-Álex, soy Jose…
Su voz suena preocupada, lo que hace que yo me preocupe
solamente con ese saludo. Malú está hoy con ellos, iban a empezar a preparar la
gira y parecía ilusionada. Si Jose me está llamando es por algo que, por su
tono de voz, no es nada bueno.
-Dime… - contesto algo temeroso –
-Está Malú contigo?
Trago saliva y mi mente va a toda velocidad.
-No… - respondo y le oigo resoplar – qué pasa Jose?
-Verás… - le oigo resoplar de nuevo – es que estábamos aquí,
no sé lo que ha pasado…
-Dónde está Malú, Jose? – pregunto asustado levantándome del
sofá –
-No lo sé joder… - dice frustrado – pensaba que se habría
ido a casa… - suspira – le estoy llamando al móvil y no lo coge… estando aquí
se ha puesto nerviosa, no sé muy bien por qué… - le tiembla la voz – he
intentado calmarla pero ha sido imposible… ha cogido sus cosas y se ha
marchado…
-Estaba muy nerviosa? – digo cogiendo la chaqueta –
-Sí, no sé… - responde Jose – no le había visto así nunca… -
dice un tanto contrariado – ha cogido el coche y se ha ido…
-Maldita sea… - farfullo saliendo de casa a toda prisa – has
llamado a tu madre?
-Si, tampoco está con ella, pero no le he dicho la verdad,
no quiero preocuparla…
-Ha dicho algo antes de irse? – digo caminando hacia el
parque –
-No… Álex, mi hermana no está bien…
-Ya lo sé… hace semanas que no está bien… - digo caminando
acelerado hacia el parque –
-Qué le pasa? – pregunta preocupado –
-No te lo puedo contar ahora Jose… voy a buscarla… -
comienzo a correr – si aparece llámame…
-Pero Álex…
-Tú hazlo Jose… - respondo algo serio – no preguntes, llama
a quien se te ocurra y si sabes algo llámame…
-Álex me estás asustando… - dice con voz algo rota –
-Hazme caso Jose… - digo acelerado –
Cuelgo el teléfono y comienzo a correr más rápido hasta
llegar al parque. Tengo la esperanza de encontrarla corriendo, como siempre
hace últimamente cuando se agobia. Mis esperanzas se disipan al comprobar que
no la veo, que no está allí. Comienzo a agobiarme y por mi mente pasan imágenes
de sus ataques de ansiedad. Solo con la idea de verla así en el coche o en
algún sitio estando sola, me asusta.
Vuelvo a casa a toda prisa, entro y la llamo, pero no. La
llamo de nuevo al móvil y no lo coge y el miedo se va apoderando de mí. Salgo
de nuevo de casa en dirección a mi coche, y, sin saber a donde voy, me pongo en
marcha. Me paro en un semáforo y resoplo apoyándome en el volante. Lo más
cuerdo sería quedarme en casa esperando a que llegue, seguramente se ha
agobiado y está calmándose en algún lugar ella sola, ese aprendizaje tiene que
llevarlo a cabo sin mi ayuda ni la de nadie. Tiene que aprender a volver a la realidad
y a controlar su mente como yo lo hice y como lo he hecho en muchas ocasiones
en las que he tenido la sensación de perder el control por algo que me ha
pasado.
Al pensar en eso, levanto mi cabeza del volante, veo que el
semáforo está en verde y tengo una especie de revelación. Acelero por las
calles hasta salir de la ciudad y dirigirme al monte, a ese lugar donde tantas
veces he ido cuando he creído que no estaba preparado para controlar mis
pensamientos. Y si está allí? Yo le enseñé ese sitio. Por un momento pienso que
es una gilipollez, pero aparto ese pensamiento de mí y comienzo a estar casi
convencido de que está allí, intentando volver a la realidad.
Subo por la carretera secundaria que tan bien conozco hasta
llegar al saliente donde solía aparcar el coche. Allí está el suyo. Resoplo y
bajo del coche a toda prisa, cruzando la carretera y subiendo a través de la
maleza hasta llegar a ese lugar. Allí sigue ese árbol donde tantas veces he
apoyado mi espalda. Pero no está ella. Camino despacio, como si me diera miedo
acercarme al borde del precipicio. Veo su chaqueta tirada al lado del árbol y
trago saliva. Miro a todas partes, pero no está. Noto como me tiemblan las
piernas ante la idea de que haya hecho una tontería. Miro hacia la barandilla,
con su chaqueta en mi mano, y me acerco despacio. Puedo sentir como si el
corazón se me saliera por la boca. Me asomo levemente rezando por no
encontrarme nada que me haga querer lanzarme al vacío. Miro atentamente al
vacío, no veo nada y suspiro.
-Malú? – pregunto acojonado –
-Qué malo es conocerse…
Su voz aparece a mi espalda y me hace tambalearme, al borde
del precipicio, pero rectifico a tiempo mi posición y me equilibro. Miro a mi
espalda y la veo salir de entre la maleza, arreglándose su camiseta.
-Joder Malú! – grito alejándome del precipicio todavía con
el miedo en el cuerpo –
-Qué pensabas? Que me había tirado? – dice con sorna al ver
todavía mi gesto de pánico – tengo demasiadas cosas que hacer todavía…
-Me puedes explicar qué cojones haces aquí? – digo con tono
enfadado por el susto que me ha dado – y qué hacías ahí? – señalo hacia la
maleza –
-Mear – dice seria mirándome – no sabía que tenía que
publicarlo también en twitter… - pongo los ojos en blanco – te imaginas? –
sonríe de medio lado – que nadie se preocupe, no voy a cortarme las venas, solo
voy a mear…
-Deja de bromear con eso… - digo serio – me has asustado
vale? – le doy su chaqueta y la coge mirándome fijamente –
-De verdad pensabas que iba a hacer una locura? – agarra mi
mano, todavía algo temblorosa, pero la aparto rápidamente –
-Joder Malú, no puedes desaparecer así vale? – digo alzando
la voz – no puedes asustar a tu hermano sin cogerle el teléfono – me acerco a ella – ni a mí! – grito todavía más –
-Cálmate Álex… - hace un gesto con las manos para que baje
el tono de voz –
-Y una mierda! – exclamo mirándola – me largo y preocupo a
todo el mundo pero que les den – hago un gesto de desprecio – eso es lo que tú
haces…
-Necesitaba un poco de aire, eso es todo… - dice con tono de
culpabilidad –
-Yo también necesito aire! – pongo el índice de mi mano
derecha en mi pecho con fuerza – necesito aire Malú! Necesito saber que estás
controlando esto, que no vas a hacer una gilipollez, que no vas a asustarme
más! – suspiro – esto es una puta locura… - pongo las manos en mi cabeza – te vienes
aquí, sin cogerle el teléfono a nadie, y pretendes que no me asuste? – vuelvo a
alzar la voz – sabes lo que hubiera hecho si hubieras hecho una tontería? Si te
hubiera pasado algo? – la miro fijamente y me mira incrédula –
-De verdad piensas que quiero matarme? – intenta que le mire
pero le rehúyo la mirada – de verdad crees que se me ha pasado por la cabeza
eso? – alza la voz igual que yo –
-Y yo que sé! – respondo frustrado – si no hablas conmigo,
no me dices como te sientes… - niego con la cabeza y pongo mis brazos en jarra –
cuando creo que estás mejor, es solo un espejismo y vuelves a encerrarte en ti misma…
-Qué pronto se te ha olvidado el tiempo que tú estuviste así…
- dice en tono de reproche –
-Es eso? – ahora intento que me mire pero no lo consigo – me
haces lo que te he hecho yo a ti?
-Pero cómo puedes decir eso? – grita mirándome – necesitaba tranquilidad,
no escuchar a nadie, y me he venido aquí y lo he conseguido, qué problema hay
con eso?
-Qué problema hay? – le miro incrédulo – claro, qué problema
hay con que Álex viva con el corazón en un puño? Qué problema hay con que no
haya abierto la boca sobre lo que te pasa, conforme le pediste, y no pueda
pedir ayuda a nadie? – baja la cabeza abatida – Qué problema hay? Si es Álex! –
digo irónico – da igual lo que le haga, siempre me va a perdonar…
-Eso ha sido un golpe bajo… - dice seria –
-Un golpe bajo es lo que haces conmigo todos los putos días…
- digo todavía enfadado – como si no importara lo que nos ha pasado… - suspiro –
todas las putas noches antes de dormir te digo que te quiero y eso te da igual!
– exclamo – te importa una mierda!
-Eso no es cierto! – grita – solo necesito algo de tiempo
Álex! Yo lo entendí contigo!
-Otra vez… - resoplo – lo entendiste pero hay algo que no
entiendes ahora… - me acerco a ella – no entiendes que estoy aquí… no… - trago
saliva – no entiendes que he subido hasta aquí acojonado… - me mira – no entiendes
que no puedo quedarme sentado mientras desapareces… - alzo el tono de voz – no entiendes
que no puedes hacerme esto joder!
Hay un silencio inmenso entre los dos. Nos miramos unos
segundos y aparto la mirada frustrado. Me doy la vuelta y me pongo de espaldas
a ella. Tengo que hacer serios esfuerzos por no salir corriendo hasta el coche
y largarme de allí.
-Lo… - la escucho a mi espalda – lo siento Álex… - su voz
suena entrecortada –
-Lo que más daño me puede hacer es que te tomes a broma mi
forma de preocuparme por ti… - digo sincero –
-No me lo he tomado a broma… - dice convencida –
-No has tardado nada en bromear sobre tirarte por ahí… -
digo dándome la vuelta y señalando al precipicio – no solo estaba preocupado
por eso… - niego con la cabeza – te habías ido con el coche… y he visto lo que
te ocurre cuando tienes un ataque de pánico… - baja la cabeza con culpabilidad –
te puedes imaginar todo lo que he pensado si eso te pasaba en el coche… - digo
con tono de reproche – y cuando te encuentro, te tomas mi preocupación a la
risa… como si fuera un exagerado… como si no fuera yo el que está contigo
cuando sufres esas crisis…
-Álex… hoy no me ha pasado eso… - dice acariciándome la cara
–
-No, hoy lo que te ha pasado es que te has olvidado que
estoy aquí, a tu lado… - me mira algo emocionada – esperando a que me dejes
ayudarte…
Me mira en silencio y, por primera vez durante la
conversación, veo que sus ojos no me miran con extrañeza. Me mira emocionada y
veo como sus ojos se llenan de lágrimas. No puedo resistirme a abrazarla. Sé
que mi tono de voz y mi alarma quizá han sido desmedidas. Quizá mi afán por
protegerla no hace otra cosa que alejarla de mi, pero no sé hacerlo de otra
manera.
-Siento haberte asustado… - dice entre sollozos sin deshacer
el abrazo –
-Y yo siento haberme puesto así… - suspiro – es solo que… -
deshago el abrazo sin soltar sus manos – estoy sugestionado supongo… - me alzo
de hombros – estoy todo el rato pensando que algo malo puede volver a pasar… -
niego con la cabeza – estoy superado…
La miro y ha dejado de llorar, me mira con pena, con
tristeza. Se pone de puntillas y me da un beso en los labios, acariciándome el
rostro.
-Ven… - dice haciendo que camine tras ella –
Se sienta debajo del árbol y me hace un gesto para que me
siente a su lado. Apoyo mi cabeza en su hombro mientras acaricia mi pelo.
-Hubiera hecho lo mismo que tú… - dice haciéndome suspirar –
y me hubiera asustado también… - resopla – cuando me contaste que venías aquí a
pensar, a poner las cosas en su lugar… supe que, algún día, necesitaría venir…
- me aferro a ella – sentí mucha paz cuando vine contigo… la misma que he
sentido hoy… me hacía mucha falta… - dice sincera –
-Siento haberme puesto así… - acierto a decir –
-Álex… - hace que la mire – te prometo que no voy a volver a
asustarte así… - sonrío de medio lado –
Nos besamos bajo ese árbol como si sellásemos esa promesa.
Este lugar tiene algo, no sé qué es, que, al final, consigue devolverme la paz
que en muchas ocasiones me ha faltado y que tanto echaba de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario