miércoles, 31 de mayo de 2017

CAPÍTULO 121: QUE VUELVAS

Miro la televisión durante un segundo más, el tiempo suficiente para saber que quiero apagarla. Tras hacerlo, camino hacia mi habitación con un nudo en la garganta. Cada vez que algo me recuerda a ese día, tengo que hacer esfuerzos reales para no salir corriendo. Me siento en la cama y cierro los ojos. De repente, las ganas de llorar me envuelven junto con un dolor en el pecho que me hace sentir que me falta el aire. Me dejo caer en la cama y comienzo a desahogarme. A llorar amargamente, sabiendo que nadie va a escucharme.

Álex está en su sesión semanal de terapia y yo empiezo a plantearme que quizás también debería ir. Mi estado de ansiedad ha ido in crescendo estas semanas, conforme he ido viendo que Álex está cada vez más ausente, más distante, a pesar de tener momentos durante el día en el que vuelve a ser él mismo. No sé cómo ayudarle y eso me mata por dentro. La mayoría de las noches le escucho levantarse, removerse en la cama en medio de una pesadilla. Creo que a veces no se da cuenta de que soy consciente de eso, pero no quiero sacarle el tema. No sé cómo comportarme con él. Cuando intento animarle, intentando parecer alegre, por dentro me siento cansada. Cansada de esforzarme en aparentar que estoy bien. No lo estoy, no me siento fuerte, mi fuerza ha ido menguando con el paso de los días y tengo mucho miedo. Tengo miedo de no poder continuar con esta situación o de que él decida alejarse de mí. A veces creo que tiene intención de hacerlo, solo por el simple hecho de no contagiarme su estado de ánimo.

No lo soportaría, no soportaría volver a perderle. En mi mente están grabados a fuego los momentos de aquel día. Aquella sensación mientras conducía hacia la estación, con la radio puesta, con la idea de que quizá no iba a encontrarle con vida. Aquella idea me aterraba en ese momento y me sigue aterrando. Ese miedo no ha desaparecido, sigue estando presente, y me taladra el pecho y la cabeza cada vez que aparece.

Escucho la puerta entre sollozos e intento recomponerme. No quiero que me vea así. Me levanto rápidamente de la cama, secándome las lágrimas, y me encierro en el baño. Le escucho subir las escaleras y el nudo en la garganta se hace cada vez más grande.

-Malú? – le escucho entrar en la habitación – Malú estás aquí? – pregunta –

No se si puedo articular palabra sin que se me note mi estado de nervios actual.

-Ahora salgo… - digo con la voz un tanto quebrada –

-Estás bien? – pregunta al otro lado de la puerta –

No puedo responderle. Las ganas de llorar son irrefrenables. No puedo soportarlo más. Rompo a llorar de nuevo, sabiendo que Álex va a escucharme.

-Malú… - le escucho nervioso al otro lado de la puerta – Malú abre la puerta por favor… - no respondo – Malú te estoy oyendo… - dice con tono desesperado – abre la puerta – exclama –

Le escucho resoplar al otro lado de la puerta, mientras sigue tocándola. No sé si es buena idea, pero me acerco a la puerta y quito el pestillo, volviendo a sentarme en el suelo, apoyada en la pared.

-Joder Malú… - dice al abrir la puerta – qué pasa? – se agacha a mi lado – ei… - intenta que le mire pero no soy capaz –

Vuelvo a romper a llorar y, sin mediar palabra, me abrazo a él como si me estuviera abrazando a un clavo ardiendo. Como si fuera la única posibilidad de calmarme en este momento.

-Malú, me estás asustando… - dice acariciando mi pelo – cálmate… - dice con voz suave – qué ha pasado eh?

-No ha pasado nada… - digo entre sollozos – ese es el problema… - se separa algo de mí, intentando descifrar lo que quiero decirle mientras me mira – estoy muy cansada de todo esto Álex… - frunce el ceño – estoy cansada de sentirme así… de no poder ayudarte… - suspira bajando la cabeza – de sentir esta tristeza Álex…

-Malú… - dice mirándome apenado –

-Crees que yo no lloro? – le digo incluso sintiendo algo de enfado – crees que por estar siempre intentando animarte, yo no lloro? – me mira con culpabilidad – cada vez que estoy sola me da por llorar… por acordarme… - sollozo – por pensar en qué cojones puedo hacer para que vuelvas a estar como antes… - baja la cabeza – no puedo más Álex…

-Cálmate vale? – se levanta – vamos, levanta del suelo Malú…

-Déjame sola… - digo soltando su mano y acurrucándome sobre mis rodillas –

-No voy a dejarte sola – dice seguro –

-Pues es lo que quiero ahora mismo, así que sal del baño… - digo en tono borde –

-No voy a dejarte sola porque tú no me has dejado solo hasta ahora… - dice agachándose de nuevo – si no quieres salir del baño, me quedaré aquí contigo… - se sienta frente a mí – Malú, siento mucho estar así vale?

-Ya sé que lo sientes! – le grito – ya sé que no es a propósito! – vuelvo a alzar la voz – pero yo tampoco me encuentro bien Álex… lo entiendes?

-Claro que lo entiendo… - se apresura a contestar – y siento haber descuidado eso… - suspira bajando la cabeza –

-Estamos metidos en un agujero negro Álex… - digo con tono apenado – ni yo puedo sacarte ni tú puedes salir… - me mira abatido – Álex yo… - noto como me tiembla la voz – vi muchas cosas ese día que no había visto en mi vida… - me mira apretando la mandíbula – y también me persiguen… pero en vez de sentir que puedo contártelas… que puedo desahogarme contigo… - trago saliva – lo que siento es que no puedo hablar de ese tema…

-Claro que puedes hacerlo Malú… - dice algo frustrado –

-No, no puedo! – exclamo levantándome del suelo – déjame salir… - digo cuando veo que se interpone en mi camino –

-Malú cálmate… - dice algo nervioso –

-No pienso calmarme! – grito – me falta el aire Álex! Me falta el aire y no te das cuenta joder! – le empujo pero no se aparta – necesito que vuelvas, lo entiendes? – le grito haciendo que me mire con una mirada tan triste que jamás había visto – suéltame! – exclamo zafándome de sus brazos –

Salgo del baño escaleras abajo, dispuesta a abrir la puerta de casa y largarme de allí, necesito salir, necesito salir de aquí. Cuando voy a abrir la puerta, veo su mano empujando para que no lo haga. Sus brazos me envuelven haciéndome llorar desconsolada.  

-Ven aquí… - dice haciéndome girar y abrazarme a él – respira hondo vale? – dice mientras sigo llorando – estoy aquí…

-No, no estás aquí… - digo sin pensar – no sé dónde estás, pero no estás aquí…

-Ei… - me eleva el rostro agarrándome suavemente por la barbilla – ahora estoy aquí… - le miro y veo en su mirada preocupación – desahógate todo lo que quieras vale? No voy a irme…

Me abrazo a él llorando amargamente. No sé muy bien cómo, acabamos sentados en el suelo, con su espalda apoyada en la pared y yo apoyada sobre su pecho. No sé el tiempo que pasamos así, pero durante todo ese tiempo, no cesa en su empeño de acariciarme el pelo.

-Mejor? – pregunta en voz baja –

-Pff… - resoplo algo avergonzada por el numerito que he montado –

-Estaba deseando llegar a casa… - dice haciéndome sentir mal – Clara me ha dicho que la semana que viene quiere que me acompañes a terapia…

-Yo? – pregunto extrañada girándome hacia él –

-Si… - responde mirándome – según ella, eres una pieza clave para superar esta etapa…

-Joder… - bajo la cabeza avergonzada – y yo voy y te monto este espectáculo… - digo con rabia –

-Malú… - le miro – siento no haber estado pendiente de ti… - me acaricia la mejilla – no me he dado cuenta de que tú también…

-Es que no sé qué me ha pasado Álex… - le corto, excusándome – he reventado un poco…

-Un mucho… - responde sonriendo – ya no me acordaba de la mala leche que tienes cuando te enfadas… - dice de manera cariñosa –

-Oye! – exclamo dándole un manotazo –


-Es broma… - dice cariñoso – nos levantamos? Me está empezando a doler la espalda como si me hubieran dado una paliza… 

martes, 30 de mayo de 2017

CAPÍTULO 120: LA VIDA DE ÁLEX

-Te sientes culpable por la muerte de tu abuela? – pregunta de repente tras escuchar mi relato de aquel día –

-No, ya no… - respondo intentando recomponerme –

-Ya no… - repite apuntando en el cuaderno - Y por la muerte de ese chico del accidente del autobús? – la miro automáticamente –

-Lo sentí así durante un tiempo… - digo incorporándome un poco para sentarme mejor – pero ya no… tampoco…

-No cabe duda que son hechos traumáticos en tu vida, Álex… - dice dejando el cuaderno sobre la mesa – durante toda tu vida creo que has cargado con más responsabilidades de las que tocaban… - suspiro – y creo que esa es una de las bases de todo lo que te pasa… - alzo las cejas a modo de incredulidad – ese afán por hacerlo todo bien, ese afán de protección hacia los demás… - hace una pausa mirándome – te sientes culpable ahora por algo?

-Pff… - resoplo sin poder evitarlo – no lo sé…

-Sí lo sabes… - dice segura – solo tienes que dejar que salga… - no me atrevo a mirarla, solo analizo esas palabras en mi cabeza – hablemos de Malú…

-De Malú? – pregunto extrañado – ahora?

-Si, me gustaría saber cómo es tu relación con ella… - agarra de nuevo el cuaderno – cuánto tiempo lleváis juntos? – la observo durante un instante y comienzo a sentirme incómodo – Álex… - me mira con una sonrisa tierna – no soy un periodista, puedes contarme lo que quieras, de aquí no saldrá… - sonrío algo avergonzado al saber que ha detectado lo que pensaba – os lleváis bien?

-Si… - sonrío – nos llevamos muy bien…

-Vaya… - exclama sorprendida – es la primera vez que te veo sonreir de manera sincera… - sonrío de nuevo, esta vez algo avergonzado –

-Llevamos… - me quedo pensativo – casi 2 meses juntos…

-2 meses? – pregunta algo sorprendida – disculpa… - agita la cabeza – por como hablas de ella, me daba la impresión de que era más tiempo…

-A ver… - me revuelvo en el asiento – es que es un poco complicado… - me mira atenta – joder, no me puedo creer que vaya a contarte esto…

-Tranquilo, llegaremos hasta donde tú quieras… - dice alargando su mano hasta la mía – no quiero que te sientas incómodo, pero creo que Malú es una pieza clave en todo esto… es solo eso… - asiento – desde cuándo os conocéis?

-Desde hace… - me quedo pensativo – 2 años y algo… - asiente – la conocí en una gala de una cadena de radio… - sonrío recordando aquella noche – nos pasaron muchas cosas esa noche… - veo como sonríe de medio lado mirándome – digamos que esa noche sentí una conexión con ella que no había sentido con nadie…

-Iniciaste una amistad con ella… - dice escribiendo en su cuaderno –

-Nos acostamos… - me mira sorprendida – esa noche y… después… en plan… amigos… - carraspeo –

-Comprendo… - asiente –

-No había hecho algo así nunca… - digo reflexivo – eso de acostarme con alguien porque sí, porque me apetece… y sabiendo que todo está bien… incluso que somos amigos… - trago saliva – de hecho es que para mí era mi mejor amiga… le contaba prácticamente todo lo que me pasaba, todo lo que me preocupaba… - veo como asiente escribiendo en su cuaderno – de vez en cuando nos acostábamos… pero no afectaba a nuestra amistad…

-Y hubo algún momento en el que comenzó a afectarte? – pregunta mirándome –

-Se quedó embarazada… - noto como acabo de quitarme un peso de encima – cuando pasó, me asusté pero tenía claro que no iba a huir ni nada de eso… - trago saliva – y ahí empecé a darme cuenta que no era solo una amiga… empecé a imaginarme cómo sería compartir mi vida con ella… - sonrío – me gustaba la idea… ella me gustaba… y seguimos adelante con el embarazo…

-Y ella? – la miro – sabes lo que sentía ella?

-Creo que estábamos enamorados… aunque no tuviéramos valor de decirlo… - vuelvo a removerme en el asiento – no éramos solo unos amigos que se acostaban… éramos mucho más y no nos habíamos dado cuenta… - asiente – te estoy hablando de hace año y pico… - digo aclarándolo – luego pasó lo del aborto… - me pongo serio de repente – Malú me apartó de su lado… - hago una pausa sabiendo que me está mirando – y todo se terminó…

-Vaya… - dice con tono apenado – lo siento… - se queda callada durante un segundo – pero no entiendo… luego volvisteis a…

-Estuvimos muchos meses sin hablar… sin vernos… - digo con tristeza – estuve tentado muchas veces en volver a buscarla… aquello no se podía terminar así… - suspiro – sentí que me echaba la culpa y que no le hacía ningún bien que intentase estar a su lado asi que… me aparté…

-Pero tú también habías perdido algo importante…

-Lo perdí todo… - digo sincero – todo lo que en ese momento era importante para mí, se esfumó en cuestión de horas… - suspiro – la entiendo, no fue fácil para ella… pero tampoco para mí…

-Te hizo daño supongo… - asiento – la has perdonado Álex? – la miro automáticamente –

-Si… - digo convencido – si, eso es algo que pasó y cada uno nos comportamos como en ese momento nos sentimos…

-Y te comiste la tristeza tú solo… - completa la frase –

-Exacto… - digo resignado – tras varios meses sin vernos, coincidimos de nuevo en una entrega de premios… y fue como muy tenso… - niego con la cabeza – luego… - continúo hablando, como si necesitara contar eso urgentemente – nos encontramos en cada de un amigo… y me peleé con un tío que quiso abusar de ella…

-Joder… - exclama – perdona, es que me está sorprendiendo mucho la historia… - sonrío avergonzado – continúa…

-Me peleé con ese tío que había productor mío y que había intentado hundir mi carrera… y la persona que me ayudó a separarme de él fue Malú… - asiente – cuando me peleé con él, ella me lo recriminó… y estallé… - digo con una sensación de cansancio – le dije todo lo que pensaba… le dije que pensaba que me echaba la culpa de que hubiéramos perdido al niño… y que… - carraspeo – y que me había castigado sin motivo… y lo seguía haciendo…

-Te pidió perdón? – pregunta con voz ténue –

-Si… - asiento – tras unos días, vino a buscarme… y hablamos y… - niego con la cabeza – no podía odiarla… había sido muy importante para mí en esa etapa de mi vida… y… seguía sintiendo cosas por ella…

-Cosas… - dice esperando a que siga – concreta un poco más…

-Seguía enamorado de ella – digo tras una pausa –

-Y ella de ti? – pregunta mirándome –

-Después… - sonrío – hablamos del tema una vez empezamos la relación… y me confesó que si…

-Y hasta hoy…

-Y hasta hoy… - repito sin dar más detalles –

-Sigues de alguna manera… - pregunta de forma pausada – pensando en el momento en el que abortó?

-A veces… - confieso – fue un palo muy duro para mí… - sonrío melancólico – desde hace mucho tiempo tengo claro que quiero tener hijos… - suspiro – y aquello fue un mazazo… - hago una pausa – a veces pienso que las cosas hubieran sido muy distintas si eso no hubiera pasado.

-Sabes que a veces abusamos mucho del “y si…?” – sonrío levemente – es muy peligroso meterse en bucles de ese tipo Álex… - la miro – y me da la sensación de que tiendes a meterte en ese tipo de bucles…

-Puede ser… - afirmo –

-Y cómo lleva ella tu estado actual? – la miro – lo entiende? Te apoya?

-Es demasiado buena… - digo sincero – no es la mejor manera de empezar una relación…

-No existe una mejor manera de empezar una relación Álex… - suelta de nuevo el cuaderno en la mesa – somos seres humanos, con sus circunstancias… y a veces pueden coincidir circunstancias que nos provocan sentimientos contradictorios… - asiento – por un lado, la ilusión de empezar una relación con una persona a la que quieres desde hace mucho tiempo por lo que me has contado… - me mira – una relación correspondida por lo que parece… - asiento – y por otro lado la sensación de haber vivido quizá uno de los peores momentos de tu vida… todo al mismo tiempo… - la miro y aparto la mirada – por un lado sientes que tienes que estar feliz, pero por otro lado, sientes que no tienes derecho a estarlo por haber vivido algo así de traumático… - suspiro – creo que no sabes cómo sentirte…

-Es exactamente eso… - digo tras una pausa reflexiva –

-Y qué es lo que quieres sentir Álex? – pregunta de manera un tanto inquietante –

-Quiero estar feliz… - digo algo frustrado – hay momentos durante el día que me siento así… - asiente – cuando me despierto y la veo, me siento feliz… - suspiro – pero luego, a lo largo del día, me vienen imágenes a la cabeza… esas pesadillas… - digo con tono desganado –

-Cómo son esas pesadillas Álex?

-Pff… - resoplo agobiado – la que más se repite es que vuelvo a estar en ese día y la encuentro tirada en el suelo… - trago saliva – y no respira… - noto como se me hace un nudo en la garganta – y no puedo moverme, no puedo ayudarla… - me mira atenta – y cuando me despierto tardo varios segundos en darme cuenta de que eso no ha sido real… - chasqueo mi lengua – pero es que es muy real… es ella, está allí, no se mueve, siento que está muerta… - digo intentando no echarme a llorar – y no soy capaz de acercarme… no… - paro de hablar para no romper a llorar –

-Vale… - me entrega una caja de pañuelos – tranquilo… - dice con voz pausada – tienes miedo a perderla otra vez… - sentencia –

-Probablemente… - cojo aire – incluso pienso que con todo esto, un día se va a cansar y me va a decir que no podemos seguir juntos… - niego con la cabeza – y es que sé que es la persona que estaba buscando… la persona con la que quiero estar… y me jode mucho estar poniéndola en esta situación…

-Sabes cuál es otro problema que he detectado en todas estas sesiones Álex? – la miro expectante – piensas siempre en los demás antes que en ti mismo… - sonrío levemente y agacho la cabeza – si existe algún secreto para que una relación funcione, es pensar en uno mismo primero, tener las cosas claras, preocuparse de estar bien… - hace una pausa – es la única manera de que la otra persona no se sienta mal… - sonríe tiernamente – puedes empeñarte todo lo que quieras en que ella esté bien, pero si a ti te ve mal… ella también va a estarlo…

-Ya… - asiento – si sé que tienes razón pero es que…


-Ya lo sé Álex… - me corta – sé que no sabes cómo hacerlo, pero para eso estás aquí no? – asiento sonriendo levemente – si te parece, la semana que viene quiero que me traigas escritas las situaciones en las que sientes que estás feliz… por muy breves que sean… - asiento pensativo – las analizaremos… pero de antemano te doy una previsión… - frunzo el ceño – la mayoría de las cosas que me cuentes, van a tener que ver con ella… - sonrío negando con la cabeza - 

CAPÍTULO 119: EL CAMINO

-Bueno Álex, me gustaría que me contases por qué has venido a verme…

Dudo un instante. Por un momento, no sé qué hago aquí. O sí lo sé. Sé que he venido porque creo que no soy capaz de canalizar todas las emociones negativas que he sentido en las últimas semanas. A pesar de sentirme mejor, creo que no soy capaz de retomar mi vida y de poner las cosas en su sitio yo solo.

-Creo que necesito hablar con alguien que no me conozca… - digo de manera espontánea – alguien a quien no le condicione el tenerme cariño… - la observo, me mira expectante y asiente con la cabeza –

-No te voy a mentir… - sonríe de medio lado – mi hija tiene posters tuyos en su habitación – sonrío – pero no quiero que eso te condicione a la hora de contarme lo que quieres contarme… - asiento – no te conozco, hagamos como que no sé nada de ti… - sonríe amablemente para hacer que me sienta cómodo – hay algún hecho en concreto que te haya hecho venir hasta aquí?

Trago saliva. Supongo que debo contarle ahora la razón por la que estoy aquí. La razón por la que hace unos días consideré la posibilidad de ponerme en manos de un profesional tras hablar con Alejandro.

-Hace un mes y pico ocurrió algo… - veo como coge un papel y comienza a apuntar – que ha hecho que me cueste mucho continuar con mi vida… - asiente – supongo que ya lo sabes…

-Recuerda que lo que quiero es que tú me lo cuentes… - dice con voz suave –

Aparto la mirada y observo la habitación. Dos grandes ventanales me hacen ver parte de Madrid. La ciudad es ruidosa, pero aquí apenas se escucha. Una estantería llena de libros adorna de forma hogareña la estancia. Es entonces cuando vuelvo a dirigir mi mirada hacia esa señora que tendrá unos 50 años, quizá algunos menos. Me observa, como escrutándome, esperando a que hable, sin hacer ni un solo gesto que me haga sentir incómodo.

-Hace unas semanas estuve en el atentado de la estación… - me arranco a decir por fin – supongo que, desde entonces, y a pesar de tener muchos momentos en los que he estado bien… - suspiro – noto que no soy el de antes…

-Y cómo es ser el de antes? – pregunta de manera retórica tras apuntar algo en la libreta –

-Pues… - resoplo – he sido siempre positivo… - asiente – alegre… - asiente de nuevo – nunca había estado tanto tiempo con esta sensación…

-Qué sientes? – pregunta dejándome tiempo para contestar –

-Siento… - me quedo callado, no sé encontrar las palabras – no sé muy bien cómo expresarlo… - me mira atenta y comienzo a ponerme algo nervioso – siento que no soy capaz de gestionar lo que me ocurre… - asiente apuntando en la libreta – en muchas ocasiones siento ansiedad… temor… como que pierdo el control de mis pensamientos - me mira – duermo mal por las noches… tengo pesadillas… - suspiro – revivo muchos momentos de ese día... y hay veces que me despierto pensando que estoy allí…

Se hace un silencio en la habitación. Esa mujer me observa, me siento muy observado en este momento, tanto, que no puedo evitar apartar la mirada.

-Vale… todo eso está haciendo que dejes de lado tu trabajo, tus amigos…? – pregunta dándome pie a la respuesta –

-Bueno, no tengo un trabajo normal ahora mismo… - río nervioso – pero digamos que no me siento capaz de poner en marcha todos los proyectos que se quedaron estancados ese día…

-A qué te refieres con que se quedaron estancados? – pregunta interrogante –

-Dos semanas después de aquello yo tenía que dar un concierto… - resoplo – era la primera vez que daba un concierto ante tanta gente… - niego con la cabeza – lo suspendí porque no me sentía con fuerzas…

-Y te sientes mal por eso? – pregunta mirándome –

-Bueno… - carraspeo – creo que lo que de verdad me hace sentirme mal es que no sé si voy a poder retomar todo eso que tenía planeado… - me mira con el ceño fruncido – al menos no ahora…

-En qué crees que puedo ayudarte Álex? – pregunta mirándome intensamente –

-Eh… - dudo un poco por la pregunta – supongo que en hacer que mi cabeza entienda y asimile algunas cosas… - me mira extrañada – quiero decir que… - carraspeo – creo que yo solo no puedo… - asiente lentamente – todo eso ocupa mi mente la mayoría del tiempo… y no me deja centrarme en otras cosas…

-Ajá… - asiente dejándome seguir, aunque no tengo intención de hacerlo – comencemos desde el principio, te parece? – asiento –

Tras 2 horas allí, hablándole sobre mi familia y mi relación con ellos, quedamos en que la semana que viene tendremos otra sesión. Al salir de allí, tengo una sensación extraña. La sensación de no haber contado lo que quería contar, de no haberme desahogado en exceso. Alejandro me advirtió que Clara es una psicóloga diferente. Intenta buscar la raíz del problema desde el principio, sin centrarse en un hecho concreto. La verdad es que ha sido agradable hablar con ella, aunque me haya dejado un poco descolocado por su forma de llevar la sesión.

Al llegar a casa, dejo las llaves sobre el recibidor y me quito la chaqueta. Danka me recibe contenta. Vivir en casa de Malú, con llaves propias, es algo que también me ha descuadrado un poco, pero, la verdad, necesito tenerla cerca. De las pocas cosas que me hacen sentirme mejor es saber que compartimos algo más que una relación. Hemos comenzado a vivir juntos, eso son palabras mayores. No me ha resultado precipitado, pero, si lo pienso, mi vida ha pegado un cambio muy grande desde hace un mes.

-Cómo ha ido cielo? – pregunta dándome un beso y sentándose en el sofá –

-Bien supongo… - digo no muy convencido –

-No pareces muy convincente… - dice mirándome algo preocupada – te sientes mejor?

-No sé… es raro… - digo rascándome la cabeza – voy a pegarme una ducha vale?

-Vale…

Camino por el pasillo hasta subir las escaleras. Sé que se ha quedado preocupada, pero, la verdad, no me apetece dar muchas explicaciones. Me siento raro. Como distante. Desde nochevieja, las cosas han cambiado un poco, pero sigo con esa sensación de inquietud, de no saber muy bien qué hacer ni cómo comportarme. Estoy como perdido. Tras hablarlo con Malú, y tras comentarlo con Alejandro, decidí acudir a Clara para realizar terapia. No espero que todos esos pensamientos se vayan de mi mente de un plumazo, pero tampoco esperaba tener esta sensación de incertidumbre. El agua cae sobre mi cuerpo haciendo que, por un segundo, se vayan de un plumazo las preocupaciones que asaltan mi cabeza.

Al salir de la ducha, me encuentro a Malú en la habitación que, nada más verme, disimula como si estuviera buscando algo en la mesita de noche. Sonrío sin poder evitarlo. Se preocupa por mí, eso es un hecho, y yo lo agradezco, aunque ahora mismo me apetezca poco hablar. Sin decir una palabra, se sienta en la cama, sin mirarme, abriendo los cajones, mientras sigue disimulando. Decido acercarme a ella y, sin mediar palabra, dejo un beso cariñoso en su pelo y acaricio su cara. Me mira por un instante y sonríe como si se hubiera quitado un peso de encima.

-Estás bien? – pregunta algo temerosa –

-Estoy raro… - digo vistiéndome – pero se me pasará, no te preocupes…

-Quieres hablar? – pregunta mirándome –

-No – respondo sin mirarla – podemos hacer algo para que me despeje? – digo con tono de súplica –

-Cla… claro… - tartamudea – te apetece pasear con Danka y Dandy?

-Me encantaría – digo de forma sincera mirándola –

Me sonríe brevemente y sale de la habitación, supongo que para preparar a los perros mientras me visto. No me sale otra manera de comunicarme que no sea con frases cortas. No quiero hablar, lo que quiero es dejar de tener esta sensación de pesadez que tengo desde que he vuelto de hablar con Clara.

Mientras paseamos por el parque, recuerdo las veces que hemos paseado por aquí. Lo hacemos en silencio. Recuerdo aquel día tras el incidente en casa de Alejandro, cuando se podría decir que nos reencontramos. Fue aquí, es como si este parque fuera el lugar donde empezó todo. Sin decir nada, y mientras Danka y Dandy corretean felices mientras caminamos, la agarro cariñosamente de los hombros y la pego a mi cuerpo mientras caminamos. Noto que va a hablar, pero me adelanto.

-Sé que no estoy muy hablador, pero no quiero que estés preocupada…

-Claro que me preocupo – dice tras soltar un suspiro – no me gusta verte así…
-Encontraré la forma de dejar de estar así… - digo con un tono de convencimiento que me sorprende –

-Es que tengo la sensación de que no puedo ayudarte en nada… - dice con cierto tono de frustración – sino que lo que hago es molestarte…

-Oye… - me detengo en seco y hago que se ponga frente a mí – no digas eso ni de broma… - digo agarrándole las manos – pensarás que no es así, pero me estás ayudando mucho Malú…

-Pues no sé cómo… - dice incrédula apartando la mirada –

-Haces que no me sienta solo… - digo sincero – haces que me distraiga… - me mira con el ceño fruncido – y haces que me sienta mejor cuando me miras… - sonríe algo avergonzada – no hace falta que hablemos para que sepa que estás aquí… - digo de manera sincera – no se explicarte exactamente lo que me pasa Malú… - suspiro volviendo a caminar, agarrándola de nuevo por los hombros – ni siquiera he sido capaz de explicárselo a Clara… - resoplo algo frustrado – tengo la sensación de no haberme desahogado y, a la vez, de no tener ganas de hacerlo…

-Luego dicen que las mujeres somos complicadas… - dice espontáneamente haciéndome sonreir – puedo hacer algo?

-Lo que haces es justo lo que necesito Malú… - digo acariciando su pelo – siento mucho estar así, sabes que voy a días, y hoy no es un buen día… - suspiro – al final vas a cansarte de mí…

-Sabes que eso no es verdad… - dice rápidamente – solo que a veces me frustra no saber qué hacer…

-Para no saber qué hacer… lo haces muy bien… - digo sincero –


Noto como me mira y, mientras caminamos, me agacho hasta llegar a sus labios. Un tierno beso en los labios, sin más pretensión que mostrar agradecimiento y amor. Estoy enamorado de ella y ese sentimiento tan puro es un halo de esperanza para mí en este momento. Siento que puedo tener ratitos de felicidad durante el día gracias a ella y a eso me estoy agarrando. Porque el resto del día mis pensamientos son oscuros, nada claros, y me asustan. Me asusta pensar que esto se va a prolongar en el tiempo. No puedo permitir que lo haga. No puedo permitir que esta sensación me impida vivir. Y, sobre todo, no puedo permitir que esto haga que lo nuestro, eso que tanto nos ha costado conseguir, se estropee.

lunes, 29 de mayo de 2017

CAPÍTULO 118: DÍAS QUE PASAN A LA HISTORIA

Al llegar a Algeciras, la brisa del mar me da de lleno al bajar del coche. Es fría, propia del invierno, pero agradable. No siento frío, siento paz, mucha paz. Miro hacia la casa, una casa con dos plantas, parece grande. Espero a que Malú camine para ir tras ella. Su madre suelta algunos grititos quejándose del dolor de piernas que tiene y me hace reir al ver que mi madre hace el mismo comentario y se ríen juntas.
  
Camino al lado de Malú hasta llegar a la puerta. La abre y pasamos dentro de la casa. Parece una casa antigua reformada, alcanzo a ver el típico patio de las casas andaluzas y unas escaleras que imagino suben al piso de arriba. Nada más entrar, la madre de Malú se pone a pegar voces diciendo que ya hemos llegado, que donde están esas gambas que tenemos hambre. Entre risas, veo aparecer a su padre, que se abraza a Malú nada más verla. Me quedo mirándoles un segundo y aparto la mirada como temeroso de haber podido interferir en un momento tan íntimo. Mis padres saludan al suyo, mi padre con una efusividad contenida. Sonrío hasta que Pepe me mira y se acerca para darme un abrazo muy sentido.

-Qué alegría que estéis aquí – dice de manera sincera –

-Gracias por invitarnos Pepe – digo de manera cortés –

-Qué gracias ni qué ná! – exclama – anda pasad…

Al pasar, en el salón, veo a gente que no conozco, intento sonreir de manera sincera, aunque me siento un poco incómodo con tantos ojos mirándome. Al fondo, un sonriente Alejandro se acerca a mí. Me sorprendo al verle, aunque recuerdo que Malú me había dicho que venía.

-Qué pasa compadre? – pregunta cariñoso dándome un abrazo – os estábamos esperando…

Sonrío agradecido antes de pasar a todas las presentaciones. He perdido la cuenta de todos los primos que me ha presentado Malú. Veo varias caras conocidas que ya conozco, amigos de la familia que también se dedican a la música, pero en su gran mayoría, son gente que no he visto nunca.

Observo a mi hermana que parece haberse quedado petrificada tras el saludo de Alejandro. No puedo evitar reirme al ver su cara.

-Es él… - dice mi hermana en voz baja con tono de admiración mirándole –

-No te había dicho que era mi compadre? – digo con voz chulesca – anda, cierra la boca que se te nota…

-Hermanito… - me agarra de los hombros – definitivamente has hecho muy bien eligiendo a tu novia…

-Compórtate vale? – digo temeroso de que pueda ponerse a pedir autógrafos a diestro y siniestro –

-Por quién me tomas? – dice haciéndose la ofendida –

Sonrío agradecido y sigo a Malú que me guía hasta uno de los sofás. La tarde pasa rápido y enseguida comienzan los preparativos para la cena. Cada vez llega más gente, es posible que seamos unas 50 personas cenando aquí hoy. Y parece que todas esas personas están invitadas porque de verdad son de la familia, no por azar ni por aparentar, da igual que no sean familia de sangre.

Durante la cena, y tras muchos brindis y conversaciones con varias personas a las que no conocía hasta esa noche, hay un momento en el que pierdo de vista a Malú. Su madre, nerviosa, se afana en repartir uvas a diestro y siniestro. Probablemente habrán terminado con todas las existencias del supermercado de turno para abastecernos a todos los que somos. Me levanto de la mesa, dejando sentados a mis padres y mi hermana a mi derecha, que ya se ha destensado y se comporta como una persona normal.

-Jose, donde está tu hermana? – le pregunto encontrándomelo en el pasillo –

-Ni idea, hace 10 minutos que no la veo y mi madre ya se está poniendo de los nervios… - dice de forma divertida – igual está en la terraza, tráetela que faltan 20 minutos y mi madre es muy supersticiosa… - me quedo mirándole mientras me rio – si no nos tomamos las uvas todos juntos, ya dice que vamos a tener mala suerte o algo así.

Sonrío y me dirijo hacia la terraza, la puerta está entreabierta. Al entrar, la veo apoyada en la barandilla, con el humo de un cigarro a modo de escudo protector.

-Qué haces aquí? – pregunto como si nada, apoyándome a su izquierda, en la barandilla –

-Joder… - da un pequeño respingo – qué susto me has dado…

-Anda trae… - le cojo su cajetilla de tabaco y robo un cigarro – qué vistas tiene esto… - digo mirando al frente, donde se divisa la playa, con el mar oscuro, casi imperceptible – Es como estar mirando al infinito… - digo encendiéndome el cigarro – no se ve el horizonte

-Ya… - dice algo pensativa – estaba un poco saturada de toda la gente… - gira su cabeza hacia atrás – necesitaba despejarme…

-Y pensar? – digo con cierta intención –

-Algo así… - responde algo incómoda –

-Es un buen momento para pensar… - doy una calada – cuando no estoy muy borracho, suelo hacer lo que has hecho tú en las noches de fin de año… - me mira – aislarme 5 minutos y hacer una especie de balance…

-No tanto como balance… - niega con la cabeza – no crees que en este último mes han pasado demasiadas cosas?

-Demasiadas… - miro al mar – difíciles de asimilar…

-Necesitaba pararme unos segundos… - dice apoyándose de nuevo en la barandilla – muchas cosas demasiado deprisa… - me mira – nunca había traído a nadie a casa en un día como hoy… - baja la cabeza algo avergonzada –

-No te arrepientes no? – pregunto con media sonrisa –

-Claro que no… - sonríe sin mirarme – pero ha sido un final de año demasiado intenso… - suspira – y me ha dado por pensar y se me ha puesto un nudo en la garganta pero… - traga saliva – no quería ponerme a llorar delante de todos…

-Oye… - chasqueo mi lengua – no pienses demasiado anda… - me pongo detrás de ella y la envuelvo con mis brazos –

-Ya… ya lo sé… - se acomoda entre mis brazos – antes, durante el viaje… - asiento – has hablado con Tere verdad? – sonrío –

-Si… - suspiro – estaba igual de pensativo que tú ahora mismo… - beso su mejilla tiernamente –

-Y qué te ha dicho para que dejaras de tener la sensación de no tener ganas de nada? – pregunta con cierto tono de cansancio –

-Sube un brazo – le ordeno –

-Qué? – pregunta extrañada volviéndose hacia mí –

-Hazme caso… - le digo sonriendo –

Me obedece a regañadientes. La observo sonriendo y pone los ojos en blanco, esperando a que le diga a qué viene eso.

-Lo sientes? – digo mirando su mano mientras me mira extrañada – el viento te está rozando, a veces se nos olvida, pero siempre es así… - mira su mano algo extrañada – yo también lo siento… - elevo mi brazo y junto mi mano con la suya – lo sentimos porque estamos vivos…

-Ay Álex… - se queja haciendo un mini puchero y luego arranca a reir –

-Puede que mañana esté igual de pensativo que hoy… - suspiro – puede que mañana vuelva a tener la sensación de no saber encajar todo lo que ha pasado… - la miro – y puede que el viento me pueda rozar en cualquier sitio y en cualquier momento… - llevo su mano a mi boca y le doy un tierno beso – pero no se me ocurre un sitio mejor que contigo…

-La madre que te parió… - dice tras un silencio, abrazándose a mí – no te pongas tan moñas que me voy a poner a llorar…

-Jajajaja – río – a veces se me olvida que lo que más deseaba en este mundo era estar contigo… - hago que me mire – y me da rabia que hayamos empezado así, pero aquí estamos… - acaricio su pelo – donde quería y con quién quería… - me mira algo emocionada – y te prometo que, poco a poco, todo irá asentándose…

-No quiero que pienses que no comprendo que a veces estés como… - hace una pausa – ausente… - voy a hablar pero me corta – claro que lo entiendo, yo también lo estoy… cuando pienso en ese día es imposible que pueda estar como si nada… - suspiro – lo intento, porque sé que necesitas sentirte comprendido y, a la vez, que alguien te ayude…

-Probablemente yo no estoy haciendo eso contigo – digo con sentimiento de culpa por no haberme preocupado demasiado por su estado de ánimo –

-Tú estás más tocado que yo… - dice con tono comprensivo – solo quiero que sepas que sé lo que sientes vale? – me acaricia la cara – y que no tienes que callártelo, que puedes contármelo…

-Lo sé… - sonrío enternecido – ven aquí… - la abrazo con todas mis fuerzas mientras ella me corresponde – todo va a ir bien vale? – digo con tono dulce –

-No quiero estropearlo… - dice entre leves sollozos –

-Estropearlo por qué? – digo sorprendido –

-Me da miedo que a veces estés así… y no saber qué hacer - frunzo el ceño - No quiero perderte otra vez Álex… - dice con tono emocionado –

-Y por qué crees que va a pasar eso? – deshago el abrazo para mirarla – no te vas a deshacer de mí tan fácilmente… - digo en tono de broma haciendo que sonría – te acuerdas de lo que te dije ese día en el hospital? – me mira algo extrañada – lo sigo pensando… - sonrío – y lo voy a seguir pensando toda mi vida… - me mira intrigada – eres lo mejor que me ha pasado…

-Aggg… - se queja mientras se abraza a mí con algo de rabia – deja de hacer eso que voy a llorar joder!

-Jajajaja! – carcajeo – te quiero… - susurro pegado a su oído –

-Y yo a ti… - susurra abrazada a mí –

-Ejem… - escucho un carraspeo a mi espalda – siento romper el momento pero Pepi está a punto de estampar las uvas en la televisión… - veo a Alejandro en la puerta, mirándonos enternecido – faltan 5 minutos para las uvas…

-Jajaja – escucho a Malú reírse – ya vamos Ale… - dice haciéndole un gesto –

Alejandro nos mira sonriendo y vuelve a entrar en la casa. Malú me mira y me planta un beso en los labios, tierno, lento pero breve, cargado de sentimiento.

-Vamos? – señala con la cabeza hacia la puerta – mi madre te puede poner la cruz para siempre como no nos tomemos las uvas con ella…

-Vamos vamos… - digo fingiendo nerviosismo haciendo que se ría –

Al volver al salón, todos nos miran con gesto tierno. Mi madre me mira interrogante y le hago un gesto para que no preocupe.

-Por Dios Malú! – exclama su madre al vernos – que me va a dar un infarto aquí, que mira qué hora es!! – señala a la tele –

-Qué exagerada eres mamá… - dice riéndose cogiendo el montón de uvas de nos deja a cada uno – ya estoy aquí… - dice de manera cariñosa abrazándola y dándole un beso en la frente –

-Bueno, ahora sí… - dice su madre mirándome medio sonriente – que da muy mala suerte no tomarse las uvas…

Malú me mira sonriente y les hace un gesto a mis padres para que se sitúen cerca de la enorme pantalla que ha montado Pepe. Es la primera vez que me voy a tomar las uvas con una pantalla gigante, como si estuviera viendo el fútbol.

-Callarse! – grita Pepi – que viene el carillón! – grita emocionada –

-Jajajaja – no puedo evitar reirme –

Comienzan los cuartos entre risas y miradas. Miro a mis padres, plantados a mi derecha, con una amplia sonrisa en la cara. Mi hermana me guiña un ojo justo antes de comenzar las campanadas. Al comenzarlas, vuelve a pasar lo que pasaba cuando éramos pequeños. Cuando, hace años, nos tomábamos las uvas juntos, casi no podíamos tragárnoslas de la risa que nos daba mirarnos en esa situación. Río sin poder abrir la boca y veo como Malú se contagia.

-Mmmmm – exclama mi hermana a punto de escupir -

-Te vas a ahogar! – grita Pepi hacia su hija con la boca llena de uvas –

-Jajaja – río casi sin poder abrir la boca –

-No puedo! – exclama Malú muerta de risa –

Cierro los ojos para concentrarme y, con cada campanada, introduzco una uva más, aun pensando que es imposible que quepa alguna más en mi boca. Con los carillos llenos, con la última campanada, abro los ojos y veo a Malú mirándome, sonriendo como puede, con la boca llena igualmente. El estruendo y los gritos de alegría al terminar las campanadas, nos envuelven, pero yo sigo mirándola durante unos segundos. Acabo de decidir que todas mis nocheviejas a partir de ahora, quiero que sean así, con ella siendo lo último que veo durante el año y lo primero que veo en el año nuevo. Con las uvas todavía en la boca, nos abrazamos de manera sentida pero divertida.

-Feliz año cariño… - digo intentando no atragantarme –

-Feliz año… - dice dándome un beso en los labios, con sabor a uva –

Nos quedamos mirándonos un segundo, justo el tiempo que tarda Pepi en agarrar a su hija para achucharla un rato. Sonrío y me giro hacia mis padres y mi hermana. Mi madre, algo emocionada, es la que se lanza a abrazarme.

-Ay mi niño… - dice con tono emocionado – cuánto te quiero…

-Y yo a ti mamá… - digo intentando no emocionarme –

Abrazo a mi padre de manera sentida, sabiendo que ese abrazo significa muchas cosas, tantas, que sería incapaz de describirlas. Y mi hermana nos observa tras abrazarse a mi madre y me mira con esa mirada que no suele poner, pero que, cuando la pone, es totalmente sincera. La mirada de emoción, sin bromas, sin risas, pura y exclusivamente sentimental. Nos abrazamos con ganas. Me ha encantado retrotraerme años atrás durante las uvas, cuando celebrábamos el año nuevo juntos. Me ha encantado recordar, por si se me había olvidado, que mi hermana es uno de los pilares más importantes de mi vida. Me ha encantado saber que entre nosotros sigue habiendo esa complicidad tan nuestra, que fue naciendo poco a poco, cuando fuimos madurando los dos. Todos esos sentimientos se agolpan en mi pecho hasta llegar a mi garganta y siguen subiendo hasta mis ojos. Sin deshacer el abrazo, noto mis ojos llenarse de lágrimas. No deshago el abrazo ni mi hermana tampoco. Nos balanceamos lentamente, sin decirnos nada. Sé que para ella también es un momento especial. Para mí, más que especial, es un momento de paz. La paz que da el saber que tengo a mi lado a la gente que quiero y siendo consciente que eso podría haberse truncado hace unas semanas.

Me separo algo emocionado y mi hermana se afana en llevarse las manos a los ojos de manera cuidadosa, para no llevarse toda la pintura. Río algo nervioso e intento recomponerme. Noto una mano removerme el pelo de manera cariñosa. Al girarme, Alejandro me mira algo emocionado pero sonriente. Me abrazo a él de forma efusiva.

-Feliz año compadre… - me susurra –

-Feliz año… - acierto a responder –

Los abrazos se suceden, uno detrás de otro, hasta llegar a Pepi, a esa mujer tan efusiva, tan a punto de enloquecer siempre, pero que tiene esa mirada serena que tantas veces he visto en Malú. Me abraza sin decir nada, no es necesario, lo hace con tanto cariño que sobran las palabras.


Su hermano espera paciente hasta que su madre termina deshaciendo el abrazo algo emocionada, intentando disimular y dándose la vuelta haciendo aspavientos con las manos hasta que se pone a canturrear. Así es ella y así es Malú, no hay duda de que son madre e hija. Jose me abraza con mucho cariño, dándome palmadas en la espalda, hasta que, tras el abrazo, descubro a Pepe esperando para abrazarme. Su padre, el anfitrión, me abraza de la manera más sentida posible. Tampoco habla, tampoco dice nada, es como si cualquier palabra que se dijera, no mejorase en nada ese abrazo.

martes, 23 de mayo de 2017

CAPÍTULO 117: HADA MADRINA

La nochevieja es quizá el día de Navidad que más me ha gustado siempre. No tiene implicaciones emocionales como la Nochebuena, ni como el día de Navidad. Para mí, siempre ha significado pasar página. Eso es justo lo que necesito. Mi estado de ánimo está en standby por así decirlo. No estoy peor, quizá diría que un poco mejor. Estos días en casa con Malú me han hecho distraerme mucho. Se empeña en hacerme sentir bien y eso se agradece. Está tirando de mí justo cuando más lo necesito. Digamos que es lo que se espera de una pareja. Que cuando estás hecho trizas, ella recomponga todas esas piezas que se han roto y que parece que tú no eres capaz de juntar.

Una de las cosas que ha hecho, y estoy seguro que ha sido para que me encuentre mejor, es invitar a mis padres y a mi hermana a Algeciras, a casa de su padre, donde todos los años celebra el fin de año. Mis padres han aceptado a regañadientes, nunca les ha gustado molestar, pero ya se ha encargado ella de transmitir los deseos de su padre y los de toda su familia. Quieren que estemos allí. Es como una especie de catarsis supongo. Tere también estaba invitada, pero no está en condiciones de viajar por el momento, está en casa, tranquila, con sus hijos, que se están volcando con ella. Sorprendentemente, tiene mejor estado de ánimo que el mío. Incluso sus hijos me han dicho que, en ocasiones, parece que es como si no hubiera pasado nada. Es curioso, ella ha estado a punto de morir y yo apenas sufrí algún rasguño… y, por dentro, estoy peor que ella. Eso me hace sentirme todavía peor.

Mis amigos, incluído Fran, que ya está también en casa, han acordado quedar otro día antes de acabe la Navidad para, por lo menos, celebrar que, un año más, estamos todos juntos. Algunos tenían compromisos y otros, como Fran por ejemplo, preferían un fin de año en familia. Le entiendo perfectamente. Así que mi plan para este fin de año es pasarlo con mi familia. Hace años que no celebro la nochevieja con ellos. Incluso me ha sorprendido que mi hermana posponga todos esos compromisos que tiene con medio mundo para venirse con nosotros a Algeciras.

Hoy estoy tremendamente pensativo, más que en los días anteriores. Hoy se acaba un año repleto de miles de emociones, tan intensas como distintas entre sí. La mejor opción que hemos encontrado es ir en coche. Creo que no estoy preparado para ir en tren y no me apetece nada coger un avión. Así que Malú ha decidido venir con nosotros y su hermano, su madre, Vero y su hija, van en el coche que nos sigue. He querido conducir yo, pero Malú se ha empeñado en hacerlo ella. Así que, en el asiento del copiloto, miro por la ventana mientras escucho la música que suena de fondo. Mi hermana ha caído rendida durmiendo pegada a la ventanilla de atrás. Ayer se pegó un fiestón con sus amigos, como no podía ser de otra manera. Mi madre y mi padre hablan en voz baja y, de vez en cuando, cruzan alguna palabra con Malú, que me mira de reojo mientras está concentrada en la carretera.

Miro por la ventanilla sin saber muy bien en qué pienso, es como si tuviera la mente en blanco y, a la vez, llena de pensamientos que se abalanzan sobre mí. Apenas he articulado palabra desde que hemos salido de Madrid. Tras dos horas de viaje, Malú se detiene en una estación de servicio, seguida del coche de su hermano. Bajamos a estirar las piernas, aunque mi hermana parece una auténtica zombie, con una pinza recogiéndole el pelo como único complemento.

Camino alejándome de la estación de servicio, con un cigarro en la mano recién encendido, mirando los coches pasar por la autovía. El frío se mete por dentro de mi chaqueta, pero no me importa, incluso me tranquiliza. Noto una mano sobre mi hombro y reconozco la voz de Malú a mi espalda.

-Quieres un café? – dice con voz suave –

-Ahora voy… - respondo con una sonrisa agradecida –

-Quieres que te espere dentro? – pregunta mirándome con gesto preocupado –

Asiento como única respuesta. La veo alejarse un tanto cabizbaja y el sentimiento de culpabilidad me invade. Resoplo y vuelvo a mirar hacia la carretera. Debería estar feliz, ilusionado por pasar la noche de fin de año con la gente que quiero. Pero no sé por qué, no puedo ni tan siquiera sentir una pizca de ilusión. Hoy es un mal día, sin duda alguna.

Dicen que las hadas madrinas no existen, pero yo tengo una. Una que, aunque esté a muchos kilómetros de distancia, sabe cuando necesito que me diga lo que tengo que escuchar. Mi móvil suena y en la pantalla veo el nombre de Tere. Resoplo y cierro los ojos sabiendo que va a notar mi mal estado de ánimo, así que decido fingir.

-Hola Tere – digo fingiendo estar animado –

-Hola! – responde de manera vital – estás ya en Algeciras?

-No, hemos parado en una estación de servicio – digo mirando hacia la puerta –

-Uy, y ese tono de voz? – alzo una de mis cejas, ni siquiera por teléfono puedo mentirle – estás cansado?

-No no… - me apresuro en contestar –

-Venga, suéltalo… - dice dejándome sorprendido – fíjate que sabía que tenía que llamarte…

-Joder Tere… - respondo resoplando – cómo puedes conocerme tanto? – escucho como se ríe al otro lado del teléfono – hoy estoy muy pensativo – digo sin pensar –

-Ajá… - responde como asintiendo – y a qué conclusión has llegado con tus reflexiones?

-A ninguna porque hoy estoy como bloqueado… - digo de manera sincera mientras le doy una calada a mi cigarro –

-Sabes que hoy es un día único? – dice haciéndome levantar una ceja – es la última nochevieja que vives con 33 años, no va a haber otra así – dice convencida dejándome sin palabras – y encima tu suegro te ha invitado a su casa, no solo a ti, sino a tu familia – suspira – no estás obligado a tener un buen día, pero tampoco estás obligado a no disfrutarlo.

-Ya lo sé Tere… - digo desganado –

-Estás en la calle? – pregunta –

-Si – respondo extrañado –

-Tira ese cigarro y levanta la mano arriba, bien abierta – dice convencida –

-Como cojones sabes que estoy fumando? – digo mirando alrededor como si pensara que está viéndome –

-Conozco esas caladas… - dice riéndose – vamos, hazme caso…

Obedezco sin saber muy bien por qué. Tiro el cigarro a medio fumar y levanto mi mano mirando alrededor, con vergüenza por si alguien me ve.

-Lo sientes? – pregunta –

-El qué? – pregunto extrañado –

-El viento rozándote – dice con tono pausado – la vida te pasa alrededor, el viento intenta empujarte, mientras tú estás pensativo sin sacar una conclusión – siento un nudo en la garganta – sabes que últimamente me encanta sentir el viento? – se ríe – mis hijos dicen que me voy a poner enferma porque salgo a la terraza cada dos por tres para sentirlo… - suelta una risilla – probablemente estoy loca, pero es mi forma de saber que estoy viva…

La escucho mientras bajo mi mano y la miro, algo extrañado. No sé qué acaba de pasar, pero acabo de sonreir.

-No te olvides de que estás vivo Álex… - dice convencida – el viento no te va a empujar para que camines, pero puede ayudarte a que lo hagas… a que no olvides que estás vivo… - vuelvo a sentir ese nudo en la garganta – siéntelo… es una sensación preciosa…

-Tendrías que ser escritora Tere… - digo riéndome notando como mi garganta me avisa que estoy llegando al punto máximo de una emoción incontenible –

-Entra en esa estación de servicio y plántale un beso a tu novia, que pareces tonto… - dice con tono de madre – y disfruta hoy, disfruta de poder vivir lo que estás viviendo Álex… - carraspeo – cada momento es único, no te olvides de eso…

Miro hacia la puerta y veo a Malú salir y encenderse un cigarro. Sigue cabizbaja. No puedo seguir con la sensación de estar haciendo que hoy sea un día feo.

-Hazme caso Álex… - río sin querer – vaya! Lo he conseguido!

-Eres mi pepito grillo… - digo riéndome –

-Lo sé… - responde sobradamente – y ahora ve con tu familia y deja de querer estar solo… lo único que consigues es meterte en un bucle que no tiene fin… - no respondo, solo dirijo mi mirada de nuevo hacia Malú, que rodea la estación de servicio dando pasos cortos, también pensativa – y no fumes tanto joder… - río – hablamos el año que viene y espero que tu tono de voz sea distinto.

-El año que viene… - digo sonriendo –

-Si Álex, porque este año se acaba hoy, recuérdalo… - sonrío agachando la cabeza – y empieza uno que te va a traer muchas cosas buenas, ni te las imaginas… - niego con la cabeza algo emocionado – dale un beso a Malú de mi parte, pero sin lengua vale?

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada –

-Así me gusta… - dice triunfante – feliz año Álex…

-Feliz año Tere… - digo de nuevo con un nudo en la garganta –

Al colgar, camino hacia Malú que me observa ir hasta ella. Pone cara de algo de sorpresa al ver que sonrío tenuemente. Al llegar hasta ella, agarro su cara con las dos manos y le planto un sonoro beso en la boca.

-Y esto? – me mira sorprendida y sacando una sonrisa –

-Que te quiero y hoy no te lo había dicho… - digo mirándola sonriente mientras me mira sorprendida – anda, vamos dentro…

-Espera… - me mira extrañada – eres bipolar verdad?

-Algo así… - digo riéndome - 

CAPÍTULO 116: SOPLA LAS VELAS

Hoy me he despertado con una sensación extraña. Cumplir 33 años es algo que hace algún tiempo no me hubiera hecho ninguna gracia. Hacerse viejo es algo difícil de asimilar. Pero hoy, hasta debo dar las gracias por poder cumplirlos. Soy consciente de que podía haber muerto con 32, casi como Jesucristo. Sonrío agitando la cabeza ante ese pensamiento tan absurdo.

Malú no está en la habitación, pero he escuchado movimiento abajo. Anoche, muerta de sueño, esperó a que llegasen las 12 de la noche y así ser la primera en felicitarme. Como yo aquel día en el que nos volvimos a encontrar después de nuestro primer encuentro íntimo.

Me levanto de la cama y miro el móvil. Son las 11 y ya tengo incontables felicitaciones, de gente que conozco y de gente que no pero que se han convertido como si fueran de mi familia. Los fans es algo en lo que no pensaba cuando comencé en esto, pero ahora son un estímulo, ahora son algo tan importante que ni siquiera sabría explicarlo. Incluso fans de Malú me están felicitando con un cariño tremendo. Escucho pasos por las escaleras y decido hacerme el dormido.

-Dormilón… - escucho susurrar dejando algo sobre la mesa – Álex… - dice con un tono alegre pero en voz baja, mientras siento que se arrodilla a mi lado en la cama – feliz cumpleaños cariño… - susurra en mi oído –

No puedo evitar sonreír, pensaba fingir que estaba dormido pero no he podido. Abro los ojos y la veo con el pelo recogido con una pinza, cayéndole un par de mechones por delante, mirándome con una amplia sonrisa.

-Mira… - se gira y veo que ha subido una bandeja con el desayuno – ha llegado el servicio de habitaciones…

-Malú… - digo con ternura – y esto?

-Creo que no hay nada mejor para empezar el día de tu cumpleaños que desayunar en la cama… - dice riendo –

-A mi se me ocurre otra manera de empezar el día mucho más… - digo alargando mi mano hacia sus muslos –

-Álex! – exclama riendo haciendo que se tambaleé levemente la bandeja – que se me va a caer el zumo!

-Vale vale… - alzo mis brazos – desayuno en la cama pero luego quiero postre…

-En el desayuno no hay postre… - dice sentándose en la cama – ha llamado mi madre… - coge una tostada – pero no quería despertarte tan pronto…

-Mi suegra me adora… - digo mientras muerdo la tostada –

-No sabes cuánto… - dice sonriendo –

He de reconocer que Malú tiene razón. No hay nada mejor que desayunar en la cama. Pero, al final, me salgo con la mía. Lo mejor del desayuno en la cama es el postre, aunque Malú no lo conciba. Tras un nuevo arrebato de amor y pasión, me tumbo boca arriba en la cama. Me quedo pensativo, a la vez que exhausto. Estos días en los que Malú y yo hemos vuelto a unir nuestro caminos, no he sido yo mismo. Estoy con una mezcla de sentimientos importante. Por un lado, estoy feliz, tremendamente feliz, por estar vivo y por estar con ella. Por otro lado, estoy pensativo, reflexivo, poco espontáneo para lo que yo soy.

-En qué piensas? – dice Malú recostándose a mi lado en la cama –

-En nada… - miento sonriendo de lado –

-Eres muy mentiroso… - dice riendo mirando hacia el techo, como yo –

-Me da rabia… - digo sin querer y noto como se incorpora para mirarme, pero le aparto la mirada – estoy demasiado pensativo estos días…

-Eso es verdad… - dice con tono de querer quitarle importancia – pero es lógico… por qué te da rabia?

-Sabes que no soy así… - digo casi sin querer sacar el tema – hoy por ejemplo, en otras circunstancias, me apetecería reunir a todo el mundo y hacer una pedazo de fiesta… - me mira atentamente – pero no me apetece ver a nadie… - suspiro –

-Y qué es lo que te apetece? – se recuesta en mi pecho –

-Pues que vuelva mi estado de ánimo normal… - se queda callada – tú me conoces… - suspiro de nuevo – sabes que no soy así de… - hago una pausa – triste…

-Triste? – se incorpora extrañada – no definiría tu estado actual como triste…

-Y cómo lo definirías? – pregunto incorporándome un poco –

-Pues… - se queda pensativa – es como cuando a un equipo le meten un gol… - sonrío sin querer – se queda un rato ahí, pensando en lo que ha pasado, bloqueado, pasando el balón sin sentido… - levanto una ceja – hasta que, de repente, dicen “coño, si tenemos que seguir jugando”, y se reponen… - río sin querer por la comparativa – tú estás como dando pases sin sentido… y yo soy como esa aficionada que sabe que su equipo va a volver a jugar como sabe… - me agarra la cara con las dos manos – estoy segura de eso.

-Nunca hubiera dicho que ibas a compararme con un partido de fútbol… - digo riendo –

-No paro de sorprenderte eh? – dice con tono chulesco – pues venga Torres, que tienes que seguir el partido… - dice poniéndose de pie – qué quieres que hagamos hoy?

Me quedo mirándola unos segundos. No sé de donde saca esa vitalidad. Estoy seguro que ella tiene un estado de ánimo similar al mío, pero lo disimula muy bien. O eso o ha entendido mejor que yo lo que significa estar vivo.

-Me gustaría ver a mis padres hoy… - digo poniéndome de pie – pero no sé si querrías venir conmigo a casa de mis padres…

-Los suegros… - dice suspirando – un detalle que había olvidado… claro… - se pone a hablar sola mientras abre el armario – tanto tiempo sin pareja es lo que tiene… - coge un pantalón – este está bien o me arreglo más? – dice enseñándomelo –

Sonrío sin poder evitarlo y me acerco a ella para darle un beso en la boca antes de ir hacia el baño. Necesito una ducha caliente, debe hacer mucho frío en la calle. Normal, es 26 de diciembre.

Tras la ducha, llamo por teléfono a mis padres y quedo con ellos en ir a comer. Les digo que voy a ir con ella y, lejos de sorprenderse, lo toman como algo normal. Como si lleváramos años juntos. Mi hermana comienza a coserme a whatsapps nada más enterarse de que vamos a comer con Malú. Rezo para que no me deje en ridículo sacando miles de fotos en las que, obligatoriamente, Malú tendría que firmar. Autógrafos para ella y para todo el arsenal de amigos que tiene. Es como una relaciones públicas en potencia. Tiene amigos hasta en los lugares más inhóspitos.

-Estás más nervioso que yo – dice Malú riendo abrochándose el cinturón –

-Estoy nervioso porque tengo una hermana que está como un cencerro… - arranco el coche – me ha mandado un audio cantándome una canción tuya. Dice que va a poner música tuya de fondo mientras comemos. – niego con la cabeza mientras la escucho reir –

-Me cae bien mi cuñada… - dice riendo –

-No quiero que te agobies… - digo sincero –

-El que se está agobiando eres tú… - dice con tono comprensivo – me apetece mucho conocerles sin que haya hospitales de por medio – sonrío -  así que deja de pensar cosas raras.

Asiento no muy convencido. Llegamos a casa de mis padres y una sensación de nostalgia me inunda. Cualquiera diría que fue ayer cuando salía de esta casa para ir a la universidad. Y ahora vuelvo a comer el día de mi cumpleaños con Malú. Mi vida es un cúmulo de situaciones surrealistas.
Malú me agarra de la mano justo antes de entrar a mi casa. Mi madre, sonriente, nos recibe efusiva pero contenida a la vez. El abrazo con Malú es especial, lo presencio en silencio y noto un nudo en la garganta que pasa rápido.

-Pasad, estábamos poniendo la mesa – dice mi padre dándome un pescozón cariñoso en la nuca – bueno, la estaba poniendo yo mientras tu hermana y tu madre…

-Paco, para una vez que pones la mesa dios mío… - dice mi madre poniendo los ojos en blanco –

Escucho reir tímidamente a Malú. Bueno, mis padres al menos se comportan de forma normal. Ahí llega mi hermana. Sonriente, me guiña un ojo y pasa olímpicamente de mi para abrazar a Malú que rie sorprendida. Pongo los ojos en blanco, alguna cosa así tenía que pasar. La primera de muchas supongo.

-Hola hermanito – digo fingiendo la voz de mi hermana – qué alegría me da que cumplas años…

-Qué celoso eres… - dice mi hermana deshaciendo el abrazo con Malú, que sigue riendo – feliz cumpleaños tontaco… - dice abrazándome –

Nos sentamos en la mesa, yo lo hago sin perder de vista a Malú, que no pierde esa sonrisa que hace que me parezca que esta cómoda. Respiro tranquilo.

Durante la comida, la televisión está puesta e, inevitablemente, en uno de los informativos se toca el tema del atentado. No puedo evitar soltar la cuchara desganado mientras observo la pantalla. Por el rabillo del ojo, veo a mi madre mirarme con cara de circunstancias.

-Ni de mayores consigo que dejen de ver la tele mientras comen… - dice con tono amable cogiendo el mando –

-No hace falta que la apagues mamá… - digo con tono desganado – me estoy acostumbrando a que me siente mal la comida…

Se hace un silencio un tanto incómodo en la mesa. Mi padre posa su vaso con cuidado sobre la mesa, como no queriendo hacer ruido. Así nos tiramos hasta que mi hermana se levanta, coge el mando y apaga la televisión, bajo la atenta mirada de todos.

-A ver, qué te piensas? – dice mirándome – que no vas a soplar las velas o qué? – dice corriendo hacia la cocina –

Me hace sonreir tímidamente. La más joven y quizá la más sensata. Al momento, aparece con una tarta y un gran 33 en forma de vela sobre ella. Alzo una de mis cejas sin poder evitar sonreir.

-La edad de Cristo chaval… - dice dejando la tarta sobre la mesa – a tu edad, Jesús ya había convertido el agua en vino no sé cuántas veces, y yo todavía estoy esperando a que lo hagas…

Malú no puede contener la risa ante el comentario de mi hermana. Ingeniosa como ella sola. Casi ni recuerdo que casi me joden la comida de mi cumpleaños con esas imágenes de nuevo.

-Qué viejo eres joder… - dice mi hermana mirándome – mira, mira… - señala mi pelo – te acabo de ver una cana…

-Ahí tienes a mi hermana – le digo a Malú – tan amable siempre con su hermano… - digo irónico –

-Eh! – me apunta con el dedo – que sabes que te quiero un huevo, pero negaré haberlo dicho…

Malú nos observa sonriendo, igual que mis padres, que ya han puesto varias copas sobre la mesa para brindar.

-Bueno va… - mi padre saca un mechero del bolsillo – cuanto antes soples, antes nos comemos esta tarta…

Observo la tarta, con las velas encendidas y, como si se tratara de uno de esos momentos en los que te planteas toda tu vida, esos momentos que ocurren en las series o en las películas, en los que, el protagonista, aparece a cámara lenta, con música de violines de fondo, reflexiono. Es mi cumpleaños. Estoy cumpliendo un año más rodeado de la gente más importante de mi vida. Y sí, está Malú entre ellos. La miro un momento mientras me enfoca con su iphone. Pongo los ojos en blanco, no me gusta que me graben, pero prefiero no decir nada.

-Que no se te olvide pedir un deseo… - escucho a mi hermana mirándome, esta vez, con gesto emocionado –

Sonrío mirándola y devuelvo mi mirada hacia las velas. Escucho a mi madre comenzar a cantar el cumpleaños feliz, seguida de mi hermana, mi padre y Malú, que canta bajito, como si no quisiera que nadie la escuchase. La observo un segundo y vuelvo a mirar las velas. Cierro los ojos con media sonrisa. Sé lo que quiero pedir, aunque sé que es un absurdo pedir un deseo al aire. Deseo estar aquí el año que viene con ellos. Es lo único que quiero. Soplo las velas con ganas hasta que veo que se apagan y mi madre comienza a aplaudir, seguida de los demás. Un año más. Con esa cera que acaba de arder, espero haber dejado atrás algunas cosas que, tras varias semanas, todavía me impiden volver a ser el que era.