Abro los ojos con dificultad. La pesadez de mi cuerpo me
hace pensar que la cama tiene brazos y me hace estar sin poder moverme. Una
melodía suena a lo lejos. Una melodía preciosa, que no había escuchado nunca.
Con los ojos cerrados, intento averiguar de donde viene. Abro los ojos de
nuevo, esta vez con menos dificultad. Las notas que salen de un piano que, por
momentos, creo que es imaginario, me hacen sentarme en la cama. En seguida
comprendo que es Álex en la buhardilla y sonrío sin querer. Estoy todavía medio
dormida, froto mis ojos con los puños, como queriendo que se abran ya del todo.
Me pongo de pie y voy hacia la puerta. La voz de Álex, tarareando primero y,
después, cantando frases que no he escuchado nunca, me atrae hacia la escalera.
Subo la escalera y varios pensamientos se agolpan en mi
cabeza, junto con esas notas. Me encuentro mejor cada día, los ataques de
pánico han desaparecido y puedo conciliar el sueño. Ayer, casi dormida, le dije
a Álex que podía dormir porque él estaba aquí. Recuerdo, casi entre sueños,
como abrió sus brazos y puse mi cabeza en su pecho. Le escuché decir “duérmete”,
con voz dulce.
La melodía se para y me paralizo en mitad de la escalera. Le
escucho sollozar. Dudo en si entrar o no, en si esperar o ver qué le pasa.
Segundos después, vuelve a comenzar la melodía. Esta vez sí, escucho esas
frases con claridad. Como si no quisiera que me viera, me agazapo en el marco
de la puerta y le veo, casi de espaldas, tocando el piano y cantando suave.
-Porque todo es tu cara… - noto como se me pone el vello de
punta – todo es tu alma… - suspiro sin que se me oiga – todos los días que dure
mi vida – dice la frase con tanta intensidad que desgarra la voz - yo te los
regalo, niña… - le oigo soltar un suspiro – duérmete a mi lado… - tengo que
reprimir un sollozo, no quiero que sepa que estoy ahí –
Le escucho hacer un tarareo de la melodía para, acto
seguido, continuar con la canción.
-Mi niña duerme… - casi susurra – no la despiertes…
Termina de tocar las últimas notas mientras yo no se si me
he quedado pegada al suelo o si, directamente, sigo durmiendo en la cama y
estoy soñando esta escena. Veo como apoya su cabeza en el piano, despacio, como
a cámara lenta. Siempre me ha gustado ver a la gente componer, pero Álex parece
vaciarse cuando lo hace. Me sobrecoge cada vez que le veo, pero esta vez es
diferente. Es como si esa melodía formara parte ya de mi vida, y solo la he
escuchado una vez. De pronto, escucho como solloza de nuevo. Pone un brazo
entre su cara y el piano y comienza a llorar. No sé qué hacer, no sé ni
siquiera qué es lo que estoy pensando ahora mismo. Solo sé que tengo unas ganas
inmensas de llorar. Más que nunca, probablemente. Pongo mis manos en mi rostro,
como queriendo reprimir las lágrimas, pero no puedo. Debo haber hecho algún
ruido, porque acaba de volverse hacia mí de manera rápida, asustado. Cuando me
ve, me mira durante unas milésimas de segundo y vuelve a girarse. Le veo
frotarse los ojos, como queriendo ahuyentar esas lágrimas. Me acerco despacio,
como si todavía no se hubiera dado cuenta de que estoy allí y no quisiera hacer
ruido.
-Cuánto tiempo llevas ahí? – pregunta con tono emocionado –
-El suficiente – acierto a contestar –
-No quería despertarte… - dice susurrando -
Me mira con los ojos rojos, esta vez durante algo más de
tiempo. Noto como su cara va haciendo alguna mueca, como si fuera a echarse a
llorar de nuevo. Y, efectivamente, lo hace.
Me siento a su lado, intentando evitar llorar sonoramente, pero no
puedo. Cuando nota que me he sentado a su lado, se gira sin que pueda ver su
cara y se abraza a mí. Llora amargamente. No entiendo qué está pasando y, al
mismo tiempo, sí lo entiendo. Esa canción es para mí y supongo que está sacando
todo lo que lleva dentro.
-Cuánto tiempo llevas aquí? – pregunto intentando aguantarme
las lágrimas – eh? – pregunto de manera suave acariciando su pelo –
-No lo sé… - responde susurrando sin soltarme – me he
despertado con la melodía en la cabeza… - vuelve a comenzar a llorar amargamente
–
-Álex… - digo conmovida – por favor, deja de llorar…
-No puedo… - dice con un tono sutil de rabia –
Sonrío enternecida mientras caen un par de lágrimas por mis
mejillas. Le siento tan frágil ahora mismo… solo puedo seguir abrazándole hasta
que se calme del todo. No sé cuánto tiempo pasa así hasta que se separa un poco
de mí y, negando con la cabeza, pone una mano sobre el piano. Veo como sonríe
levemente. Le observo con atención.
-Mejor? – pregunto en voz baja –
Asiente sin mirarme y sonríe de nuevo sutilmente. Vuelve a
negar con la cabeza, supongo que pensando en el tiempo que ha estado llorando.
-Es la melodía más bonita que he escuchado en mi vida… -
digo con un nudo en la garganta –
-Anoche me quedé despierto un buen rato… - dice de repente,
con la mirada fija en el piano – pensando en lo que me dijiste…
-El qué? – pregunto intrigada – lo de que podía dormir
porque sabía que estabas ahí? – asiente y noto como aprieta los labios de nuevo
–
-Es lo más bonito que me han dicho en mi vida… - dice con
tono emocionado –
-Álex… - digo emocionada – no me hagas llorar otra vez…
-Estos meses ha habido veces que no sabía qué hacer para que
te sintieras mejor… - acaricia las teclas del piano, noto algo de vergüenza
mientras habla – cada vez que te despertabas en mitad de la noche con una
pesadilla… - aprieta la mandíbula – me daba tanta rabia no poder hacer nada… -
voy a hablar pero me callo al escucharle – saber que he podido ayudarte en algo…
que estás mejor… - dice algo emocionado – que te ilusionas, que eres tú otra
vez… - suspira – te quiero, lo sabes no? – dice mirándome –
-Álex… - le miro conmovida – yo también te quiero…
Acaricio su cara lentamente y ladea la cabeza para mantener
el contacto, con los ojos cerrados. Dejo un beso en su frente, como él hace
conmigo siempre, y después dejo otro en sus labios. Me voy a echar a llorar
otra vez solamente de ver cómo me mira. Sacudo mi cabeza y me levanto bajo su
atenta mirada.
-Venga va – digo secándome las lágrimas – cántamela entera,
que solo he escuchado un trozo…
Ríe y aspira fuerte por la nariz. Me siento en el sofá, ese
sofá que vio nacer esto sin nosotros saberlo. Nada más comenzar esas notas, ya
es irremediable que sienta una punzada en el pecho. Esa canción será siempre
mía.
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