-Respirar… tan solo tu aliento – escucho gritar todavía más
a la gente mientras canto desde abajo del escenario – esperar… tan solo lo
intento – comienzo a subir las escaleras despacio, con una sonrisa en mi cara y
con el corazón a mil – si es por preguntar… pregunto si has vuelto… si fuese
verdad… mi mundo es perfecto… - piso la plataforma conforme hemos acordado -
Con la instrumental, la plataforma se eleva y aparezco en el
centro del escenario. Miles de voces gritan, mi corazón late todavía más rápido
y con más fuerza. Me quedo quieto, mirándolo todo, haciéndome el tranquilo, el
interesante… nada más lejos de la realidad, estoy cagado de ver a tanta gente.
Coloco el micrófono en el pie de micro y lo agarro con fuerza.
-Regresar pensando en lo eterno… - agarro el pie de micro
con una mano y el micrófono con la otra – perdonar… tan solo es un gesto… -
sonrío de medio lado – si es por aceptar… también me arrepiento… - miro hacia
la grada, aunque no vea nada – si es por empezar… - cojo aire - empecemos de nuevo…
Agarro el micro, lo saco del soporte y corro hacia el lado
derecho del escenario.
-Yo tengo el valor – saco toda mi voz – tengo los sueños –
señalo hacia la grada – me sobra el amor, tengo el momento… - señalo hacia
delante, hacia las filas de gente – y tú, que tienes mi voz, tienes mis versos…
- junto mis manos en el micro – te pido perdón, y juro que hoy – subo mi dedo
índice hacia arriba – moriré en el intento…
Las luces se encienden mientras sigue la música y alcanzo a
ver toda la gente que hay. Vuelvo al centro del escenario sin dejar de mirar.
Lejos de cortarme, me vengo arriba.
-Buenas noches Madrid! – grito y escucho el rugir del
público de nuevo – escuchar… no supe y te entiendo… - camino hacia la parte
izquierda del escenario – despertar… porque estamos a tiempo… - hago un gesto
de stop – si es por comparar… no somos perfectos – niego con la cabeza – y si
es por empezar… qué??? – pregunto al aire –
“Empecemos de nuevo” me responden a voz en grito. Salgo
corriendo hacia el centro otra vez, lleno de adrenalina y felicidad a partes
iguales.
-Yo tengo el valor… tengo los sueños – salto con una mano
arriba, señalando al techo – me sobra el amor… - hago un gesto para que salten
- tengo el momento… - miro hacia el público, que está saltando conmigo hasta
donde me alcanza la vista – y tú, que tienes mi voz… tienes mis versos… - me
voy hacia el borde del escenario – te pido perdón… y juro que hoy… - alzo el
micrófono – qué????? – grito y me llevo la respuesta – vamos!!! – exclamo –
Comienzo a correr por la pasarela de la izquierda mientras
salen fuegos y luces a cada lado a mi paso. Doy saltos de alegría, como si esa
pasarela fuera el camino que recorre un futbolista al meter gol. Llego al
centro, donde se juntan las dos pasarelas de los lados, y salto con el
micrófono en la mano derecha, mientras a cada lado, siguen saliendo fuegos y
luces.
-Moriré en el intento! – grito mientras no dejo de saltar y
recorro la pasarela de la izquierda, deteniéndome a saltar un segundo frente a
la grada del lateral, donde está mi familia – yo tengo el valor – llego al
centro del escenario de nuevo, engancho el micrófono y doy dos palmadas al aire
– tengo los sueños – doy otras palmadas, acompañado de todo el público – me sobra
el amor – repito lo mismo – tengo el momento – agarro el micrófono y lo saco
del soporte – y tú – camino por la pasarela del centro hasta el punto donde se
unen las tres, con fuegos y luces de nuevo a mis lados – que tienes mi voz…
tienes mis versos… - me arrodillo – te pido perdón… y juro que hoy… - alzo mi
dedo índice hacia el techo – moriré en el intento
Respiro hondo mirando al techo y, por un momento, pienso que
está abierto y puedo ver el cielo. Respiro agitado, calmándome, y apoyo mis
manos en mis piernas justo antes de levantarme. Escucho los gritos, veo manos
intentando alcanzarme. Creo que no soy consciente de lo apoteósico que ha sido
el inicio del concierto. Necesito serenarme un poco. Pero no puedo.
-Buenas noches Madrid! – grito mientras camino hacia el
escenario – es un honor para mí estar aquí con vosotros… - pongo una mano en mi
pecho mientras me quedo quieto en el centro del escenario – teníamos algo
pendiente… y a mí no me gusta dejar cosas pendientes… - rugen esta vez con más
fuerza – antes de salir… hemos estado hablando todos los que formamos parte de
este “qué bonita la vida”… - siguen gritando – y les he dicho una frase que
quiero decírosla también a vosotros… - se escucha gente mandando callar y me
hacen reirme – lo importante no es cuando, sino con quién… - empiezo a escuchar
aplausos – tengo el mejor equipo, tengo a mi familia allí – les señalo – y os
tengo a vosotros – señalo al público que me jalea – así que espero que sea una
noche para recordar… os aseguro que yo la voy a tener en mi memoria para
siempre…
Termino mi speach y se apaga el foco que me ilumina. Escucho
gritos, muchos gritos. Y aplausos. Comienza de nuevo la música, esta vez,
“Hablemos en pasado”.
Hablemos en pasado es un tema que escribí hace mucho tiempo.
Habla de un desengaño amoroso, del momento en el que te das cuenta que, aunque
quieras, lo que tenías con esa persona ya no va a volver. El momento en el que
te das cuenta que no se han portado bien contigo. Ahora mismo no estoy en ese
punto de mi vida, pero soy capaz de interpretarla. Pie de micro, luces con los
golpes de batería mezclados con guitarras. Instrumentalmente, es una canción
que me encanta interpretar. El público canta la canción conmigo. Es un tema que
tiene fuerza y en el que puedo sacar también mucha potencia en mi voz. La
canción termina conmigo y el público cantando al unísono el último verso… “yo
no sé si es pronto o tarde…. No se puede amar así”.
Sin dar tiempo a más, comienzo la siguiente canción. Esta
vez, portó una guitarra eléctrica que voy a usar durante la canción. La gente
enloquece un poco con los primeros acordes a piano. “Miedo”. Una de las
canciones que más me ha costado escribir, por lo que entraña dentro. La escribí
cuando lo dejamos. Cuando aquello que teníamos se acabó en una habitación de un
hospital. Es curioso… tuvo que ser en un hospital.
-Para empezar… diré que es el final… - la gente la entona al
mismo tiempo que yo y no puedo evitar sonreir – no es un final feliz, tan solo
es un final… - me alzo de hombros – pero parece ser que ya no hay vuelta atrás…
- cierro los ojos y, por un momento, revivo esas sensaciones saliendo de aquel
hospital – solo te dí diamantes de carbón… rompí tu mundo en dos, rompí tu
corazón… - digo con rabia – y ahora tu mundo está burlándose de mí… - alargo la
última palabra de forma melódica y comienzo a tocar los primeros acordes con la
guitarra –
Abro los ojos por un momento y veo un montón de luces en el
público. Los móviles, encendidos mientras se mueven, son los nuevos mecheros.
Trago saliva, esa estampa me acaba de poner los pelos de punta.
-Miedo de volver a los infiernos… miedo a que me tengas
miedo… a tenerte que olvidar… - toco la guitarra eléctrica con soltura mientras
acaricio cada verso bien dicho – Miedo de quererte sin quererlo, de encontrarte
de repente… de no verte nunca más…
La verdad es que el estribillo describe exactamente lo que
sentía esos días en los que no sabía qué es lo que había pasado, pero había
perdido lo que pensaba que iba a ser mi vida. De repente dejar de hablar, dejar
de vernos… saber que no puede verme sin pensar en algo malo… tenía miedo de
encontrármela y, al mismo tiempo, de no volver a verla.
-Oigo tu voz siempre antes de dormir – sonrío, esa frase la
escribí porque, a veces, me ponía algún disco suyo por las noches en el móvil –
me acuesto junto a ti y aunque no estás aquí… en esta oscuridad, la claridad
eres tú – levanto mi dedo índice un segundo y señalo hacia la grada, donde sé
que está viéndome – Miedo de volver a los infiernos… miedo a que me tengas miedo…
a tenerte que olvidar… - en breve viene el solo de guitarra que tanto me gusta
improvisar – miedo de quererte sin quererlo, de encontrarte de repente… de no
verte nunca más…. – me pongo un poco nervioso al saber que voy a estar tocando
solo ante el peligro – ya sé que es el final, no habrá segunda parte… - digo
con rabia – y no sé cómo hacer para borrarte…
Me alejo del micrófono y comienzo con mi solo de guitarra,
apoyado por el bajo y otra guitarra eléctrica más, pero la melodía la llevo yo.
Recorro el escenario hasta llegar al pasillo central, donde me quedo a mitad y
vuelvo sobre mis pasos hasta el micrófono, sin dejar de tocar. Al llegar al
micrófono, cierro los ojos y escucho como la gente canta conmigo la frase, sin
más música que un tímido piano.
-Para empezar, diré que es el final… - comienza de nuevo el
resto de instrumentos – Miedo de volver a los infiernos, miedo a que me tengas
miedo… a tenerte que olvidar… - abro los ojos, los tenía cerrados desde que
volví de la pasarela – Miedo de quererte sin quererlo, de encontrarte de
repente, de no verte nunca más… - toco la guitarra de nuevo y comienzan a
hacerse notar los violines que también forman parte de mis músicos hoy – de no
verte nunca más… - la música va subiendo, estamos casi al final de la canción –
de no verte nunca más… - digo alzando el tono y con rabia – de no verte nunca
más – repito con rabia de nuevo – y aquí en el infierno… oigo tu voz – alargo
la última palabra, con toda la voz que me sale de dentro – y aquí en el
infierno… oigo tu voz… - vuelvo a hacerlo, vuelvo a gritar la última palabra –
Mi guitarra y los demás instrumentos se mezclan en una sinergia perfecta que se culmina con los violines llevando la voz cantante. Sin duda alguna, esta canción es una de las mejores que he compuesto y que más me cuesta interpretar, aunque la disfruto mucho. La canción termina con los violines acabando de repente y apagándose todas las luces. Miro instintivamente a mi derecha, donde mi mánager alza el dedo pulgar diciéndome que todo está yendo bien.