martes, 20 de junio de 2017

CAPÍTULO 129: MI SUERTE FUE ENCONTRARTE

El sonido del jacuzzi me atrae hasta el baño. Al entrar, Álex me hace un gesto para que me salga, pero le hago caso omiso y decido entrar soltando una risilla.

-Malú, que lo estoy preparando… - dice frustrado –

Observo el baño, con varias velas todavía sin encender por el suelo, el jacuzzi lleno de espuma y pétalos de rosa por el suelo. Ahogo un gritito de emoción justo al mismo tiempo que Álex me empuja suavemente para salir del baño y cierra la puerta.

-No tienes paciencia eh? – dice fingiendo enfado –

-Eso es para mí? – señalo sonrojada hacia la puerta del baño –

-Puedes esperarme un segundo aquí fuera? – pregunta sonriendo y asiento inquieta –

Entra de nuevo al baño y doy vueltas sobre mi misma esperando a que salga. Estoy hasta nerviosa. Tras unos segundos que se me hacen interminables, un sonido me hace sorprenderme. El sonido de una guitarra comienza a sonar dentro del baño y mis ojos se abren de par en par. Me acerco a la puerta rápidamente y abro como si tuviera temor a lo que voy a encontrarme. Al entrar, las velas están encendidas, la luz apagada y Álex está sentado en el suelo con una guitarra que todavía no consigo conectar de dónde la ha sacado. Puede ser que sea la que la otra noche Alejandro usó.

Me quedo quieta, mirándolo todo, mientras escucho esa melodía alegre y romántica a la vez. Álex me mira un instante, algo avergonzado y comienza a cantar dejándome sin palabras.



-Jamás te importó lo que nadie pensara – me tapo la cara avergonzada - y fui incapaz de esperar a saber si me amabas – me mira y sonríe devolviendo la mirada a la guitarra - Olvidé, descarté sin mediar dos palabras, y una vez me escapé de la cárcel del alma.

Escucho atentamente la letra y siento que me estoy derritiendo por los pies.

-Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo, y mi suerte fue encontrarte, si no habría que robarte…

Me echo a reír al escuchar la última frase. Me ha compuesto una canción a mí. Me siento pequeña y, a la vez, llena. Álex siempre ha tenido una forma de tratarme distinta a todo lo que había conocido hasta ahora, pero esto es demasiado para mi pobre corazón.

-Sabes, que tienes la llave – su tono de voz, afinado, perfecto, hace que se me erice la piel - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave – me apoyo levemente en la pared mientras todas esas palabras se analizan solas en mi mente sin poder quitar la sonrisa de mi boca - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que inventarte.

Me río de nuevo con la última frase. Me parece lo más bonito que me han hecho jamás. Me hace un gesto para que me mire el reloj. Las 12 en punto. Mi cumpleaños acaba de empezar. No puedo evitar taparme la cara de nuevo. Ahora mismo me echaría a llorar de emoción.  Sigue tocando la guitarra y decido sentarme en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta, separados apenas por un metro de distancia.

-La verdad es que sé que no encuentro palabras, ni se cómo explicar cuando tú me haces falta – sonrío ampliamente, emocionada - Respirar, despertar, solo eran palabras… y que gracias a ti, son mi rumbo y mis alas – resoplo abrumada por todas las cosas que está diciendo con esa letra - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que pintarte.

Estallo en una carcajada breve. Cada vez que termina ese verso con una palabra distinta, me deja todavía más flipada.

-Sabes, que tienes la llave – cierro los ojos un segundo y me balanceo con el ritmo del estribillo - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave – cambia de nuevo el ritmo y doy unas palmadas en mi muslo marcando el ritmo - Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que buscarte.

Sonrío de nuevo. Tengo tantas ganas de que acabe y de que siga a la vez. De que acabe para poder comérmelo a besos y de que siga porque no pararía de escucharle. Me recuerda tanto este momento a aquella noche en el piano cuando le escuché de cerca la primera vez. Un nudo en mi garganta aparece y creo que me voy a poner a llorar cuando veo como para de tocar la guitarra y continúa la canción a capella.

-Sabes, que tienes la llave – intento que no pase, pero se me llenan los ojos de lágrimas - La llave que abre mi mundo y tus calles, tienes la clave.

Comienza de nuevo a tocar la guitarra. Me seco los ojos intentando no echarme a llorar pero creo que he hecho algún puchero. Álex sonríe tiernamente. Espero paciente a que termine, ordenándole a mis piernas que no se levanten todavía.

-Y ahora resto el tiempo y aún no creo que te tengo. Y mi suerte fue encontrarte, si no habría que soñarte…

Me mira sonriente y creo que algo emocionado hasta que deja de tocar la guitarra. Durante unos segundos, un silencio recorre el baño. Sigo sentada en el suelo, apoyada en la puerta, pero mis piernas, que antes querían levantarse, ahora no son capaces de moverse. Paralizada, veo como Álex ríe tímidamente y suelta la guitarra en el suelo. Se levanta y llega hasta mí y no puedo más. Me echo a llorar con una mezcla de emociones que siento nuevas para mí. Me tapo la cara y la escondo entre mis rodillas flexionadas.

Siento como se sienta a mi lado, vuelve a reír tímidamente, y su mano pasa por mi pelo dulcemente atrayéndome hasta él. Me abrazo a su cuerpo como una niña, sin poder parar de llorar y reir sin querer. La luz ténue de las velas me deja ver su cara cuando consigo serenarme un poco. Me mira tiernamente y, sin hablar, sin decir una palabra, me besa en los labios.

-Feliz cumpleaños… - susurra a escasos centímetros de mi boca –

Río nerviosa, avergonzada, debo estar como un tomate. No estoy acostumbrada a estas cosas. Ha sido precioso, perfecto, inesperado. No creía que nadie pudiera sorprenderme de esta manera. Vuelve a besarme, esta vez más tiempo, dándome oportunidad de abrir mis labios despacio para que se fusionen por completo con los suyos. Durante unos segundos, nos besamos todavía sentados en el suelo, pero noto como se levanta y hago lo mismo, sin separar mis labios de los suyos. Pone sus manos en mi cintura y me levanta un poco la camiseta. El roce de sus dedos en mi piel me hace erizarme.

Nos separamos un instante y me hace un gesto con la cabeza hacia el jacuzzi. Le entiendo enseguida. Desabrocho su camisa lentamente y, tras quitársela, sube mi camiseta por mis brazos hasta quitármela. Nos desnudamos despacio, sin decir una palabra, no hemos dicho nada, ni siquiera le he dicho que me ha encantado lo que ha hecho, pero no me salen las palabras, solo me sale besarle, tocarle, abrazarle. Una vez desnudos, entra él primero, tendiéndome la mano para que le acompañe. La temperatura del agua es perfecta y la espuma la justa para que sea agradable. Se sienta sin dejar de mirarme y, sonriendo pícaramente, me invita a hacer lo mismo. Me acomodo sobre él y comenzamos a besarnos de nuevo, esta vez más apasionadamente.

Nos movemos lentamente, ajustando nuestras caderas al máximo. Mi nivel de excitación ya ha llegado al máximo, pero quiero disfrutar del momento, sin prisas, y parece que él tiene la misma intención. Comienzo a dejar escapar gemidos cuando dirige sus labios a mis pechos. Se recrea en ellos de una forma que me está haciendo perder el control. Desde mis pechos, asciende por mi cuello y me agarro a su pelo arqueando mi espalda.

Me hace darme la vuelta y comienza a besar mi espalda mientras sigo sentada sobre él. Su mano derecha se dirige a mi pubis mientras su mano izquierda se pasea por mi abdomen, acariciándome. Mueve lentamente su mano derecha haciéndome volver a gemir, primero levemente, y, poco a poco, más fuerte. Me recuesto sobre él, con mi espalda apoyada en su pecho y mi cabeza alineada al lado de la suya. Su mano izquierda sube hasta uno de mis pechos, acariciándolo, presionándolo suavemente, mientras no deja de mover su mano derecha.

Noto como mi cuerpo se tensa cuando su mano derecha aumenta el ritmo. Mi garganta deja salir gemidos en forma de gritos ahogados hasta que una corriente eléctrica nace desde mi pelvis y se reparte por mi cuerpo, haciéndome arquear la espalda, agarrándome con una mano al borde del jacuzzi para no hundirme en el agua, y un gemido de placer absoluto sale de mi garganta.
Respiro agitadamente, notando como su mano derecha se aleja de mi pelvis hasta hacer que mi rostro se gire hacia el suyo. Me besa con lentitud, haciéndome suspirar y gemir levemente de nuevo. Mi cuerpo no me responde, estoy tan relajada que, si no fuera porque él me sujeta con su cuerpo, me sumergiría en el agua, dándome igual todo.

Tras unos segundos en los que recobro el aliento, consigo moverme y volver a ponerme sobre él, girándome para poder verle la cara. Me sonríe con tanta ternura que, en vez de provocarme ternura, me provoca deseo. No pienso dejarle así. Muevo mis caderas casi sin pensar, despacio. Veo como sonríe y resopla apoyando su cabeza en el borde del jacuzzi.

No espero más y hago que se introduzca dentro de mí. Es una sensación rara, nunca lo he hecho, pero estoy tan excitada que no me resulta difícil. Le escucho gemir y me encanta. Veo como cierra los ojos cuando comienzo a mover las caderas. Resopla de nuevo y levanta la cabeza, mirándome con unos ojos que desprenden únicamente deseo. Se incorpora un poco más y vuelve a dirigir sus labios a mis pechos, haciéndome gemir a mí esta vez. Me agarra las caderas, fijándolas, y comienza a mover las suyas. La espuma nos rodea, las velas siguen alumbrando tenuemente el baño. Es una sensación tan placentera que lo único que puedo hacer es dejarme llevar. No podría pensar aunque quisiera.

No sé el tiempo que llevamos aquí dentro, tengo los dedos arrugados, pero no me importa. Nos miramos lascivamente mientras sigo moviéndome sobre él, hasta que decide incorporarme y hacer que, esta vez, esté yo debajo. Agarra mis piernas y las eleva un poco hasta ponerse en medio y comienza de nuevo a mover sus caderas. Me agarro al borde del jacuzzi de nuevo para no hundirme y comienza a imprimir más velocidad en sus movimientos. Mis gemidos vuelven a ser tremendamente sonoros y se entremezclan con los de él, más suaves pero profundos. Me agarro a su cuello, dejando el borde del jacuzzi atrás, y, sujetándome las caderas, mueve las suyas cada vez más rápido. Entrecruzo mis piernas por su espalda y me agarro a su cuello todavía más fuerte. Creo que va a conseguir que me estremezca otra vez. Ya no se si lo que cae por mi frente es agua o sudor, pero poco me importa ahora mismo. Sus jadeos, ahora más sonoros, hacen que mi excitación aumente todavía más. Hago que me mire un instante, para que sepa que está a punto de pasarme. Pega su frente a la mía y cierra los ojos comenzando a gemir más fuerte, aunque no tan fuerte como yo. Tras unos segundos en los que aumenta todavía más la velocidad de sus movimientos, noto de nuevo como me estremezco y termino gritando, como si me fuera la vida en ello, como si no pudiera soportar retener ese sonido en mi garganta. Al mismo tiempo, escucho como un gemido profundo sale de su garganta y deja de moverse tan rápido, moviéndose más lento. Noto como pierde fuerza y ya no me sujeta tan fuerte. Sus ojos cerrados y su boca abierta dejando salir jadeos, me hacen saber que ha llegado a la sensación más placentera que existe.

Con su respiración agitada y sus fuerzas flaqueando, consigue dejarme de nuevo sentada en el jacuzzi. Una mano se aleja de mis caderas y se agarra fuerte al borde del jacuzzi, mientras sigue respirando como si le faltara el aire. Acaricio su espalda, intentando recobrar mi respiración normal. Todavía no ha sido capaz de abrir los ojos. Cuando los abre, me mira y sonríe levemente. Sonrío y le beso tiernamente, sin más pretensión que decirle que el tiempo que llevamos en este baño, se me va a quedar grabado para siempre.

Ya relajados, se sienta y apoya su espalda en el borde, tirando de mi mano para que me siente apoyada en su espalda. Nos dejamos caer un poco hasta que el agua nos cubre el pecho. Me agarra una de mis manos y la entrecruza con la suya, repartiendo algunos besos por mi cuello. Sonrío ampliamente, totalmente relajada, y apoyo mi cabeza en su hombro.

-Te quiero… - susurra pegado a mi oído –

-Álex… - me quejo al volver a ponerme colorada –

-Te ha gustado tu regalo? – pregunta riendo levemente –

-Cuál de ellos? – pregunto irónica – me ha encantado todo… - respondo sincera –

-Tenía tantas ganas de enseñarte esa canción… - susurra – no sé cómo he podido aguantarme hasta hoy…

-Ha sido precioso… - respondo mimosa – cómo puedes componer así?

-Jajajaja – ríe – tengo buena musa… - dice acariciando mi pelo mojado – la compuse hace unos días… - me giro para mirarle – me salió la letra sin pensarla…

Niego con la cabeza abrumada y vuelvo a recostarme sobre él. La poca espuma que se mantiene dentro del jacuzzi, me hace hacerme una idea del tiempo que llevamos aquí dentro.

-Tengo otra cosa para ti… - dice alargando su mano fuera del jacuzzi – pero no quiero que te agobies vale?

Le miro con una ceja levantada, sin entender nada, hasta que veo una pequeña cajita y, entonces, levanto las dos cejas. Tengo que hacer serios esfuerzos para no desmayarme.

-Es una tontería… - dice algo avergonzado – pero quería regalarte algo así…

Me entrega la caja y, con las manos mojadas y temblorosas, la abro. Un anillo sencillo, de plata, sin florituras, espera impaciente a que lo saque de la caja.

-No… - carraspea – no sé si te estará bien…

Le miro a él y al anillo alternativamente y me acojono por un momento, sintiendo mucho vértigo de repente. Parece leerme la mente y se ríe.

-No estoy tan loco… - dice sacando el anillo – solo es que me hacía ilusión regalarte algo así, pero no te asustes… - río nerviosa – era de mi abuela… - le miro sorprendida – me lo dio un día, semanas antes de morir… - carraspea un poco y noto como se emociona. Le miro estupefacta – me contó que se lo regaló mi abuelo en su primer cumpleaños juntos… - me tapo la boca a punto de llorar – me lo contaba con una ilusión… no se esperaba que mi abuelo le regalase un anillo… - sonríe emocionado - me dijo que para ella era incluso más importante que el de compromiso… - le miro y le veo sonreír tiernamente mirándolo – y me dijo que lo guardase hasta que encontrase a la persona adecuada…

-Álex, no puedo… - niego con la cabeza sabiendo lo importante que es para él –

-Si puedes… - responde seguro – quiero que lo tengas tú…

Saca el anillo de la caja y me agarra la mano. Noto como me tiembla sin querer y río nerviosa. Lo introduce sin dificultad.

-Joder… - le tiembla la barbilla un segundo – tienes la misma talla que ella…

Río de nuevo, de manera nerviosa, y siento como los ojos se me han llenado de lágrimas. Cuando le miro, sus ojos enrojecidos me dicen que a él también le ha pasado lo mismo.

-Álex… - digo sobrepasada – es demasiado…

-Sé que ella estaría de acuerdo en que lo llevases tú… - susurra entrecortado –

Noto como va a echarse a llorar de un momento a otro y le abrazo. Efectivamente, le escucho sollozar justo después de abrazarle. Me contagia. Nos abrazamos durante unos segundos en los que intento asimilar lo que acaba de pasar. Abrumada, miro el anillo de nuevo y recuerdo lo importante que era para él su abuela. Un nudo en la garganta me impide por unos segundos tragar saliva. Jamás había sentido tanta magia en un momento.

-Joder… - se separa de mí secándose los ojos – qué gilipollas me he puesto… - ríe calmándose –

-Es precioso… - digo mirando el anillo –

-Te gusta? – pregunta algo tímido –

-Pues claro que me gusta Álex… - acaricio su cara – pero es que esto es muy especial para ti… - digo abrumada todavía –

-Igual que tú… - dice mirándome haciéndome resoplar – estás helada… - dice tocándome el brazo – vamos a la cama? – asiento – ni siquiera hemos abierto el cava…

-Jajajajaja – estallo en una carcajada – tenía cosas más importantes que hacer… - digo de manera rápida –


Me mira alzando una ceja y, al ponerme de pie, me da una suave palmetada en mi trasero. Suelto un gritito y me pongo a reirme mientras salgo del jacuzzi. Nos secamos entre risas, apagando todas las velas, y salimos del baño, notando el contraste de temperatura con el ambiente que se había generado dentro del baño. Me estremezco un poco por el frío y, rápidamente, me quita la toalla y me hace meterme en la cama, abrazándose a mí dándome calor. Nos quedamos mirándonos frente a frente, sonriendo, sin hablar. Me besa tiernamente y, abriendo sus brazos, hace que apoye mi cabeza en su pecho. Me envuelve con sus brazos, deja un beso en mi pelo todavía húmedo, y, así, casi fusionados, caigo en un profundo sueño con el único pensamiento de haber vivido el mejor cumpleaños de mi vida. 

sábado, 17 de junio de 2017

CAPÍTULO 128: LA RAZÓN DE SER

-Es que es muy bonita la canción esta…

Agarro de nuevo mi móvil, recostada sobre él, en la arena de esa playa en la que llevamos ya horas, hablando sin parar. Sonrío al ver como se ruboriza un poco al piropear sus canciones.

-Cuando la escribiste? – frunce el ceño – la de “qué bonita la vida” – aclaro – va, dímelo…

-Eso no importa Malú… - dice intentando esquivar la pregunta –

-A mi sí… quiero saber qué significado le das… - suspira y mira hacia el mar –

-La escribí días después de que abortaras…

Se hace el silencio. Mucho silencio. Demasiado. De repente he vuelto a aquel día y he vuelto a sentirme mal por cómo lo trate. Y me siento mal al saber que en aquella conversación, Alejandro no se equivocaba. Álex tuvo que pasarlo muy mal. No solo perdió al bebé, sino que perdió todo lo que teníamos. Así, de repente. Por mi culpa.

-Ahora es todavía más bonita… - digo en voz baja intentando no emocionarme –

-Tú si que eres bonita… - dice cariñoso acariciando mi abdomen por encima de la camiseta – antes de que sigas preguntando, todas tienen que ver contigo…

Me incorporo como un resorte y le miro con una ceja levantada. Se ríe. Mis sospechas se acaban de confirmar. Sentía que esas canciones me mandaban mensajes sin parar.

-Todas no… - digo un poco nerviosa – está la de tu abuela…

-Ya… eso si… pero el resto… - ladea la cabeza – todo bien? – frunce el ceño –

Sigo pensando en lo que ha dicho de esa canción. No sé por qué, sabía que tenía ese significado, pero, al escucharlo de su boca, me ha impactado mucho. Un fugaz sentimiento de culpabilidad me invade.

-No Malú… - pone gesto triste – no pienses en eso, ya lo hemos hablado muchas veces…

Bajo la cabeza un tanto avergonzada. Dice que le leo la mente, pero él a mí también.

-Mira… - coge mi móvil – hay una que no tiene que ver contigo, sorprendentemente… - dice irónico haciéndome sonreir levemente – quieres que te cuente por qué la escribí?

Sé que está intentando que deje de pensar en aquel momento. Escucho los primeros acordes de una canción que, cuando la escuché, me pareció impresionante. Mi casa. Un título tan simple pero que entraña una canción tan profunda.

-Habla de los desahucios… - digo convencida –

-Si, pero hay una razón por la que la escribí… - le miro extrañada – un día, mientras estaba de lleno eligiendo los temas para el disco… recibí una llamada de un número que no tenía… - le miro atenta – era un amigo del colegio… había conseguido mi número a través de Fran… - sonríe – me pidió que quedásemos para vernos, pero yo noté que tenía un tono como… - niega con la cabeza – no sé, no me dio buena impresión esa llamada…

-Quedaste con él? – pregunto intrigada –

-Si… - mira al frente y comienza su relato –

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-Tío cuanto tiempo sin verte!! – exclamo emocionado –

-Ya ves… - sonríe bajando la cabeza – espero no haberte molestado mucho… - nos sentamos en la mesa del bar –

-Cómo me vas a molestar? – le doy una palmada en el hombro – me ha hecho ilusión, Fran me contó que te habías casado…

-Si… - sonríe con cierta emoción – tengo dos hijos…

-No jodas! – exclamo –

-3 años la mayor y 9 meses el pequeño… - sonríe levemente –

-Joder, y yo qué cojones estoy haciendo con mi vida? – exclamo riendo –

Noto que no se ríe, que está como nervioso, cortado. Frunzo el ceño pensando en que, quizá, el motivo de su llamada es por alguna razón que nada tiene que ver con la risa.

-Verás Álex… - habla con tono avergonzado – me da una vergüenza que me muero hacer esto pero… no sé a quién recurrir… - arrugo la frente y le escucho atento – si te he llamado es… porque… - se traba – verás, soy técnico de sonido… - asiento – hace 1 año me quedé sin trabajo y… - traga saliva – me van a quitar la casa, y la de mis padres… - resopla – no puedo pagar la hipoteca…

-Salva… - digo compungido –

-Sólo quería hablar contigo por si pudieras encontrarme un trabajo, haré lo que sea… - habla atropelladamente – como estás en esto de la música, quizá sepas de alguien que necesite un técnico… - agita la cabeza – o de lo que sea, me da igual, pero… - suspira – no sé qué hacer… no… no quería molestarte… - niega con la cabeza – perdona… después de tantos años voy y vengo a pedirte favores…

Hace ademán de levantarse, pero le agarro del brazo y le invito a que se siente de nuevo. Le observo durante unos instantes. Tiene los ojos llenos de lágrimas.

-Lo peor de todo esto es que mis padres nos avalaron con su casa… - intenta aguantarse las lágrimas – y les van a quitar la casa a ellos también…

Rompe a llorar desconsolado. Mis ojos se inundan casi a la misma velocidad que los suyos.

-En esa casa me he criado yo Álex… - dice amargamente – mis hermanos… - solloza – y la van a perder por mi culpa…

-Cálmate Salva… - paso una mano por su espalda para reconfortarle – tranquilo…

-Y mi casa… que nos la compramos Laura y yo con toda la ilusión… es mi casa Álex… nos quedamos en la puta calle con mis hijos… - solloza – necesito un trabajo como sea para poder pagarme una casa alquilada…

-Ya tienes trabajo… - digo convencido –

Me mira sorprendido y deja de llorar de golpe. Sonrío dándole una palmada en la espalda.

-Ya veremos dónde, pero yo te doy trabajo…

-Me lo estás diciendo en serio? – me mira estupefacto y asiento –

Se lanza a abrazarme y comienza de nuevo a llorar. Intento calmarle y calmarme yo para no echarme a llorar con él. Recuerdo esa casa, la de sus padres. Ese patio donde tantas horas hemos jugado. Una pena inmensa me recorre.

-Cuánto plazo te han dado para pagar? – le pregunto a Salva una vez se ha serenado –

-Eso da igual… - niega con la cabeza – es una deuda que no puedo pagar…

-Cuánto debes? – le pregunto y me mira extrañado –

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-Qué triste Álex… - susurro mientras cuenta la historia – le diste trabajo?

-Si… - sonríe – colaboró en el disco y va a ser uno de mis técnicos en la gira… - sonrío enternecida – no he terminado la historia…

-Sigue sigue… - digo interesada –

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-Álex! – exclama al abrir la puerta – qué haces aquí? Pasa algo? – pregunta algo preocupado –

-No, claro que no… - estrecho su mano y me invita a pasar a su casa –

Al fondo del pasillo, veo a la que creo que es su mujer, con un bebé en brazos. Sonrío convencido de que lo que voy a hacer, quizá es de las mejores cosas que he hecho nunca. Por el pasillo corriendo aparece una niña que se para en seco al verme y mira a su padre algo asustada.

-Laura, saluda a Álex, es un amigo de papá… - dice Salva – Álex, ella es Laura, mi mujer – la señala y me acerco a darle dos besos sin poder evitar hacerle una caratoña al niño – es Marcos, el pequeño de la familia… - dice Salva con cierto orgullo –

-Hola… - su mujer me saluda tímida y le devuelvo el saludo -

-Cuántos meses dices que tiene? – digo algo sorprendido – está grande, te va a empezar a andar en breve… - digo mientras le hago alguna carantoña y el niño sonríe –

-Si… - veo que le mira con una sonrisa tierna – pasa, siéntate…

Pasamos al comedor y me invita a sentarme en el sofá, sentándose a mi lado.

-He estado viendo lo que me dijiste y creo que te puedo mezclar unos sonidos para las baterías que pueden estar bien…

Sonrío mirándole. Creo que piensa que he venido a hablar de trabajo.

-Tranquilo, todo eso está bien… - le digo poniendo mi mano en su espalda – te he traído una cosa…

-Quieres algo de beber? – interviene su mujer –

-No gracias… - niego sonriente y saco un sobre de mi bolsillo – toma…

Salva me mira extrañado y mira al sobre hasta que decide cogerlo. Al abrirlo, me mira sorprendido y mira a su mujer, que nos mira interrogante.

-Es lo que debes no? – digo con voz tranquila –

-Estás de coña… - me mira ojiplático –

-Me dijiste que se vencía el plazo en una semana no? – me mira estupefacto - Es tu casa Salva… - pongo mi mano en su espalda – no tienes por qué perderla…

-No puedo aceptar esto Álex… - me devuelve el cheque negando con la cabeza –

-Claro que puedes… - digo devolviéndoselo – sabes cuántas horas me he tirado jugando en casa de tus padres? – me mira con los ojos vidriosos – me acuerdo perfectamente…  

-Álex esto es mucho dinero y ya me has dado trabajo tío… - habla tartamudeando –

-Te he dado el trabajo porque tienes un currículum genial… - digo sincero - Y esto no es una limosna… - aclaro al verle incómodo y señalo el cheque – es un favor de colega… - digo dándole una palmada cariñosa en la espalda – no me hace falta ese dinero Salva…

-Joder… - susurra mirando a su mujer que se tapa la cara con las manos – te juro que te lo devolveré…

-Los favores no se devuelven… - respondo seguro sonriendo levemente – paga tu casa, dile a tus padres que está solucionado… - niega con la cabeza – relájate unos días y coge fuerzas, vas a venirte en la próxima gira conmigo…

Su mirada todavía más sorprendida, deja paso a un torrente de lágrimas, tanto de él como de su mujer. Les veo abrazarse y me vienen a la cabeza las imágenes de cada 22 de diciembre, cuando sale gente celebrando que les ha tocado la lotería. No debían mucho dinero, pero no lo tenían, y yo sí, y no me hace falta. Y aunque hayan pasado muchos años, sé que Salva es un tío legal, lo era de pequeño y lo es ahora.

-Álex tío… - me mira con los ojos llenos de lágrimas y se abraza a mí como un niño desconsolado – no sé cómo voy a pagarte esto… - dice sin deshacer el abrazo –

-Me vale con que consigas que tenga buen sonido en las giras… - digo riendo emocionado –

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-Le pagaste la deuda? – pregunto anonadada –

-Claro… - contesto sin darle más importancia – no era mucho dinero… - se enciende un cigarrillo – no podemos cambiar este mundo de mierda… pero sí podemos hacer que la gente de nuestro alrededor esté lo mejor posible… - le miro sorprendida – le había dado trabajo pero le iba a dejar que le quitaran la casa? – niega con la cabeza – hubiera sido muy egoísta por mi parte…

-Estoy flipando… - digo sincera –

No puedo alcanzar a definir el tipo de persona que es Álex. Es de esos tipos de personas que no encuentras, que parece que no existen. No mira a otro lado cuando alguien tiene un problema. Es realista, ayuda a la gente que tiene a su alcance, sin importarle ni lo más mínimo el dinero.

-De ahí salió esa canción… - le da una calada al cigarrillo – esa noche, cuando llegué a casa, me salió sola. Al día siguiente, le dije a mi productor que la escuchase y le encantó. Fue la última que entró en el repertorio… - sonrío mirándole – estarás contenta! – exclama exageradamente – ya sabes el significado de todas las canciones…

-Jajajaja! – río – no, de todas no… - coge mi móvil – todavía te quedan unas cuantas…

Le observo mientras suena otra de sus canciones de fondo. Sin que se note. Resulta que esta también la escribió pensando en mí.

-La letra del estribillo se me ocurrió en el bautizo del hijo de Yaiza… - levanto una ceja mirándole – no podía parar de mirarte…

-Ay para… - digo avergonzada por el tono tan romántico que acaba de poner – que me pongo roja…

-Jajajajaja! – estalla en una carcajada – quieres que paseemos un rato por la orilla?

Asiento sonriente y, agarrándome de la mano, comenzamos a caminar por la orilla. Me agarra por la cintura de manera firme y me pega más a él.

-Igual que yo te cuento las cosas que me preocupan… - habla bajito – tú deberías hacer lo mismo…

-A qué viene eso? – digo mirándole extrañada –

-Viene a que disimulas muy bien, pero yo también te leo la mente… - sonrío mirando la arena – esta noche te voy a llenar en jacuzzi de la habitación de espuma… - se pone a mi espalda y me abraza desde ahí – y nos vamos a beber una botella de lo que quieras… - me río – y me vas a prometer que tú también vas a animarte del todo – sonrío algo emocionada – y vas a dejar de pensar en las cosas que ya no se pueden cambiar… - dice en clara referencia al por qué me he puesto algo triste – y vas a cumplir años con una enorme sonrisa… - mientras camino, sigue abrazándome por la espalda – esa que tanto me gusta a mí…


Dejo de caminar y hago que deje de abrazarme. Me giro y me está mirando con una sonrisa comedida. Le abrazo cruzando mis manos por su cuello y noto como las suyas se cruzan en mi cintura. Nos besamos durante unos segundos en esa orilla. Por esto, por cosas como ésta, me siento tremendamente afortunada de que Álex se haya cruzado en mi camino.

CAPÍTULO 127: LO QUE SOY CONTIGO

-Buenos días princesa…

Abro los ojos despacio al escucharle susurrar a mi lado y le veo mirándome, a escasos centímetros. Estaba en esa fase en la que te estás despertando pero no quieres. Me ha sido imposible no hacerlo al escucharle.

-He soñado toda la noche contigo… - se acerca a mis labios y me besa brevemente –

No puedo articular palabra. Recuerdo que, cuando vi esa escena de esa película, pensé en lo mucho que me gustaría que alguien me lo dijese. Solo acierto a sonreír ampliamente, todavía medio dormida, pero consciente. Me observa divertido mientras me desperezo.

-Si llevara bragas se me habrían caído al suelo… - digo espontáneamente –

-Jajajajajaja! – estalla en una carcajada, hundiendo su rostro en la almohada y haciéndome sonreir – en serio, hasta para cargarte el romanticismo tienes arte… - sigue riendo –

-Yo no me he cargado nada… - dice fingiendo enfado – me vas a despertar todos los días así?

-Si te portas bien si… - digo serio – he tenido una idea…

-Miedo me da eso… - responde acurrucándose de lado –

-Ponte ropa cómoda…

Lo tengo todo pensado. Me he informado de buenas fuentes y hay unas playas al otro lado de la isla flipantes. Algunas con muy poca gente. Mi esperanza es encontrar una desierta, como aquella a la que la llevé hace ya bastante tiempo. No hace una temperatura como para bañarse todavía, pero sí es agradable. En pleno marzo, estar aquí es un lujo. Al subirse al coche que he conseguido alquilar por medio de mi mánager, lo primero que hace es conectar su móvil. Comienza a sonar mi primer disco y la miro extrañada mientras sonríe triunfante.

-Es tu motor, el sueño que hay dentro de ti… - comienza a cantar entonando una de mis canciones –

-A veces me dejas muy flipado… - digo sin poder evitar sonreir –

-Por qué?? – pregunta riéndose – abre tus brazos si quieres volar… - vuelve a entonar la canción mientras abre los brazos –

-No hay nada imposible para quien sabe esperar… - cantamos a la vez –

Y así, cantando a la vez, comienzo a conducir siguiendo las indicaciones del gps. No hace preguntas, parece que no le importa donde vayamos a ir.

-Es autobiográfica verdad? – pregunta Malú al acabar la canción –

-Qué astuta… - respondo con ironía –

-Es que desde que el otro día me explicaste algunos significados de algunas canciones… me ha entrado el gusanillo… - mira hacia la carretera –

-Digamos que es como una canción terapia… - digo sonriendo – me salió poco después de firmar el contrato… - sonrío nostálgico - estaba acojonado y me salió esto…

-A mi me pone de un buen rollo… - dice de manera graciosa – la vas a meter para la gira no?

La miro sorprendido y dirijo mi mirada automáticamente a la carretera. La gira. Algo que llevo semanas pensando pero no soy capaz de organizarlo en mi cabeza. Niego con la cabeza sin querer. No sé si estoy preparado mentalmente para iniciar una gira ahora mismo. Y debo decidirlo en poco tiempo porque hay algunas fechas que ya están propuestas y yo no dejo de darle largas a mi mánager.

-Pasa algo?

Miro a Malú. Su mirada es de preocupación. He debido ponerme muy serio al pensar en ese tema. Decido disimular, no me apetece nada tocar este tema.

-No – sonrío fingiendo – claro que no… - aumento todavía más mi sonrisa –

Sé que no se ha quedado muy convencida, pero, al menos, ha dejado el tema. Llegamos cerca del lugar que me han recomendado. Una zona de la isla donde hay muchas playas vírgenes, en las que apenas habrá gente, con acantilados y paisajes muy bonitos.

Detecto el lugar donde me han dicho que hay una playa virgen, con difícil acceso, con poca arena, pero ideal para descansar y ver el paisaje. Paro el coche y, bajo la atenta mirada de Malú, me acerco hacia el acceso, algo difícil.

-Estás seguro que es aquí? – pregunta algo extrañada mirando alrededor –

-Si, ven… - extiendo mi mano – baja conmigo, está un poco difícil…

Comenzamos a bajar por el pequeño sendero a través de las rocas. En silencio, solo escuchando las olas del mar romper, está un poco agitada la mar hoy. Hace viento, pero es agradable, nada de frío.

-Cuánto tardaremos en bajar? – pregunta Malú mirando hacia el mar –

-Un cuarto de hora… - me giro hacia ella – quieres que volvamos?

-Claro que no… - dice caminando a mi lado – me gusta hacer senderismo… - mira de nuevo hacia el mar – está revuelto eh?

-En esta zona siempre… - respondo convencido – pero no vamos a bañarnos…

-Vaya… yo que pensaba hacer nudismo… - dice irónica –

-Pues en estas playas se suele hacer… - veo como se queda mirándome atónita – no creo que haya nadie – digo riendo – si hay gente, te tapas los ojos y ya está…

-Te imaginas que nos piden una foto y se nos ponen al lado en pelotas? – dice riendo – salgo corriendo sendero arriba…

-Jajajaja – me contagia la risa – me encanta hacer cosas contigo… - digo cariñoso, pasando un brazo por sus hombros – me haces reir mucho…

Sonríe tiernamente y pasa su brazo izquierdo por mi cintura mientras seguimos bajando por ese sendero. En 20 minutos, estamos abajo, ponemos el pie en la arena negra y Malú exclama maravillada por las vistas.

-Es genial!! – exclama quitándose las zapatillas y corriendo a la orilla –

La observo chapotear en el agua, con sus pies descalzos, y no puedo evitar sonreir. A veces se transforma en una niña pequeña. Observo a lo lejos a algún surfista al otro lado de la playa, apenas 2 o 3, nadie más. Es perfecto para relajarse. Me siento en la arena y la veo venir con una sonrisa de oreja a oreja.

-No sé cómo encuentras estos sitios… - dice riendo mientras se sienta a mi lado – aquí cuando suba la marea tiene que desaparecer casi entera la playa…

-Es posible… - contesto sonriendo mirando al horizonte –

-Gracias por traerme… - se abraza a mí y abro mis brazos para que se acomode un poco más, apoyando mi espalda en una roca – es perfecto para relajarse, no te parece?

-Si… - respondo sin mirarla –

Noto como vuelvo a estar en un estado reflexivo. Pensar en que tengo que organizar una gira vuelve a meterme en ese estado. No sé si estoy preparado psicológicamente. No sé si puedo entrar en un estado de estrés como ese.

-Me vas a contar qué es lo que te ha pasado en el coche? – la miro sorprendido – y lo que te pasa ahora, que seguramente sea por la misma razón…

Sonrío sin mirarla. Me conoce más de lo que yo creo.

-Es por la gira verdad? – la miro de nuevo y tuerzo el gesto – no te apetece nada…

-No es eso… - digo mirando las olas cómo rompen en el acantilado – No me veo con fuerzas, es solo eso…

-Estás mucho mejor… - dice Malú acurrucándose a mi lado – por lo menos es lo que yo veo…

-Lo estoy… - la miro sonriendo – lo que no sé es si me va a venir bien estresarme…

-Puede que te venga bien ocupar tu cabeza con otras cosas… - comienza a excavar en la arena – tu mánager ha vuelto a insistirte?

-Si… - respondo con tono cansado – tiene muchas fechas que solo necesitan que yo le diga que si para confirmarse…

-Me dejas que te diga una cosa? – la miro inquieto – creo que te cuesta mucho tomar decisiones…

-Lo dices por lo que tardé en declararme? – contesto con tono de sorna –

-No… - ríe – lo digo por todo… - aparta la mirada y vuelve a excavar en la arena con las manos – aparentas que no, pero cuando algo nuevo se pone delante de ti, dudas… dudas mucho…

-Es posible… - tuerzo el gesto y miro al frente –

-Quieres dejarlo? – la miro extrañado – la música me refiero…

-Qué? – pregunto sorprendido – claro que no… - contesto convencido –

-Entonces tienes que volver a coger las riendas… - juega con la arena, sin mirarme – estoy convencida de que eres capaz…

-Y cómo estás tan convencida de eso? – pregunto mirándola –

-Porque, aunque te cueste tomar decisiones, cuando tienes que tomarlas, aciertas… - dice convencida – eres valiente… y tienes mucha intuición…

-Y tú eres muy pelota… - digo de broma – sabes qué me da miedo? – niega con la cabeza – que tu y yo empecemos una gira cada uno y no podamos vernos…

Acabo de soltar lo que, probablemente, me llevaba rondando la cabeza todo este tiempo. Malú me mira con ternura, se sacude las manos de arena y se acerca todavía más a mí.

-Y eso cambiaría algo? – dice cogiéndome las manos –

-Supongo que no… - sonrío levemente – sólo que te echaría mucho de menos…

Sonríe tiernamente y me acaricia el rostro. Me mira intensamente, pero con una mirada llena de comprensión.

-Eres un cielo… - continúa con su mano en mi rostro – he tenido mucha suerte… - dice con tono algo emocionado –

-Te vas a poner intensa? – digo de broma intentando destensar el momento – es broma… - acaricio su rostro igual que ha hecho ella con el mío –

-Me prometes que te vas a animar del todo? – pregunta con voz de niña pequeña –

-Jajajajaja – no puedo evitar reirme – si me lo preguntas con esa vocecilla… - sonríe algo avergonzada – te tengo que decir que si…

Sonríe mirando a la arena y me incorporo un poco para abrazarla. Me provoca tanta ternura que se preocupe tanto por mí. Al deshacer el abrazo, nuestros labios quedan a escasos centímetros y, por su fuerza de atracción natural, se unen. Comenzamos a besarnos de manera lenta, sentados en la arena, sin otro ruido de fondo que no sea el de las olas. 

lunes, 12 de junio de 2017

CAPÍTULO 126: EL PREMIO

Aquí me encuentro, recibiendo un premio concedido por la cadena de radio que organiza la gala, pero no quiero leer lo que tenía escrito. Quiero que sea algo espontáneo, breve, pero intenso. Sonrío dándole dos besos a la pareja de actores que me entrega el premio y me dirijo al micrófono. Apoyo el premio en el púlpito y me dispongo a hablar.

-Buenas noches a todos… - escucho los aplausos de fondo – la música es lo que nos ha unido esta noche… lo que nos une a personas muy diferentes. Es nuestro nexo, uno de los pocos que considero indestructible – hago una pausa mirando el premio – esto para mí tiene un significado muy diferente – digo señalando al premio – no es un premio para mí, no lo considero así, para mí es la señal de que siguen habiendo lazos entre nosotros, entre personas que tienen una misma pasión, algo con lo que se divierten y se abstraen del mundo que les rodea. Para mí, la música es eso, una vía de escape… - sonrío – muchas personas forman parte de mi vida, personas que te vas encontrando por el camino y, cuando te caes, te levantan, y siguen caminando contigo. Sabéis quienes sois, familia, amigos… solo puedo agradeceros que no me hayáis dejado caer hasta el punto de no poder levantarme… - se oyen aplausos – en especial, a ti, jefa… - me sale una risilla al escuchar los gritos de la gente – agradezco mucho el premio, de verdad… - digo sincero – sé que hoy hablamos de música, pero me gustaría terminar diciendo algo… - trago saliva – alguien dijo una vez que solo una cosa vuelve un sueño imposible. El miedo. No dejemos que el miedo nos domine. Sigamos cumpliendo sueños juntos.

Al terminar esa frase, escucho aplausos, agarro mi premio y me dirijo a la salida del escenario. El nudo en mi garganta está presente. Bajo por la parte trasera del escenario y, muy emocionada, Malú me abraza con todas sus fuerzas.

-Me has hecho llorar! – dice dándome una palmada en el brazo –

-De emoción, espero… - digo acariciando su cara –

-Claro… - sonríe –

Sin decir nada, me planta un beso en los labios, sin importarle quién hay alrededor. Me sorprende, esas muestras de cariño en público no suele tenerlas. Los allí presenten nos miran y apartan la mirada supongo que porque les da pudor observar una escena tan íntima.

Tras terminar la gala, y ver cómo Malú me nombra en su discurso como “jefe”, nos dirigimos a la zona privada del hotel donde casi todos nos quedamos hospedados esta noche.

-Así que vas a beber… - dice Malú con tono de reproche con su gintonic en la mano –

-Pero… - la miro beber del vaso y cojo el mío – y tú qué? – digo indignado –

-Yo rindo igual con alcohol que sin alcohol – dice con chulería – veremos si tú también…

Alzo mis cejas sorprendido y ella alza una de las suyas de manera sugerente. Voy a contestarle, pero Antonio la agarra por la espalda y la levanta en peso, haciendo que suelte un gritito.

-Esto hay que celebrarlo! Que Malú no se queda nunca a estas reuniones! – grita hacia los demás, que ríen al ver la escena – estás cambiada eh?

-Yo? – dice mirándome de reojo – es posible…

-Eso es el amor… - dice Melen pasando entre nosotros a coger su copa –

-Me queréis dejar en paz? – dice avergonzada –

-Si me queréis, irse – digo en tono jocoso justo antes de beber otro trago – está desatada, te das cuenta no? – le digo a Melen mirándola –

-En la habitación del hotel, hay un sofá – responde Malú – si quieres probarlo, sigue – dice amenazante –

-Uhhhh! – exclama Melendi – qué bonito es el amor, cuando llega así, de esta manera…

-Que te calles!! – exclama Malú pegándole un manotazo –

La fiesta continúa y el alcohol va haciendo mella en mí, también en Malú, pero menos, no sé por qué, pero o ha bebido menos o tiene más aguante que yo. No me extrañaría nada.

-Te vas a marcar unas bulerías tío… - dice Alejandro cogiendo una guitarra que hay por allí –

-Sinceramente, creo que tienes una guitarra de estas que se plegan, metida en el bolsillo siempre… - digo con tono ebrio sin darme cuenta –

-De estas que se plegan… - repite Malú asintiendo – de esas que venden en los chinos de toda la vida… - se burla de mí –

-Eh! – levanto el dedo índice – no coartes mi arte que puedo ser un inventor en potencia e inventarla…

-Me parece a mí que duermes en el sofá hoy… - dice Antonio riéndose a mi lado –

Alejandro comienza a tocar unas notas y me hace señas para que cante.

-Bulerías… como me sé tantas… - digo irónico – la única bulería que me sé es esa que dice… - carraspeo y cojo aire – Bulería, bulería! Tan dentro del alma mía!

-Jajajajajaja! – exclaman todos los que me escuchan – David!! Mira, tenemos un dueto preparado! – exclama Melen –

-Por favor… - Malú se tapa la cara exageradamente mientras se ríe –

-Te cuento un secreto Álex? – dice Alejandro – no nombres a David en presencia de Malú… - dice en voz baja –

-Pero qué dices? – exclama Malú – David, ven aquí!! – Bisbal se acerca a nosotros mientras ríe – cómo nos llevamos tú y yo?

-Contesta que bien, por la cuenta que te trae… - dice Melen ganándose un manotazo de Malú – joder! Es que eres agresiva eh?

-Mucho… - contesto sin querer, recibiendo una mirada fulminante por parte de ella – pero que a mí me gusta eh? – pongo cara lasciva – 50 sombras de Malú – les oigo reírse – pufff… - resoplo haciéndome aire con la mano -

-Pero vamos a ver… - Malú obvia el tema de David y se acerca a mí – qué tienes qué decir? – abro los ojos de par en par sin poder evitar reirme – es que vas a dormir en el sofá, en serio te lo digo…

-Que no jefa… - la abrazo cariñosamente – que eres más buena que el pan… - comienzo a darle besos sonoros en la mejilla – rectifico, estás más buena que el pan…

-Por dios… - intenta apartarse muerta de la vergüenza –

-Escucha, que no voy borracho eh? – digo intentando aparentar serenidad –

-Apenas… - niega con la cabeza sonriendo –

-La bulería para cuando? – dice Alejandro mirándonos –

-Venga, toca esa que es una chirigota… - digo recordándola – esa que dice… - carraspeo – y no me importa que me digan… - canto entonando la canción -

-Nos vale… - me corta Alejandro – te la sabes?

-Enterita… - digo sentándome en un taburete – dale…


De repente, se forma un corrillo alrededor nuestra. Malú, sentada al lado de Alejandro, enfrente de mí, me observa con media sonrisa. Alejandro comienza a tocar con la guitarra, aunque yo la he escuchado a piano, la melodía del principio y me arranco.

-Y no me importa que me digan, que yo soy un viva la vida, porque vivo sin compromiso…

-Olé! – escucho exclamar la que me parece que es Rosario –

-No me da vergüenza ninguna, vida tengo na más que una, aunque crea en el paraíso… - Malú sonríe y baja la cabeza – para mí es mucho más carota el que me acusa de pasota, con las babas llenas de wisky… soy… - cojo aire – lo que tu quieras pero sinvergüen… - alargo la sílaba – za no soy… - escucho algún que otro olé – cuando veo en esta puerca humanidad, tantos crímenes sin nombre – dejo salir todo mi chorro de voz – de sinvergüenza ni hablar, me da vergüenza de ser… - cierro los ojos – un hombre…

-Joder… - escucho a Melen decir mientras se sienta – 

Esa parte de la canción me ha calado hondo y siento que me estoy emocionando un poco, pero le hago un gesto a Alejandro para que siga y cantar la siguiente parte. Me sonríe, diría que hasta orgulloso, y continúa tocando mientras cojo aire.

-Yo prefiero seguir buscando los defectos y los encantos de una dama golfa y valiente… - miro a Malú y sonríe mirando al suelo -  

-Olé!! – exclaman –

-Verdadera como la guerra, despeinada como la tierra y canalla como la gente… - canto mirándola mientras sonrío – yo prefiero una compañera perfumada con la madera, con el cuero y con la palabra… hembra… - niego levemente con la cabeza – una mujer para mí debe ser mucho más… que una hembra… - le guiño un ojo – que desprecie los dineros y el chanel, la corbata y la mentira – vuelvo a subir el tono – y sólo por esa mujer, valdrá mi muerte más que… - la miro y veo que está algo emocionada – mi vida…

-Ehhhh!!! – exclaman todos mientras aplauden –

Me levanto del taburete y me dirijo hasta ella para abrazarla. Sé que se ha emocionado, igual que yo. Alargamos el abrazo, conmigo de pie y ella sentada. No nos decimos nada, no hace falta.

-Dónde coño está un pulsador??? – escucho gritar a Antonio – necesito darle para que se venga a mi equipo!

-Jajajaja – me río separándome un poco de Malú y buscando mi copa, tengo la boca muy seca – qué imbécil que eres…

Tras esa improvisada canción, digamos que viene el bajón del alcohol, ese momento reflexivo que se tiene en algunas borracheras, cuando te apetece apartarte de todo y de todos. Camino alrededor de la piscina mientras veo en la distancia que continúan con la guitarra. Sonrío y decido remangarme los bajos de los pantalones para sentarme con los pies metidos en el agua. Los muevo dentro de ella. No pienso en nada exactamente, solo quizás en lo que ha cambiado mi estado de ánimo estas semanas. Y creo que mucha culpa la tiene ella. Estoy tan ensimismado en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que viene hasta que está casi sentada a mi lado. Se sube un poco el vestido y me imita, sin decir nada. Por debajo del agua, roza mi pie izquierdo con el suyo. Me mira y se pega un poco más a mí, rozando entonces mi mano.

-Todo bien? – pregunta algo temerosa –

-Sí… - respondo sonriendo – me ha bajado el alcohol de golpe…

-Estabas muy gracioso… - dice riendo levemente –

-No voy a dormir en el sofá entonces? – digo rozando su mano –

-No lo creo… - niega con la cabeza mirando hacia el agua – Antonio tiene razón… - la miro – nunca me quedaba a estas cosas…  - sonríe apartando la mirada – pero contigo es diferente…

-Ah si? – pregunto en voz baja, acercándome un poco más a ella –

-Si… - contesta tímida – creo que soy diferente desde que nos conocimos… - la miro sorprendido – me apetece hacer cosas que antes no hacía… - sonrío –

-Te estás poniendo muy intensa… - digo intentando quitarle hierro al asunto – quizá es el momento de irnos a dormir…

-A dormir? – pregunta cambiando el tono sensible a insinuante – estás seguro de que vamos a dormir?

-Lo dudo un poco… - sonrío y me acerco para darle un beso en los labios -


Entramos en la habitación despacio, con ella tirando de mi mano suavemente. Lanza sus tacones a una esquina exclamando de gusto al poner sus pies en el suelo. Sonrío y hago lo mismo con mis zapatos, que, aunque menos incómodos que los de ella, ya me empiezan a estorbar. Deja su premio sobre la mesa y yo hago lo mismo con el mío, a su lado. Vuelvo a coger su mano y tiro de ella hasta mí, hasta quedar a escasos centímetros de distancia. Acaricio su rostro suavemente, despacio, y voy acercando mi boca a la suya. Con pausa, pero con pasión, comenzamos a besarnos, ladeando nuestras cabezas para encajar a la perfección ese beso. Mis manos se dirigen a su cintura y las suyas a mi cuello, entrelazándolas por mi nuca. La cama, al fondo de la habitación, espera paciente a que lleguemos hasta ella. Con pasos cortos, lentos, nos dirigimos a la cama sin deshacer el beso. Antes de llegar hasta ella, casi al borde de la cama, sus manos se dirigen a mi chaqueta y hacen que me la quite despacio. Ya con una prenda menos, Malú se sienta en la cama y repta hasta hacer que sus piernas estén también sobre ella. Me tumbo sobre su cuerpo, sin dejar de besarla, bajando su vestido por sus brazos, primero el izquierdo, dejando besos por su cuello, su hombro. Después, el derecho, repitiendo los mismos besos, hasta que consigo que su vestido deje al descubierto sus dos brazos. Sonríe levemente y se incorpora un poco hasta volver a besarme. Sus manos se dirigen a mi camisa y comienza a desabrochar botones. Espero paciente a que consiga desabrocharlos todos. Al hacerlo, deja al descubierto mi torso. La ayudo a quitarme la camisa y, ya medio desnudo, vuelvo a tumbarla y hago que su vestido descienda por su cuerpo. Sus pechos, todavía tapados por su sujetador sin tirantes, suben y bajan al ritmo de su respiración. Su abdomen, ya desnudo, recibe mis besos con cierta desesperación y calma a la vez. Sigo bajando su vestido con su ayuda. No recordaba que hoy llevaba una minúscula braguita-tanga por lo que se le ajustaba el vestido. Me deshago de esa prenda y mi próxima víctima es ese sujetador que tanto me sobra. Lo desabrocho con una sola mano, no me hace falta más, y dirijo mis labios a la zona de su cuerpo que ya no está cubierta.

Escucho los primeros gemidos, algo tímidos, mientras noto como sus manos recorren mi espalda, incluso como sus dedos se clavan en ella suavemente haciéndome saber que lo que estoy haciendo le gusta. Con una mano en mi pecho, hace que me incorpore de nuevo y dirige sus manos esta vez a mi cinturón del pantalón. Lo desabrocha mientras me mira con una sonrisa entre tímida y pícara. Esa sonrisa que tanto me gusta. Mi pantalón no tarda mucho en yacer en el suelo, igual que el resto de las prendas que tanto nos sobraban. Desnudos, la agarro suavemente para que se acomode en la cama y me tumbo sobre ella. Comenzamos un baile lento, como de esos de salón en el que cada movimiento tiene suma importancia para no romper el ritmo. Mis besos se reparten por su cuello, sus pechos, su abdomen, siguen bajando y vuelven a subir, haciendo que suspire profundamente.

-Te quiero… - susurro mientras beso su cuello –

-Y yo a ti… - responde entre suspiros –

Sonrío y alzo mi cabeza para mirarla. Nos quedamos mirando unos segundos mientras abro sus piernas despacio y me coloco entre ellas. Con delicadeza pero, a la vez, firmeza, hago que un gemido hondo nazca de su garganta al notar como me introduzco en su cuerpo. Despacio, sin prisas, comienzo a mover mis caderas al son que me marca. Hundo mi cabeza en su cuello y cruza sus manos por mi espalda, de nuevo clavando suavemente sus dedos en ella. Nuestros rostros, ahora pegados el uno al otro, van haciendo que mezclemos los suspiros, acompasados al ritmo de nuestras caderas.

El baile comienza a ser menos lento, más caótico, haciendo que sus suspiros se transformen en gemidos ahogados. Las gotas de sudor resbalan por mi frente. Lo que había comenzado como algo delicado, dulce, se está transformando en algo apasionado, sin freno, sin poder detenerlo. Aumento todavía más el ritmo, noto como estoy a punto de alcanzar el punto máximo y ella también. Aguanto el ritmo como puedo hasta ver como cierra los ojos y se aferra a mi pelo con fuerza, arqueando la espalda y dejando escapar un sonoro gemido. La descarga casi eléctrica me recorre hasta que, segundos después de escucharla gemir, cierro los ojos y dejo escapar un gemido menos sonoro pero profundo.

Me dejo caer sobre ella, con mi respiración agitada y sintiendo que la suya está igual. Me duele todo el cuerpo pero es un dolor placentero. Agotado, cierro los ojos escondiendo de nuevo mi rostro en su cuello. Me encanta ese escondite. Noto como me acaricia la espalda con sus manos y, poco a poco, nuestras respiraciones van volviendo a la normalidad, pero no pienso moverme de aquí. Comienzo a besar su cuello con sonoros besos, mientras escucho su garganta vibrar con una risa breve. Me acaricia el pelo despacio, haciendo algo de presión con sus dedos. Es una sensación extremadamente placentera y relajante. Tanto que creo que si sigue así, me quedaré durmiendo.

-Te vas a dormir? – dice riendo levemente –

-Si sigues haciendo eso, probablemente… - susurro –


Incorporo mi cabeza y la miro a los ojos, esos ojos que tanto dicen sin necesidad de articular palabra. Muchas veces le he dicho que sonríe con los ojos, no me cree, pero es verdad. Lo hace. Y cada vez que lo hace mirándome, hace que me sienta feliz. Miro fugazmente a sus labios y, como si no hubiera tenido bastante con todos esos besos, junto mis labios con los suyos. De nuevo un beso lento, arqueando nuestros rostros, acariciando su pelo y ella el mío. Alargamos los besos solo un poco más hasta que, el cansancio, hace que nos recoloquemos en la cama, dispuestos a dormir. Me coloco boca arriba, abriendo los brazos para que se acomode en mi pecho. Al posar su cabeza sobre él, suelta un pequeño suspiro. Deslizo la sábana sobre nosotros y noto como se acurruca a mi lado, abrazándome. Sonrío mirando al techo. Definitivamente, el premio de esta noche es acabar cerrando los ojos con ella a mi lado. 

lunes, 5 de junio de 2017

CAPÍTULO 125: MORIRÉ EN EL INTENTO

Salgo al escenario pisando con la derecha. Me he vuelto un supersticioso de cuidado. El piano comienza a sonar dándome pie a que comience a cantar, muchos meses después, encima de un escenario. Esta canción la escribí semanas después de que mi relación con Malú terminase, con la esperanza de volver a retomarla. Lo que no sabía es que iba a pasar tanto tiempo hasta volver a verla. Es una canción optimista, contrariamente a lo que me salía en ese momento. He elegido esta canción casi sin pensarlo bien.


El escenario, amplio por ambas partes, se abre ante mí.  Sin más comienzo a cantar y, ante mi asombro, el lugar se llena de voces que corean la canción. No esperaba que se la supieran, ni siquiera ha sido single.

-Respirar, tan solo tu aliento – sonrío al escuchar al público cantar - Esperar, tan solo lo intento. Si es por preguntar, pregunto si has vuelto – abro los ojos mirando al frente - Si fuese verdad, mi mundo es perfecto.

Comienzo a dar pequeños saltitos. Me sale un “Buenas noches Tenerife” al más puro estilo de estrella del rock. Creo que me transformo al subir al escenario y mi timidez se queda abajo.

-Regresar, pensando en lo eterno – alzo mi índice hacia arriba - Perdonar, tan solo es un gesto – ladeo mi cabeza mirando al público - Si es por aceptar, también me arrepiento. Si es por empezar, empecemos de nuevo.

Hago un gesto para que comiencen los saltos y las palmas y me siguen

-Yo tengo el valor, tengo los sueños – me llevo la mano al pecho - Me sobra el amor, tengo el momento – señalo al frente - Y tú, que tienes mi voz – cierro los ojos - tienes mis versos – miro al frente - Te pido perdón y juro que hoy – alzo mi mano en la posición característica de Malú - Moriré en el intento.

Escucho aplausos y sonrío algo emocionado. He sentido esa parte de la canción muy adentro. Y siento la adrenalina por mis venas.

-Escuchar – me paseo por el escenario, mirando a la gente - no supe y te entiendo. Despertar, porque estamos a tiempo – asiento mientras camino - Si es por comparar – niego con el dedo - no somos perfectos. Si es por empezar – sonrío ampliamente - empecemos de nuevo – les hago un gesto para que salten y salto yo también - Yo tengo el valor – alzo mi mano - yo tengo los sueños – me muevo por el escenario - Me sobra el amor, tengo el momento – me paro en seco y señalo al público - Y tú, que tienes mi voz, tienes mis versos, te pido perdón y juro que hoy… - no continúo con la canción y grito – qué???? – pongo el micro hacia ellos -

El público me responde “moriré en el intento” y el subidón me puede, me pongo a correr por el escenario, gritando un “vamos” y me detengo para saltar con el micro en alto, viendo como la gente se anima todavía más.  

-Moriré en el intento – canto mientras salto –

Vuelvo a recorrer el escenario, sin poder quitar la sonrisa de la cara ni las ganas de echarme a llorar, a partes iguales. Había echado de menos esto y me acabo de dar cuenta. Agarro un pie de micro donde lo coloco.  

-Yo tengo el valor – doy dos palmadas al aire, siguiendo el ritmo de la batería - tengo los sueños – vuelvo a repetir el gesto y veo como la gente me sigue - Me sobra el amor – vuelvo a hacerlo - tengo el momento – agarro el micro y doy varios pasos adelante - Y tú – señalo al frente - que tienes mi voz, tienes mis versos – me llevo la mano al pecho - Te pido perdón y juro que hoy – me dejo caer de rodillas en el escenario - Moriré en el intento.

Termino la canción así, arrodillado, agotado, señalando al cielo sin saber muy bien por qué. Una mezcla de sensaciones me recorre al escuchar los aplausos, los gritos. La gente comienza a corear mi nombre y me levanto del suelo sonriendo emocionado.

-Gracias Tenerife… - digo con un tono de voz visiblemente emocionado –


Me marcho del escenario y, al llegar al backstage, el primero que me recibe es Alejandro. Abre los brazos visiblemente emocionado y me agarro a él de manera sincera. Estoy entre conmovido y alegre, no sé describirlo bien, solo sé que he comenzado a llorar mientras me río. Malú nos observa unos metros más allá y se va acercando despacio, con gesto emocionado. Nos fundimos en un abrazo que, más que de pareja, es de amigos, de amistad, de puro sentimiento, de saber que la tengo aquí, conmigo, siempre que lo necesite. Y así terminan los minutos más intensos y especiales que he vivido encima de un escenario hasta ahora. 


Le veo subirse al escenario y siento mi corazón yendo muy deprisa. Sé que está nervioso y que esto es muy especial para él. Volver a subirse a un escenario después de todo lo que ha pasado era algo casi impensable hace unas semanas. Estas dos últimas semanas, su actitud ha cambiado mucho. Desde aquella conversación con Clara de testigo, desde aquella mañana en la que parece que amaneció de nuevo el Álex que conocí, ha estado más alegre, menos reflexivo, menos metido en sí mismo, y yo he respirado.

Igual que respiro ahora, al verle comenzar cantar. Me posiciono en una esquina del escenario y le escucho y observo. Sé que la canción la escribió pensando en mí, y eso me emociona, aunque fuera en una situación nada bonita. Me sé la canción de pe a pa, como si la hubiera escrito yo.

-La baba Malula… - escucho la voz de Alejandro a mi espalda y me río –

-Qué idiota que eres… - digo algo avergonzada –

-Se os ve bien… - dice poniendo sus manos en mis hombros –

-Lo estamos… - confieso sonriente mientras no dejo de mirarle – ala! – exclamo cuando le veo alzar la mano con mi gesto característico – la madre que lo parió – digo riéndome –

Alejandro me sonríe tiernamente y se queda conmigo escuchando el resto de la canción. Le observo moverse por el escenario como pez en el agua. Cuando llega el estribillo, canto al mismo tiempo que él. Alejandro me mira negando con la cabeza mientras sonríe y a nosotros se une Antonio, Pablo y demás gente. Cuando escucho ese “Qué??” lanzado al público, me recuerda a mí en mis conciertos. Me río mientras salto junto con Antonio y los demás. Sigo las palmas de la gente al ritmo que marca Álex y escucho el último estribillo. Cuando le veo arrodillado en el escenario, me dan ganas de salir a abrazarle, como si fuera un jugador de fútbol que acaba de marcar el gol más importante de su vida. Me contengo, sin poder contener las lágrimas, eso no. Me abrazo a Alejandro durante unos segundos, los suficientes para serenarme.

Cuando les veo abrazarse, comprendo que no soy yo sola la que ve que Álex es especial. Quizá la persona más especial que he conocido. Y siento que la suerte que he tenido al encontrarle no es algo que se pueda medir. No podré medirlo ni saberlo nunca. 

CAPÍTULO 124: REAPARICIÓN

En estas dos últimas semanas he recuperado muchas cosas que creía perdidas, entre ellas, la sonrisa. Sonrío al mirarla tararear sus canciones y ponerse nerviosa cada vez que Rubén la llama para contarle algo sobre el show que están organizando para la gira. Yo debería ponerme a pensar en eso también, pero lo he aparcado hasta encontrarme mejor, aunque he visualizado algunas cosas. Mi mánager dice que, si lo organizamos bien, la gira puede ser espectacular, en los mejores lugares del país. Me da un poco de vértigo pensar en eso y, a la vez, me apetece.

Esta semana hay una fecha marcada en el calendario. Es la gala de premios de una popular cadena de radio del país, y Malú y yo estamos invitados y, parece ser, premiados. He estado preparándome mentalmente para ese momento. Por mi cabeza han pasado muchas cosas, llevo más de dos meses fuera del panorama, sin ser visto, y ahora llega el momento de ponerme delante de los focos de nuevo. Otra cosa que he pensado es en si Malú y yo deberíamos de ir juntos o por separado. No sé lo que piensa ella de eso, pero a mi me encantaría ir con ella. Me encantaría decirle a todo el mundo que es la persona que me hace feliz. Nunca he sido de exponer de mi vida, pero esto no sería exponerla, sería como contar el por qué estoy feliz a pesar de todo.

-Has pensado en cómo vamos a ir a lo de Cadena Dial? – pregunto durante la comida –

-Y eso? Tan mala está la ensalada que estás pensando en otras cosas? – pregunta de manera cómica –

-La ensalada está buena, pero tú más… - digo sacándole la lengua – hablo en serio… no sé si quieres que vayamos juntos o por separado…

-Por separado? – pregunta extrañada – qué sentido tiene eso?

-No sé Malú… tú siempre has sido muy discreta y…

-Álex… - me corta – he colgado fotos contigo en las redes sociales, todo el mundo sabe que estamos juntos… qué sentido tiene escondernos?

-Que yo no quiero esconderme! – exclamo aclarándolo – si yo lo que quiero es ir a esa gala y decir “joderos todos, que me la he llevado yo”

-Jajajaja – ríe y me lanza su servilleta – me vas a exhibir como a un Ferrari? – alzo mis cejas – todavía te dejo si haces eso…

-Exhibir? Quién te crees que soy? – se ríe – solo que la idea de ir contigo me gustaría mucho…

-Y a mí… - me sonríe sincera – fíjate que nunca he ido a ningún sitio así con nadie…

-Por eso te lo he preguntado… - aclaro –

-Pero es que ahora me apetece mucho dejar de esconderme… - se alza de hombros – no sé, no estamos haciendo nada malo no?

-Bueno… - tuerzo el gesto – si nos vieran por las noches igual si que nos decían que pecamos mucho… - sonrío insinuante –

-Sólo por las noches? – responde en el mismo tono – dios, no me mires así que estaba comiendo muy tranquila…

-Jajajaja!


El día ha llegado y la observo nerviosa dando vueltas por la habitación del hotel. Yo, con mi traje, ya arreglado y peinado, espero paciente a que se le pase este brote que le ha dado.

-Malú, estás preciosa, deja de tocarte el pelo… - digo con voz dulce –

-Estoy nerviosa vale? – habla con tono suplicante – la vamos a liar muy parda…

-Ya lo sé… - me acerco a ella – pero estamos seguros no? – asiente – tranquila, si ya lo sabe todo el mundo…

-Ya, pero esto es como la confirmación… - vuelve a hablar nerviosa –

La miro de arriba abajo, un vestido rojo ceñido ensalza todavía más su cuerpo, dejando ver una de sus piernas. Unos tacones de infarto la estilizan. Y su pelo, ondulado, con un par de trenzas en un lado a modo de recogido, hacen que trague saliva. Con esta mujer voy a salir en todas las fotos. Y yo con un triste traje, sin corbata ni nada. Me siento hasta pequeño.

Salimos de casa y nos recoge el coche que nos llevará a la gala. Antes de la gala, el tradicional paseo por la alfombra donde tendremos que superar los flashes, las preguntas y los gritos de la gente. Menos mal que no llevo corbata, me apretaría demasiado en este momento.

-Dime que estás nervioso y no soy la única imbécil en esto… - dice suplicando –

-Estoy nervioso no, lo siguiente… - digo mirando por la ventanilla viendo como nos acercamos a la zona -  

La temperatura en Tenerife es agradable. Mucho para esta época del año. Dentro de dos días es su cumpleaños y la he convencido para quedarnos aquí a descansar. El coche se detiene y veo por la ventanilla cientos de fans agolparse en las vallas. Malú me agarra la mano y la aprieta justo antes de que se abra su puerta. Salgo por la mía y no puedo evitar comenzar a sonreir. Escucho el grito general al vernos aparecer juntos y el sonido de los flashes a una velocidad sobrehumana. Recorro la parte trasera del coche y llego a su lado. Me dirige una mirada que, seguramente, sea una de las instantáneas de la noche. Pasa su mano por mi cintura y yo hago lo mismo. Posamos unos segundos, con una amplia sonrisa, y caminamos hacia la alfombra, agarrados de la mano. La estamos liando pero bien. Al llegar a la alfombra, nos soltamos tras mirarnos un segundo y hacemos lo que teníamos acordado. Firmar autógrafos hasta que nos echen de allí.

 


Siento el cariño y no puedo parar de sonreir, aunque intento que todos los flashes vayan para ella, yo me siento simplemente como si fuera la persona que la acompaña, pero aquí la estrella es ella, y así debe ser.

-Álex, fírmamelo por favor! – exclama una de las chicas con un disco de Malú en la mano –

-Pero si es de Malú! – digo riendo –

-Da igual!! – exclama –

Firmo riéndome y haciéndole gestos a Malú para que firme en esta parte de la valla. A mi señal, viene corriendo y pone una mano en mi espalda. Las chicas de esa parte, comienzan a gritar y a echarnos fotos. En un arrebato, saco mi móvil del bolsillo.

-La estamos liando jefa… - digo pegado a su oído –

-Mucho… - dice algo avergonzada –

-Foto de grupo! – exclamo mirando hacia la valla, viendo como todas las fans se apretujan para salir en ella – decid “Jefa!” – mientras estiro mi brazo para poder hacer un selfie en condiciones -

Escucho risas a mi espalda y a todas exclamar a la vez “Jefa” haciendo que Malú salga en la foto riendo ampliamente.

-Os la paso por whatsapp! – digo en tono de broma haciendo que se rían – en twitter, en twitter – les hago un gesto de que ahora la subiré y alzo mi pulgar -  

Nos cambiamos de valla y vuelvo a comenzar a firmar, creo que he firmado hasta un brazo o algún trozo de piel que no he identificado, y ni se sabe las fotos que me han hecho.
Tras terminar de firmar todo lo firmable, y tras varias insistencias por parte de los organizadores del evento, los dos caminamos hacia dentro, hacia el photocall donde nos harán una mini entrevista.

-Hablas tu primero, yo espero… - digo en voz baja –

-Qué morro tienes… - niega con la cabeza sonriendo –

-Si te doy un beso ahora me matas verdad? – pregunto mientras seguimos andando –

-Te mato sin dudarlo… - responde sin perder la sonrisa –

Río y recompongo un poco mi chaqueta que, con tanto meneo con las fotos, parece que se me ha torcido. Sin embargo, Malú sigue igual de reluciente. Pongo una mano en su espalda para que pase primero y le hago un gesto a la periodista de la radio que espera paciente nuestra llegada. Me hace un gesto para que vayamos los dos, pero le digo que no mientras sonrío. A ella la tienen que entrevistar sola, para eso es Malú, no pienso quitarle protagonismo hoy.

-Tenemos por fin a Malú – exclama la periodista – qué guapa vienes!!

-Gracias… - contesta avergonzada –

-Habéis firmado más que nadie hoy, os estaba aquí esperando… - me mira – para los que no lo estéis viendo, Álex Torres está aquí también… - me hace un gesto para que vaya hasta ella pero vuelvo a negar con el dedo – bueno, dice que te hagamos a ti la entrevista primero…

-Todo un caballero… - dice Malú de manera irónica haciendo que la periodista se ría –

-Qué tal estás? Todo bien? – pregunta mirándome de reojo –

-Todo estupendo, encantada de volver a Tenerife y de estar en estos premios otra vez… - contesta de forma elegante –

-Sois la sensación de la noche, lo sabes no? – dice en referencia a mí – todo el mundo estaba esperando para veros juntos…

-Bueno… - veo como dirige su mirada al suelo y me dan ganas de intervenir para que deje de pasar ese mal rato – es la fiesta de la música y no podíamos faltar… - responde saliendo del aprieto –

-Vas a cantar esta noche? – le pregunta la periodista cambiando de tema, sabiendo que se ha incomodado –

-Si, por supuesto – responde con una amplia sonrisa – tengo muchas ganas ya…

-Tenemos que decirte Malú, que desde cadena dial nos alegra mucho verte tan feliz, y otro premio más! – Malú asiente agradecida – y que nos gustáis mucho, todo hay que decirlo… - Malú estalla en una carcajada –

-Gracias… - responde con una amplia sonrisa – oye pero hazle preguntas a él, que se está escaqueando mucho ya… - Malú camina con sus tacones alejándose de la escena y sacándome la lengua –

Llego a la altura de la periodista y la cámara me enfoca mientras la saludo con dos besos.

-Ahora que no nos oye, vas muy guapo esta noche… - dice la periodista –

-Si te oye, lo oye todo… - digo en tono de broma –

-Oye enhorabuena por el premio de esta noche…

-Gracias… - asiento agradecido –

-Qué tal estás?

-Bien, muy bien, contentísimo de estar aquí en Tenerife, con vosotros, con esta gente… - señalo hacia fuera, a las fans –

-Hacía mucho que no te veíamos, y ahora te vemos con ella – señala a Malú, que me mira – nos encanta la pareja que hacéis…

-A mí también, te lo aseguro… - respondo de manera cómica haciendo que se ría hasta el cámara –

-Han pasado muchas cosas estos meses… - mi gesto se torna serio - se han cumplido 3 meses de ese día en el que estuviste en esa estación…  

-Hoy no es día de hablar de eso – respondo amablemente con una sonrisa fingida –

-Bueno… - responde la reportera sabiendo que ha metido un poco la pata – es una alegría tenerte aquí hoy, de verdad…

-Gracias – respondo sonriente – la alegría es compartida… - respondo asintiendo –

Me despido de la reportera con dos besos y llego hasta donde está Malú, que me agarra de la mano para entrar.

-Has contestado muy bien… - dice sonriéndome –

-Ahora te puedo dar un beso? – me mira con una ceja alzada y se adelanta a mí – ahora sí que estoy contento… - digo tras el beso –

La gala está a punto de comenzar, nos dirigimos al backstage donde nos reencontramos con caras amigas. Nos dirigen hacia la zona desde donde vamos a ver la gala. Mi mano no se separa de la de ella, como si me hiciera falta que fuese un apéndice de la mía.