Toco al timbre de su casa, algo nervioso, sé que habrá mucha
gente dentro y, sobre todo, no me esperan. Al decir mi nombre, abren
automáticamente la puerta y sonrío. No he reconocido la voz, no ha sido Malú,
eso seguro.
Al abrir la puerta del jardín, descubro a su madre en el
resquicio de la puerta, visiblemente sorprendida, mirándome con ternura.
-Hola Pepi… - digo subiendo los escalones –
-Pero hijo, qué haces aquí? – dice dándome dos besos – Feliz
Navidad cielo… - me revuelve un poco el pelo de manera cariñosa – Malú no sabe
que venías no? – niego con la cabeza riendo –
-Feliz Navidad – digo abriéndome de brazos –
-Malú! – grita con potencia, ahora sé de donde ha sacado esa
voz su hija – tienes una sorpresa!
-Qué? – escucho su voz a lo lejos – Pero…
La veo que se queda paralizada en la puerta del salón al
verme quitarme la chaqueta y colgarla en la percha. Río abiertamente al ver
como viene hacia mí con gesto sorprendido.
Abro los brazos y la recibo casi a punto de caerme al suelo
por su efusividad.
-Qué haces aquí? – dice dándome un beso en los labios – ha pasado
algo? – dice frunciendo el ceño –
-Ha pasado que es Nochebuena – digo sonriendo bajo su atenta
mirada – hay mucha gente? – pregunto mirando al salón –
-Anda pasa… - dice agarrándome de la mano –
-No llego en mal momento ni nada no? – digo pensando que
igual estaban en un ambiente íntimo que voy a romper –
-Este niño, qué tonterías dice… - dice su madre
adelantándome por la derecha – un momento! – grita entrando al salón – que ha
venido Álex a felicitarnos la Navidad!
Miro automáticamente a Malú que se tapa la cara entre risas,
y yo, rojo como si fuera Papá Noel de verdad, hago mi entrada triunfal al
salón, donde, en un primer vistazo, veo a Pepe, a Jose, y a parte de su familia
que no conozco en persona pero sí por fotos. Me miran mientras exclaman saludos
y yo alzo mi mano saludando de manera tímida y acierto a decir un “Feliz
Navidad”.
-A ti te quería ver yo… - dice Pepe levantándose y
dirigiéndose hacia mí – ven aquí hombre…
Sin más, me abraza. Me abraza fuerte, de manera sincera,
como esos abrazos que he recibido antes con mi familia. La sensación es la misma,
es como si con ese abrazo no hiciera falta que me dijera que se alegra de que
esté aquí. Los “Feliz Navidad” se suceden. No pierdo de vista a Malú, me he
puesto un poco nervioso con tanta gente, pero su mirada y, sobre todo, su
sonrisa, me hace estar tranquilo. Ha sido buena idea venir, sin duda.
Sus primas me observan tras saludarme. A decir verdad, todo
el mundo me observa en este momento. Hasta los niños, que supongo que son hijos
de sus primas, a los que tampoco conozco y me miran con cierta timidez. Me
agacho raudo y veloz a saludarlos. Creo que, cada vez que veo un niño, hago lo
mismo, me pongo a hablar como si fuera gilipollas, igual es que lo soy.
Tras las presentaciones de rigor y los primeros momentos en
los que me he sentido pequeñito, toda la familia de Malú se empeña en hacerme
sentir cómodo. Al principio consiguen todo lo contrario, sin parar de ofrecerme
bebida y dulces navideños. A pesar de ser de madrugada, allí parece que nadie
se quiere mover, parecen estar a gusto, hablando entre ellos de manera
distendida, incluso a carcajadas. Aquello me hace chocarme de bruces con la
realidad. Por muchas cosas que pasen, la vida sigue, y, en cierto modo, aquello
era una muestra de lo que me había dicho mi madre antes de irme de casa. No era
por la Navidad, era por celebrar que estábamos vivos.
-Estás bien? – dice Malú acercándose a mí en la cocina –
-Claro… - contesto sonriendo mirando de reojo a una de sus
primas –
-¿Por qué has venido? – alzo una de mis cejas – te hacía con
tus padres, con tu familia…
-Va a sonar muy cursi…
- digo en voz baja agarrando sus manos – pero tú también eres mi
familia.
-Por dios… - Malú hace un gesto gracioso en forma de arcada –
-Ya sabía yo… - niego con la cabeza haciéndome el ofendido –
-Que es broma… - dice cariñosa acercándose más a mí – me encanta
que estés aquí… - veo como su prima sale de la cocina sonriendo – se me hacía
muy raro pasar un día entero sin verte…
-Ahora te pones cursi tú? – digo cariñoso agarrándola de la
cintura – ha ido bien la cena?
-Si… - me mira fijamente – me han preguntado por ti…
-A mí también por ti… - digo dándole un fugaz beso en los
labios –
-Me das otro de esos? – dice sonriendo acercando su rostro
al mío –
Sonrío cediendo sin ningún problema. Terminamos besándonos
de manera lenta, pero apasionada, abriendo nuestros labios y dejando que
nuestras lenguas contacten. Si no fuera porque está la casa llena de gente,
ahora mismo la cogía en brazos y la subía a la habitación.
-Buenooooo – la voz de su hermano me hace separarme –
Seguid, seguid, como si yo no estuviera… - dice abriendo el frigorífico – no miro…
- se tapa la cara al salir de la cocina haciendo que no pueda reprimir una
carcajada –
-Deberíamos volver al sofá… - digo riendo al ver la cara que
se le ha quedado a Malú –
Malú asiente y, antes de ir al sofá, volvemos a darnos un
beso, esta vez más rápido. La noche termina con música, con su hermano tocando
la guitarra, su padre y ella cantando, su madre arrancándose tímidamente al
principio y después dejándose llevar. Observo como sus primas tocan las palmas
y hacen que me contagie del ritmo. Y así, a las 4 de la mañana, la Nochebuena
termina y volvemos a quedarnos solos. Me siento en el sofá, con mi gintonic en
la mano, noto que el alcohol ha hecho efecto en mí, pero no demasiado. Malú se
sienta a mi lado y se recuesta en mi hombro, en silencio.
-Tienes sueño? – dice acurrucándose a mi lado –
-Un poco… - le doy un sorbo al vaso – ya va siendo hora de
acostarse… - la miro – donde se queda a dormir tu familia?
-En casa de mi madre y en casa de mis primas… - dice sin
moverse –
-Si no hubiera llegado yo, se hubieran quedado aquí no? –
digo sintiéndome un tanto culpable –
-Piensas demasiado… - se incorpora y me quita el vaso,
dejándolo encima de la mesa – anda, dame un masaje de esos en la cabeza… - se
recuesta en mi regazo, no dándome opción a replicar –
-Qué morro tienes… - digo sonriendo comenzando a acariciar
su pelo –
-Dios… - dice con cierto tono de placer – me puedes decir
cómo hemos tardado tanto tiempo en estar así?
-Eres dura de conquistar… - digo sonriendo –
-Claro… - responde irónica mientras sigo masajeando su
cabeza – te puedo preguntar una cosa?
-Miedo me das… - sonrío –
-El tiempo que estuvimos sin hablar… - hace una pausa – sin
vernos… - frunzo el ceño – estuviste con alguien?
Giro la cabeza para mirarla, extrañado por esa pregunta tan
de repente. Me mira y alzo una ceja antes de responderle.
-Es la mejor pregunta para una Nochebuena, sin duda… - digo
irónico –
-Vale, lo he pillado… - dice creo que pensando que la
respuesta es que sí –
-Malú, no estuve con nadie – digo seguro – ni siquiera me lo
planteé… - se incorpora haciendo que deje de masajearla –
-Yo tampoco – responde antes de que le pregunte – hemos sido
muy gilipollas no crees? – me mira fijamente –
-Mucho… - respondo acariciando una de sus mejillas – pero ya
hemos dejado de serlo no?
-Si… - responde sonriendo y recostándose en mi hombro
tímidamente – Esta noche he pensado varias veces en cómo habría sido hoy si el otro día en la estación…
-Malú… - digo cortándola – no hablemos de eso vale? –
asiente un tanto avergonzada – sabes lo que me ha dicho mi madre antes de salir
de casa? – niega con la cabeza – que esta noche la alegría no era por la
Navidad… sino por estar vivos… - me mira tiernamente – había que celebrar que
estamos vivos… - asiente –
-Se me ocurre una forma de celebrarlo… - dice con tono sexy,
cambiando del todo su expresión –
-Ah si? – pregunto haciéndome el loco – cuál?
-Esta…
No dice nada más, se incorpora y se sienta a horcajadas
sobre mí, mirándome de manera tierna e insinuante al mismo tiempo. Sonrío y
pongo mis manos en su cara, acercándola a mí. Comenzamos a besarnos como en la
cocina, despacio pero de forma apasionada, queriendo arañar y exprimir cada
segundo. Poco tiempo nos hace falta para deshacernos de la ropa que tanto nos
molesta.
Tras hacer el amor de forma pausada, lenta, disfrutando cada
segundo, yacemos en el sofá, respirando acompasadamente. Miro al techo, con su
pelo recubriéndome el pecho, abrazada a mi cuerpo y yo abrazando el suyo.
Cierro los ojos intentando que los pensamientos que vienen a mi mente, y que
tanto me cuesta apartar, se vayan. Y, al escucharla respirar, tranquila,
sabiendo que se ha dormido, se van. Se van y sonrío. Por primera vez en muchos
días, he conseguido apartarlos de mi cabeza y solo pensar en el presente. Y el
presente es que Malú se ha dormido desnuda sobre mí.
-Malú… - la llamo en voz baja –
-Mmm… - se queja levemente –
-Nos vamos a la cama? – pregunto dulcemente –
-Mmmm… no… - dice sin moverse –
-Y si te llevo a la cama? – sonrío –
-Mmmm… - dice asintiendo –
Me aparto un poco y consigo levantarme del sofá, viendo como
se acurruca sin abrir los ojos. Debe tener frío, pero está medio dormida.
-Venga… - la cojo en brazos y la levanto del sofá, notando
como pasa sus brazos por mi cuello – estamos para que nos echen una foto… -
digo caminando descalzo hacia las escaleras –
-Sería genial… - balbucea con los ojos cerrados –
Me hace gracia cuando se duerme de esa manera. Está tan frágil que podría dejarla en cualquier parte y seguiría durmiendo. Pero no podría dejarla en otro lado que no fuera en la cama. La dejo suavemente sobre ella y, nada más notar el colchón, se recuesta en posición fetal, sonriendo levemente. La tapo con el edredón y entro a la cama por la otra parte. Al notar que estoy en la cama, se da la vuelta y se abraza a mí, en la misma posición que en el sofá. Y así, desnudos, conmigo mirando al techo como en el salón, de nuevo aparece una sonrisa en mi cara. Por si tenía alguna duda, sí, estoy vivo. Estamos vivos.
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