martes, 23 de mayo de 2017

CAPÍTULO 117: HADA MADRINA

La nochevieja es quizá el día de Navidad que más me ha gustado siempre. No tiene implicaciones emocionales como la Nochebuena, ni como el día de Navidad. Para mí, siempre ha significado pasar página. Eso es justo lo que necesito. Mi estado de ánimo está en standby por así decirlo. No estoy peor, quizá diría que un poco mejor. Estos días en casa con Malú me han hecho distraerme mucho. Se empeña en hacerme sentir bien y eso se agradece. Está tirando de mí justo cuando más lo necesito. Digamos que es lo que se espera de una pareja. Que cuando estás hecho trizas, ella recomponga todas esas piezas que se han roto y que parece que tú no eres capaz de juntar.

Una de las cosas que ha hecho, y estoy seguro que ha sido para que me encuentre mejor, es invitar a mis padres y a mi hermana a Algeciras, a casa de su padre, donde todos los años celebra el fin de año. Mis padres han aceptado a regañadientes, nunca les ha gustado molestar, pero ya se ha encargado ella de transmitir los deseos de su padre y los de toda su familia. Quieren que estemos allí. Es como una especie de catarsis supongo. Tere también estaba invitada, pero no está en condiciones de viajar por el momento, está en casa, tranquila, con sus hijos, que se están volcando con ella. Sorprendentemente, tiene mejor estado de ánimo que el mío. Incluso sus hijos me han dicho que, en ocasiones, parece que es como si no hubiera pasado nada. Es curioso, ella ha estado a punto de morir y yo apenas sufrí algún rasguño… y, por dentro, estoy peor que ella. Eso me hace sentirme todavía peor.

Mis amigos, incluído Fran, que ya está también en casa, han acordado quedar otro día antes de acabe la Navidad para, por lo menos, celebrar que, un año más, estamos todos juntos. Algunos tenían compromisos y otros, como Fran por ejemplo, preferían un fin de año en familia. Le entiendo perfectamente. Así que mi plan para este fin de año es pasarlo con mi familia. Hace años que no celebro la nochevieja con ellos. Incluso me ha sorprendido que mi hermana posponga todos esos compromisos que tiene con medio mundo para venirse con nosotros a Algeciras.

Hoy estoy tremendamente pensativo, más que en los días anteriores. Hoy se acaba un año repleto de miles de emociones, tan intensas como distintas entre sí. La mejor opción que hemos encontrado es ir en coche. Creo que no estoy preparado para ir en tren y no me apetece nada coger un avión. Así que Malú ha decidido venir con nosotros y su hermano, su madre, Vero y su hija, van en el coche que nos sigue. He querido conducir yo, pero Malú se ha empeñado en hacerlo ella. Así que, en el asiento del copiloto, miro por la ventana mientras escucho la música que suena de fondo. Mi hermana ha caído rendida durmiendo pegada a la ventanilla de atrás. Ayer se pegó un fiestón con sus amigos, como no podía ser de otra manera. Mi madre y mi padre hablan en voz baja y, de vez en cuando, cruzan alguna palabra con Malú, que me mira de reojo mientras está concentrada en la carretera.

Miro por la ventanilla sin saber muy bien en qué pienso, es como si tuviera la mente en blanco y, a la vez, llena de pensamientos que se abalanzan sobre mí. Apenas he articulado palabra desde que hemos salido de Madrid. Tras dos horas de viaje, Malú se detiene en una estación de servicio, seguida del coche de su hermano. Bajamos a estirar las piernas, aunque mi hermana parece una auténtica zombie, con una pinza recogiéndole el pelo como único complemento.

Camino alejándome de la estación de servicio, con un cigarro en la mano recién encendido, mirando los coches pasar por la autovía. El frío se mete por dentro de mi chaqueta, pero no me importa, incluso me tranquiliza. Noto una mano sobre mi hombro y reconozco la voz de Malú a mi espalda.

-Quieres un café? – dice con voz suave –

-Ahora voy… - respondo con una sonrisa agradecida –

-Quieres que te espere dentro? – pregunta mirándome con gesto preocupado –

Asiento como única respuesta. La veo alejarse un tanto cabizbaja y el sentimiento de culpabilidad me invade. Resoplo y vuelvo a mirar hacia la carretera. Debería estar feliz, ilusionado por pasar la noche de fin de año con la gente que quiero. Pero no sé por qué, no puedo ni tan siquiera sentir una pizca de ilusión. Hoy es un mal día, sin duda alguna.

Dicen que las hadas madrinas no existen, pero yo tengo una. Una que, aunque esté a muchos kilómetros de distancia, sabe cuando necesito que me diga lo que tengo que escuchar. Mi móvil suena y en la pantalla veo el nombre de Tere. Resoplo y cierro los ojos sabiendo que va a notar mi mal estado de ánimo, así que decido fingir.

-Hola Tere – digo fingiendo estar animado –

-Hola! – responde de manera vital – estás ya en Algeciras?

-No, hemos parado en una estación de servicio – digo mirando hacia la puerta –

-Uy, y ese tono de voz? – alzo una de mis cejas, ni siquiera por teléfono puedo mentirle – estás cansado?

-No no… - me apresuro en contestar –

-Venga, suéltalo… - dice dejándome sorprendido – fíjate que sabía que tenía que llamarte…

-Joder Tere… - respondo resoplando – cómo puedes conocerme tanto? – escucho como se ríe al otro lado del teléfono – hoy estoy muy pensativo – digo sin pensar –

-Ajá… - responde como asintiendo – y a qué conclusión has llegado con tus reflexiones?

-A ninguna porque hoy estoy como bloqueado… - digo de manera sincera mientras le doy una calada a mi cigarro –

-Sabes que hoy es un día único? – dice haciéndome levantar una ceja – es la última nochevieja que vives con 33 años, no va a haber otra así – dice convencida dejándome sin palabras – y encima tu suegro te ha invitado a su casa, no solo a ti, sino a tu familia – suspira – no estás obligado a tener un buen día, pero tampoco estás obligado a no disfrutarlo.

-Ya lo sé Tere… - digo desganado –

-Estás en la calle? – pregunta –

-Si – respondo extrañado –

-Tira ese cigarro y levanta la mano arriba, bien abierta – dice convencida –

-Como cojones sabes que estoy fumando? – digo mirando alrededor como si pensara que está viéndome –

-Conozco esas caladas… - dice riéndose – vamos, hazme caso…

Obedezco sin saber muy bien por qué. Tiro el cigarro a medio fumar y levanto mi mano mirando alrededor, con vergüenza por si alguien me ve.

-Lo sientes? – pregunta –

-El qué? – pregunto extrañado –

-El viento rozándote – dice con tono pausado – la vida te pasa alrededor, el viento intenta empujarte, mientras tú estás pensativo sin sacar una conclusión – siento un nudo en la garganta – sabes que últimamente me encanta sentir el viento? – se ríe – mis hijos dicen que me voy a poner enferma porque salgo a la terraza cada dos por tres para sentirlo… - suelta una risilla – probablemente estoy loca, pero es mi forma de saber que estoy viva…

La escucho mientras bajo mi mano y la miro, algo extrañado. No sé qué acaba de pasar, pero acabo de sonreir.

-No te olvides de que estás vivo Álex… - dice convencida – el viento no te va a empujar para que camines, pero puede ayudarte a que lo hagas… a que no olvides que estás vivo… - vuelvo a sentir ese nudo en la garganta – siéntelo… es una sensación preciosa…

-Tendrías que ser escritora Tere… - digo riéndome notando como mi garganta me avisa que estoy llegando al punto máximo de una emoción incontenible –

-Entra en esa estación de servicio y plántale un beso a tu novia, que pareces tonto… - dice con tono de madre – y disfruta hoy, disfruta de poder vivir lo que estás viviendo Álex… - carraspeo – cada momento es único, no te olvides de eso…

Miro hacia la puerta y veo a Malú salir y encenderse un cigarro. Sigue cabizbaja. No puedo seguir con la sensación de estar haciendo que hoy sea un día feo.

-Hazme caso Álex… - río sin querer – vaya! Lo he conseguido!

-Eres mi pepito grillo… - digo riéndome –

-Lo sé… - responde sobradamente – y ahora ve con tu familia y deja de querer estar solo… lo único que consigues es meterte en un bucle que no tiene fin… - no respondo, solo dirijo mi mirada de nuevo hacia Malú, que rodea la estación de servicio dando pasos cortos, también pensativa – y no fumes tanto joder… - río – hablamos el año que viene y espero que tu tono de voz sea distinto.

-El año que viene… - digo sonriendo –

-Si Álex, porque este año se acaba hoy, recuérdalo… - sonrío agachando la cabeza – y empieza uno que te va a traer muchas cosas buenas, ni te las imaginas… - niego con la cabeza algo emocionado – dale un beso a Malú de mi parte, pero sin lengua vale?

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada –

-Así me gusta… - dice triunfante – feliz año Álex…

-Feliz año Tere… - digo de nuevo con un nudo en la garganta –

Al colgar, camino hacia Malú que me observa ir hasta ella. Pone cara de algo de sorpresa al ver que sonrío tenuemente. Al llegar hasta ella, agarro su cara con las dos manos y le planto un sonoro beso en la boca.

-Y esto? – me mira sorprendida y sacando una sonrisa –

-Que te quiero y hoy no te lo había dicho… - digo mirándola sonriente mientras me mira sorprendida – anda, vamos dentro…

-Espera… - me mira extrañada – eres bipolar verdad?

-Algo así… - digo riéndome - 

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