies también están desnudos. Cierro los ojos y lo único que escucho es su respiración a mi espalda y el sonido de las olas al frente. Por un momento, siento que podría entrar en trance aquí, que podría abstraerme de absolutamente todo lo que me rodea. Esa sensación me encanta, la sensación de no tener que pensar en nada, de no tener miedo… hace mucho que no lo siento.

-Para mí, este sitio es el comienzo de lo nuestro… - dice hablando a mi espalda – aquí supe que no solo me gustabas… - sonrío avergonzada – por muchas cosas que hayan pasado entre nosotros, este sitio para mí es uno de los mejores recuerdos que tengo… - comienzo a notar la emoción en mi garganta – el tiempo que estuvimos separados… pensaba en esta playa de vez en cuando… - me recuesto más en su pecho – pero no tuve el valor de volver solo…

-Álex… - digo acariciando su mano – este también es uno de los mejores recuerdos que tengo…

-Desde que te conozco… - le oigo tragar saliva, como si le costase hablar – joder, mi vida ha cambiado tanto… - se ríe – Malú, hay muy pocas cosas de las que esté seguro del todo… - cierro los ojos – pero si hay una cosa de la que estoy seguro, es que nunca voy a poder olvidar esto… - siento un nudo en la garganta – nunca voy a poder olvidar las cosas que he sentido contigo y las cosas que nos han pasado… - ríe – contigo me han pasado cosas que no me habían pasado con nadie… - de repente, a mi mente viene aquel día, mientras me hacían la ecografía, y vi como Álex casi lloraba al oir el latido del bebé – sé que entre nosotros no hay solo amor, o atracción… - aprieto su mano – hay mucho más… hay como… - se queda pensativo – como un nexo, no se explicártelo… como un vínculo… - sonrío – y eso no se puede romper… - asiento levemente – siempre voy a tener la necesidad de saber cómo estás… y… - traga saliva – y de ayudarte si necesitas algo, aunque ya no seamos nada… - sonríe – siempre serás especial para mí...

-Álex que…? - le miro extrañada, no sé qué quiere decir, pero me está asustando –

-Lo que quiero decir es que… - sonríe mirando al suelo – que no sé lo que va a pasar dentro de un mes… ni dentro de un año… - le miro atentamente – y tú tampoco lo sabes… - frunzo el ceño – pero pase lo que pase y ocurra lo que ocurra, siempre voy a estar aquí… - siento el temblor en mi barbilla – sé que últimamente quizá te he agobiado demasiado – voy a hablar pero me corta – y procuraré dejarte espacio, pero no me pidas que no me preocupe por ti… - le miro algo emocionada – no me pidas que me aparte mientras veo como te sientes perdida… - suspira – no es solo que te quiera, o que esté enamorado de ti… - sonrío avergonzada – es que… - suspira de nuevo – es que eres uno de los pilares que me sostiene… - le miro emocionada – y si tú te tambaleas… - se alza de hombros – yo también me tambaleo… - río sin querer – y eso se que va a ser así para siempre…

-Álex… es… - carraspeo para aclararme la voz – es muy bonito lo que dices pero… - le miro y sonríe – joder, por un momento pensaba que ibas a dejarme…

-Claro que no… - dice convencido mientras ríe – pero sé que mañana, dentro de una semana, o de un mes… las cosas pueden ser diferentes… - me mira – tú también lo sabes… - asiento – solo quería que supieras que ocurra lo que ocurra entre nosotros dos, nunca vas a tener que preocuparte… - alzo una de mis cejas – nunca haré nada que te perjudique…

-Álex… - digo con desgana –

-Ya te he dicho que hay muy pocas cosas de las que estoy seguro ahora mismo… - alza mi barbilla para que le mire – y una de ellas es esa… - le miro – nunca haré nada que te perjudique… - sonríe – solo quería que tú también estuvieras segura de eso…

Nos miramos unos segundos. Por primera vez en mi vida confío plenamente en alguien que no es de mi familia, que no es de mi sangre, pero es como si lo fuera. Niego con la cabeza sonriendo y le veo sonreir mirándome.

-Qué pasa? – dice mirándome –

-Y yo que pensaba que me ibas a dejar… - vuelvo a decir de nuevo –

-Mientras vayamos por el mismo camino, iremos juntos… - dice abrazandome por la espalda –

-Qué zen te has puesto… - digo riendo –

-Álex sentimental ser… - dice con voz de Yoda –


-Jajajajajaja! – estallo en una carcajada - 

lunes, 21 de agosto de 2017

CAPÍTULO 134: ORIGEN

-Álex, soy Jose…

Su voz suena preocupada, lo que hace que yo me preocupe solamente con ese saludo. Malú está hoy con ellos, iban a empezar a preparar la gira y parecía ilusionada. Si Jose me está llamando es por algo que, por su tono de voz, no es nada bueno.

-Dime… - contesto algo temeroso –

-Está Malú contigo?

Trago saliva y mi mente va a toda velocidad.

-No… - respondo y le oigo resoplar – qué pasa Jose?

-Verás… - le oigo resoplar de nuevo – es que estábamos aquí, no sé lo que ha pasado…

-Dónde está Malú, Jose? – pregunto asustado levantándome del sofá –

-No lo sé joder… - dice frustrado – pensaba que se habría ido a casa… - suspira – le estoy llamando al móvil y no lo coge… estando aquí se ha puesto nerviosa, no sé muy bien por qué… - le tiembla la voz – he intentado calmarla pero ha sido imposible… ha cogido sus cosas y se ha marchado…

-Estaba muy nerviosa? – digo cogiendo la chaqueta –

-Sí, no sé… - responde Jose – no le había visto así nunca… - dice un tanto contrariado – ha cogido el coche y se ha ido…

-Maldita sea… - farfullo saliendo de casa a toda prisa – has llamado a tu madre?

-Si, tampoco está con ella, pero no le he dicho la verdad, no quiero preocuparla…

-Ha dicho algo antes de irse? – digo caminando hacia el parque –

-No… Álex, mi hermana no está bien…

-Ya lo sé… hace semanas que no está bien… - digo caminando acelerado hacia el parque –

-Qué le pasa? – pregunta preocupado –

-No te lo puedo contar ahora Jose… voy a buscarla… - comienzo a correr – si aparece llámame…

-Pero Álex…

-Tú hazlo Jose… - respondo algo serio – no preguntes, llama a quien se te ocurra y si sabes algo llámame…

-Álex me estás asustando… - dice con voz algo rota –

-Hazme caso Jose… - digo acelerado –

Cuelgo el teléfono y comienzo a correr más rápido hasta llegar al parque. Tengo la esperanza de encontrarla corriendo, como siempre hace últimamente cuando se agobia. Mis esperanzas se disipan al comprobar que no la veo, que no está allí. Comienzo a agobiarme y por mi mente pasan imágenes de sus ataques de ansiedad. Solo con la idea de verla así en el coche o en algún sitio estando sola, me asusta.

Vuelvo a casa a toda prisa, entro y la llamo, pero no. La llamo de nuevo al móvil y no lo coge y el miedo se va apoderando de mí. Salgo de nuevo de casa en dirección a mi coche, y, sin saber a donde voy, me pongo en marcha. Me paro en un semáforo y resoplo apoyándome en el volante. Lo más cuerdo sería quedarme en casa esperando a que llegue, seguramente se ha agobiado y está calmándose en algún lugar ella sola, ese aprendizaje tiene que llevarlo a cabo sin mi ayuda ni la de nadie. Tiene que aprender a volver a la realidad y a controlar su mente como yo lo hice y como lo he hecho en muchas ocasiones en las que he tenido la sensación de perder el control por algo que me ha pasado.

Al pensar en eso, levanto mi cabeza del volante, veo que el semáforo está en verde y tengo una especie de revelación. Acelero por las calles hasta salir de la ciudad y dirigirme al monte, a ese lugar donde tantas veces he ido cuando he creído que no estaba preparado para controlar mis pensamientos. Y si está allí? Yo le enseñé ese sitio. Por un momento pienso que es una gilipollez, pero aparto ese pensamiento de mí y comienzo a estar casi convencido de que está allí, intentando volver a la realidad.

Subo por la carretera secundaria que tan bien conozco hasta llegar al saliente donde solía aparcar el coche. Allí está el suyo. Resoplo y bajo del coche a toda prisa, cruzando la carretera y subiendo a través de la maleza hasta llegar a ese lugar. Allí sigue ese árbol donde tantas veces he apoyado mi espalda. Pero no está ella. Camino despacio, como si me diera miedo acercarme al borde del precipicio. Veo su chaqueta tirada al lado del árbol y trago saliva. Miro a todas partes, pero no está. Noto como me tiemblan las piernas ante la idea de que haya hecho una tontería. Miro hacia la barandilla, con su chaqueta en mi mano, y me acerco despacio. Puedo sentir como si el corazón se me saliera por la boca. Me asomo levemente rezando por no encontrarme nada que me haga querer lanzarme al vacío. Miro atentamente al vacío, no veo nada y suspiro.

-Malú? – pregunto acojonado –

-Qué malo es conocerse…

Su voz aparece a mi espalda y me hace tambalearme, al borde del precipicio, pero rectifico a tiempo mi posición y me equilibro. Miro a mi espalda y la veo salir de entre la maleza, arreglándose su camiseta.

-Joder Malú! – grito alejándome del precipicio todavía con el miedo en el cuerpo –

-Qué pensabas? Que me había tirado? – dice con sorna al ver todavía mi gesto de pánico – tengo demasiadas cosas que hacer todavía…

-Me puedes explicar qué cojones haces aquí? – digo con tono enfadado por el susto que me ha dado – y qué hacías ahí? – señalo hacia la maleza –

-Mear – dice seria mirándome – no sabía que tenía que publicarlo también en twitter… - pongo los ojos en blanco – te imaginas? – sonríe de medio lado – que nadie se preocupe, no voy a cortarme las venas, solo voy a mear…

-Deja de bromear con eso… - digo serio – me has asustado vale? – le doy su chaqueta y la coge mirándome fijamente –

-De verdad pensabas que iba a hacer una locura? – agarra mi mano, todavía algo temblorosa, pero la aparto rápidamente –

-Joder Malú, no puedes desaparecer así vale? – digo alzando la voz – no puedes asustar a tu hermano sin cogerle el teléfono – me acerco  a ella – ni a mí! – grito todavía más –

-Cálmate Álex… - hace un gesto con las manos para que baje el tono de voz –

-Y una mierda! – exclamo mirándola – me largo y preocupo a todo el mundo pero que les den – hago un gesto de desprecio – eso es lo que tú haces…

-Necesitaba un poco de aire, eso es todo… - dice con tono de culpabilidad –

-Yo también necesito aire! – pongo el índice de mi mano derecha en mi pecho con fuerza – necesito aire Malú! Necesito saber que estás controlando esto, que no vas a hacer una gilipollez, que no vas a asustarme más! – suspiro – esto es una puta locura… - pongo las manos en mi cabeza – te vienes aquí, sin cogerle el teléfono a nadie, y pretendes que no me asuste? – vuelvo a alzar la voz – sabes lo que hubiera hecho si hubieras hecho una tontería? Si te hubiera pasado algo? – la miro fijamente y me mira incrédula –

-De verdad piensas que quiero matarme? – intenta que le mire pero le rehúyo la mirada – de verdad crees que se me ha pasado por la cabeza eso? – alza la voz igual que yo –

-Y yo que sé! – respondo frustrado – si no hablas conmigo, no me dices como te sientes… - niego con la cabeza y pongo mis brazos en jarra – cuando creo que estás mejor, es solo un espejismo y vuelves a encerrarte en ti misma…

-Qué pronto se te ha olvidado el tiempo que tú estuviste así… - dice en tono de reproche –

-Es eso? – ahora intento que me mire pero no lo consigo – me haces lo que te he hecho yo a ti?

-Pero cómo puedes decir eso? – grita mirándome – necesitaba tranquilidad, no escuchar a nadie, y me he venido aquí y lo he conseguido, qué problema hay con eso?

-Qué problema hay? – le miro incrédulo – claro, qué problema hay con que Álex viva con el corazón en un puño? Qué problema hay con que no haya abierto la boca sobre lo que te pasa, conforme le pediste, y no pueda pedir ayuda a nadie? – baja la cabeza abatida – Qué problema hay? Si es Álex! – digo irónico – da igual lo que le haga, siempre me va a perdonar…

-Eso ha sido un golpe bajo… - dice seria –

-Un golpe bajo es lo que haces conmigo todos los putos días… - digo todavía enfadado – como si no importara lo que nos ha pasado… - suspiro – todas las putas noches antes de dormir te digo que te quiero y eso te da igual! – exclamo – te importa una mierda!

-Eso no es cierto! – grita – solo necesito algo de tiempo Álex! Yo lo entendí contigo!

-Otra vez… - resoplo – lo entendiste pero hay algo que no entiendes ahora… - me acerco a ella – no entiendes que estoy aquí… no… - trago saliva – no entiendes que he subido hasta aquí acojonado… - me mira – no entiendes que no puedo quedarme sentado mientras desapareces… - alzo el tono de voz – no entiendes que no puedes hacerme esto joder!

Hay un silencio inmenso entre los dos. Nos miramos unos segundos y aparto la mirada frustrado. Me doy la vuelta y me pongo de espaldas a ella. Tengo que hacer serios esfuerzos por no salir corriendo hasta el coche y largarme de allí.

-Lo… - la escucho a mi espalda – lo siento Álex… - su voz suena entrecortada –

-Lo que más daño me puede hacer es que te tomes a broma mi forma de preocuparme por ti… - digo sincero –

-No me lo he tomado a broma… - dice convencida –

-No has tardado nada en bromear sobre tirarte por ahí… - digo dándome la vuelta y señalando al precipicio – no solo estaba preocupado por eso… - niego con la cabeza – te habías ido con el coche… y he visto lo que te ocurre cuando tienes un ataque de pánico… - baja la cabeza con culpabilidad – te puedes imaginar todo lo que he pensado si eso te pasaba en el coche… - digo con tono de reproche – y cuando te encuentro, te tomas mi preocupación a la risa… como si fuera un exagerado… como si no fuera yo el que está contigo cuando sufres esas crisis…

-Álex… hoy no me ha pasado eso… - dice acariciándome la cara –

-No, hoy lo que te ha pasado es que te has olvidado que estoy aquí, a tu lado… - me mira algo emocionada – esperando a que me dejes ayudarte…

Me mira en silencio y, por primera vez durante la conversación, veo que sus ojos no me miran con extrañeza. Me mira emocionada y veo como sus ojos se llenan de lágrimas. No puedo resistirme a abrazarla. Sé que mi tono de voz y mi alarma quizá han sido desmedidas. Quizá mi afán por protegerla no hace otra cosa que alejarla de mi, pero no sé hacerlo de otra manera.

-Siento haberte asustado… - dice entre sollozos sin deshacer el abrazo –

-Y yo siento haberme puesto así… - suspiro – es solo que… - deshago el abrazo sin soltar sus manos – estoy sugestionado supongo… - me alzo de hombros – estoy todo el rato pensando que algo malo puede volver a pasar… - niego con la cabeza – estoy superado…

La miro y ha dejado de llorar, me mira con pena, con tristeza. Se pone de puntillas y me da un beso en los labios, acariciándome el rostro.

-Ven… - dice haciendo que camine tras ella –

Se sienta debajo del árbol y me hace un gesto para que me siente a su lado. Apoyo mi cabeza en su hombro mientras acaricia mi pelo.

-Hubiera hecho lo mismo que tú… - dice haciéndome suspirar – y me hubiera asustado también… - resopla – cuando me contaste que venías aquí a pensar, a poner las cosas en su lugar… supe que, algún día, necesitaría venir… - me aferro a ella – sentí mucha paz cuando vine contigo… la misma que he sentido hoy… me hacía mucha falta… - dice sincera –

-Siento haberme puesto así… - acierto a decir –

-Álex… - hace que la mire – te prometo que no voy a volver a asustarte así… - sonrío de medio lado –


Nos besamos bajo ese árbol como si sellásemos esa promesa. Este lugar tiene algo, no sé qué es, que, al final, consigue devolverme la paz que en muchas ocasiones me ha faltado y que tanto echaba de menos.  

sábado, 19 de agosto de 2017

CAPÍTULO 133: ME INVENTARÉ

El miedo es algo que puedes sentir por muchas razones. Por ti mismo, por pensar que puede pasarte algo. Pero creo que el mayor miedo que puedes sentir es el que tienes cuando algo le pasa a los que quieres. Sentí miedo cuando Malú parecía convencida para que me fuese de casa, pero nada comparado al miedo que sentí cuando sufrió ese ataque de ansiedad. Será por las veces que he visto uno mientras trabajaba en el hospital. Aún así, me asusté, me asustó que le pasara algo, me asustó que no se calmase. Me asustó ver cómo temblaba y cómo respiraba. Me asustó cuando perdió la consciencia unos segundos, probablemente, por la falta de oxígeno. Y por mucho que supiera lo que tenía que hacer, los minutos se me hicieron eternos.

Cuando se le pasó, no quise ni siquiera tocar el tema. Intentó disculparse varias veces pero se lo impedí, solo dejé que la pastilla que le di hiciese efecto y terminase de relajarle tanto que se quedase dormida. Mientras dormía, una melodía invadió mi cabeza y no he podido quitármela de la cabeza hasta hoy. No puedo decir que haya dejado de estar preocupado por ella, no puedo decir que la vea mejor, solo puedo decir que no está peor y que ha dejado de hacer como si yo no estuviera. Y si de algo estoy seguro es de que no pienso irme de su lado, por nada del mundo. 

Ha salido a dar una vuelta, como todos los días, me lo ha dicho y me ha pedido que no le acompañe. Reconozco que a veces me da miedo que salga sola y le pase lo que le pasó el otro día en casa. A veces me da miedo que su cabeza no pueda controlar la situación, pero soy consciente que tengo que dejarle algo de espacio. Así me lo ha hecho saber Clara, según ella, no tengo que apartarme pero tampoco meterme. Tengo que dejar que Malú me tenga cuando quiera ella, no cuando quiera yo. Su cabeza ahora mismo será un hervidero de sentimientos, igual que estaba la mía, intentando recomponer un puzzle que lleva demasiados meses deshecho.

Subo a la buhardilla tarareando esa melodía que vino a mi cabeza el otro día, miro el piano, pero me apetece más sacarla con la guitarra, así que la agarro y me siento en el recodo del sofá, tarareo la canción mientras voy buscando los acordes adecuados. Cojo papel y boli y comienzo a escribir sobre el piano. Me sale una primera estrofa casi sin pensar. Tengo que leerla varias veces, pocas veces me sale una estrofa así, en un minuto. Continúo sin cortar la magia y escribo una letra conforme me va saliendo. La guitarra me acompaña con muy poco esfuerzo, esa melodía que solo estaba en mi cabeza, se ha convertido en real.

Tras dos estrofas, me sale solo el estribillo. Siento que tiene fuerza, incluso me provoca un nudo en la garganta que me hace beber agua como si estuviera sediento. Soy consciente que la letra está saliendo pensando en ella, pero, a la vez, en mí. De repente, recuerdo a esa niña con la que salí en brazos. Recuerdo esa mirada perdida. Y me veo cantándole esta canción. Me veo cantándosela a mis hijos. Sonrío sin querer al pensar en eso. Sin tenerla terminada, sé que esta canción va a estar en el próximo disco que haga. Me está provocando demasiadas cosas. Me está haciendo sentir bien y tener ganas de llorar al mismo tiempo. Está siendo como un desahogo.
Miro mi reloj, apenas media hora ha bastado para tener la letra. Me sorprendo al mirar el reloj, me ha parecido que había pasado mucho más tiempo. Antes de bajar al salón, quiero grabarla para no olvidar el ritmo y la entonación. Le doy a grabar en la grabadora y comienzo desde el principio.




Subo las escaleras buscando a Álex, hasta que escucho su guitarra en la buhardilla. Sonrío de medio lado, hacía tiempo que no le escuchaba tocar, creo que desde aquella noche en Tenerife. Afino el oído mientras subo despacio, intentando que no me descubra. Es una melodía que no conozco. Y comienzo a escuchar una letra que me hace paralizarme y apoyarme en la pared mientras la escucho.

-Qué bonito sería decirle que es sólo un cuento… Que las cosas que pasan ahí fuera ocurren muy lejos – apoyo mi espalda en la pared y me dejo caer lentamente en el escalón - Qué bonito sería engañarle matándole a besos… - sonrío sin querer - Pero ahora mis brazos son sólo otros brazos con miedo – cierro los ojos y trago saliva intentando hacer pasar ese nudo en la garganta - Qué bonito sería decirle que es sólo un juego… y evitarle la falta de luz que provoca el invierno – me encojo de piernas y apoyo mis brazos sobre mis rodillas - Ayudarle a subir a la luna aunque sé que no debo… Aquí abajo te espero sentado por si va mal tu vuelo.

El ritmo de la canción cambia un poco e intuyo que comienza el estribillo. Por alguna razón, siento que esa canción está hecha pensando en una niña, exactamente cómo me siento en este momento.

-Me inventaré que hasta los malos son buenos – intento evitar que me caiga una lágrima, pero me es imposible - Que habrá verano en enero y la última lluvia es esta que moja tu piel… - miro mi ropa, todavía mojada por la lluvia, y me da un vuelvo el corazón - Me inventaré para salvarte del miedo… estrellas para tu cielo y no pinten de negro tu sueño al oscurecer – cierro los ojos de nuevo pensando en las noches que llevo intentando dormir tranquila - Me inventaré… Me inventaré…

Me encojo todavía más de piernas y apoyo mi cabeza en mis rodillas. Esa postura solía hacerla mucho cuando era pequeña.

-Qué bonito sería contarle que aquí no hay misterio… Que la vida va en broma y que no hay que tomársela en serio – sonrío de lado - Qué bonito que fuera real aunque sólo sea un verso… Y que no hiciera falta inventarse este estúpido cuento – trago saliva y vuelvo a comenzar a sollozar - Me inventaré que hasta los malos son buenos – limpio mis lágrimas con mis manos - Que habrá verano en enero y la última lluvia es esta que moja tu piel – sigo llorando en silencio sin poder evitarlo, volviendo a notar la ropa mojada - Me inventaré para salvarte del miedo… Estrellas para tu cielo y no pinten de negro tu sueño al oscurecer… - procuro llorar en silencio, no quiero que me oiga - Me inventaré… Me inventaré…

Me levanto del suelo haciendo verdaderos esfuerzos por no llorar, y me apoyo en la puerta. Está tan concentrado tocando que ni siquiera me ve. Está sentado de lado en el sofá, con varios folios sobre el piano y su grabadora. Me tapo la boca para no soltar un suspiro y apoyo mi cabeza en el marco.

-Me inventaré que hasta los malos son buenos… - sonrío al verle cantar con los ojos cerrados - Que habrá verano en enero y la última lluvia es esta que moja tu piel… - suspiro -  Me inventaré para salvarte del miedo… Estrellas para tu cielo y no pinten de negro tu sueño al oscurecer – canta con una mezcla de dulzura y rabia a la vez - Me inventaré que hasta los malos son buenos… Que habrá verano en enero y la última lluvia es esta que moja tu piel – cojo aire y suspiro de nuevo, pero sigue sin saber que estoy ahí - Me inventaré… Me inventaré...

La canción termina con una melodía preciosa y que transmite yo diría que algo de esperanza. Le oigo suspirar y apaga la grabadora. Al girarse, me ve apoyada en la puerta y se pone colorado en milésimas de segundo.

-Cuánto tiempo llevas ahí? – pregunta avergonzado –

Me acerco hasta él sonriendo levemente.

-El suficiente para saber que eres maravilloso… - digo dándole un beso en la frente mientras intenta levantarse a toda prisa del sofá –

-Joder Malú… - niega con la cabeza sonriendo – no está bien escuchar detrás de la puerta eh? – dice con tono de broma – estás empapada… - me mira y sonrío de lado – llueve? – asiento -

-Me gustaría escuchar esa canción todas las noches antes de dormir… - digo de manera sincera, haciendo caso omiso a mi ropa mojada – me ha dado mucha paz…

-De verdad? – me mira algo emocionado mientras recoge los folios – me ha salido como si se la escribiera a una niña pequeña… - se encoge de hombros –

-Y a quién se la has escrito? – pregunto mirándole y me mira durante unos segundos fijamente –

-A mi niña pequeña… - dice acariciándome el rostro y haciendo que me ruborice –


Sonríe ampliamente a ver que soy yo la que está colorada ahora. Sus labios se acercan a los míos y dejan un suave pero precioso beso. Por primera vez en muchas semanas, no siento ese descontrol mental que me posee todos los días, sino que siento que las piezas de ese puzzle que se desmontó, están volviendo a encajar. 

CAPÍTULO 132: ECOS ETERNOS

Tras varias sesiones con Clara, mi nivel de ansiedad ha bajado. Ha habido días en los que ni he dormido ni he dejado dormir a Álex. Se han invertido los papeles de la forma más inesperada y tardía posible. Me siento reflexiva y con ganas de estar sola, exactamente igual que estaba Álex y por lo que yo me quejaba hace solo unas semanas. Incluso me he planteado la idea de quedarme sola durante una temporada, con mis pensamientos, sin que nadie, ni siquiera Álex, me pregunte cómo estoy. Escucho ecos en mi cabeza que sé que van a ser eternos. Tengo la sensación que esos sonidos, sensaciones, imágenes… todo me va a perseguir para siempre. Tengo incluso la sensación que todo eso no me va a dejar volver a ser como antes. Cuántas veces me he preguntado en estas semanas por qué me ha pasado esto tras varios meses. Cuántas veces me he preguntado si voy a ser capaz de poder volver a estar estable psicológicamente. Cuantas veces me he preguntado si lo mejor es alejarme de Álex para evitar que vuelva a caer en la espiral en la que estaba y a la que yo le estoy arrastrando de nuevo.

Clara me ha dado algunos consejos para que los siga cuando me encuentre más angustiada y a punto de perder el control. Y en ello estoy, aquí, en la calle, corriendo bajo la fina capa de lluvia de una tarde de Abril. Correr es algo que nunca me ha gustado, me ha parecido siempre aburrido, pero ahora es como si me ayudase a escapar. Incluso a escapar de Álex. Vuelvo a relacionarle con una situación que me provoca angustia, como aquella vez. Me siento tan culpable al mirarle y volver a recordar ese miedo. Debería pasarme lo contrario, mirarle y recordar que sobrevivimos juntos ese día, pero últimamente le miro y solo recuerdo el momento en que explotó aquella bomba y casi nos lleva por delante. Él, por su parte, se empeña en intentar llevarme de viaje unos días, pero no quiero irme de viaje, no quiero huir con él de nuevo, quiero hacerlo sola, pero no me atrevo.

Al llegar a casa, empapada, le veo en las escaleras, sentado, con semblante abatido cuando entro por la puerta. No digo una palabra, solo dejo las llaves en el recibidor y me dispongo a entrar al baño, pero su voz me detiene.

-Dónde estabas? – pregunta con cierto tono de angustia –

-He salido un rato a correr – respondo con desgana sin mirarle mientras entro al baño –

-No me has avisado y me he asustado… - resoplo mirando al espejo – he salido de la ducha y ya no estabas…

-Tengo que decirte todo lo que hago? – contesto con cierto aire de desprecio – no tenemos que estar pegados todo el día…

-Por qué me hablas así? – su voz se torna algo emocionada – sabes que sé perfectamente por lo que estás pasando pero me tratas como si fuera un extraño…

-Deja de hacerte la víctima quieres? – contesto despectivamente saliendo el baño – yo no me comporté así cuando tú estabas mal…

Sé perfectamente que ese reproche ha debido clavarse en su espalda como un puñal. Cierro los ojos un segundo por la culpa que me invade, pero sigo caminando hacia la cocina. Abro el grifo y bebo con ganas un vaso de agua, bajo su atenta mirada. Me pone nerviosa que me mire sin decir nada. Resoplo frustrada y apoyo mis manos en la mesa. Mi mirada se dirige hacia él y me la devuelve serio pero con un halo de tristeza indescriptible.

-Si quieres irte lo entenderé… - digo de repente – no tienes por qué quedarte…

-Qué? – pregunta sorprendido – a dónde me voy a ir?

-A tu casa Álex… - le miro con cierto distanciamiento – creo que necesito estar sola y tú no necesitas que nadie te deprima de nuevo.

El silencio se hace entre los dos. Sé que se ha quedado mudo y yo siento un dolor en el pecho inexplicable.

-Me estás dejando? – pregunta con voz temerosa – de verdad quieres que me vaya?

No soy capaz de contestar a eso. Mi enfado permanente se va transformando en miedo. Y si de verdad se va? No, claro que no quiero que se vaya, pero me siento incapaz de decírselo. Solo le miro con una mirada muy distinta a la previa. Como si me leyera la mente, se acerca mas a mí y hace un gesto de abrazarme lentamente. Estoy a punto de resistirme pero no puedo, es justo lo que necesito, que alguien me abrace y haga que me convenza que sigo estando aquí, que esos ecos que resuenan en mi mente son temporales. No dice nada, solo me abraza y me pega a su cuerpo bastante más que otras veces, como si quisiera cerciorarse que sigo estando aquí. Tras varios segundos, tengo la sensación de estar en mar abierto y necesitar abrazarme a algo para no ahogarme, asi que le envuelvo también con mis brazos. Le escucho suspirar cuando le abrazo y comienza a sollozar. Ahora si que se me ha partido el alma en mil pedazos. Le estoy haciendo tanto daño. No he dejado de hacérselo desde que nos conocimos. La pena me invade por completo y comienzo a llorar. A llorar con la sensación de no poder controlar lo que me pasa, de estar estropeándolo todo con Álex, de estar a punto de tirar mi vida por la borda.

No sé el tiempo que llevamos abrazados, pero la angustia me posee y no puedo controlarla. Siento que me ahogo, que no puedo respirar. De repente, me veo sentada en el suelo, con Álex abrazándome por la espalda y diciéndome cosas que no alcanzo a escuchar. Cierro los ojos y noto un intenso cosquilleo en mis manos y mis pies. Me asusto, pienso de verdad que algo malo va a pasarme. Mi forma de respirar es totalmente insostenible. No se de dónde ha salido la bolsa en la que estoy respirando. Un pitido en mis oídos me impide escuchar a la Álex, pero le veo delante de mí, a punto de llorar, acariciándome el rostro con las manos temblorosas. No puedo apenas moverme, solo escucho ese pitido y mi respiración agitada, mi corazón a punto de salir por mi boca. Noto un sabor amargo, tengo algo en la boca que creo que debe ser una pastilla. Estoy sentada en el sofá, con Danka a mi derecha mirándome girando la cara como intentando entender qué pasa. Y Álex, arrodillado delante de mi, cogiendo mi mano izquierda y haciendo que mi mano derecha no se separe de esa bolsa en la que estoy respirando. Mi mente no puede ir más allá, no sé qué está pasando exactamente, pero tengo miedo. Y de nuevo esos ecos resuenan en mi cabeza impidiéndome pensar en otra cosa que no sea ese día.

CAPÍTULO 131: ESTÁS AQUÍ

-Vamos, pasad… - ordeno a Danka y Dandy entre risas – Malú, no sabes lo que han hecho en el parque… - entro al salón y veo la televisión encendida – Malú… - suelto las correas y les dejo campar a sus anchas por la casa mientras entro en la cocina – Malú? – salgo de la cocina mirando hacia el jardín –

El sonido que viene de arriba es un grito ahogado, de pánico, que me hace detenerme por completo durante décimas de segundo. Mi corazón se acelera y mis piernas salen corriendo escaleras arriba. Al entrar en la habitación, me encuentro una escena que me asusta. La lamparilla yace en el suelo. Varios objetos más también. Y Malú, con la mirada perdida, se balancea en un rincón con las piernas encogidas. Durante unos segundos, no sé ni siquiera si acercarme. No me mira, solo mueve la cabeza de un lado a otro, como buscando algo.

-Ma… - tartamudeo – Malú… - me arrodillo delante de ella – qué ha pasado?

No me mira, parece como si no me viera. Miles de pensamientos nefastos se pasean por mi cabeza. Llego a pensar que, realmente no me ve, que se ha quedado ciega. Uno ese pensamiento a las cosas tiradas por el suelo. Lo único que se me ocurre hacer después de varios intentos hablándole, es tocarla. Y, al tocar su brazo, parece como si le hubiera pasado la corriente. Sus gritos y sus aspavientos me hacen agarrarla de los brazos, incluso con más fuerza de la que me gustaría.

-Malú, mírame! – la zarandeo mientras grita fuera de sí – Malú! Malú, estoy aquí! – grito desesperado –

De repente, como si la escena hubiera sido una pesadilla, me mira con los ojos inyectados en sangre. Su mirada es de pánico por un momento y, tras unos segundos, se torna de sorpresa. El sudor cae por su frente. Ninguno de los dos puede articular palabra. Qué es lo que acaba de pasar?

-Me ves? – pregunto temeroso –

Me mira incrédula y comienza a mirar a todas partes. Se pone de pie bajo mi atenta mirada y se lleva las manos a la cabeza al ver los destrozos que hay por el suelo.

-Malú… - vuelvo a tocar su brazo y lo retira rápidamente – Malú cielo… - digo con voz dulce intentando que se tranquilice del todo – todo está bien vale?

Parece que la frase es el detonante para que vuelva del todo en sí. Me mira todavía con más gesto de sorpresa y su barbilla comienza a temblar. Es como si se acabara de despertar. Como si se acabase de dar cuenta que estoy aquí. Se abraza a mí de manera desesperada y rompe a llorar.

-Calma… - intento mantener la compostura – Malú… cálmate…

-Estaba allí… - susurra entre sollozos – estaba allí – repite una y otra vez –

De repente, ato cabos y pienso que esto ha pasado por algo relacionado con aquella mañana fría de diciembre.

-Estás aquí… - acierto a decir – estás aquí conmigo… - digo acariciando su pelo sin deshacer el abrazo – cálmate…

-No sé lo que ha pasado… - dice separándose de mí y mirando con sorpresa y temor los destrozos de la habitación – qué he hecho? – me mira asustada antes de volver a romper a llorar de nuevo –

-No has hecho nada… - digo mientras la abrazo – solo asustarme un poco… - digo intentando quitarle hierro al asunto –

-He hecho yo todo esto? – dice mirando alrededor, algo aturdida –

-Ven… - la agarro de la mano – vamos abajo… - mira hacia la habitación mientras camina –

Baja las escaleras incluso con temor, como si esa casa no fuera suya. Me asusta verla así, pero creo que ha tenido que sufrir algún tipo de ataque de pánico. O eso creo. No sabría decir qué es lo que acabo de ver. Como si no fuera capaz de tomar decisiones, la siento en una silla en la cocina y saco agua fresca del frigorífico. La engulle y deja el vaso sobre la encimera. Se toca la frente y se lleva la mano al pecho, respirando hondo. Espero paciente delante de ella, con gesto preocupado.

-Dios… - dice sentándose en la silla de nuevo –

-Te… - me da temor preguntarle esto – te acuerdas de lo que ha pasado?

Me mira con gesto contrariado desde la silla y dirige su mirada a la derecha, como intentando recordar. Resopla cerrando los ojos, casi volviendo a llorar, y asiente. Doy dos pasos hasta ella y dejo que se abrace a mí, envolviendo su cabeza con mis manos contra mi abdomen. Se abraza a mis piernas como si fuera una niña tremendamente asustada.

-No las había visto todavía… - dice de forma incongruente –

-El qué? – pregunto algo asustado –

-Las imágenes… - se apoya en sus rodillas y tapa su rostro – no sé qué me ha pasado, pero… - traga saliva – de repente estaba otra vez allí…

-En la estación? – pregunto casi sin querer y asiente sin mirarme –

-No sé cómo he llegado a la habitación… - dice asustada – no sé lo que he hecho… - su voz resulta angustiosa – solo escuchaba gritos y voces…

-Vale… - vuelvo a poner su rostro pegado en mi abdomen – ya está cariño… - acaricio su pelo mientras vuelve a agarrarse a mis piernas – ha sido un ataque de pánico… - digo convencido – ya está…

-No está! – grita levantándose de la silla – a qué viene esto ahora? – pregunta mirándome – por qué? – vuelve a romper a llorar – si no me ha pasado antes! – grita amargamente –

-Malú… - la abrazo fuerte contra mí – no pasa nada vale? – alza su mirada asustada – si no habías visto las imágenes… - carraspeo – han debido de ser fuertes y te ha impresionado…


Suspira abrazándose de nuevo fuertemente contra mí. Todos estos meses, esa sensación de desamparo, de falta de control, la he estado sintiendo. No me he parado a pensar que ella podía sentirla también. No entiendo cómo ha pasado esto después de varios meses, pero quizá tengo buena parte de culpa por no haberle prestado atención a lo que ella debía sentir. Y ahora, después de 3 meses de aquello y cuando parecía que todo volvía a su lugar, volvemos a empezar desde el principio.

CAPÍTULO 130: NO ESTOY AQUÍ

Ya hace semanas de aquel maravilloso viaje a Tenerife. Allí descubrí no solo que Álex ha vuelto a ser él, sino que, con él, me siento mejor. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando veo el anillo de su abuela en mi mano. O cuando recuerdo la letra de esa canción. O ese jacuzzi. Con la vida que llevamos, los regalos suelen ser eminentemente materiales, pero los suyos no, los suyos están cargados de significado. Con 34 años siento que por fin he encontrado a la persona con la que me siento estable, segura de lo que hago. Por eso no me importa verme en las revistas a su lado en la alfombra de esa fiesta. Poco me importa que me lluevan mensajes sobre nuestra relación. Al contrario, hasta me alegra, la mayoría de los mensajes que recibo son positivos. La opinión de la gente, en general, es que hacemos una bonita pareja.

Nunca me había expuesto tanto y eso, en algunos momentos, me asusta. Me asusta salir a la calle y encontrarme con paparazzis en la puerta esperando una instantánea nuestra. Me asusta pasear a Danka y tener que pararme a contestar preguntas. A pesar de estar segura de nuestra relación, tengo la sensación que, en algún momento, voy a perder el control sobre esto. Si no lo he perdido y estoy serena es porque le veo sereno a él también. Le da poca importancia, incluso se la resta a los comentarios que estamos leyendo estos días. He llegado a leer que es una tapadera para esconder mi inclinación sexual. Me encantaría poder contestar a esas cosas, pero es entrar en el juego. Mi estilo siempre ha sido el silencio ante lo que se inventa la gente, y así va a seguir siendo.

Con la sensación de haber vuelto a la normalidad y de, por fin, estar disfrutando de mi relación con él, comienzo a ultimar los detalles de la nueva gira. Álex, por su parte, comienza a ilusionarse de nuevo, me cuenta cosas que tiene en mente. Me ilusiona verle así, deseoso de volver a cantar encima de un escenario. Parece que poco queda de esos fantasmas que me confesó en la playa. Tiene ganas de volver a empezar, y lo va a hacer a lo grande, en el palacio de los deportes, donde tiene pendiente un sold out que ya consiguió antes de que todo esto pasara, pero que no pudo llevarse a cabo porque Álex no se encontró con fuerzas en diciembre. Ahora es distinto, ahora parece que podría hacer 7 palacios en una semana. Está eufórico, con su habitual buen carácter, y las sesiones con Clara se han espaciado en el tiempo.

Yo… yo tengo una sensación extraña. Es como tener la certeza que algo me pasa, pero no poder encontrar el qué. Estoy feliz, pero contenida. No estoy eufórica, y suelo estarlo cuando organizo una gira. Estoy como con la sensación de que algo ronda mi cabeza y no me va a dejar pensar de un momento a otro.

Álex ha salido a pasear a Dandy y Danka, hoy no me apetece salir. Álex se ha sorprendido bastante, pero creo que he conseguido que no se preocupe, solo es que hoy me apetecía quedarme en casa. Mi estado de ánimo es extraño y eso me preocupa, pero la realidad es que no me apetecía salir a la calle, sino quedarme en casa, sin pensar en nada. De repente, no encuentro qué hacer y siento como una sensación de ansiedad intensa, pero poco duradera. Es raro, muy raro. Me siento en el sofá y me calmo sin mucho esfuerzo, decido encender la tele un rato mientras miro el móvil al mismo tiempo. Es como si necesitara mantener mi mente ocupada, aunque no sé muy bien por qué. Sola en casa, pienso en lo pendiente que he estado de Álex este tiempo y en lo poco que he pensado en mí. Tampoco me importaba como yo estuviera, porque lo importante para mí es que Álex superase ese trance, tenía mucho más derecho que yo a estar mal anímicamente.

Mientras reflexiono sobre eso, aparecen en la televisión imágenes de ese día. Mi mente me da la orden de cambiar de canal, pero mi cuerpo no me responde, solo me ordena que mire fijamente a la pantalla. Escucho la noticia de que uno de los heridos de aquella masacre que permanecía en coma, ha muerto en el hospital. Se me hiela la sangre. Pero se me congela al ver unas imágenes que, hasta ahora, no había visto. Una cámara graba los momentos previos a la explosión de la bomba de la puerta de la estación y me reconozco con esa niña en brazos. Distingo como Álex viene corriendo hasta mí, cuando todo el mundo está corriendo en dirección contraria. Nos escondemos detrás de aquella ambulancia y, de repente, la cámara se tambalea y se intuye que, el que la porta, corre en dirección contraria, tras escucharse un gran estruendo.

Es como si estuviera allí. Me sudan las manos, me falta el aire, y pierdo la noción del tiempo y del espacio. Mis piernas comienzan a correr escaleras arriba, me choco mareada contra el armario de mi habitación y caigo al suelo, sentándome en un rincón. Me descubro gritando. Es como si hubiera perdido la consciencia y no supiera cómo he llegado hasta ahí. No puedo moverme, solo puedo gritar y gritar. Mi mente se esfuerza en decirme que no está pasando otra vez, pero apenas la escucho. Solo escucho gritos a mi alrededor, voces de fondo. Miro a todas partes buscando quien me habla pero no hay nadie. Tengo la sensación de muerte inminente que sentí ese día. Y no puedo detenerla.

martes, 20 de junio de 2017

CAPÍTULO 129: MI SUERTE FUE ENCONTRARTE

El sonido del jacuzzi me atrae hasta el baño. Al entrar, Álex me hace un gesto para que me salga, pero le hago caso omiso y decido entrar soltando una risilla.

-Malú, que lo estoy preparando… - dice frustrado –

Observo el baño, con varias velas todavía sin encender por el suelo, el jacuzzi lleno de espuma y pétalos de rosa por el suelo. Ahogo un gritito de emoción justo al mismo tiempo que Álex me empuja suavemente para salir del baño y cierra la puerta.

-No tienes paciencia eh? – dice fingiendo enfado –

-Eso es para mí? – señalo sonrojada hacia la puerta del baño –

-Puedes esperarme un segundo aquí fuera? – pregunta sonriendo y asiento inquieta –

Entra de nuevo al baño y doy vueltas sobre mi misma esperando a que salga. Estoy hasta nerviosa. Tras unos segundos que se me hacen interminables, un sonido me hace sorprenderme. El sonido de una guitarra comienza a sonar dentro del baño y mis ojos se abren de par en par. Me acerco a la puerta rápidamente y abro como si tuviera temor a lo que voy a encontrarme. Al entrar, las velas están encendidas, la luz apagada y Álex está sentado en el suelo con una guitarra que todavía no consigo conectar de dónde la ha sacado. Puede ser que sea la que la otra noche Alejandro usó.

Me quedo quieta, mirándolo todo, mientras escucho esa melodía alegre y romántica a la vez. Álex me mira un instante, algo avergonzado y comienza a cantar dejándome sin palabras.



-Jamás te importó lo que nadie pensara – me tapo la cara avergonzada - y fui incapaz de esperar a saber si me amabas – me mira y sonríe devolviendo la mirada a la guitarra - Olvidé, descarté sin mediar dos palabras, y una vez me escapé de la cárcel del alma.

Escucho atentamente la letra y siento que me estoy derritiendo por los pies.

-Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo, y mi suerte fue encontrarte, si no habría que robarte…

Me echo a reír al escuchar la última frase. Me ha compuesto una canción a mí. Me siento pequeña y, a la vez, llena. Álex siempre ha tenido una forma de tratarme distinta a todo lo que había conocido hasta ahora, pero esto es demasiado para mi pobre corazón.

-Sabes, que tienes la llave – su tono de voz, afinado, perfecto, hace que se me erice la piel - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave – me apoyo levemente en la pared mientras todas esas palabras se analizan solas en mi mente sin poder quitar la sonrisa de mi boca - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que inventarte.

Me río de nuevo con la última frase. Me parece lo más bonito que me han hecho jamás. Me hace un gesto para que me mire el reloj. Las 12 en punto. Mi cumpleaños acaba de empezar. No puedo evitar taparme la cara de nuevo. Ahora mismo me echaría a llorar de emoción.  Sigue tocando la guitarra y decido sentarme en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta, separados apenas por un metro de distancia.

-La verdad es que sé que no encuentro palabras, ni se cómo explicar cuando tú me haces falta – sonrío ampliamente, emocionada - Respirar, despertar, solo eran palabras… y que gracias a ti, son mi rumbo y mis alas – resoplo abrumada por todas las cosas que está diciendo con esa letra - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que pintarte.

Estallo en una carcajada breve. Cada vez que termina ese verso con una palabra distinta, me deja todavía más flipada.

-Sabes, que tienes la llave – cierro los ojos un segundo y me balanceo con el ritmo del estribillo - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave – cambia de nuevo el ritmo y doy unas palmadas en mi muslo marcando el ritmo - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que buscarte.

Sonrío de nuevo. Tengo tantas ganas de que acabe y de que siga a la vez. De que acabe para poder comérmelo a besos y de que siga porque no pararía de escucharle. Me recuerda tanto este momento a aquella noche en el piano cuando le escuché de cerca la primera vez. Un nudo en mi garganta aparece y creo que me voy a poner a llorar cuando veo como para de tocar la guitarra y continúa la canción a capella.

-Sabes, que tienes la llave – intento que no pase, pero se me llenan los ojos de lágrimas - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave.

Comienza de nuevo a tocar la guitarra. Me seco los ojos intentando no echarme a llorar pero creo que he hecho algún puchero. Álex sonríe tiernamente. Espero paciente a que termine, ordenándole a mis piernas que no se levanten todavía.

-Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que soñarte…

Me mira sonriente y creo que algo emocionado hasta que deja de tocar la guitarra. Durante unos segundos, un silencio recorre el baño. Sigo sentada en el suelo, apoyada en la puerta, pero mis piernas, que antes querían levantarse, ahora no son capaces de moverse. Paralizada, veo como Álex ríe tímidamente y suelta la guitarra en el suelo. Se levanta y llega hasta mí y no puedo más. Me echo a llorar con una mezcla de emociones que siento nuevas para mí. Me tapo la cara y la escondo entre mis rodillas flexionadas.

Siento como se sienta a mi lado, vuelve a reír tímidamente, y su mano pasa por mi pelo dulcemente atrayéndome hasta él. Me abrazo a su cuerpo como una niña, sin poder parar de llorar y reir sin querer. La luz ténue de las velas me deja ver su cara cuando consigo serenarme un poco. Me mira tiernamente y, sin hablar, sin decir una palabra, me besa en los labios.

-Feliz cumpleaños… - susurra a escasos centímetros de mi boca –

Río nerviosa, avergonzada, debo estar como un tomate. No estoy acostumbrada a estas cosas. Ha sido precioso, perfecto, inesperado. No creía que nadie pudiera sorprenderme de esta manera. Vuelve a besarme, esta vez más tiempo, dándome oportunidad de abrir mis labios despacio para que se fusionen por completo con los suyos. Durante unos segundos, nos besamos todavía sentados en el suelo, pero noto como se levanta y hago lo mismo, sin separar mis labios de los suyos. Pone sus manos en mi cintura y me levanta un poco la camiseta. El roce de sus dedos en mi piel me hace erizarme.

Nos separamos un instante y me hace un gesto con la cabeza hacia el jacuzzi. Le entiendo enseguida. Desabrocho su camisa lentamente y, tras quitársela, sube mi camiseta por mis brazos hasta quitármela. Nos desnudamos despacio, sin decir una palabra, no hemos dicho nada, ni siquiera le he dicho que me ha encantado lo que ha hecho, pero no me salen las palabras, solo me sale besarle, tocarle, abrazarle. Una vez desnudos, entra él primero, tendiéndome la mano para que le acompañe. La temperatura del agua es perfecta y la espuma la justa para que sea agradable. Se sienta sin dejar de mirarme y, sonriendo pícaramente, me invita a hacer lo mismo. Me acomodo sobre él y comenzamos a besarnos de nuevo, esta vez más apasionadamente.

Nos movemos lentamente, ajustando nuestras caderas al máximo. Mi nivel de excitación ya ha llegado al máximo, pero quiero disfrutar del momento, sin prisas, y parece que él tiene la misma intención. Comienzo a dejar escapar gemidos cuando dirige sus labios a mis pechos. Se recrea en ellos de una forma que me está haciendo perder el control. Desde mis pechos, asciende por mi cuello y me agarro a su pelo arqueando mi espalda.

Me hace darme la vuelta y comienza a besar mi espalda mientras sigo sentada sobre él. Su mano derecha se dirige a mi pubis mientras su mano izquierda se pasea por mi abdomen, acariciándome. Mueve lentamente su mano derecha haciéndome volver a gemir, primero levemente, y, poco a poco, más fuerte. Me recuesto sobre él, con mi espalda apoyada en su pecho y mi cabeza alineada al lado de la suya. Su mano izquierda sube hasta uno de mis pechos, acariciándolo, presionándolo suavemente, mientras no deja de mover su mano derecha.

Noto como mi cuerpo se tensa cuando su mano derecha aumenta el ritmo. Mi garganta deja salir gemidos en forma de gritos ahogados hasta que una corriente eléctrica nace desde mi pelvis y se reparte por mi cuerpo, haciéndome arquear la espalda, agarrándome con una mano al borde del jacuzzi para no hundirme en el agua, y un gemido de placer absoluto sale de mi garganta.
Respiro agitadamente, notando como su mano derecha se aleja de mi pelvis hasta hacer que mi rostro se gire hacia el suyo. Me besa con lentitud, haciéndome suspirar y gemir levemente de nuevo. Mi cuerpo no me responde, estoy tan relajada que, si no fuera porque él me sujeta con su cuerpo, me sumergiría en el agua, dándome igual todo.

Tras unos segundos en los que recobro el aliento, consigo moverme y volver a ponerme sobre él, girándome para poder verle la cara. Me sonríe con tanta ternura que, en vez de provocarme ternura, me provoca deseo. No pienso dejarle así. Muevo mis caderas casi sin pensar, despacio. Veo como sonríe y resopla apoyando su cabeza en el borde del jacuzzi.

No espero más y hago que se introduzca dentro de mí. Es una sensación rara, nunca lo he hecho, pero estoy tan excitada que no me resulta difícil. Le escucho gemir y me encanta. Veo como cierra los ojos cuando comienzo a mover las caderas. Resopla de nuevo y levanta la cabeza, mirándome con unos ojos que desprenden únicamente deseo. Se incorpora un poco más y vuelve a dirigir sus labios a mis pechos, haciéndome gemir a mí esta vez. Me agarra las caderas, fijándolas, y comienza a mover las suyas. La espuma nos rodea, las velas siguen alumbrando tenuemente el baño. Es una sensación tan placentera que lo único que puedo hacer es dejarme llevar. No podría pensar aunque quisiera.

No sé el tiempo que llevamos aquí dentro, tengo los dedos arrugados, pero no me importa. Nos miramos lascivamente mientras sigo moviéndome sobre él, hasta que decide incorporarme y hacer que, esta vez, esté yo debajo. Agarra mis piernas y las eleva un poco hasta ponerse en medio y comienza de nuevo a mover sus caderas. Me agarro al borde del jacuzzi de nuevo para no hundirme y comienza a imprimir más velocidad en sus movimientos. Mis gemidos vuelven a ser tremendamente sonoros y se entremezclan con los de él, más suaves pero profundos. Me agarro a su cuello, dejando el borde del jacuzzi atrás, y, sujetándome las caderas, mueve las suyas cada vez más rápido. Entrecruzo mis piernas por su espalda y me agarro a su cuello todavía más fuerte. Creo que va a conseguir que me estremezca otra vez. Ya no se si lo que cae por mi frente es agua o sudor, pero poco me importa ahora mismo. Sus jadeos, ahora más sonoros, hacen que mi excitación aumente todavía más. Hago que me mire un instante, para que sepa que está a punto de pasarme. Pega su frente a la mía y cierra los ojos comenzando a gemir más fuerte, aunque no tan fuerte como yo. Tras unos segundos en los que aumenta todavía más la velocidad de sus movimientos, noto de nuevo como me estremezco y termino gritando, como si me fuera la vida en ello, como si no pudiera soportar retener ese sonido en mi garganta. Al mismo tiempo, escucho como un gemido profundo sale de su garganta y deja de moverse tan rápido, moviéndose más lento. Noto como pierde fuerza y ya no me sujeta tan fuerte. Sus ojos cerrados y su boca abierta dejando salir jadeos, me hacen saber que ha llegado a la sensación más placentera que existe.

Con su respiración agitada y sus fuerzas flaqueando, consigue dejarme de nuevo sentada en el jacuzzi. Una mano se aleja de mis caderas y se agarra fuerte al borde del jacuzzi, mientras sigue respirando como si le faltara el aire. Acaricio su espalda, intentando recobrar mi respiración normal. Todavía no ha sido capaz de abrir los ojos. Cuando los abre, me mira y sonríe levemente. Sonrío y le beso tiernamente, sin más pretensión que decirle que el tiempo que llevamos en este baño, se me va a quedar grabado para siempre.

Ya relajados, se sienta y apoya su espalda en el borde, tirando de mi mano para que me siente apoyada en su espalda. Nos dejamos caer un poco hasta que el agua nos cubre el pecho. Me agarra una de mis manos y la entrecruza con la suya, repartiendo algunos besos por mi cuello. Sonrío ampliamente, totalmente relajada, y apoyo mi cabeza en su hombro.

-Te quiero… - susurra pegado a mi oído –

-Álex… - me quejo al volver a ponerme colorada –

-Te ha gustado tu regalo? – pregunta riendo levemente –

-Cuál de ellos? – pregunto irónica – me ha encantado todo… - respondo sincera –

-Tenía tantas ganas de enseñarte esa canción… - susurra – no sé cómo he podido aguantarme hasta hoy…

-Ha sido precioso… - respondo mimosa – cómo puedes componer así?

-Jajajaja – ríe – tengo buena musa… - dice acariciando mi pelo mojado – la compuse hace unos días… - me giro para mirarle – me salió la letra sin pensarla…

Niego con la cabeza abrumada y vuelvo a recostarme sobre él. La poca espuma que se mantiene dentro del jacuzzi, me hace hacerme una idea del tiempo que llevamos aquí dentro.

-Tengo otra cosa para ti… - dice alargando su mano fuera del jacuzzi – pero no quiero que te agobies vale?

Le miro con una ceja levantada, sin entender nada, hasta que veo una pequeña cajita y, entonces, levanto las dos cejas. Tengo que hacer serios esfuerzos para no desmayarme.

-Es una tontería… - dice algo avergonzado – pero quería regalarte algo así…

Me entrega la caja y, con las manos mojadas y temblorosas, la abro. Un anillo sencillo, de plata, sin florituras, espera impaciente a que lo saque de la caja.

-No… - carraspea – no sé si te estará bien…

Le miro a él y al anillo alternativamente y me acojono por un momento, sintiendo mucho vértigo de repente. Parece leerme la mente y se ríe.

-No estoy tan loco… - dice sacando el anillo – solo es que me hacía ilusión regalarte algo así, pero no te asustes… - río nerviosa – era de mi abuela… - le miro sorprendida – me lo dio un día, semanas antes de morir… - carraspea un poco y noto como se emociona. Le miro estupefacta – me contó que se lo regaló mi abuelo en su primer cumpleaños juntos… - me tapo la boca a punto de llorar – me lo contaba con una ilusión… no se esperaba que mi abuelo le regalase un anillo… - sonríe emocionado - me dijo que para ella era incluso más importante que el de compromiso… - le miro y le veo sonreír tiernamente mirándolo – y me dijo que lo guardase hasta que encontrase a la persona adecuada…

-Álex, no puedo… - niego con la cabeza sabiendo lo importante que es para él –

-Si puedes… - responde seguro – quiero que lo tengas tú…

Saca el anillo de la caja y me agarra la mano. Noto como me tiembla sin querer y río nerviosa. Lo introduce sin dificultad.

-Joder… - le tiembla la barbilla un segundo – tienes la misma talla que ella…

Río de nuevo, de manera nerviosa, y siento como los ojos se me han llenado de lágrimas. Cuando le miro, sus ojos enrojecidos me dicen que a él también le ha pasado lo mismo.

-Álex… - digo sobrepasada – es demasiado…

-Sé que ella estaría de acuerdo en que lo llevases tú… - susurra entrecortado –

Noto como va a echarse a llorar de un momento a otro y le abrazo. Efectivamente, le escucho sollozar justo después de abrazarle. Me contagia. Nos abrazamos durante unos segundos en los que intento asimilar lo que acaba de pasar. Abrumada, miro el anillo de nuevo y recuerdo lo importante que era para él su abuela. Un nudo en la garganta me impide por unos segundos tragar saliva. Jamás había sentido tanta magia en un momento.

-Joder… - se separa de mí secándose los ojos – qué gilipollas me he puesto… - ríe calmándose –

-Es precioso… - digo mirando el anillo –

-Te gusta? – pregunta algo tímido –

-Pues claro que me gusta Álex… - acaricio su cara – pero es que esto es muy especial para ti… - digo abrumada todavía –

-Igual que tú… - dice mirándome haciéndome resoplar – estás helada… - dice tocándome el brazo – vamos a la cama? – asiento – ni siquiera hemos abierto el cava…

-Jajajajaja – estallo en una carcajada – tenía cosas más importantes que hacer… - digo de manera rápida –


Me mira alzando una ceja y, al ponerme de pie, me da una suave palmetada en mi trasero. Suelto un gritito y me pongo a reirme mientras salgo del jacuzzi. Nos secamos entre risas, apagando todas las velas, y salimos del baño, notando el contraste de temperatura con el ambiente que se había generado dentro del baño. Me estremezco un poco por el frío y, rápidamente, me quita la toalla y me hace meterme en la cama, abrazándose a mí dándome calor. Nos quedamos mirándonos frente a frente, sonriendo, sin hablar. Me besa tiernamente y, abriendo sus brazos, hace que apoye mi cabeza en su pecho. Me envuelve con sus brazos, deja un beso en mi pelo todavía húmedo, y, así, casi fusionados, caigo en un profundo sueño con el único pensamiento de haber vivido el mejor cumpleaños de mi vida.