Me despierto con una sensación de entumecimiento importante,
pero con una paz impropia de estos días. Me he despertado casi todas las noches
asustada al haber soñado que ya no estaba conmigo. Que aquella tarde le había
visto morir delante de mí y no había podido hacer nada. Y ahora, al abrir los
ojos, y verle durmiendo a mi lado, la paz me inunda. No solo es que esté vivo,
es que está conmigo. Lo de anoche es la prueba más fehaciente que, lo que
llegué a sentir hace tiempo, no se había ido, sino que había ido aumentando de
intensidad a pesar de empeñarme en acabarlo. Le quiero. Le quiero más de lo que
he querido nunca a nadie en mi vida. Y es una sensación tan bonita y tan
tremenda que no puedo apartar mis ojos de él. Hasta su forma de abrazarme
mientras duerme es preciosa. Cuando uno duerme, su subconsciente se apodera de
él, así que, incluso en su subconsciente, es capaz de emocionarme.
Me quedo durante unos minutos observándole. Respira
pausadamente y eso me transmite una sensación de comodidad inmensa. Me quiere,
lo sé. Y creo que es la primera vez que estoy segura de eso en mi vida. Creo
que no he estado tan segura de algo así nunca. Y nunca había hecho el amor como
anoche. Nunca, al sentir que lo estábamos haciendo, he tenido ganas de llorar
de tantas emociones, de tantos sentimientos. Nunca había llorado en un momento
así. Le he echado tanto de menos que, cuando ayer me dí cuenta que le podía
haber perdido para siempre, no pude más. Cuando me di cuenta que me podía haber
perdido todos esos sentimientos tan profundos, todos esos sentimientos que uno,
en su subconsciente, intenta encontrar con alguien, me pudo la emoción. Y lo
mejor de todo es que a él también. Es tan cariñoso, ni siquiera sabía que lo
era tanto. Me abruma que lo sea, pero me encanta, me acostumbraré, nadie me
había tratado así. Nadie me había hecho sentirme tan especial, tan única, tan
imprescindible.
Le observo en silencio, pensando en todo y en nada, hasta
que noto como se va despertando. Al abrir levemente uno de sus ojos, le veo
sonreír al verme. Así me quiero despertar todas las mañanas, lo acabo de
decidir. Sabía que yo era una persona romántica, pero no sabía que podía llegar
a ser tan sumamente ñoña. Y me encanta sentirme así, porque es de manera
sincera, no es que me esté obligando a sentirme así, es que me siento única en
este momento. Este momento es único. Como todos los que pienso vivir con él a
partir de ahora. No pienso volver a separarme nunca más de él, he tenido tanta
suerte que sería gilipollas si lo hiciera. Pase lo que pase, quiero estar con
él, y sentir esa idea de una manera tan fija, tan segura, me hace sentirme en
paz.
Al sonreír, me abraza todavía más y no puedo evitar reírme.
-Buenos días preciosa… - susurra con voz de dormido –
-Buenos días guapo... – digo totalmente entregada – has
dormido bien? – le pregunto suavemente –
-Es la primera vez en muchos días que duermo del tirón… -
dice sin abrir los ojos – y es la primera vez en muchos días que me despierto
sonriendo… - dice con los ojos todavía cerrados –
Me parece tan bonita y tan real esa frase. Poder sonreír
después de lo que pasó me parecía casi misión imposible. Pero es posible. Es
posible hacerlo y no sentirse culpable.
-Qué hora es? – pregunta incorporándose un poco y dejando un
beso en mis labios –
-No lo sé… - digo mirándole – y no me importa mucho… - digo
sincera, sonriendo –
-Pfff… - se deja caer de nuevo a mi lado – ni a mí… - dice
sincero – me importa tres cojones la hora que sea, yo me quedo aquí… - se
vuelve a abrazar a mi cuerpo haciéndome reir con ganas – lo único que pasa es
que me estoy meando…
-Jajajaja! – estallo en una carcajada – y yo… - digo
apretando las piernas –
-Se me ocurre una cosa… - dice poniéndose sobre mí de
repente – te llevo al baño… - besa mi cuello – nos duchamos juntos… - resoplo
cerrando los ojos al notar sus besos – y después te preparo una taza de café
bien caliente…
-Mmmm… - susurro sonriendo – y después? – pregunto
pícaramente –
-Y después volvemos a esa alfombra… - dice mirándome alzando
una ceja, con un gesto tan sexy que estoy a punto de lanzarle directamente al
suelo y pasar de todo lo anterior –
-Me parece un muy buen plan… - digo aparentando normalidad –
El sonido del agua de la ducha se entremezcla con su aliento
en mi espalda. Los dos, desnudos, con el pequeño calefactor enchufado para no
morirnos de frío, entramos en la ducha. Veo como el agua cae sobre él, está a
la temperatura perfecta. Me deja espacio para que el agua me englobe por
completo, rozando mi piel suavemente y ofreciéndome el bote de gel. A veces me
he duchado acompañada, pero esta vez es diferente. Es algo que no he hecho con
él nunca, por lo tanto, es otra cosa nueva más. Nos miramos mientras
impregnamos nuestros cuerpos de gel y lo aclaramos con agua. El champú hace que
su pelo se difumine entre tanto jabón. Me encanta mirarle desnudo, no me da
vergüenza hacerlo. Tras aclararnos el pelo, nos quedamos mirándonos unos
segundos hasta que, bajo el agua de la ducha, se acerca a mí, agarrándome de la
cintura y besándome. Gimo al notar el frío de los azulejos en mi espalda, pero
no pienso moverme de ahí. Me alza los brazos hacia arriba, dejando besos por mi
cuello, bajando a mis pechos, y volviendo a subir. No necesito apenas
preliminares, no necesito nada más.
Agarra mi pierna izquierda por el muslo y me hace elevarlo
para cruzarlo por su espalda y pega su pelvis a la mía. Me mira con tanto deseo
que el frío de los azulejos me parece poco comparado con el escalofrío que me
recorre. Me hace agarrarme a su cuello y entrelazar mi otra pierna por sus caderas
para introducirse en mi cuerpo. La sensación de placer es tan tremenda que
agradezco que esa casa esté alejada de todo, habríamos despertado a medio
vecindario. Me desea, y sentirse deseada es lo mejor que le puede pasar a
cualquiera. Sentir que estás haciendo el amor con alguien que se eriza solo con
mirarte es una sensación maravillosa.
Me sorprendo con la fuerza con la que me sostiene entre sus
brazos, ni siquiera estoy haciendo fuerza con los míos para no caerme, todo lo
está haciendo él. Todos los movimientos, acompasados con los míos, son
perfectos, al ritmo perfecto, a la intensidad perfecta para que sienta que voy
a llegar a un orgasmo brutal de un momento a otro. Cuando creo que va a pasar,
se queda quieto y me hace ponerme de pie, dándome la vuelta y pegando su mano
derecha a mi entrepierna. Desde ahí, haciéndome elevar una pierna y apoyándola
en el estante donde hemos dejado el champú, vuelve a introducirse en mí,
moviendo su mano al mismo tiempo que mueve sus caderas. Un temblor de piernas
constante me invade. Me encanta que sea así, tierno pero salvaje, cariñoso pero
pasional. Con su mano izquierda, me agarra fuerte de las caderas para que no me
separe ni un solo centímetro de él, no pensaba hacerlo. Elevo mis brazos y me
agarro al enganche de la ducha. Mis gemidos son tan profundos, salen tan de
dentro, que creo que podría quedarme hasta afónica si sigo así. Sus labios
besan mi cuello desde atrás, hacia mi espalda. No dice nada, solo gime conmigo.
Su mano se mueve a una velocidad tan perfecta, igual que sus caderas, que solo
tengo que dejarme llevar y, tras unos segundos, me agarro fuerte al enganche de
la ducha mientras mi cuerpo tiembla y me sostengo para no caerme redonda al
suelo. Me abraza con su mano izquierda, sin dejar de besarme el cuello y de
respirarme pegado a mi oído. Creo que también ha llegado, aunque ahora mismo no
puedo pensar con claridad. Apoya su barbilla en mi hombro, resoplando, dejando
tenues besos por mi cuello mientras recobramos la respiración. Se me hace
difícil con tanto calor ahora mismo.
-Dios… - susurra respirando acelerado – me vuelves loco… -
dice con voz tremendamente sensual –
-Ahgg… - suspiro mareada – no me sueltes… - le pido y noto
como me agarra fuerte de la cintura – que me tiembla todo… - digo escuchando
como ríe levemente –
-Ven… - me da la vuelta y gira levemente el grifo de la
ducha para que salga un poco más fría –
-Ahgg… - vuelvo a gemir al notar el agua templada sobre mi
cuerpo – qué gusto… - digo agradecida –
Me besa en los labios de manera lenta, entreabriéndolos,
dejando que se cuele algo de agua por ellos y se abraza a mí. Nos quedamos unos
instantes así, bajo el agua, sin hablar, no hace falta decir una sola palabra.
Y así, sin decir nada, apaga el grifo, agarra la toalla sacando la mano por la
mampara y me cubre, secándome primero el cuerpo y, después, el pelo. Sonrío de
una forma tan amplia que hasta me duelen las comisuras de los labios. Me
encanta que sea así, me encanta que me haga sentirme tan especial.
-Voy a secarme el pelo que tiene que hacer un frío fuera… -
digo vistiéndome –
Su forma de sonreír es tan sincera… es tan bonita esa forma
que tiene de decirme sin palabras tantas cosas… Nada más secarme el pelo, salgo
del baño, notando un poco de frío a pesar de llevar ya la ropa puesta. Cojo la
manta de encima de la cama y me envuelvo en ella. Al bajar las escaleras de la
casa, noto el olor a café recién hecho, uno de mis olores favoritos. Al entrar
a la cocina, le veo ahí, apoyado en la mesa, casi sentado, con una mano en el
bolsillo, de espaldas a la puerta, y mirando por la ventana. Sonrío y agacho la
cabeza incluso avergonzada. Creo que a cada segundo que pasa, estoy más
enamorada. Y no me da vergüenza sentirme así, que es lo mejor de todo. Se gira
al escucharme y agarra la cafetera, llenando una de las tazas de café y
ofreciéndomelo. Lo agarro sonriendo y miro por la ventana, notando como camina
hacia mí y, desde atrás, me abraza, apoyando su barbilla de nuevo en mi cuello.
-Qué bien hueles… - dice dulce – has visto qué paisaje? –
miro hacia la ventana y sonrío –
Todo está lleno de un color blanco, mezclado con algo de
verde de los árboles que están repletos de nieve. La montaña y el invierno
siempre me han gustado, pero hoy todavía más.
-He encendido la chimenea otra vez… - dice dejando un beso
en mi cuello de manera tierna – se había quedado helada la casa…
-No será por lo que ha pasado en la ducha… - digo con voz
juguetona –
-Creo que no voy a poder ducharme sin ti nunca más… - dice riendo
– quieres que luego salgamos a dar una vuelta? – me giro hacia él algo
sorprendida – y te dejo que me tires bolas de nieve en las bolingas…
-Jajajajaja! – estallo en una carcajada –
-Pfff… - resopla apoyando de nuevo su barbilla en mi hombro
– cómo me gusta poder estar así contigo… - me abraza todavía más fuerte – creo
que hoy estoy extremadamente mimoso… - acaricia mi abdomen despacio –
-Todavía más? – pregunto algo burlona – me sube el azúcar a
cada segundo… - respondo sonriendo –
-Y más que te va a subir… - dice besándome el cuello – que
tengo mucho azúcar acumulado…
-Qué va a pasar cuando volvamos? – digo sin saber muy bien
por qué viene ese pensamiento a mi mente –
-Qué va a pasar de qué? – pregunta algo extrañado mirándome
–
-No creo que quiera separarme de ti… - digo sincera,
sujetando mi taza de café –
-Bueno… - noto como se alza de hombros – y por qué vamos a
tener que separarnos?
Me giro hacia él y dejo la taza de café sobre la mesa. Abro
mi manta y le abrazo, haciendo que me abrace también. Creo que yo también estoy
extremadamente mimosa hoy.
-No sería pronto? – pregunto algo temerosa y me mira
extrañado – para vivir juntos o algo así…
-Pronto… - sonríe –
-Es igual, no me hagas caso… - digo algo avergonzada – no sé
por qué estoy hablando de esto…
-Hemos perdido tanto tiempo hasta ahora… - alza mi barbilla
cuidadosamente – que no me puede parecer pronto nada de lo que hagamos… - dice
mirándome – si los dos queremos, por qué va a ser pronto?
-No sé… - contesto algo tímida – es que nunca me había
planteado eso con nadie tan… - sonrío de lado – rápido…
-Pronto… rápido… - niega con la cabeza – sabes cuánto tiempo
hace que sé que te quiero? – resoplo algo abrumada… me supera cuando me habla
así – me encanta cuando te sonrojas… - dice riendo –
-Para… - digo fingiendo enfado –
-Con todo lo que ha pasado entre nosotros… - vuelve a
agarrarme de la cintura – estaría loco si pensara en separarme de ti… - me
agarra con ambas manos el rostro – al ritmo que tu quieras, de la forma en la
que tu quieras… - dice mirándome – pero juntos… vale? – pregunta dulcemente
antes de dejar un beso en mis labios –
-Vale… - respondo sonriendo –
-Además… - se echa un chorro de café en una de las tazas –
vivimos a dos calles… - habla mirando por la ventana – ahora si que nos podemos
hacer la pregunta esa de… - carraspea – Qué somos? – dice mirándome con voz
trascendental –
-Tú muy gilipollas – contesto riéndome –
-No esperaba menos de esa respuesta… - dice riéndose -

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