miércoles, 1 de febrero de 2017

CAPÍTULO 113: PESADILLA

-Álex por Dios, espera un momento… - digo sin poder evitar reirme –

-Que no, que tengo frío… - se pega a mi espalda, completamente desnudo –

-Pues claro que tienes frío! Si vas en pelotas! – digo estallando en una carcajada –

-Y cómo pretendes que vaya? – dice revolviéndose en la cama – si cada vez que me visto, me acabas quitando la ropa… - resopla – pues me la quito permanentemente y ya está…

-Esto no puede ser sano… - digo negando con la cabeza – me duele todo el cuerpo de cuello para abajo…

-Yo te quito todo el dolor que quieras… - dice tumbándose sobre mí –

-Álex! – exclamo riendo –

La verdad es que no sé si puedo seguir este ritmo. Llevamos dos días en casa, apenas saliendo a la calle, y he perdido la cuenta de las veces que lo hemos hecho. Creo que también he perdido la cuenta de los sitios que nos quedan por estrenar de la casa. Jamás en mi vida había tenido la sensación de no poder parar de hacer el amor con alguien. Y jamás en mi vida había sentido que a la otra persona le pasa lo mismo. Supongo que todo esto es algo así como recuperar el tiempo perdido. A cambio, tengo agujetas hasta en partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que tenía.

Los ratos que no estamos dejándonos llevar por la pasión me encantan casi tanto como los otros. Sentados en el sofá, acurrucados el uno al lado del otro, como si no pudiéramos separarnos. O tumbados en la cama, abrazados, sin hablar, solo acariciándonos. A cada segundo que pasa, me arrepiento más de que esto no haya pasado antes. No puedo evitar tener esa sensación, pero se me pasa rápidamente cuando le miro. Le miro y veo tantas cosas que sería estúpida si dejase que esa sensación me impidiera disfrutar de esto.

Dentro de unos días es Nochebuena y, por lo que me ha dicho mi madre, mi familia tiene intención de reunirse al completo en mi casa. Imagino que lo que ha pasado ha hecho que el sentimiento de familia y de unidad se acentúe todavía más. Es más, creo que va a ser la primera nochebuena en mucho tiempo que pase con mi madre y mi padre. Normalmente, la nochebuena la paso en casa, con mi madre y parte de mi familia y, la nochevieja, en Algeciras, donde también suele venir mi madre. Tienen buena relación a pesar de estar divorciados desde hace tantos años y eso es algo que mi hermano y yo valoramos mucho. Valoro mucho no haber presenciado una guerra entre ellos. Pero la nochebuena de este año va a ser especial, precisamente porque va a haber mucha más gente que la de costumbre.

Álex me ha contado que no sabe nada de lo que va a pasar en Nochebuena, pero que por los mensajes que ha podido leer por Facebook, toda su familia también se va a reunir. Parece que quieren sorprenderle. Le pasa lo mismo que a mí, le hace ilusión y, a la vez, siente una sensación de culpabilidad extraña. Apenas hemos vuelto a hablar de ese día durante estos dos días. Es como si en aquella casa en la sierra hubiéramos dejado a un lado ese tema, aunque los dos seguimos pensando a diario en aquello. Sobre todo me ocurre por la noche, cuando cierro los ojos e intento dormir. Me cuesta conciliar el sueño, aunque he notado que, desde que duermo con él, el tiempo que tardo en conciliar el sueño es menor. Y, sobre todo, no me despierto en mitad de la noche asustada por alguna pesadilla. Llevo días sin tenerlas y estoy segura que es por dormir con él.

Tras la enésima vez que lo hacemos, miro el reloj de la mesita. Son las 2 de la madrugada. Álex me sonríe al ver la cara que pongo y se acurruca a mi lado, abrazándome. Sonrío, pero esos pensamientos que me asaltan antes de dormir, vuelven a hacer acto de presencia.

-Te pasa lo mismo? – pregunto enigmáticamente –

-Sobre qué? – alza su mirada extrañado –

-Cuando cierras los ojos para dormir… - digo algo temerosa – te acuerdas de ese día?

Le escucho suspirar y apoya su cabeza en mi pecho, acariciándome el abdomen.

-A diario… - responde escueto –

-Hace días que no tengo pesadillas… - confieso – desde que dormimos juntos…

Siento que está sonriendo y lo confirmo al ver como alza su rostro de nuevo para mirarme. Sin decir nada, deja un beso en mis labios y vuelve a su posición.

-No quieres que hablemos de esto verdad? – pregunto de nuevo temerosa –

-No es eso… - se apresura en contestar – quieres que hablemos? – pregunta mirándome –

-No lo sé… - respondo sincera – creo que es darle vueltas a lo mismo… pero… - suspiro –

-Esta mañana me ha mandado un whatsapp la mujer de Adrián – dice incorporándose y apoyando su cabeza en la almohada – ni siquiera he podido contestarle… - le miro sorprendida – me daba las gracias por haber ido al entierro…

-Y por qué no le has contestado? – pregunto acariciando su pelo –

-Porque si me paro a pensar en este tema, el día se tuerce… - dice serio – y no quiero que se tuerza si estoy contigo… - dice mirándome –

-Álex… - digo con tono comprensivo – este estado de… - sonrío de medio lado – pasión desenfrenada y felicidad extrema sé de sobra que no es permanente y no es real… - alza una de sus cejas –

-Si es real… - responde sonriendo – pero no es permanente, en eso tienes razón… - retira la mirada – me esfuerzo por no estropear el día sabes? – se tumba boca arriba, mirando al techo – pienso en ese día muchas veces… - le observo reflexivo –

-Pero no me lo dices… - digo mirándole – lo que me pides que haga yo, no lo haces tú… - me mira automáticamente – me pediste que fuera sincera contigo… que no me callase nada… y que si teníamos que llorar, llorásemos juntos… - vuelve a mirar al techo – pero tú te lo callas todo…

-Déjalo Malú… - dice con gesto serio sin mirarme – dejemos el tema vale? – se gira, me da un beso en la frente y vuelve a tumbarse boca arriba –

Le miro atentamente. Mira al techo como buscando algo, quizá alguna respuesta de las muchas preguntas que se hace. Yo también me las hago todos los días. No sé si seguir o no con el tema, pero creo que debo hacerlo.

-No confías en mí? – pregunto sin saber muy bien por qué –

-Pero qué dices Malú? – me mira algo molesto – no se trata de eso vale? – contesta en tono borde –

-Entonces? – me mira de nuevo – por qué no me dices cómo estás? – resopla – lo que piensas, lo que sientes…

-Todas las noches me despierto – dice de repente – y se repite la misma pesadilla… - le miro sorprendida – corro y corro hasta ti, pero no llego a tiempo… - le veo apretar la mandíbula – otras veces corro hacia Tere y tampoco llego a tiempo… - resopla – escucho el sonido de las bombas… y los gritos… - hace una pausa - y ayer soñé con Adrián… era muy real… - dice con la voz entrecortada – estaba muerto… - se forma un nudo en mi garganta – y yo no podía moverme… estaba a su lado… - traga saliva – y alzaba la mirada y estabais tú, Tere y más gente, mirándome, con gesto muy serio… como enfadados… - vuelve a apretar la mandíbula – y, de repente, se desplomaba el techo y desaparecíais… desaparecía Adrián, desaparecía todo el mundo y yo estaba en un coche y me estrellaba…

-Álex… - exclamo sorprendida – por qué no me has contado eso?

-No lo sé… - dice con tono sincero – pero cuando me despierto y te veo dormir aquí… - siento que va a ponerse a llorar – me tranquiliza… me… - traga saliva – consigo calmarme… - suspira – se supone que uno cuando duerme descansa, pero yo descanso cuando estoy despierto… - me mira – cuando estoy contigo… cuando me besas… - veo sus ojos llenos de lágrimas – cuando me abrazas… - vuelve a suspirar – y no quiero estropear eso…

Se hace el silencio entre nosotros. No sé qué decirle. No sabía que estaba así, pensaba que, con los días, iba aceptando lo que había pasado. Pensaba que descansaba por las noches. Pensaba que estaba igual que yo, asimilando lo ocurrido, un poco atormentado, triste, pero no tanto como para no poder dormir.

-Todo esto me va a perseguir siempre Malú… - dice rompiendo a llorar – las imágenes de esa gente muerta, los gritos, el sonido de los móviles, el de las bombas… - acaricio su pelo sin decir nada – tú con esa niña en brazos a unos metros de aquella bomba… la sensación de que no me iba a dar tiempo de llegar hasta ti… - dice llorando – la sensación de no poder salvar a Tere… - llora con más intensidad – la sensación asquerosa de no saber por qué cojones estoy vivo y gente como Adrián no… con dos críos pequeños… - llora amargamente – todo eso me va a perseguir siempre, aunque durante el día consiga evitarlo, por la noche vuelve… - le hago un gesto para que me deje abrazarle y se acurruca a mi lado sin decir nada – debería estar feliz – dice con rabia – joder, he estado a punto de morirme, la persona que quiero también ha estado a punto de morir, y estamos aquí, juntos… - me mira – debería sentirme afortunado… y mírame joder! – vuelve a hablar con rabia – me da pánico dormir… - no puedo evitar llorar al escucharle – me da pánico cerrar los ojos porque es como si volviera a ese día… - resopla – joder, si hasta en las pesadillas recuerdo cómo olía… - rompe a llorar de nuevo amargamente –

-Álex… - digo apenada – cálmate… - le abrazo, acariciando su pelo – no pienses que no vas a poder dejar de sentirte así…

-Te sientes así? – pregunta con la voz entrecortada –

-Me siento culpable en muchas ocasiones – digo sincera – también intento evitar no pensar durante el día pero también recuerdo ese día cuando intento dormir… - suspiro – Álex… todo esto pasará…

-No se va a pasar Malú… - dice demasiado convencido – me va a perseguir para siempre…

-No digas eso joder! – exclamo algo frustrada – claro que no se te va a olvidar, ni a mí, ni a nadie que estuviera allí ese día… - me mira – pero poco a poco lo asimilaras y dejará de atormentarte…

-Me atormenta… - dice apartando la mirada – esa es la palabra justa…

-Álex, mírame… - me obedece – dejará de pasarte – digo convencida – ha pasado poco tiempo, pero dejará de pasarte… - veo como niega levemente con la cabeza – o buscaremos ayuda para asimilarlo…

-Ayuda? – me mira extrañado y hasta algo molesto –

-Es malo buscar ayuda profesional cuando algo como esto te afecta a tu vida? – pregunto retóricamente – yo creo que no… - respondo segura bajo su atenta mirada – si esto se alarga en el tiempo, lo solucionaremos así.

-Un psicólogo no va a ayudarme a olvidar – responde incrédulo –

-No, claro que no – digo segura – pero si te puede ayudar a sacar fuera toda la mierda y asimilar lo que ha pasado… - digo mirándole – sé de sobra que sigues sintiéndote culpable por cosas que viviste ese día que no me has contado – aparta la mirada – esas cosas hay que sacarlas o se quedan dentro, enquistadas… y te atormentan…

-Bueno, ya está – dice molesto revolviéndose en la cama – dejemos el tema…

-Huir no soluciona nada Álex… - digo con voz sorprendentemente madura – te lo digo porque lo sé… - me tumbo boca arriba – dejamos el tema si quieres, pero no es la solución Álex…

-Por qué hablas como si estuvieras en mi cabeza? – pregunta con tono cabreado – no entiendes que no quiero seguir hablando de esto?

Le miro primero sorprendida y luego apenada. No quería terminar la conversación así, no quería que se sintiera mal. No respondo, simplemente vuelvo a mirar hacia el techo. Le oigo suspirar y, de repente, tengo unas ganas inmensas de llorar.

-Lo siento… - dice en voz baja – no quería hablarte así… - noto como se gira hacia mí, pero no quiero mirarle o me echaré a llorar – vale, tienes razón, lo sé… - pasa un brazo sobre mi cuerpo – Malú… lo siento… - se incorpora un poco para mirarme –

-Solo intento ayudarte… - digo con voz un tanto entrecortada – entiendo lo que sientes…

-Lo sé… - se apresura a contestar –

-No quiero que estés así… - digo algo emocionada – no sabía que no podías descansar…

-Escucha… - se incorpora todavía más hasta poner su rostro a mi altura – te haré caso… - dice con voz dulce – dame unos días… - suspira – si sigo así, hablaré con un psicólogo vale?

-No sabes cómo me jode que te sientas tan mal Álex… - digo intentando no llorar – y lo que más me jode es no haberme dado cuenta…

-No tenías por qué darte cuenta Malú… - me mira sonriendo tiernamente – seguimos hablando de esto mañana? – pregunta con voz dulce –

-Vale… - respondo mirándole –

Me besa tiernamente en los labios y se tumba a mi lado, acurrucado, pasando un brazo por encima de mi abdomen y pegándome a él. Le acaricio el pelo suavemente, intentando relajarme, intentando no pensar demasiado.

-Esta noche no vas a tener pesadillas… - digo convencida –

-Ah no? – pregunta irónico mientras sonríe – y como estás tan segura de eso?

-Porque te vas a dormir pensando en nuestra playa… - me mira fugazmente y sonríe – cuando haga mejor tiempo, volveremos allí…

-Y llevarás el bikini ese tan… - dice sugerente –

-O sin bikini… - digo rápidamente, haciendo que se ría –

-Es una buena imagen para quedarme durmiendo… - contesta riendo – aunque esto de ahí abajo no sé si piensa en dormir ahora mismo…

-Jajaja – no puedo evitar reirme – no puedes parar de pensar en sexo? – pregunto riéndome –

-Si te imagino desnuda en el mar… - se queda pensativo – no, definitivamente no…

-Bueno pues entonces imagínatelo con ropa…

-Jajaja – suelta una carcajada – lo intentaré…

-Buenas noches cariño… - digo mimosa, besando su pelo sin dejar de acariciarlo –

-Buenas noches preciosa… - se incorpora un poco y deja un beso fugaz en mis labios –


Le escucho respirar hasta que su respiración se hace más profunda y más lenta. Ya duerme. Ojalá pudiera meterme en sus sueños y apartar de ellos todas esas cosas horribles que me ha contado. No puedo hacerlo, y eso me frustra. Me frustra saber que está atormentado, que se siente tremendamente culpable, que no puede descansar porque esos recuerdos horribles no le dejan. Casi lo que me pasa a mí, solo que quizá yo no vi tantas cosas como él ese día. Quizá mi mente consigue dejarlas de lado de vez en cuando, pero la suya no. Y eso me causa mucha tristeza y mucha impotencia. Ojalá pudiera cambiarlo. Quizá pueda hacerlo, aunque sea poco a poco. Y así, poco a poco, noto como el sueño me vence y mi respiración se va acompasando con la suya. 

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