-Álex por Dios, espera un momento… - digo sin poder evitar
reirme –
-Que no, que tengo frío… - se pega a mi espalda,
completamente desnudo –
-Pues claro que tienes frío! Si vas en pelotas! – digo
estallando en una carcajada –
-Y cómo pretendes que vaya? – dice revolviéndose en la cama
– si cada vez que me visto, me acabas quitando la ropa… - resopla – pues me la
quito permanentemente y ya está…
-Esto no puede ser sano… - digo negando con la cabeza – me
duele todo el cuerpo de cuello para abajo…
-Yo te quito todo el dolor que quieras… - dice tumbándose
sobre mí –
-Álex! – exclamo riendo –
La verdad es que no sé si puedo seguir este ritmo. Llevamos
dos días en casa, apenas saliendo a la calle, y he perdido la cuenta de las
veces que lo hemos hecho. Creo que también he perdido la cuenta de los sitios
que nos quedan por estrenar de la casa. Jamás en mi vida había tenido la
sensación de no poder parar de hacer el amor con alguien. Y jamás en mi vida
había sentido que a la otra persona le pasa lo mismo. Supongo que todo esto es
algo así como recuperar el tiempo perdido. A cambio, tengo agujetas hasta en
partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que tenía.
Los ratos que no estamos dejándonos llevar por la pasión me
encantan casi tanto como los otros. Sentados en el sofá, acurrucados el uno al
lado del otro, como si no pudiéramos separarnos. O tumbados en la cama,
abrazados, sin hablar, solo acariciándonos. A cada segundo que pasa, me
arrepiento más de que esto no haya pasado antes. No puedo evitar tener esa
sensación, pero se me pasa rápidamente cuando le miro. Le miro y veo tantas
cosas que sería estúpida si dejase que esa sensación me impidiera disfrutar de
esto.
Dentro de unos días es Nochebuena y, por lo que me ha dicho
mi madre, mi familia tiene intención de reunirse al completo en mi casa.
Imagino que lo que ha pasado ha hecho que el sentimiento de familia y de unidad
se acentúe todavía más. Es más, creo que va a ser la primera nochebuena en
mucho tiempo que pase con mi madre y mi padre. Normalmente, la nochebuena la
paso en casa, con mi madre y parte de mi familia y, la nochevieja, en
Algeciras, donde también suele venir mi madre. Tienen buena relación a pesar de
estar divorciados desde hace tantos años y eso es algo que mi hermano y yo
valoramos mucho. Valoro mucho no haber presenciado una guerra entre ellos. Pero
la nochebuena de este año va a ser especial, precisamente porque va a haber
mucha más gente que la de costumbre.
Álex me ha contado que no sabe nada de lo que va a pasar en
Nochebuena, pero que por los mensajes que ha podido leer por Facebook, toda su
familia también se va a reunir. Parece que quieren sorprenderle. Le pasa lo
mismo que a mí, le hace ilusión y, a la vez, siente una sensación de
culpabilidad extraña. Apenas hemos vuelto a hablar de ese día durante estos dos
días. Es como si en aquella casa en la sierra hubiéramos dejado a un lado ese
tema, aunque los dos seguimos pensando a diario en aquello. Sobre todo me
ocurre por la noche, cuando cierro los ojos e intento dormir. Me cuesta
conciliar el sueño, aunque he notado que, desde que duermo con él, el tiempo
que tardo en conciliar el sueño es menor. Y, sobre todo, no me despierto en
mitad de la noche asustada por alguna pesadilla. Llevo días sin tenerlas y
estoy segura que es por dormir con él.
Tras la enésima vez que lo hacemos, miro el reloj de la
mesita. Son las 2 de la madrugada. Álex me sonríe al ver la cara que pongo y se
acurruca a mi lado, abrazándome. Sonrío, pero esos pensamientos que me asaltan
antes de dormir, vuelven a hacer acto de presencia.
-Te pasa lo mismo? – pregunto enigmáticamente –
-Sobre qué? – alza su mirada extrañado –
-Cuando cierras los ojos para dormir… - digo algo temerosa –
te acuerdas de ese día?
Le escucho suspirar y apoya su cabeza en mi pecho,
acariciándome el abdomen.
-A diario… - responde escueto –
-Hace días que no tengo pesadillas… - confieso – desde que
dormimos juntos…
Siento que está sonriendo y lo confirmo al ver como alza su
rostro de nuevo para mirarme. Sin decir nada, deja un beso en mis labios y vuelve
a su posición.
-No quieres que hablemos de esto verdad? – pregunto de nuevo
temerosa –
-No es eso… - se apresura en contestar – quieres que
hablemos? – pregunta mirándome –
-No lo sé… - respondo sincera – creo que es darle vueltas a
lo mismo… pero… - suspiro –
-Esta mañana me ha mandado un whatsapp la mujer de Adrián –
dice incorporándose y apoyando su cabeza en la almohada – ni siquiera he podido
contestarle… - le miro sorprendida – me daba las gracias por haber ido al
entierro…
-Y por qué no le has contestado? – pregunto acariciando su
pelo –
-Porque si me paro a pensar en este tema, el día se tuerce…
- dice serio – y no quiero que se tuerza si estoy contigo… - dice mirándome –
-Álex… - digo con tono comprensivo – este estado de… -
sonrío de medio lado – pasión desenfrenada y felicidad extrema sé de sobra que
no es permanente y no es real… - alza una de sus cejas –
-Si es real… - responde sonriendo – pero no es permanente,
en eso tienes razón… - retira la mirada – me esfuerzo por no estropear el día
sabes? – se tumba boca arriba, mirando al techo – pienso en ese día muchas
veces… - le observo reflexivo –
-Pero no me lo dices… - digo mirándole – lo que me pides que
haga yo, no lo haces tú… - me mira automáticamente – me pediste que fuera
sincera contigo… que no me callase nada… y que si teníamos que llorar,
llorásemos juntos… - vuelve a mirar al techo – pero tú te lo callas todo…
-Déjalo Malú… - dice con gesto serio sin mirarme – dejemos
el tema vale? – se gira, me da un beso en la frente y vuelve a tumbarse boca
arriba –
Le miro atentamente. Mira al techo como buscando algo, quizá
alguna respuesta de las muchas preguntas que se hace. Yo también me las hago
todos los días. No sé si seguir o no con el tema, pero creo que debo hacerlo.
-No confías en mí? – pregunto sin saber muy bien por qué –
-Pero qué dices Malú? – me mira algo molesto – no se trata
de eso vale? – contesta en tono borde –
-Entonces? – me mira de nuevo – por qué no me dices cómo
estás? – resopla – lo que piensas, lo que sientes…
-Todas las noches me despierto – dice de repente – y se
repite la misma pesadilla… - le miro sorprendida – corro y corro hasta ti, pero
no llego a tiempo… - le veo apretar la mandíbula – otras veces corro hacia Tere
y tampoco llego a tiempo… - resopla – escucho el sonido de las bombas… y los
gritos… - hace una pausa - y ayer soñé con Adrián… era muy real… - dice con la
voz entrecortada – estaba muerto… - se forma un nudo en mi garganta – y yo no
podía moverme… estaba a su lado… - traga saliva – y alzaba la mirada y estabais
tú, Tere y más gente, mirándome, con gesto muy serio… como enfadados… - vuelve
a apretar la mandíbula – y, de repente, se desplomaba el techo y desaparecíais…
desaparecía Adrián, desaparecía todo el mundo y yo estaba en un coche y me estrellaba…
-Álex… - exclamo sorprendida – por qué no me has contado
eso?
-No lo sé… - dice con tono sincero – pero cuando me
despierto y te veo dormir aquí… - siento que va a ponerse a llorar – me
tranquiliza… me… - traga saliva – consigo calmarme… - suspira – se supone que
uno cuando duerme descansa, pero yo descanso cuando estoy despierto… - me mira
– cuando estoy contigo… cuando me besas… - veo sus ojos llenos de lágrimas –
cuando me abrazas… - vuelve a suspirar – y no quiero estropear eso…
Se hace el silencio entre nosotros. No sé qué decirle. No
sabía que estaba así, pensaba que, con los días, iba aceptando lo que había
pasado. Pensaba que descansaba por las noches. Pensaba que estaba igual que yo,
asimilando lo ocurrido, un poco atormentado, triste, pero no tanto como para no
poder dormir.
-Todo esto me va a perseguir siempre Malú… - dice rompiendo
a llorar – las imágenes de esa gente muerta, los gritos, el sonido de los
móviles, el de las bombas… - acaricio su pelo sin decir nada – tú con esa niña
en brazos a unos metros de aquella bomba… la sensación de que no me iba a dar
tiempo de llegar hasta ti… - dice llorando – la sensación de no poder salvar a
Tere… - llora con más intensidad – la sensación asquerosa de no saber por qué
cojones estoy vivo y gente como Adrián no… con dos críos pequeños… - llora
amargamente – todo eso me va a perseguir siempre, aunque durante el día consiga
evitarlo, por la noche vuelve… - le hago un gesto para que me deje abrazarle y
se acurruca a mi lado sin decir nada – debería estar feliz – dice con rabia –
joder, he estado a punto de morirme, la persona que quiero también ha estado a
punto de morir, y estamos aquí, juntos… - me mira – debería sentirme
afortunado… y mírame joder! – vuelve a hablar con rabia – me da pánico dormir…
- no puedo evitar llorar al escucharle – me da pánico cerrar los ojos porque es
como si volviera a ese día… - resopla – joder, si hasta en las pesadillas
recuerdo cómo olía… - rompe a llorar de nuevo amargamente –
-Álex… - digo apenada – cálmate… - le abrazo, acariciando su
pelo – no pienses que no vas a poder dejar de sentirte así…
-Te sientes así? – pregunta con la voz entrecortada –
-Me siento culpable en muchas ocasiones – digo sincera –
también intento evitar no pensar durante el día pero también recuerdo ese día
cuando intento dormir… - suspiro – Álex… todo esto pasará…
-No se va a pasar Malú… - dice demasiado convencido – me va
a perseguir para siempre…
-No digas eso joder! – exclamo algo frustrada – claro que no
se te va a olvidar, ni a mí, ni a nadie que estuviera allí ese día… - me mira –
pero poco a poco lo asimilaras y dejará de atormentarte…
-Me atormenta… - dice apartando la mirada – esa es la
palabra justa…
-Álex, mírame… - me obedece – dejará de pasarte – digo
convencida – ha pasado poco tiempo, pero dejará de pasarte… - veo como niega
levemente con la cabeza – o buscaremos ayuda para asimilarlo…
-Ayuda? – me mira extrañado y hasta algo molesto –
-Es malo buscar ayuda profesional cuando algo como esto te
afecta a tu vida? – pregunto retóricamente – yo creo que no… - respondo segura
bajo su atenta mirada – si esto se alarga en el tiempo, lo solucionaremos así.
-Un psicólogo no va a ayudarme a olvidar – responde
incrédulo –
-No, claro que no – digo segura – pero si te puede ayudar a
sacar fuera toda la mierda y asimilar lo que ha pasado… - digo mirándole – sé
de sobra que sigues sintiéndote culpable por cosas que viviste ese día que no
me has contado – aparta la mirada – esas cosas hay que sacarlas o se quedan
dentro, enquistadas… y te atormentan…
-Bueno, ya está – dice molesto revolviéndose en la cama –
dejemos el tema…
-Huir no soluciona nada Álex… - digo con voz
sorprendentemente madura – te lo digo porque lo sé… - me tumbo boca arriba –
dejamos el tema si quieres, pero no es la solución Álex…
-Por qué hablas como si estuvieras en mi cabeza? – pregunta con
tono cabreado – no entiendes que no quiero seguir hablando de esto?
Le miro primero sorprendida y luego apenada. No quería
terminar la conversación así, no quería que se sintiera mal. No respondo,
simplemente vuelvo a mirar hacia el techo. Le oigo suspirar y, de repente,
tengo unas ganas inmensas de llorar.
-Lo siento… - dice en voz baja – no quería hablarte así… -
noto como se gira hacia mí, pero no quiero mirarle o me echaré a llorar – vale,
tienes razón, lo sé… - pasa un brazo sobre mi cuerpo – Malú… lo siento… - se
incorpora un poco para mirarme –
-Solo intento ayudarte… - digo con voz un tanto entrecortada
– entiendo lo que sientes…
-Lo sé… - se apresura a contestar –
-No quiero que estés así… - digo algo emocionada – no sabía
que no podías descansar…
-Escucha… - se incorpora todavía más hasta poner su rostro a
mi altura – te haré caso… - dice con voz dulce – dame unos días… - suspira – si
sigo así, hablaré con un psicólogo vale?
-No sabes cómo me jode que te sientas tan mal Álex… - digo
intentando no llorar – y lo que más me jode es no haberme dado cuenta…
-No tenías por qué darte cuenta Malú… - me mira sonriendo
tiernamente – seguimos hablando de esto mañana? – pregunta con voz dulce –
-Vale… - respondo mirándole –
Me besa tiernamente en los labios y se tumba a mi lado,
acurrucado, pasando un brazo por encima de mi abdomen y pegándome a él. Le acaricio
el pelo suavemente, intentando relajarme, intentando no pensar demasiado.
-Esta noche no vas a tener pesadillas… - digo convencida –
-Ah no? – pregunta irónico mientras sonríe – y como estás
tan segura de eso?
-Porque te vas a dormir pensando en nuestra playa… - me mira
fugazmente y sonríe – cuando haga mejor tiempo, volveremos allí…
-Y llevarás el bikini ese tan… - dice sugerente –
-O sin bikini… - digo rápidamente, haciendo que se ría –
-Es una buena imagen para quedarme durmiendo… - contesta
riendo – aunque esto de ahí abajo no sé si piensa en dormir ahora mismo…
-Jajaja – no puedo evitar reirme – no puedes parar de pensar
en sexo? – pregunto riéndome –
-Si te imagino desnuda en el mar… - se queda pensativo – no,
definitivamente no…
-Bueno pues entonces imagínatelo con ropa…
-Jajaja – suelta una carcajada – lo intentaré…
-Buenas noches cariño… - digo mimosa, besando su pelo sin
dejar de acariciarlo –
-Buenas noches preciosa… - se incorpora un poco y deja un
beso fugaz en mis labios –
Le escucho respirar hasta que su respiración se hace más
profunda y más lenta. Ya duerme. Ojalá pudiera meterme en sus sueños y apartar
de ellos todas esas cosas horribles que me ha contado. No puedo hacerlo, y eso
me frustra. Me frustra saber que está atormentado, que se siente tremendamente
culpable, que no puede descansar porque esos recuerdos horribles no le dejan.
Casi lo que me pasa a mí, solo que quizá yo no vi tantas cosas como él ese día.
Quizá mi mente consigue dejarlas de lado de vez en cuando, pero la suya no. Y
eso me causa mucha tristeza y mucha impotencia. Ojalá pudiera cambiarlo. Quizá
pueda hacerlo, aunque sea poco a poco. Y así, poco a poco, noto como el sueño
me vence y mi respiración se va acompasando con la suya.