lunes, 12 de junio de 2017

CAPÍTULO 126: EL PREMIO

Aquí me encuentro, recibiendo un premio concedido por la cadena de radio que organiza la gala, pero no quiero leer lo que tenía escrito. Quiero que sea algo espontáneo, breve, pero intenso. Sonrío dándole dos besos a la pareja de actores que me entrega el premio y me dirijo al micrófono. Apoyo el premio en el púlpito y me dispongo a hablar.

-Buenas noches a todos… - escucho los aplausos de fondo – la música es lo que nos ha unido esta noche… lo que nos une a personas muy diferentes. Es nuestro nexo, uno de los pocos que considero indestructible – hago una pausa mirando el premio – esto para mí tiene un significado muy diferente – digo señalando al premio – no es un premio para mí, no lo considero así, para mí es la señal de que siguen habiendo lazos entre nosotros, entre personas que tienen una misma pasión, algo con lo que se divierten y se abstraen del mundo que les rodea. Para mí, la música es eso, una vía de escape… - sonrío – muchas personas forman parte de mi vida, personas que te vas encontrando por el camino y, cuando te caes, te levantan, y siguen caminando contigo. Sabéis quienes sois, familia, amigos… solo puedo agradeceros que no me hayáis dejado caer hasta el punto de no poder levantarme… - se oyen aplausos – en especial, a ti, jefa… - me sale una risilla al escuchar los gritos de la gente – agradezco mucho el premio, de verdad… - digo sincero – sé que hoy hablamos de música, pero me gustaría terminar diciendo algo… - trago saliva – alguien dijo una vez que solo una cosa vuelve un sueño imposible. El miedo. No dejemos que el miedo nos domine. Sigamos cumpliendo sueños juntos.

Al terminar esa frase, escucho aplausos, agarro mi premio y me dirijo a la salida del escenario. El nudo en mi garganta está presente. Bajo por la parte trasera del escenario y, muy emocionada, Malú me abraza con todas sus fuerzas.

-Me has hecho llorar! – dice dándome una palmada en el brazo –

-De emoción, espero… - digo acariciando su cara –

-Claro… - sonríe –

Sin decir nada, me planta un beso en los labios, sin importarle quién hay alrededor. Me sorprende, esas muestras de cariño en público no suele tenerlas. Los allí presenten nos miran y apartan la mirada supongo que porque les da pudor observar una escena tan íntima.

Tras terminar la gala, y ver cómo Malú me nombra en su discurso como “jefe”, nos dirigimos a la zona privada del hotel donde casi todos nos quedamos hospedados esta noche.

-Así que vas a beber… - dice Malú con tono de reproche con su gintonic en la mano –

-Pero… - la miro beber del vaso y cojo el mío – y tú qué? – digo indignado –

-Yo rindo igual con alcohol que sin alcohol – dice con chulería – veremos si tú también…

Alzo mis cejas sorprendido y ella alza una de las suyas de manera sugerente. Voy a contestarle, pero Antonio la agarra por la espalda y la levanta en peso, haciendo que suelte un gritito.

-Esto hay que celebrarlo! Que Malú no se queda nunca a estas reuniones! – grita hacia los demás, que ríen al ver la escena – estás cambiada eh?

-Yo? – dice mirándome de reojo – es posible…

-Eso es el amor… - dice Melen pasando entre nosotros a coger su copa –

-Me queréis dejar en paz? – dice avergonzada –

-Si me queréis, irse – digo en tono jocoso justo antes de beber otro trago – está desatada, te das cuenta no? – le digo a Melen mirándola –

-En la habitación del hotel, hay un sofá – responde Malú – si quieres probarlo, sigue – dice amenazante –

-Uhhhh! – exclama Melendi – qué bonito es el amor, cuando llega así, de esta manera…

-Que te calles!! – exclama Malú pegándole un manotazo –

La fiesta continúa y el alcohol va haciendo mella en mí, también en Malú, pero menos, no sé por qué, pero o ha bebido menos o tiene más aguante que yo. No me extrañaría nada.

-Te vas a marcar unas bulerías tío… - dice Alejandro cogiendo una guitarra que hay por allí –

-Sinceramente, creo que tienes una guitarra de estas que se plegan, metida en el bolsillo siempre… - digo con tono ebrio sin darme cuenta –

-De estas que se plegan… - repite Malú asintiendo – de esas que venden en los chinos de toda la vida… - se burla de mí –

-Eh! – levanto el dedo índice – no coartes mi arte que puedo ser un inventor en potencia e inventarla…

-Me parece a mí que duermes en el sofá hoy… - dice Antonio riéndose a mi lado –

Alejandro comienza a tocar unas notas y me hace señas para que cante.

-Bulerías… como me sé tantas… - digo irónico – la única bulería que me sé es esa que dice… - carraspeo y cojo aire – Bulería, bulería! Tan dentro del alma mía!

-Jajajajajaja! – exclaman todos los que me escuchan – David!! Mira, tenemos un dueto preparado! – exclama Melen –

-Por favor… - Malú se tapa la cara exageradamente mientras se ríe –

-Te cuento un secreto Álex? – dice Alejandro – no nombres a David en presencia de Malú… - dice en voz baja –

-Pero qué dices? – exclama Malú – David, ven aquí!! – Bisbal se acerca a nosotros mientras ríe – cómo nos llevamos tú y yo?

-Contesta que bien, por la cuenta que te trae… - dice Melen ganándose un manotazo de Malú – joder! Es que eres agresiva eh?

-Mucho… - contesto sin querer, recibiendo una mirada fulminante por parte de ella – pero que a mí me gusta eh? – pongo cara lasciva – 50 sombras de Malú – les oigo reírse – pufff… - resoplo haciéndome aire con la mano -

-Pero vamos a ver… - Malú obvia el tema de David y se acerca a mí – qué tienes qué decir? – abro los ojos de par en par sin poder evitar reirme – es que vas a dormir en el sofá, en serio te lo digo…

-Que no jefa… - la abrazo cariñosamente – que eres más buena que el pan… - comienzo a darle besos sonoros en la mejilla – rectifico, estás más buena que el pan…

-Por dios… - intenta apartarse muerta de la vergüenza –

-Escucha, que no voy borracho eh? – digo intentando aparentar serenidad –

-Apenas… - niega con la cabeza sonriendo –

-La bulería para cuando? – dice Alejandro mirándonos –

-Venga, toca esa que es una chirigota… - digo recordándola – esa que dice… - carraspeo – y no me importa que me digan… - canto entonando la canción -

-Nos vale… - me corta Alejandro – te la sabes?

-Enterita… - digo sentándome en un taburete – dale…


De repente, se forma un corrillo alrededor nuestra. Malú, sentada al lado de Alejandro, enfrente de mí, me observa con media sonrisa. Alejandro comienza a tocar con la guitarra, aunque yo la he escuchado a piano, la melodía del principio y me arranco.

-Y no me importa que me digan, que yo soy un viva la vida, porque vivo sin compromiso…

-Olé! – escucho exclamar la que me parece que es Rosario –

-No me da vergüenza ninguna, vida tengo na más que una, aunque crea en el paraíso… - Malú sonríe y baja la cabeza – para mí es mucho más carota el que me acusa de pasota, con las babas llenas de wisky… soy… - cojo aire – lo que tu quieras pero sinvergüen… - alargo la sílaba – za no soy… - escucho algún que otro olé – cuando veo en esta puerca humanidad, tantos crímenes sin nombre – dejo salir todo mi chorro de voz – de sinvergüenza ni hablar, me da vergüenza de ser… - cierro los ojos – un hombre…

-Joder… - escucho a Melen decir mientras se sienta – 

Esa parte de la canción me ha calado hondo y siento que me estoy emocionando un poco, pero le hago un gesto a Alejandro para que siga y cantar la siguiente parte. Me sonríe, diría que hasta orgulloso, y continúa tocando mientras cojo aire.

-Yo prefiero seguir buscando los defectos y los encantos de una dama golfa y valiente… - miro a Malú y sonríe mirando al suelo -  

-Olé!! – exclaman –

-Verdadera como la guerra, despeinada como la tierra y canalla como la gente… - canto mirándola mientras sonrío – yo prefiero una compañera perfumada con la madera, con el cuero y con la palabra… hembra… - niego levemente con la cabeza – una mujer para mí debe ser mucho más… que una hembra… - le guiño un ojo – que desprecie los dineros y el chanel, la corbata y la mentira – vuelvo a subir el tono – y sólo por esa mujer, valdrá mi muerte más que… - la miro y veo que está algo emocionada – mi vida…

-Ehhhh!!! – exclaman todos mientras aplauden –

Me levanto del taburete y me dirijo hasta ella para abrazarla. Sé que se ha emocionado, igual que yo. Alargamos el abrazo, conmigo de pie y ella sentada. No nos decimos nada, no hace falta.

-Dónde coño está un pulsador??? – escucho gritar a Antonio – necesito darle para que se venga a mi equipo!

-Jajajaja – me río separándome un poco de Malú y buscando mi copa, tengo la boca muy seca – qué imbécil que eres…

Tras esa improvisada canción, digamos que viene el bajón del alcohol, ese momento reflexivo que se tiene en algunas borracheras, cuando te apetece apartarte de todo y de todos. Camino alrededor de la piscina mientras veo en la distancia que continúan con la guitarra. Sonrío y decido remangarme los bajos de los pantalones para sentarme con los pies metidos en el agua. Los muevo dentro de ella. No pienso en nada exactamente, solo quizás en lo que ha cambiado mi estado de ánimo estas semanas. Y creo que mucha culpa la tiene ella. Estoy tan ensimismado en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que viene hasta que está casi sentada a mi lado. Se sube un poco el vestido y me imita, sin decir nada. Por debajo del agua, roza mi pie izquierdo con el suyo. Me mira y se pega un poco más a mí, rozando entonces mi mano.

-Todo bien? – pregunta algo temerosa –

-Sí… - respondo sonriendo – me ha bajado el alcohol de golpe…

-Estabas muy gracioso… - dice riendo levemente –

-No voy a dormir en el sofá entonces? – digo rozando su mano –

-No lo creo… - niega con la cabeza mirando hacia el agua – Antonio tiene razón… - la miro – nunca me quedaba a estas cosas…  - sonríe apartando la mirada – pero contigo es diferente…

-Ah si? – pregunto en voz baja, acercándome un poco más a ella –

-Si… - contesta tímida – creo que soy diferente desde que nos conocimos… - la miro sorprendido – me apetece hacer cosas que antes no hacía… - sonrío –

-Te estás poniendo muy intensa… - digo intentando quitarle hierro al asunto – quizá es el momento de irnos a dormir…

-A dormir? – pregunta cambiando el tono sensible a insinuante – estás seguro de que vamos a dormir?

-Lo dudo un poco… - sonrío y me acerco para darle un beso en los labios -


Entramos en la habitación despacio, con ella tirando de mi mano suavemente. Lanza sus tacones a una esquina exclamando de gusto al poner sus pies en el suelo. Sonrío y hago lo mismo con mis zapatos, que, aunque menos incómodos que los de ella, ya me empiezan a estorbar. Deja su premio sobre la mesa y yo hago lo mismo con el mío, a su lado. Vuelvo a coger su mano y tiro de ella hasta mí, hasta quedar a escasos centímetros de distancia. Acaricio su rostro suavemente, despacio, y voy acercando mi boca a la suya. Con pausa, pero con pasión, comenzamos a besarnos, ladeando nuestras cabezas para encajar a la perfección ese beso. Mis manos se dirigen a su cintura y las suyas a mi cuello, entrelazándolas por mi nuca. La cama, al fondo de la habitación, espera paciente a que lleguemos hasta ella. Con pasos cortos, lentos, nos dirigimos a la cama sin deshacer el beso. Antes de llegar hasta ella, casi al borde de la cama, sus manos se dirigen a mi chaqueta y hacen que me la quite despacio. Ya con una prenda menos, Malú se sienta en la cama y repta hasta hacer que sus piernas estén también sobre ella. Me tumbo sobre su cuerpo, sin dejar de besarla, bajando su vestido por sus brazos, primero el izquierdo, dejando besos por su cuello, su hombro. Después, el derecho, repitiendo los mismos besos, hasta que consigo que su vestido deje al descubierto sus dos brazos. Sonríe levemente y se incorpora un poco hasta volver a besarme. Sus manos se dirigen a mi camisa y comienza a desabrochar botones. Espero paciente a que consiga desabrocharlos todos. Al hacerlo, deja al descubierto mi torso. La ayudo a quitarme la camisa y, ya medio desnudo, vuelvo a tumbarla y hago que su vestido descienda por su cuerpo. Sus pechos, todavía tapados por su sujetador sin tirantes, suben y bajan al ritmo de su respiración. Su abdomen, ya desnudo, recibe mis besos con cierta desesperación y calma a la vez. Sigo bajando su vestido con su ayuda. No recordaba que hoy llevaba una minúscula braguita-tanga por lo que se le ajustaba el vestido. Me deshago de esa prenda y mi próxima víctima es ese sujetador que tanto me sobra. Lo desabrocho con una sola mano, no me hace falta más, y dirijo mis labios a la zona de su cuerpo que ya no está cubierta.

Escucho los primeros gemidos, algo tímidos, mientras noto como sus manos recorren mi espalda, incluso como sus dedos se clavan en ella suavemente haciéndome saber que lo que estoy haciendo le gusta. Con una mano en mi pecho, hace que me incorpore de nuevo y dirige sus manos esta vez a mi cinturón del pantalón. Lo desabrocha mientras me mira con una sonrisa entre tímida y pícara. Esa sonrisa que tanto me gusta. Mi pantalón no tarda mucho en yacer en el suelo, igual que el resto de las prendas que tanto nos sobraban. Desnudos, la agarro suavemente para que se acomode en la cama y me tumbo sobre ella. Comenzamos un baile lento, como de esos de salón en el que cada movimiento tiene suma importancia para no romper el ritmo. Mis besos se reparten por su cuello, sus pechos, su abdomen, siguen bajando y vuelven a subir, haciendo que suspire profundamente.

-Te quiero… - susurro mientras beso su cuello –

-Y yo a ti… - responde entre suspiros –

Sonrío y alzo mi cabeza para mirarla. Nos quedamos mirando unos segundos mientras abro sus piernas despacio y me coloco entre ellas. Con delicadeza pero, a la vez, firmeza, hago que un gemido hondo nazca de su garganta al notar como me introduzco en su cuerpo. Despacio, sin prisas, comienzo a mover mis caderas al son que me marca. Hundo mi cabeza en su cuello y cruza sus manos por mi espalda, de nuevo clavando suavemente sus dedos en ella. Nuestros rostros, ahora pegados el uno al otro, van haciendo que mezclemos los suspiros, acompasados al ritmo de nuestras caderas.

El baile comienza a ser menos lento, más caótico, haciendo que sus suspiros se transformen en gemidos ahogados. Las gotas de sudor resbalan por mi frente. Lo que había comenzado como algo delicado, dulce, se está transformando en algo apasionado, sin freno, sin poder detenerlo. Aumento todavía más el ritmo, noto como estoy a punto de alcanzar el punto máximo y ella también. Aguanto el ritmo como puedo hasta ver como cierra los ojos y se aferra a mi pelo con fuerza, arqueando la espalda y dejando escapar un sonoro gemido. La descarga casi eléctrica me recorre hasta que, segundos después de escucharla gemir, cierro los ojos y dejo escapar un gemido menos sonoro pero profundo.

Me dejo caer sobre ella, con mi respiración agitada y sintiendo que la suya está igual. Me duele todo el cuerpo pero es un dolor placentero. Agotado, cierro los ojos escondiendo de nuevo mi rostro en su cuello. Me encanta ese escondite. Noto como me acaricia la espalda con sus manos y, poco a poco, nuestras respiraciones van volviendo a la normalidad, pero no pienso moverme de aquí. Comienzo a besar su cuello con sonoros besos, mientras escucho su garganta vibrar con una risa breve. Me acaricia el pelo despacio, haciendo algo de presión con sus dedos. Es una sensación extremadamente placentera y relajante. Tanto que creo que si sigue así, me quedaré durmiendo.

-Te vas a dormir? – dice riendo levemente –

-Si sigues haciendo eso, probablemente… - susurro –


Incorporo mi cabeza y la miro a los ojos, esos ojos que tanto dicen sin necesidad de articular palabra. Muchas veces le he dicho que sonríe con los ojos, no me cree, pero es verdad. Lo hace. Y cada vez que lo hace mirándome, hace que me sienta feliz. Miro fugazmente a sus labios y, como si no hubiera tenido bastante con todos esos besos, junto mis labios con los suyos. De nuevo un beso lento, arqueando nuestros rostros, acariciando su pelo y ella el mío. Alargamos los besos solo un poco más hasta que, el cansancio, hace que nos recoloquemos en la cama, dispuestos a dormir. Me coloco boca arriba, abriendo los brazos para que se acomode en mi pecho. Al posar su cabeza sobre él, suelta un pequeño suspiro. Deslizo la sábana sobre nosotros y noto como se acurruca a mi lado, abrazándome. Sonrío mirando al techo. Definitivamente, el premio de esta noche es acabar cerrando los ojos con ella a mi lado. 

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