-Vamos, pasad… - ordeno a Danka y Dandy entre risas – Malú,
no sabes lo que han hecho en el parque… - entro al salón y veo la televisión
encendida – Malú… - suelto las correas y les dejo campar a sus anchas por la
casa mientras entro en la cocina – Malú? – salgo de la cocina mirando hacia el
jardín –
El sonido que viene de arriba es un grito ahogado, de
pánico, que me hace detenerme por completo durante décimas de segundo. Mi
corazón se acelera y mis piernas salen corriendo escaleras arriba. Al entrar en
la habitación, me encuentro una escena que me asusta. La lamparilla yace en el
suelo. Varios objetos más también. Y Malú, con la mirada perdida, se balancea
en un rincón con las piernas encogidas. Durante unos segundos, no sé ni
siquiera si acercarme. No me mira, solo mueve la cabeza de un lado a otro, como
buscando algo.
-Ma… - tartamudeo – Malú… - me arrodillo delante de ella –
qué ha pasado?
No me mira, parece como si no me viera. Miles de
pensamientos nefastos se pasean por mi cabeza. Llego a pensar que, realmente no
me ve, que se ha quedado ciega. Uno ese pensamiento a las cosas tiradas por el
suelo. Lo único que se me ocurre hacer después de varios intentos hablándole,
es tocarla. Y, al tocar su brazo, parece como si le hubiera pasado la
corriente. Sus gritos y sus aspavientos me hacen agarrarla de los brazos,
incluso con más fuerza de la que me gustaría.
-Malú, mírame! – la zarandeo mientras grita fuera de sí –
Malú! Malú, estoy aquí! – grito desesperado –
De repente, como si la escena hubiera sido una pesadilla, me
mira con los ojos inyectados en sangre. Su mirada es de pánico por un momento
y, tras unos segundos, se torna de sorpresa. El sudor cae por su frente.
Ninguno de los dos puede articular palabra. Qué es lo que acaba de pasar?
-Me ves? – pregunto temeroso –
Me mira incrédula y comienza a mirar a todas partes. Se pone
de pie bajo mi atenta mirada y se lleva las manos a la cabeza al ver los
destrozos que hay por el suelo.
-Malú… - vuelvo a tocar su brazo y lo retira rápidamente –
Malú cielo… - digo con voz dulce intentando que se tranquilice del todo – todo
está bien vale?
Parece que la frase es el detonante para que vuelva del todo
en sí. Me mira todavía con más gesto de sorpresa y su barbilla comienza a
temblar. Es como si se acabara de despertar. Como si se acabase de dar cuenta
que estoy aquí. Se abraza a mí de manera desesperada y rompe a llorar.
-Calma… - intento mantener la compostura – Malú… cálmate…
-Estaba allí… - susurra entre sollozos – estaba allí –
repite una y otra vez –
De repente, ato cabos y pienso que esto ha pasado por algo
relacionado con aquella mañana fría de diciembre.
-Estás aquí… - acierto a decir – estás aquí conmigo… - digo
acariciando su pelo sin deshacer el abrazo – cálmate…
-No sé lo que ha pasado… - dice separándose de mí y mirando
con sorpresa y temor los destrozos de la habitación – qué he hecho? – me mira
asustada antes de volver a romper a llorar de nuevo –
-No has hecho nada… - digo mientras la abrazo – solo
asustarme un poco… - digo intentando quitarle hierro al asunto –
-He hecho yo todo esto? – dice mirando alrededor, algo
aturdida –
-Ven… - la agarro de la mano – vamos abajo… - mira hacia la
habitación mientras camina –
Baja las escaleras incluso con temor, como si esa casa no
fuera suya. Me asusta verla así, pero creo que ha tenido que sufrir algún tipo
de ataque de pánico. O eso creo. No sabría decir qué es lo que acabo de ver.
Como si no fuera capaz de tomar decisiones, la siento en una silla en la cocina
y saco agua fresca del frigorífico. La engulle y deja el vaso sobre la
encimera. Se toca la frente y se lleva la mano al pecho, respirando hondo.
Espero paciente delante de ella, con gesto preocupado.
-Dios… - dice sentándose en la silla de nuevo –
-Te… - me da temor preguntarle esto – te acuerdas de lo que
ha pasado?
Me mira con gesto contrariado desde la silla y dirige su
mirada a la derecha, como intentando recordar. Resopla cerrando los ojos, casi
volviendo a llorar, y asiente. Doy dos pasos hasta ella y dejo que se abrace a
mí, envolviendo su cabeza con mis manos contra mi abdomen. Se abraza a mis
piernas como si fuera una niña tremendamente asustada.
-No las había visto todavía… - dice de forma incongruente –
-El qué? – pregunto algo asustado –
-Las imágenes… - se apoya en sus rodillas y tapa su rostro –
no sé qué me ha pasado, pero… - traga saliva – de repente estaba otra vez allí…
-En la estación? – pregunto casi sin querer y asiente sin
mirarme –
-No sé cómo he llegado a la habitación… - dice asustada – no
sé lo que he hecho… - su voz resulta angustiosa – solo escuchaba gritos y
voces…
-Vale… - vuelvo a poner su rostro pegado en mi abdomen – ya
está cariño… - acaricio su pelo mientras vuelve a agarrarse a mis piernas – ha
sido un ataque de pánico… - digo convencido – ya está…
-No está! – grita levantándose de la silla – a qué viene
esto ahora? – pregunta mirándome – por qué? – vuelve a romper a llorar – si no
me ha pasado antes! – grita amargamente –
-Malú… - la abrazo fuerte contra mí – no pasa nada vale? –
alza su mirada asustada – si no habías visto las imágenes… - carraspeo – han
debido de ser fuertes y te ha impresionado…
Suspira abrazándose de nuevo fuertemente contra mí. Todos
estos meses, esa sensación de desamparo, de falta de control, la he estado
sintiendo. No me he parado a pensar que ella podía sentirla también. No
entiendo cómo ha pasado esto después de varios meses, pero quizá tengo buena
parte de culpa por no haberle prestado atención a lo que ella debía sentir. Y
ahora, después de 3 meses de aquello y cuando parecía que todo volvía a su
lugar, volvemos a empezar desde el principio.
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